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¡¿Atrapados en la Galería de Arte?! por Kuraikun

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POV’S Gouenji.

Esta semana se me había pasado eterna, como si el destino no quisiera que llegase el sábado, aunque todavía faltaba un día para eso, es decir que era viernes, y estaba junto con Afuro en su casa, solo acepté porque se puso especialmente pesado, pero igualmente le quería, como amigo claro, no mal penséis.

Por alguna razón que aún desconocía, cuando hablaba con Fubuki por el móvil, mi corazón se aceleraba emocionado, y se me dibujaba una sonrisa de tonto enamorado, pero tenía claro de que él no me podría gustar, por el simple hecho de que no era gay, pero ¿y si había cambiado en la galería? No, no podía ser, seguro que lo que sentía era algo diferente al amor.

-Gouenji-me llamaba Afuro, sin embargo estaba tan sumido en mis pensamientos que ni siquiera me estaba percatando de aquello, ya que seguía pensando en lo que realmente sentía por aquel chico, que aunque era dos años más pequeño que yo me traía loco, no me lo podía sacar de la cabeza.-Gouenji-de nuevo no le hice caso.-¡Gouenji! ¡Coño!-me gritó ya exasperado el rubio.- ¿Me quieres hacer caso?

-Ah, sí, lo siento, dime.

-Dios, ¿en qué tanto piensas? Has estado muy distraído en estos días, ¿te pasa algo?-preguntó un tanto preocupado.

-No, no me pasa nada-él me miró un tanto desconfiado, estaba seguro de que no se lo había creído.

-Eso me suena a que sí, pero bueno, si tú lo dices me lo creeré.-se encogió de hombros y prosiguió hablando, supuse que al estar tan distraído comenzaría de nuevo a comentarme aquello.-Mientras tú estabas en esa parte de la galería tan extraña-comenzó a decir, pero yo le interrumpí antes con una leve sonrisa en mi rostro.

-Que por cierto, no me vuelvas a decir que te acompañe a ninguna, no quiero morirme ¿sabes?-respondí entre risas y él no dudó ni un segundo más en reírse junto a mí.

-Está bien, la próxima vez iré solo, yo tampoco quiero que te mueras-mientras hablaba se acostó en su cama poniendo los brazos detrás de su cabeza mirando al techo.-¿Te acuerdas que te comenté hace un par de años que creía que era bi?-comenzó a explicarme, y asentí con la cabeza mirándole.-Creo que ya lo he confirmado, realmente me he enamorado de ese chico prepotente y con mal humor, que le encanta meterse conmigo y llamarme afeminado.-no tenía ni idea de quién se supone que estaba hablando, bueno, en realidad me hacía pensar en parte en Fudou, porque su descripción encaja perfectamente, pero ¿Afuro enamorado de él? Eso no lo veía ni de lejos, por mi cara supuso que había mal interpretado las cosas.- Por el amor de Dios, Gouenji no vayas a pensar que me gusta Fudou, me muero antes ¿sabes?-se apresuró a contestarme sin dejar de reírse, y me tiró un cojín a la cabeza el cual cogí al vuelo antes de que se me estampara.-Hablo de Atsuya-bueno, no conocía mucho al hermano de Fubuki, así que fue normal que confundiese las cosas.

-Ah vale, ¿y tienes pensando decírselo mañana?

-Sí, supongo, pero no sé si corresponderá a mis sentimientos, pero aún así siento que tiene que saberlo, ¿y tú te vas a declarar a Fubuki?-preguntó de repente haciendo que me atragantase con mi propia saliva.

-A…Afuro, ¿qué estás diciendo? No me gusta, te recuerdo que soy hetero-respondí un tanto nervioso, y sentí como mis mejillas ardían, ¿de la vergüenza? Dios…¿Qué me estaba haciendo ese chico?

-Oh, vamos, si se nota que te gusta, además se te olvida que soy el Dios del amor-puse los ojos en blanco al ver que se daba aires, con respecto que era un Dios, ya claro, y yo era una obra de arte al igual que Natsuki ¿no?

Tras eso comenzamos como una especie de guerra, la cual parecía no tener fin, el decía que yo sin poder evitarlo me había enamorado, y yo que eso era imposible, por eso, porque era hetero.

Al final se acabó cansando por tanta insistencia por parte mía, pero aún así eso no quitó que me explicase que se suponía que se sentía cuando uno estaba enamorado, como si fuese retrasado mental, y no lo supiese.

Ese día me quedé a dormir en su casa, la noche pasó rápida, y cuando menos me lo esperé ya había llegado el esperado sábado, por la mañana me fui ya por fin a mi casa.

-Suerte esta tarde, y como hoy Fubuki y tú empecéis a salir, que no se te olvide que me tienes que invitar a comer o a cenar un día de estos-me decía con algo de burla desde la puerta de su casa.

-Pero si eso no pasa, que no se te olvide que me tienes que invitar a mí-asintió con la cabeza y tras eso me fui.

Fin POV’S Gouenji.

POV’S Shirou.

Quedaba cerca de media hora para que por fin nos viésemos y eso solo hacía que mis nervios aumentasen por momentos, además habíamos quedado también en que me quedaría en su casa a dormir, y lo que más nervioso me ponía era que, ¡íbamos a estar a solas, porque su padre y su hermana no estaban! No me lo podía creer.

Estaba delante de mi armario mirando mi ropa sin saber qué ponerme, no sabía por qué pensaba que todo me quedaba horrible y era incapaz de decirme por algo en concreto.

-¡Atsuya!-le llamé desde mi habitación porque me daba mucho palo tener que irme a la suya para pedirle consejo con respecto a lo que me iba a poner. En seguida apareció en mi habitación ya vestido para quedar con Afuro.

La verdad es que le quedaba muy bien todo lo que llevaba; una camisa azul claro vaquera, la cual se la regaló nuestro padre por nuestro cumpleaños el año pasado, junto con chaleco azul oscuro, junto con unos pantalones también vaqueros pero estos de color negros, y unas converse.

-¿Crees que voy bien así?-me preguntó de repente con un leve rubor en sus mejillas, creo que él al igual que yo se quería ver guapo para Afuro, aunque yo por el contrario lo quería para Gouenji.

-Por supuesto, estoy seguro de que Afuro caerá rendido a tus pies-bromeé un poco, me había sorprendido un tanto que a mi hermano le gustase un chico, y más el amigo de Gouenji.

-No lo creo, pero gracias de todas formas por los ánimos-me sonrió y me dio varias palmadas en la espalda, como dándome a mí también ánimos, y es que los dos coincidimos en intentar declararnos.-Bueno, ¿qué te pasa?-así fue como le expliqué que sentía que todo lo que me ponía me quedaba mal, y él encantado se ofreció para ayudarme a elegir ropa.

Los dos nos quedamos mirando sin saber qué escoger, hasta que empezó a sacar ropa. Cabe decir que yo no tengo un estilo fijo, porque me gustaban las prendas variadas, algún día podía ir como hipster, y otro día con ropa algo así más formal.

-¿Qué te parece esto?-me sacó de sus pensamientos su voz, la cual sonaba un poco orgullosa. Dejó todo lo que eligió sobre la cama, y me fijé en ello; escogió un jersey de cuello alto blanco, junto con una chaqueta que por una parte era roja, y por otra blanca, con los bolsillos a ambos lados de la cremallera, junto con unos pantalones vaqueros, y unos zapatos, que eran como unas botas de baja altura de color como de un amarillo un tanto extraño, que igualmente me gustaba. Creo que así iba bien.

-Sí, creo que así iré bastante bien, muchas gracias-le sonreí a mi hermano, y antes de irse de nuevo despeinó mis rebeldes cabellos, los cuales eran imposibles de peinar por más que lo intentase, siempre se iban a su sitio original.

Cogí mi mochila donde estaban todas mis cosas, no sé si lo había dicho antes, pero después Gouenji de tanto insistir, me acabó convenciendo de que me fuera a su casa a dormir, y eso que le dije que el lunes tenía un examen de matemáticas, lo más gracioso es que ese tema se me daba muy mal, y no había comenzado ni siquiera a estudiar, y él me quiso dar clases particulares, y no me pude negar. Quizás era tan buen profesor que al final acababa sacando un diez al igual que en el trabajo de música, porque vamos, no lo llego a sacar, y mando a la profesora para que pase lo mismo que yo, aunque claro ahora que no estaba la falsa Natsuki, no estaba tan seguro de que se fuese a esa parte tan horripilante.

Me despedí de mis padres, y sin más me fui ya por fin. Como no sabía a dónde quedaba esa cafetería, al final coincidimos en vernos en la ribera del río.

Al llegar saqué el móvil observando la hora, había estado tan preocupado por si llegaba tarde, que al final acabé por llegar diez minutos antes, bueno no tendré más remedio que esperar a que apareciera.

Observé el campo de fútbol, en el cual había varios niños jugando en este, en mi instituto por supuesto también practicaba este deporte, es más me había unido al club, pero al verlos tan pequeños, me recordaba a mi niñez, cuando Atsuya y yo estábamos en un equipo de alevines.

Esbocé una leve sonrisa, y fue cuando noté que alguien me había tapado los ojos.

-¿Quién soy?-me preguntó esa persona, a la que reconocí al instante, ¿cómo no iba a hacerlo?

-Gouenji-respondí riendo levemente y entonces me destapó los ojos, estaba tan sumido en mis pensamientos que ni siquiera me percaté de que se había acercado por mi espalda. Me giré encontrándome con esos ojos negros, los cuales me enamoraban, y esa sonrisa ladina suya, que había visto en varias ocasiones en la galería.

-Vaya, qué rápido me has reconocido-se rió levemente, y de su bolsillo sacó mi reconocible pañuelo ya limpio.-Toma-me lo tendió.

-Gracias-sonreí ampliamente.

-No gracias a ti por habérmelo dejado esa vez, estaba seguro de que me iba a desangrar si no me lo dabas-bromeó un poco, y aunque fuera una tontería me hizo reír.-Bueno, antes de ir a la cafetería, prefiero que pasemos por mi casa para que dejes tu mochila-asentí con la cabeza, y comenzó a caminar, guiándome.

-Has llegado muy pronto-solté de repente, un tanto sorprendido, aunque yo también lo había hecho, tanto por los nervios que ahora me atacaban por dentro, tanto por creer que no iba a llegar a tiempo.

-Tú también-reímos los dos un poco, tal vez él también temía llegar tarde, y por esa misma razón se había adelantado.

En unos pocos minutos llegamos a su casa, más o menos era como la mía, ni muy grande ni muy pequeña, lo suficiente para una familia. Sacó sus llaves del bolsillo y entramos. Por la oscuridad que había en esta supuse que sus padres no estaban, quizás trabajando o algo.

-¿Y tus padres?-se me escapó preguntarle de repente, y siguió caminando hasta llegar a su habitación, que estaba en el segundo piso.

-Mi padre está trabajando.-vi como de repente miraba un poco para abajo, y esbozaba una sonrisa un poco melancólica, como suponía debí no preguntar, pero como siempre era de lo más curioso, no me pude resistir.- Y mi madre, bueno…Falleció cuando era un niño-abrió la puerta de su habitación y dejé la mochila en un lado. Me sentí un poco mal por él, más o menos entendía cómo se sentía, después de todo yo había perdido a mi familia biológica en un accidente, y aunque ahora tenga otra, la adoptiva, eso no quiere decir que no les eche de menos, además de que eso me dejó un pequeño trauma. No soporto las avalanchas, o cualquier ruido que se les parezca.

-Lo siento, no debí preguntar-me disculpé un poco apenado, y luego volvimos a bajar, para ir a la deseada cafetería.-Pero entiendo cómo te sientes más o menos.-me miró un poco confundido con lo dicho y proseguí con lo que iba a decir.-Quizás no sea lo mismo, bueno es que de hecho no lo es, pero mi familia murió en un accidente, los únicos que sobrevivimos fuimos mi hermano y yo, y aunque tengamos una familia adoptiva, a veces les echo mucho de menos-terminé de decir, y me miró sorprendido, seguramente porque no se lo esperaba.

-Vaya, lo siento mucho, pero será mejor que dejemos las cosas tristes de lado, y que nos centremos en disfrutar lo máximo posible-volvió a sonreír esta vez, ya mucho más contento, y se me contagió la sonrisa. Tenía razón, no era el momento para ponerse mal.

Con tan solo ver esa sonrisa suya, me bastó para hacer que esa tristeza, se me fuera, y que sus palabras de aliento, o su sonrisa, me hacían enloquecer por completo, y que me enamorase cada vez más de él. Todo Gouenji Shuuya me encantaba.

Tras estar un rato caminando, por fin llegamos. Era una cafetería bastante grande, en la que había bastante gente, por suerte el rubio había reservado una mesa y pudimos coger sitio. A pesar de que se encontraba un tanto abarrotado de gente, se podía hablar con tranquilidad, y sin tener que elevar la voz. Al poco después, vino una camarera, Gouenji pidió por supuesto los macaron, junto con un té con canela, y yo un batido de chocolate, era un adicto.

Mientras traía nuestro pedido, de nuevo comenzamos a hablar, para conocernos mejor.

-No te lo he preguntado antes, pero me da curiosidad-comenzó a decirme Gouenji, mientras dejaba de mirar por la ventana y fijaba la vista en mí, cosa que me puso un poco nervioso, no podía evitarlo, y trataba por todos los medios que aquello no se notase.-¿Qué te gustaría estudiar, Fubuki?

-Bueno-me llevé la mano al mentón.-No me lo había planteado mucho, pero lo que más me gustaría sería enfermería, no sé, me llama la atención, además lo veo de lo más interesante, ¿y a ti?

-A mí también enfermería, al final mi padre se ha salido con la suya, y ha conseguido que me interese por aquello.-al decirme eso supuse que su padre quizás era médico, o enfermero.-Y dentro de eso, ¿Qué es lo que más te interesa hacer?

-Mmm, creo que enfermero, no me veo siendo médico, sería un peso demasiado grande para mí, de tan solo pensar que una persona deje que su vida dependa de mí, me pongo de lo más nervioso.-pero no tanto como cuando te miro a ti.

Pensé para mí mismo, estaba claro de que por el momento no sería capaz de decírselo.

-Pues a mí me gustaría ser eso que a ti te da miedo, médico-soltó una pequeña risa, la cual me acabó por contagiándomela.-¿Te imaginas que acabas siendo mi enfermero?-me preguntó de golpe, lo que provocó que yo sin querer, acabase por mal pensar, por supuesto cosas que no eran (supongo que ya estaréis imaginando a lo que me refiero) Sentí mi cara arder de la vergüenza, mientras alejaba esos pensamientos sucios de mí. Y yo que creía que era el ser más inocente del planeta.-¿Se puede saber en qué estás pensando? Estás muy rojo-me sacó de mis pensamientos sucios su voz, le iba a responder que  no pensaba en nada en especial, como era obvio no le iba a decir que era en cosas pervertidas, además de que él estaba en ellas, pero entonces llegó la camarera con nuestros pedidos.

Por suerte no me volvió a preguntar en qué se suponía que estaba pensando, mis hormonas estaban muy revolucionadas a mi edad, y más teniendo a mi lado aquel chico que me volvía loco con tan solo mirarlo. Sin más decidí probar aquello, tenían una capa como de diferente color cada uno de los macaron y por dentro estaban rellenos de chocolate, muy buenos como había nombrado Gouenji en aquel sitio del demonio.

Estuvimos hablando un poco de tonterías, o de cosas que habíamos hecho esta semana, hasta que nos quedamos en silencio, uno por cierto bastante agradable, y una vez terminamos, decidimos irnos, no sabía si a su casa o a otro lugar, porque simplemente me estaba dejando llevar por él.

Me fijé un momento en el cielo, estaba atardeciendo, pero aparte de eso, a lo lejos se podía divisar unas nubes negras que poco a poco se iban acercando. No iba a llover, ni haber tormenta ¿verdad…?

Alejé esos pensamientos de mi cabeza, no iba a haber tormenta, tal vez solo llovía un poco y ya está, no tenía por qué asustarme.

-¡Shirou!-escuché una voz muy conocida para mí que me llamaba desde la lejanía, por instinto me volteé, y me llevé una sorpresa al encontrarme justamente con Natsuki, la cual se lanzó a mis brazos emocionada, y claro la tuve que coger sino se iba a estampar contra el suelo, y no era una opción.-Que coincidencia vernos por aquí-decía emocionada y se separó de mí, pudiendo observar cómo iba vestida muy arreglada por cierto, quizás iba a tener una cita, además su cabello lo tenía totalmente suelto. Por unos momentos miré hacia Gouenji, el cual se mostraba un tanto molesto.

Qué casualidad que cada vez que estábamos juntos, una Natsuki salvaje aparecía, aunque claro, esta solamente era un poco hiperactiva.

-Sí, la verdad-reí un poco por los nervios, la situación se había vuelto un poco incómoda.

-Hola-se acercó a Gouenji con una sonrisa, por no ser descortés claro.- ¿Nos conocemos de algo? Me suena tu cara.-me sorprendí un tanto por eso, y creo que de cierta manera a él también, pero mejor no darle mucha importancia a eso.

-No, que va, es la primera vez que nos vemos-contestó con su seriedad de siempre, al parecer solo conmigo mostraba esa sonrisa suya.

-Bueno, espero que nos veamos pronto, yo me tengo que ir, ha sido un placer veros-se despidió, mas antes de irse depositó un beso en mi mejilla, y después se fue tan contenta como siempre.

De nuevo pude observar como Gouenji estaba más serio que de costumbre, e incluso podía decir que molesto, ¿qué le pasaba tan de repente?

-¿Te pasa algo?-pregunté preocupado, por si había hecho que le pudiese haber molestado, pero no recuerdo haber hecho algo malo. Él por su parte no me contestó, es más, me giró la cara y siguió con su camino. Pero…¿qué? Fruncí el ceño sin entender qué le pasaba ahora. Me quedé sin querer, parado viendo como éste sin importarle, me dejaba atrás.- Gouenji, ¡espérame!-le pedí alcanzándole en poco tiempo, y de nuevo no me contestó. Respiré hondo, debía de tranquilizarme, y no perder los nervios con esta situación, la cual no estaba entendiendo por más que le diese vueltas.-¡Gouenji no me ignores!-elevé un poco el tono de mi voz, y de nuevo no obtuve respuesta, y ya harto, dije algo sin pensar.-¿Acaso estabas celoso?

Eso pareció haber surgido algo de efecto, porque de repente, se paró en mitad del camino, mirándome sorprendido, como si hubiera descubierto algo que le había dejado de esa manera, sorprendido y sin poder creerlo.

Fin POV’S Shirou.

POV’S Gouenji.

Desde el momento en el que apareció Natsuki, no sabía por qué la razón, sentía cierta molestia en mi pecho, mientras veía como Fubuki cogía a la rubia entre sus brazos, seguramente para que no se diese contra el suelo, pero a mí me causó algo extraño.

Con el paso de los años había aprendido tanto a ocultar mis emociones, que en algunas ocasiones, ni yo mismo sabía lo que sentía, y justamente con él me estaba pasando.

Sentía una emoción inexplicable al estar con él, me encantaba ver como se reía con cualquier comentario mío, como me dedicaba esas sonrisas, o cuando se mostraba avergonzado por algo. Sus ojos azules-grisáceos me dejaban hipnotizados, y sentía que no podía dejar de mirarlos, porque nunca me cansaba de ellos. ¿Afuro tendría razón y me había enamorado de él? No, eso no podía ser.

Estaba tan absorto pensando en lo que sentía de verdad, que ni siquiera me estaba dando cuenta de lo histérico que se estaba poniendo Fubuki al no hacerle caso, y es que no le estaba escuchando, hasta que me preguntó eso. Me quedé parado de repente, dejando mi seriedad a un lado, mostrando que realmente estaba sorprendido, y Dios…

Claro me había puesto celoso, porque…Ahg, no es que fuese nada malo,  mas a veces de lo idiota que soy, me quisiera dar contra la pared, y como estaba delante Fubuki no podía hacerlo, mala suerte la mía.

No me podía creer que de verdad me había enamorado de él, es tan extraño, pero no me podía culpar ni a él ni a mí, porque los dos en la galería hicimos todo lo posible para ayudarnos unos a otro, consiguiendo después de todo salir de allí.

Si es que al final Afuro tenía razón, sin yo quererlo me había enamorado.

-Lo siento por no haberte hecho caso-me disculpé sinceramente.-Es que estaba pensando, por cierto, ven, te quiero enseñar un lugar, uno que es muy especial para mí-volví a sonreír, dispuesto a declararme en ese lugar.

¿Cómo saldrían las cosas? Espero que bien.


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