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Sinfonía Callejera por dei_angel

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Opus 3.  “Allegretto poco a poco ritardando”


 


Tenían aproximadamente una semana ensayando, las piezas eran complejas, es por eso que estaban maestros especializados para las secciones de cuerdas, vientos – madera, vientos – metal, percusión y piano. Se dividían antes de hacer los ensayos, la primera parte consistía en los talleres divididos en secciones y después se complementaban para tocar las sinfonías.


Li, estaba totalmente emocionada, desayunaba y veía clases de piano, almorzaba y estudiaba las piezas para los conciertos que tendrían en unos días, cenaba y ensayaban, no había vistió a Clara en mucho tiempo, estaba un poco consternada porque pensó que había perdido su frialdad natural y concentración para el piano, pero era lo contrario, le habían ofrecido una oportunidad para hacer música de cámara, estaba feliz, aunque era música pop, sería una manera de internacionalizarse, entendió con este viaje que tendría que desprenderse de ese aire, además que su manera de vestir iría muy bien con la imagen que el manager del equipo estaba buscando.


Son muchas oportunidades que se le presentaron, la música de cámara y la propuesta de estudiar en el conservatorio de Nápoles, Italia, puesto que ya estaba vieja para Julliard y para el  conservatorio de París por dedicarle mucho de su tiempo a una carrera que quizá poco le ayude. Solo suspiró, primera vez en sus veintidós años casi veintitrés sentía que podía hacer lo que más quería.


Estaba ansiosa, los ensayos cada vez sonaban mejor, de mucho más calidad que su orquesta de origen,  era otro ambiente, la competencia era más cruda más visceral, le encantaba el espíritu y la vibra de esa orquesta que daba todo por la gira, eran músicos de altísimo nivel y que estuviese ahí la hacía un músico de talla grande, devorarse el instrumento como había escuchado de algunos violinistas, le sorprendía el nivel de esas personas que con el trabajo adecuado y las horas de estudio correctas daban frutos.


Había subido de nivel en tan solo una semana, pero estaba consciente de que le faltaba mucho más, tenía como maestro a uno de los mejores pianistas de Italia, pero recordaba que en una semana su mamá llegaría a su departamento, aparte que al final de la semana sería el concierto de la gira, la gira se había prolongado mucho más tiempo del que debía, solo respiró, ya habría una manera de solucionar, mientras tanto se ocuparía de su música.


Terminó la clase más rápido de lo habitual, salió del cubículo y se topó con la cellista y la frialdad que llevaba consigo desapareció y la calidez de su interpretación de antes le embriagó el corazón. La saludó con un gesto de la mano y trató de irse rápidamente pero Clara fue muy inteligente y en un instante estaba de frente a la pianista, ésta desvió la mirada y con un gesto de mano la volvió a saludar.


Clara le preguntaba muchas cosas, atropellaba las palabras a lo que Li respondía con monosílabos, se dirigían al cafetín para comer algo,  Li pensaba en muchas cosas, a lo mejor almorzar con Clara ayudaría a despejar la mente de la música ¿Despejar la mente de la música? ¡Jamás había pensado en despajar la música de su mente! Estaba mal, pestañeó muchas veces y con el fastidio de la voz de Clara respondió de manera inconsciente un “si” que, mirando la expresión de Clara supo que había metido la pata.


– ¡Eso es genial! – gritó de emoción


– ¿Qué es genial? – preguntó asustada de la respuesta


–Aceptaste cenar conmigo  después del concierto ¡Estoy feliz! – gritaba eufórica


–Estoy muerta – susurró tan bajo que casi fue un pensamiento ligero


*


Tensión emoción y un ligero temblor en las piernas era lo que sentía antes de entrar al teatro donde ensayó por una semana, el concierto estaba a pocos momentos de comenzar, buscaba la mirada de clara por todos lados anhelaba un poco de compañía, respiró muchas veces mientras veía a todos sus compañeros hablar entre ellos, tragándose su orgullo y reconociendo que necesitaba el dulzón de Clara dispuso de su poco valor para buscarla, esa cellista se le estaba escondiendo muy bien, debía admitir que cada paso que daba en su búsqueda más se tensaba, despejó su mente yendo hacia afuera en una parte oculta detrás de los vestidores, vio la luna y sonrió amargamente, en una semana se descontroló por completo, su frialdad era ahora inestable,  solo esperó que eso no afectase su forma de tocar, se resignó dirigiéndose a los vestidores cuando se tropezó torpemente con Clara, admitió que quiso abrazarla pero mantuvo distancia de esa sonrisa mientras que su corazón y mente se despejaban.


– ¿Me buscabas? – preguntó con dulzura


– ¿Quién te dijo? – replicó nerviosa


– ¡Así que era verdad! – sonrió


–Si bueno, no importa, éxito en el concierto – susurró rápidamente tratando de huir


– ¡Hey! – llamó extrañada


Clara siguió a Li por el camino de los vestidores, a pesar de que la había estado buscando y que la sorprendió en medio de su resignación admitía que no tenía valor para hacerle cara a Clara, si bien es cierto quería desearle éxito antes del concierto debía estar consciente de que le calmó el simple hecho de su presencia, aunque ahora ya no sentía los nervios por el concierto sentía pánico por otra cosa acompañado de vergüenza y nervios.


Avisaron que faltaban cinco minutos para empezar, Li estaba recostada cerca de la entrada, suspiró y poco a poco el torbellino que sintió y por el cual huyó se había extinguido en su totalidad, ya no había nervios ni vergüenza – al menos no con Clara cerca – quería entrar al escenario e interpretar la música que había estudiado tanto.


Clara estaba buscándola con la mirada, pero solo podía saber que ella huyó de esa manera porque le quería decir algo a lo que no se atrevía, aunque pudo decir que era algo que le daba mucha vergüenza puesto que no tenía el ceño fruncido, solo suspiró y se acomodó en la entrada, poco tiempo faltaba para que entraran al escenario.


– ¡Orquesta lista! ¡Entren! – anunció el jefe de logística


El teatro se llenó de aplausos ovacionando la entrada de la orquesta, los cellos y los contrabajos entraban rodeando la parte diestra del teatro simultáneamente con los violines pero del lado izquierdo, los vientos metales vientos madera percusión y piano por  detrás, todos se sentaron, luego de eso la concertina de la orquesta aparecía por la parte izquierda del escenario recibiendo los aplausos, se posicionó delante de su puesto y con una reverencia saludó al público, se volteó y con el arco indicó al primer oboe para afinar la orquesta  a lo que el publico silenció ante tal momento sagrado.


Primero afinaron los vientos y luego las cuerdas, la concertina se volteó ante el público y con aplausos más fuertes recibieron al director de la orquesta, saludando a la concertina e indicando a la orquesta a tomar asiento para luego interpretar la música del programa. Con un solo de oboe inició la obra, acompañado de trémolos de los violines tanto segundos como primeros y un curioso y tétrico pizzicato de los contrabajos y cellos, faltaban tres compases para que Li entrara con un solo de piano, el director le indicó la entrada y respirando entró justamente, los nervios le atacaban el corazón latía rápido mientras se movía completamente concentrada en la música, un solo de piano imponente dulce y pasional que en cada nota expresaba lo que no podía decir con las palabras, se acordaba de Clara de Silvia de su familia, con un gesto elegante de la mano derecha terminó él solo, con el corazón latiendo a mil, con las manos sudadas y con un alivio, miró de lejos a Clara quién yacía concentrada tocando, las cuerdas repetían lo que hizo ella pero con un matiz doble f.


La percusión hizo gala y con trémolos en el timpani, que resonaban en la sala, una pieza corta, donde se veía realmente la conexión de la orquesta como orquesta, como una gran orquesta que interpreta gran música en un gran teatro a un gran público.


Los escasos vellos de sus brazos se erizaban por el poder tan magnífico y la magia que propaga en cada rincón, no hay errores no hay nada que pueda suceder en ese concierto. No creía ser capaz de elevar su capacidad interpretativa y su musicalidad a ese extremo, aunque no podía ver hacia el público sentía como estaban tan involucrados como ella en cada solo que tocaba, miraba fugazmente a Clara y a la partitura, Li podía ver por primera vez la cara de concentración y abstracción absoluta de Clara, veía agresividad, pasión seducción, todo lo contrario a lo que era ella en su totalidad, quizá debido a la fiereza de la pieza, suspiró y con una marcha de las trompetas inició el movimiento final de la sinfonía.


Un allegretto marcaba el final de la sinfonía, era más comúnmente llamado entre los músicos como el movimiento desestresante, lleno de alegría y dulzura indicaba con un solo particular de cello, miró de reojo a Clara y sonrió al ver que las facciones con las que la había conocido habían regresado a la normalidad, su dulzura intacta se posó cálidamente sobre las notas que envolvían el teatro en los recuerdos infantiles de cada persona del público.


Poco a poco aceleraban el ritmo, marcando el final con un “tan tan” clásico de cada pieza romántica, el público de pie aplaudiendo gratamente, el director hizo una reverencia e  indicó a la orquesta que se levantaran  para recibir la gratitud ante tanto esfuerzo realizado en una semana, los aplausos no cesaban, casi media hora de aplausos a lo que Li llegó a conmoverse, no había sentido esa calidez embriagar su corazón, cuarenta y cinco minutos tocando, deleitando a las personas que lo escuchaban.


            La orquesta estaba en los vestidores, escuchando las felicidades por parte del director, Clara estaba al lado de Li, quien procuraba no mirarla demasiado ya que sentía vergüenza pero en otro sentido, se las había arreglado para huir mientras salían del escenario pero aquella niña era bastante escurridiza y logró colarse a su formación, poco a poco se le formaba el sentimiento de arrepentimiento por estarla buscando como una niña asustada antes de un concierto pero antes de completarse la pesadez de ese sentimiento se acordó fugazmente de que tenía una cena con Clara, para variar se sintió entre la espada y la pared, ¿Sería capaz de mirarla a los ojos? Mientras que Clara miraba a Li maravillada, había escuchado el solo de Li a principio de la pieza y le fascinó tanto qué no se quiso quedar atrás con el solo de su fila, prometiéndose equiparar esa fuerza con su sonido.


Clara pellizcó la mano de Li haciéndola girar con mucha vergüenza, Li pensaba en muchas cosas, hasta que el director pronunció algo que le llamó la atención, declarando que por la buena actuación de la orquesta se habían ganado la noche libre. Li sintió una piedra, Clara simplemente se unió a la celebración vocal de la orquesta, ¡Lo logró!  Logró una salida con su apreciada compañera.


–Li ¿Te acuerdas de la cena? – caminaba detrás de Li quién huía.


–Sí por supuesto – susurró yéndose a la entrada del teatro


Clara la perseguía torpemente, tenía el cello a cuestas lo que le daba una gran desventaja con respecto a Li quién caminaba demasiado rápido al no tener  peso alguno. Li volteó y vio a Clara sufrir, se detuvo y fue hasta ella, la más pequeña en estatura la miraba con agradecimiento mientras que le ayudaba con el cello, la pianista estaba acelerada, con un cello a cuestas, una cena de por medio a las diez de la noche y con media hora para llegar al hotel cambiarse y salir a comer.


Caminaban lento, Clara escogiendo el restaurant en donde iban a comer mientras Li trataba de idear la excusa perfecta para faltar, el hotel quedaba bastante cerca del teatro, vio cerca la publicidad del hotel y solo se resignó, además ¿Qué tal malo podría ser distraerse? No podía quedarse en la habitación del hotel mirando el techo, chasqueó la lengua y solo se dispuso a abrir la puerta para que Clara pasara primero, le dio el cello y Clara demostrando mucha emoción terminó por cavar la tumba de Li.


– ¿Nos encontramos aquí a las diez? – preguntó con tono de afirmación


–Si – respondió nerviosa


Li subió a su habitación, disponía de media hora para preparase, llegó y cerró la puerta detrás de sí, sonrió vagamente, el cúmulo de emociones que tenía la ralentizó de sobremanera, caminó hasta la ducha y quitándose la ropa se miró al espejo, hacía tiempo que no contemplaba la sonrisa de su rostro, era la segunda vez en sus casi veintitrés años que salía con una persona, tenía miedo emoción, era la primera vez que salía con un persona cuya aura de inocencia la conmovía.


            Salió del baño y abrió la maleta, sacó una camisa azul cielo de mangas, una chaqueta blanca de jean, un pantalón marrón y sus converse azules, su collar de tótem y su reloj clásico. Regresó al baño para verse en el espejo, no encontró algo que le desagradase, suspiró y sintiendo los nervios pegarle en el estómago se apresuró para no llegar tarde.


            Estaba esperando,  se sentó en el sofá mientras pensaba en las muchas excusas que podía utilizar Clara para disculparse, pasaron diez minutos y no había rastros de ella, se levantó y dio varias vueltas, se preguntaba si Clara le tomó el pelo por tonta, si realmente iban a salir o si simplemente se creyó el cuento de una persona que conoció en una semana que probablemente estaba fingiendo dulzura solamente para burlarse de ella y de su estupidez.


–        ¿Te parece comer hamburguesas? ¿Pizza? – preguntó  Clara interrumpiendo los pensamientos de Li.


 


–        Me apetece – pronunció levantándose del sofá y encarándola – que no llegases tarde, me molesta la impuntualidad.


 


–        Sí, ¿Cuánto tiempo fue? – Preguntó absorta en su nerviosismo


 


–        Veinticinco minutos – inquirió molesta.


 


–        Lo siento – se disculpó – Aunque quisiera comer pizza


 


Li no pudo disimular la expresión de sorpresa al ver lo ensimismada que estaba Clara con respecto a la comida que degustarían, Clara le hizo señas a Li para que salieran del hotel y se encaminaran al restaurante que estuviese más cercano, Clara veía todo sorprendida, le encantaba lo nocturno de la ciudad en la que estaban, si bien estaban en invierno el abrigo de color negro que tenía Li y de color contrario que lucía Clara no las protegía del todo del frío que empezaba a ser más crudo.


Para un músico era prioritario mantener en buenas condiciones las manos y aunque estuviesen tibias el frío poco a poco calaría en los huesos, si bien no veía a parejas caminar tomados de manos como era lo típico de aquella ciudad Asiática lo cual hizo que sintiera nostalgia de Europa, la curiosidad se apoderaba de ella cada vez que miraba disimuladamente – como ella suponía que lo hacía – a Li, quién estaba ensimismada en sus pensamientos, la pianista no hacía más que mirar fijamente el frente de su camino, Clara suspiraba, quería tomar de la mano a quién consideraba “su pianista” pero era más que un hecho que si lo intentaba recibiría una reprimenda de la pianista cuyo mal carácter reinaba en esa carátula llamada ceño fruncido, pero que en su timidez aguardaba a una persona quién necesitaba cariño y no la frialdad del ambiente que calaría en esos dedos de agilidad mágica.


Li la miró fijamente por segundos, se extrañaba puesto que el ambiente con Clara era divertido y le brindaba cierta paz, pero en estos momentos le daba inquietud y nerviosismo, se veía que ella quería hacer algo pero se cohibía, Li se detuvo y en un impulso que ni siquiera le dio tiempo pensar articuló de manera casi desesperada.


–        ¿Qué te ocurre Clara? – Preguntó


 


–        Nada, es que… – desvió la mirada


 


–        Desde hace minutos te veo y siento que quieres hacer algo pero no sé que quieres – inquirió tratando de buscar la mirada que se escondía.


 


–        Pues, bueno tengo frío – susurró


 


–        No te voy a prestar mi abrigo ni mis guantes, yo también tengo frío – afirmó un poco nerviosa, se estaba imaginando lo que Clara quería hacer


 


–        Sí yo sé – Clara ya no sabía ya que hacer, quería decirlo sin embargo la vergüenza le congelaba la garganta y le elevaba la temperatura de sus mejillas ya sonrojadas.


 


–        Mira, vamos a ese restaurant – señaló, Clara alzó la vista – queda cruzando la calle


 


Li caminaba despacio mientras que Clara miraba a otro sitio, estaba demasiado  avergonzada, suspiraba nerviosamente, decidió caminar viendo fijamente hacia adelante, miraron a la izquierda y un segundo antes de cruzar tuvo la valentía que solo fue deseo, se suprimió en ese mismo segundo y sonrió resignada, veía como Li le abría la puerta para que entrara, se quitó los guantes los guardó en el abrigo y se lo quitó, Li hizo lo mismo para luego insistir.


Le preguntaba a Clara lo que le pasaba, lo que tenía, lo que quería hacer y simplemente Clara se negaba, Li empezaba a perder la paciencia, ante la negativa de Clara suspiró señalándole un espacio libre cerca de la ventana, se sentaron frente a frente, una mesera se les acercó y pidieron un chocolate caliente y un sándwich de triple queso, coincidiendo ambas en el gusto por el queso.


Li la miraba fijamente, presentía las intenciones de Clara pero quería confirmarlas, no sabía si fastidiarla para que hablara o esperar mientras llegaba la orden, miraba las manos de esa cellista y de causalidad se acordó de la pieza “Tristesse” de Chopin, rápidamente imaginó un arreglo para cello acordándose repentinamente de la mirada de Clara en el concierto, la volvió a mirar y tosiendo llamó la atención de la cellista, Clara la miró y puso atención a sus palabras, Li le contaba emocionada con respecto a la idea y Clara la miró entusiasta, puesto que le agradó la idea de hacer un dúo con la persona a quien admiraba.


Era increíble que Li hubiese aceptado cenar con ella de buenas a primera, quizá después de todo no era una persona tan apática a socializar con los demás, ¿Quién lo creería? Se sintió mal por juzgarla de esa forma puesto que apenas la conocía sin embargo sabía que el sentimiento que sentía hacia ella era genuino aunque en su lógica era poco tiempo para expresarlo, podía dañar todo más aún presintiendo que Li fuese ese tipo de persona que es débil por dentro y fría por fuera.


Quería saber de su mundo, pero no sabía cómo adentrarse en él, de alguna manera pareciera que solo se emocionara hablando de la música y es que, no creía en una persona tan pura o ensimismada en la música – que vida más vacía entonces lleva – pensó para sí misma recordando que su mundo cambió al conocer aquella pianista que era todo un misterio y a la vez no, ¿Quién querría acercársele a ella? Pues simplemente aquella cellista que por primera vez en mucho tiempo se sentaba a reflexionar de un sentimiento llamado amor o lo que decía mejor “algo” y ese “algo” no es nada más que un simple aló por teléfono.


La mesera interrumpió sus pensamientos con la orden que trajo, Li miró con mucho gusto la orden, empezando por tomar el chocolate caliente que, aunque no le gustó mucho el sabor lo tomó para poder calentarse, sin embargo no le quitaba la mirada de una ausente Clara, era increíble de creer para su corto entendimiento sobre conducta humana, Clara, quién hablaba por demás y con mucho entusiasmo se había quedado como siempre ella misma se queda, absorta en su propio mundo, sintió culpa porque quería preguntarle directamente lo que pasaba teniendo una idea vaga acerca de lo que le pasaba, quizá algo parecido a lo que le pasaba con Silvia – sorprendiéndose drásticamente puesto que casi ya no pensaba en ella por pensar en Clara – se culpó suavemente y volteando a donde Clara le hizo una seña de molestia.


–        No vale hechizo ni nada – la miró a los ojos, no podía creer que después de ser tan controlada no podía mitigar su ira


 


–        ¿De que hablas Li? – preguntó Clara asustada, tratando de esconder en lo que sus ojos se reflejaban


 


–        ¿Quieres algo de mí? – Preguntó - ¿Te acercaste a mí con que motivo?


 


–        Nada me motivó, es referente al ambiente de afuera, las luces, el frío, tus manos – balbuceaba nerviosa


 


–        ¿Querías tomarme de la mano? – preguntó con el corazón acelerado


 


–        Sí – susurró desviando la mirada


 


–        Pues déjame decirte que – no estás del todo loca – no me gusta el contacto físico  – susurró mirándola a los ojos severamente


 


–        Lo sé, pero no sé el motivo que te hizo aceptar la cita – contraatacó Clara, Li quería saber ese lado de ella


 


–        Acepté es verdad,  pensé después de eso en que me ayudarías a no abstraerme demasiado en la música y después me sentí culpable porque no debo distraerme de algo que amo


 


–        Claro, es verdad – ese “algo” tuyo no es el “algo” mío, lo tuyo es distracción lo mío es sincero – ciertamente insistí y te hice esperar, gracias por ambas acciones – susurró avergonzada


 


–        ¿Es este acaso un calderón? – Clara volteó a ver  a Li, buscaba coherencia en aquellos ojos miel delicados.


 


–        ¿Calderón? – Preguntó sintiendo como sus sentimientos de vergüenza y furia se desvanecían


 


–        Sí, todo esto, lo que me acabas de decir, empezamos el día con mucha alegría pero calmada, como un Allegretto, después que nos encontramos para salir y hasta ahora fue decayendo, como un ritardando, ahora que tenemos sentimientos encontrados se sostiene el calderón, ¿Qué sigue? ¿Allegro con molto? ¿Adagio a piacere? ¿Cuál prefieres?


 


–        Adagio a piacere – contestó sonriendo


 


–        Exacto, esa es la Clara que me gusta ver, digo, no es que me disguste la confundida, solo que este es mi hechizo, así como el tuyo es el del ceño fruncido.


 


–        Li no es un nombre, pero me acuerdo que cuando nos presentamos dijiste Li, así que no sé cuál es tu verdadero nombre


 


 


–        Ciertamente, Li no es un nombre – susurró amistosamente, quería vencer un miedo buscando expresar el miedo de su compañera, de un deseo que ella quiere hacer realidad.


 


–        Wow… esto ya pasó, tuve un deja vu – sonrió


 


–        No fue un deja vu, esto ya pasó Clara – carcajeó sonoramente


 


Entre miradas llenas de compresión y cariño que se enviaban – también ayudado por el ambiente – Clara poco a poco volvía a su conducta habitual, Li se había tranquilizado con respecto a eso, Clara sabía que por dentro esto iba a durar poco pero se alegraba de conocer una faceta nueva de la pianista, cuando sonreía parecía un ángel, ver a la persona seria y ver a esta nueva persona le provocó un shock emocional momentáneo, ¿Acaso tendría ella doble personalidad? o la otra pregunta que le gustaba más.. ¿Acaso se estaría ganando poco a poco la confianza de esa pianista fría?


Li miraba detenidamente a Clara, le provocaba una inmensa curiosidad, hasta ahora no sabía cómo animar a las personas, por eso se aislaba aparte de que no le gustaba socializar demasiado, sentía ganas profundas de conocerla por completo y a la vez no, debía reconocerlo, tenía miedo, trató de olvidarse de eso y de disfrutar del momento, hablaban de cualquier otra cosa sin embargo recaían en la música. Conciertos para cello, para piano, los mejores intérpretes de cada instrumento, mejores directores, música de cámara, música orquestal, subgéneros sinfónicos, agrupaciones folclóricas, trataban de desviar el tema a las carreras “normales” que estudiaban, Li el derecho Clara la psicología, si bien es cierto la psicología es más afín con la música que el derecho – ya que el día de la psicología y de la música se celebran el mismo día teniendo como patrona a Santa Cecilia – Li pudo asombrarse del esmero que sentía Clara al hablar de su carrera, sintiendo desgano por la suya.


Quizá era necesario ese encuentro, ambas conocieron más de cada una, Li de veintidós años y Clara de veinticuatro, jamás habrían conocido a alguien que tuviera tantas cosas en diferencia, eran polos opuestos, en estilos musicales en carreras en funcionamiento en vestimenta en la forma de caminar de escribir de expresar sus sentimientos, algo en común tenían y era el amor que sentían hacia la música.


–        ¿Cuándo cumples los veintitrés? – Preguntó Clara para variar de tema


 


–        Pues... – Li nunca decía su cumpleaños – El veinticuatro de diciembre


 


 


–        ¿Eres Capricornio? ¡Cumples en Víspera de Navidad! ¿Qué haremos? ¡La orquesta no tendrá funciones ese día, solo hasta el veintitrés! – Clara estaba emocionada, pensando en qué le compraría con lo que le pagara la orquesta.


 


–        ¿Tú cuando cumples? – pronunció para desviarse del tema


 


–        El veinticuatro de junio – contestó animada – Cáncer y Capricornio se la llevan bien, son la pareja perfecta


 


–        ¿Pareja? – Pensó asustada


 


–        Li – Llamó


 


–        Me llamo Lía, cuando estemos a solas llámame así si gustas – susurró pensando en que se arrepentiría después


 


–        Con gusto, sé que te da vergüenza porque no te gusta mucho el contacto con las personas, pero respeto eso, me estás dando tu confianza y la respetaré Lía.


 


–        Gracias Clara – sonrío realmente feliz.


 


 


Entre risas y bromas, se dieron cuenta de que el lugar estaba casi vacío, estaba otra pareja y ellas, se alarmaron, pagaron  la cuenta y se retiraron rápidamente, caminaron por las calles viendo que los comercios estaban cerrados, algunos como bares discotecas y restaurantes estaban abiertos, una que otra pareja caminando sin demostraciones de afecto, Asia significaba para ellas una cultura extraña sin embargo digna de respetar.


Clara se culpaba por sentir la misma quietud de al principio, la temperatura había bajado y sentía otra vez ese frío, su corazón latía y entre todo quiso arriesgarse pero la voz de Li la interrumpió para dirigirse al hotel que quedaba a unas cuadras, tenían que volver para descansar y dar otro concierto en otro teatro, Clara estaba en una disputa emocional mientras que Li tenía un sentimiento pesado, de casi nada sentía algo, quizá era la pasión pasajera que al acostarse se iría, Pero..  ¿Sí no era así? Si sabía las intenciones de Clara ¿Por qué no hacerlo ella misma si también necesitaba un poco de amor? Se recriminaba, pero  reconoció que el primer paso que debería de dar era el de sacarse las manos de los bolsillos y cuando por fin lo hizo Clara las había metido en busca de calor.


–        No estamos sincronizadas – Susurró con cierta alegría Li.


Entendió el mensaje a la perfección, soltó sus manos para ver que pasaba, las dudas le carcomían el estómago, tan asustada estaba que rogaba que Li no escuchara los latidos de su corazón y es que estaba consciente de que si la pianista…


–        ¿Qué? ¡No puede ser! – Clara estaba sorprendida ¡Li estaba tomándole de la mano! ¡Sin vacilar! ¡Sin chiste! Las mejillas emanaban tanto calor por la sorpresa que aguaban sus ojos, no podía creer que Li hiciera lo que ella quería hacer desde un principio. La pianista era un mundo nuevo por conocer.


 


–        Esto es solo por hoy… además no falta tanto para llegar al hotel – susurró Li, estaba completamente emocionada, las pocas personas que ahí transitaban las miraban con vergüenza, desviaban la mirada, ella hacía una reverencia ante una tomada de mano bastante ingenua, no estaban los dedos entrelazados, era su mano tomando a la de Clara y viceversa.


 


Describir un momento como ese es mágico cuando ocurre de noche y en una ciudad donde no hay demostraciones de ese tipo, Li trataba de calmar sus pulsaciones, su corazón le haría pasar una vergüenza aún mayor con Clara, aprovechó de que fue un impulso que no midió, pero admitió que fue el impulso más bonito que haya tenido. Cuando se dio cuenta de lo que hizo ya lo había hecho, asumió su culpabilidad en la manera en que clara después de asimilarlo se le iba acercando poco a poco hasta deshacer lo que hizo, posando su mano por encima de los hombros de Clara y ésta recostando la cabeza en el hombro de Li.


–        Disculpa si mi corazón te molesta – susurró Li


 


–        No tranquila, no me molesta – susurró


 


–        Es solo qué en este momento estoy reproduciendo en mi cabeza Tristesse de Chopin – susurró calmadamente


 


–        Pues yo también estoy reproduciendo música en mi cabeza, pero es el Saludo de amor de Elgar, pero la versión que interpreta Jacqueline du Pré – murmuró sonriendo - ¿Por qué no le muestras a algún maestro la composición que hiciste? A mí me gustó –


 


–        Otro día – se delimitó a decir


Caminaban ni tan lento ni tan despacio, visualizaron la entrada del hotel y de separaron, Lía abrió la puerta para que entrara primero Clara, tomaron el ascensor en su silencio que no era incómodo, daba la impresión de haber recién salido de un concierto bien hecho donde los aplausos del público todavía resonasen en el oído de ambas.


Se miraban de vez en cuando sin coincidir, justo antes de llegar al piso Clara acarició levemente la mano de Lía quién solo se limitó a sonreír tenuemente, el motivo sencillo de que no le gustaba abrirse a las personas era la despedida y si bien vería mañana a Clara en el ensayo general y en el concierto no pudo evitar esa nostalgia momentánea, no quería que se acabase la noche, quería esta con ella un poco más pero sabía que debía decírselo y dejar de adjudicarle un problema de ella misma a los demás.


Suspiró saliendo del ascensor Clara iba delante de ella, se dieron cuenta de que algunos de sus compañeros no estaban en las habitaciones, a lo mejor estaban en algún bar, cuando Lía aprovechó para abrir su habitación se dio cuenta de que estaba trancada por dentro e imaginándose lo peor pidió a Clara guardar silencio ante su pena mostrada y es que  su compañera de habitación estaría con otro compañero de habitación haciendo cosas de compañeros de habitación, eso era algunas de las cosas que le molestaban de las giras, los demás músicos se iban a tomar y ensayaban con resaca, le molestaba profundamente el hecho de que los músicos tuvieran mala imagen debido a otros que hacían eso, se atribuía así misma extraña que en pleno siglo veintiuno fuera tan conservadora, mientras que Clara la veía con una sonrisa de oreja a oreja solo se limitó a preguntar sin mirarle a los ojos.


–        ¿Puedo? – preguntó, era lo único de la pregunta que podía articular


 


–        Por supuesto – aceptó Clara enternecida


Entraron a la habitación de Clara, enseguida aclaró que es esa clase de músico que no le gusta ir de fiesta y que la compañera que le tocó en la gira era todo lo contrario, Lía se sorprendió que hubiese alguien a parte de ella que pensara así, agregó eso a la lista de cosas en común con Clara. Ya iban dos.


–        ¿Qué quieres hacer? – preguntó Clara


 


–        No sé, pero me encanta la vista de tu habitación, se ve genial – Lía se acercaba a la ventana pegando la frente del vidrio y admirando la vista. Clara solo sonreía de la ternura que le provocaba, si bien es cierto era más penosa de lo que podía creer se sentía a gusto con Lía.


 


 


–        Bien Lía, ¿Quieres dormir? Yo tengo sueño sin embargo tenemos que compartir cama, no sé a que hora venga mi compañera de cuarto y entonces…


 


–        Vale – susurró dándose la vuelta y acercándose a su compañera – A lo mejor esos dos habrán terminado –


 


–        Sí es lo más lógico, por cierto – hubo una pausa incómoda entre las dos - ¿Pasarás con tu familia la Navidad?


 


–        Bueno, me acabas de decir que las funciones acaban el veintitrés, así qué no sé si llegaré al otro continente a tiempo, mi mamá ya debe de estar por llegar al departamento – habló - ¿Tú que harás?


 


–        ¿En serio? No sabía que tenías departamento propio. Yo iré con mi familia también, ellos están aquí mismo.


 


–        ¿Aquí mismo? – Preguntó con mucho interés


 


–        Sí bueno, mis padres son músicos. Mi mamá fue la principal de flautas y mi padre oboísta, igualmente principal


 


–        ¿Tú papá es oboísta?  – preguntó con mucho interés


 


–        Dirige los talleres de oboe – susurró pensativa


 


–        Vale, que genial que tengas padres músicos, ¿Desde pequeña estás tocando cello? – Buscaba la mirada de Clara con mucha curiosidad, era la primea vez que hacía preguntas de ese tipo.


 


–        Si, desde los cuatro años – contestó neutralmente, era algo de lo que no le  gustaba hablar


 


–        ¡Eso es genial! – habló emocionada


 


–        Si bueno ¿Tú? – replicó


 


–        Yo estoy desde los once años, empecé con piano que es lo que siempre me ha gustado, pero duré mucho tiempo sin profesor


 


–        ¿Fuiste autodidacta? – preguntó con mucho interés


 


–        Sí, pero después concursé en un conservatorio y quedé, llevo once años tocando quizás más o menos, ya no recuerdo – sonrió despistada ante la mirada atenta de Clara.


 


Clara miraba detenidamente los gestos de Lía y es que jamás pensó que una persona tan reservada fuese tan talentosa, ella daba esa impresión de ser tan académica, pero en realidad era una persona nata para el instrumento, esas palabras tan descuidadas por parte de lía le habían hecho dudar, ella siempre tuvo maestros quienes le corrigieran y al encontrarse una persona rural en ese sentido hacía que su mundo se quebrara para conocer a alguien con más talento que ella para otro instrumento, aunque los profesores la consideraran nata para el cello, era obvio el talento heredado de sus padres quienes son músicos, partiendo de ahí sabía ahora que Lía no tenía parientes músicos, pero no era tampoco la música una condición genética heredable, algunos hijos de músicos no lo eran, optaban por matemáticas o físicas, sin embargo era de saber algo incómodo que preguntó


–        ¿Tú papá? – preguntó


 


–        No sé quién es, nunca lo conocí – susurró sin importancia


 


–        ¿No te has preguntado si él era músico? – preguntó con mucho interés Clara


 


–        ¿Músico? No  lo creo ¿Piensas que mi talento se debe a algún gen? Eso es absurdo – sonrió


 


–        No que ridículo – sonrió pero de la vergüenza, por supuesto que lo pensó


 


–        ¿Qué hacemos ahora? No sé pero tengo ganas de tocar – susurró recostándose de  la cama


 


–        ¿Qué instrumento no te gusta? – preguntó


 


–        El violín, lo detesto, no me gusta. Muy chillón – contestó


 


–        Siempre terminamos hablando de música – sonrió


 


–        Clara, iré a revisar si puedo entrar a la habitación – Clara se paró al unísono que Lía


 


–        ¿Qué pasa? – Preguntó extrañada


 


–        No, nada, anda – susurró nerviosa.


Lía cerró la puerta tras suyo, caminó hasta su habitación y tocó, la puerta se abrió dejando ver descaradamente a la pareja quienes se despidieron con un guiño de ojos, Lía entró, pasando por alto la escena empalagosa, se sentó en su cama mirando de arriba abajo a su compañera. Desvió la mirada en suspiró molesto, pidió a los santos que no la hubiesen visto entrar a la habitación de Clara que aunque fue en poco tiempo sintió el arrepentimiento correrle por las venas.


–        Hey, pianista, muy buena tu interpretación – Se cruzó de piernas, estaba desnuda de caderas para abajo


–        Gracias – desvió la mirada fríamente


–        Por cierto – se acercó sigilosamente, era esa clase de persona que le gustaba probarse


–        ¿En dónde estabas? Cuando llegué no estabas


–        Salí – contestó fríamente


–        ¿Sí? Se nota, es que anda un rumor de que eres una persona bastante reservada


–        ¿Y qué? – pronunció sin importancia


–        ¿Y qué? – La imitó sentándose muy cerca de Lía – Me da curiosidad ¿Eres lesbiana?


–        Eso no te interesa – contestó mirándola firmemente – Buenas noches


–        Buenas noches

Notas finales:

¡Disfrutenlo!


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