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Sinfonía Callejera por dei_angel

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Opus 5: “Piano forte”


 


 


Entre más y menos, estaba en una indecisión tremenda, era víspera de su cumpleaños y aunque nunca lo celebraba quería por alguna razón celebrarlo este año, las cosas con Clara iban regularmente bien y su salida con Alicia fue excelente, sin embargo sentía un deje de inquietud y celos de parte de ella y es que después de la salida fue un poco incómodo el volver hablar con Clara, puesto que ésta le respondía con monosílabos, consideró en ese preciso momento que ella quizás sabía parte de lo que pasó con Alicia, descartaba y consideraba, descartaba y consideraba, no tenía valor suficiente para preguntarle si la había seguido esa noche porque pensaba en esa idea como absurda pero no carente de sentido en cierta parte, chasqueó la lengua, faltaban pocas horas para el concierto, pero Clara la había citado en su habitación en quince minutos, quizá le preguntaría o ella misma se lo diría.


Se puso la chaqueta y tocó la puerta de la habitación de Clara, sentía nervios y mucha alegría, Clara abrió dándole paso, se preguntaron las cosas cotidianas como modo de iniciar una conversación, se sentía el ambiente tenso, Lía ya no sabía el por qué, Clara no paraba de hablar de música, de piezas, de conciertos, de compositores e intérpretes, si bien amaba la música quería hablar de otras cosas con Clara, suspiraba al escucharla, miraba a otro lado, no soportaba la idea de despedirse de la gira de esta manera, con esos sentimientos de inconformidad e insatisfacción, no sabía si era por la época o por la víspera de su cumpleaños q      ue estaría tan sensible o simplemente tan confundida por las cosas que le habían sucedido.


Intentó varias veces interrumpir a Clara, no lo lograba, no sabía cómo hacerlo, pensaba tantas maneras que se olvidaba de hablar, estaba empezando a molestarse, debía calmar su temperamento, no quería que Clara la viera tan descontrolada, sin embargo se la quedaba mirando fijamente con el fin de hacerla callar, Clara la miraba y apartaba sus ojos de la vista de Lía, sabía que quería preguntarle algo sin embargo no tenía el valor suficiente de hacerlo, ninguna de las dos tenía el coraje de hacerlo, ambas sabían pero no había enojo alguno que pudiese sacar esa duda que tenían.


Seguían con el mismo monólogo, ese deje de inquietud que crecía más y más, si el enojo no sacaba eso lo sacaría la desesperación, el primer paso de la desesperación es la pérdida de la paciencia, el segundo es un tic producido por el primero, el tercer paso era hacer algún movimiento brusco y el último paso era decirlo todo. Iba por el paso número dos. La pierna izquierda le temblaba, estaba controlándose para no llegar al tercer paso, rayaba en la locura de dicho paso, no aguantó más, Clara parecía un radio loco, se levantó bruscamente del sofá y sin autocontrol le preguntó


-          ¿Me viste con Alicia? – preguntó encarándola


 


-          Yo… - titubeó, Lía la había descubierto


 


-          ¿Sí o no Clara? Debo de admitir que nos estamos llevando mejor pero siempre que hablamos siento ese deje de inquietud, no sé, como si me quisieras preguntar algo pero no lo haces.


 


-          ¿Yo quiero preguntar algo? – se le salió el tono cínico – Si sabes y dudas de mi, para que preguntas


 


-          Eso ni siquiera tiene lógica, si sé entonces no pregunto, si dudo entonces debo preguntar, no combines ambas cosas en una oración  ¡Por Dios! ¡Es una contradicción! – habló desesperadamente


 


-          ¿Contradicción? Me encanta tu sentido del humor – replicó mirándola desafiante


 


-          ¿Humor? Increíble tu sarcasmo. ¿Es el sarcasmo la otra cara de la verdad? Sí es así entonces si me viste con Alicia – se sentó calmando súbitamente su enojo con Clara. Clara no tenía escapatoria


 


-          ¿Verdad? ¡Sí! ¡Sí te seguí! – pronunció sorprendiéndose de  su derrota, el desdén de una semana más la presión de Lía hizo que confesara en un impulso por terminar la angustia.


 


-          Exacto, es por eso que después de esa noche me hablabas en monosílabos, luego cambiaste bruscamente tu actitud hacia mí hablando demasiado de cosas q       ue ya sabemos. No tiene lógica – Cruzó las piernas


 


-          Lo que no tiene lógica es tu actitud – se acercó hasta rozar su nariz con la de ella


 


-          Tú ilógica son celos – susurró seriamente, Clara volteó bruscamente, un signo de que Lía tenía razón – Cuando te dije que iba a salir con ella, tus amigos hablando de mí, las historias que pudiste crear en tu cabeza, el desdén, el que no me mires a la cara exceptuando los momentos de euforia cuando estás acorralada


 


-          Eres una persona bastante desagradable – susurró aún de espaldas a Lía


 


-          Lo sé Clara, el día de hoy es diferente al día en el que nos conocimos – Murmuró levantándose de la silla


 


-          Claro, ahora vas a endulzarme con eso para que olvide toda esta rabia que tengo, muy astuta Lía


 


-          En la parte posterior de la silla en donde te vas a sentar hoy, hay algo pegado, hoy es libre, puedes llegar antes al teatro y verlo – habló calmadamente


 


-          Por supuesto, de seguro lo haré. Si es que se me pasa este enojo Lía.


 


-          Está bien –susurró yéndose


 


Lía estaba extrañada, se preguntaba ¿Qué había pasado en ese momento? Se descontroló por completo, carente de lógica y de frialdad aplica el hecho de que mantener a control sus sentimientos por mucho tiempo era su mismo detonante. ¿Cómo? Pues sencillo, demasiadas restricciones trae consigo pecados como éste. ¿Qué consideraba pecado? El hecho de descontrolarse de esa manera. Parecía imperativa a sus emociones y completamente irracional a sus demostraciones de cordura.


Clara se abstuvo demasiado en la conversación, quería responderle tantas cosas pero Lía era más rápida que ella, se le adelantaba y es que en todo tenía razón, sin embargo el mundo se rige por muchas otras cosas más, la razón también va de la mano con la actitud, es decir, tenía razón, pero no era la manera de decirlo aunque ciertamente no era la forma adecuada no escapa el hecho de que todo lo que había dicho apuntaba hacia la  luz de la verdad.


Suspiró tantas veces, acordándose de tantas cosas, Lía era una estúpida, una persona descontrolada que la descontrolaba cada cinco segundos por lo inestable de su ser. El primer día en que se vieron observó una fachada de crudeza pero ella también escondió su defecto debajo de una mirada dulce y simpática, cuando se molestaba esa faceta desaparecía por completo sin dejar rastro y es que ser de ese signo  no era nada sencillo, demasiadas emociones que peleaban en su cerebro como para admitir que quería saber y a la vez no de lo último que le dijo.


Chasqueó la lengua, hábito que adquirió al deshacerse del ceño fruncido, en lago tenía que drenar cualquier tipo de frustración, mañana sería su cumpleaños y solamente mostró signos de tristeza. Quería celebrarlo con Clara por supuesto, teniendo como único regalo la pieza que le compuso, su sentido de la justicia estaría bastante torcido, puesto que era Clara quién debía darle un regalo y no viceversa, le costó bastante esa composición que escribió, se cuestionó el hecho de que aun teniendo su laptop no utilizase un software musical para la escritura, sucumbió ante su estupidez y dejándose llevar por los sentimientos de despedida de la gira culminó su monólogo personal en reflexiones de carretera.


Sentía tanta curiosidad, faltaba poco para el concierto y según la pianista debía estar antes ¿Sería mentira? Ya no sabía ¿Algo pegado debajo de la silla? Eso significaba muchas cosas, la más importante que se le vino a la mente  era que si sabía en donde se sentaba significaba que de alguna u otra manera la miraba seguidamente para memorizar su asiento. Movió la cabeza de un lado a otro para sacarse esa idea y no llenarse de fantasía – este punto que descartó por creer que sería fantasía era uno de los únicos que si eran verdad – haría cualquier otra cosa para quitarse esa fantasía.


Se bañaba y discutía mentalmente acerca de las cosas que había hecho con Alicia esa noche, Clara seguramente escuchó de la pieza que le dedicó a Alicia, solo suspiró ante ese hecho, de por sí preocuparse demasiado por ese tipo de cosas era de personas detallistas y anquen fuese obsesionada por detalles esto no se lo permitiría, estaba al borde del fastidio con esta situación, sentía el cuerpo pesado, los brazos tensos, cuando tocaba piano no le dolía un músculo y en los últimos días le empezaban a doler las articulaciones, consultó con el fisioterapeuta de la gira quién le dijo que era estrés y ella sabía perfectamente que tipo de estrés tenía, tan solo fueron unos momentos de relajación con Alicia como para volver a donde pertenecía con Clara y asumir por completo que estaba loca por pensar “que Clara de algún modo le pertenecería” chasqueó con la lengua y la tensión golpeó el dedo índice izquierdo, lo presionó dándose cuenta que le faltaba fuerza en ese dedo, se preocupó pero más era el desgaste emocional que tenía que no le desconcertó demasiado. Más tarde se daría el lujo de volverse loca por una lesión que no tendría físicamente pero si mentalmente, era buena para adjudicarse problemas que no tenía era bastante obsesiva con sus manos al punto de llevar guantes mientras duerme, inclusive en verano. Mañas de músicos.


Soltó un quejido, tendría que bajar para dar el último concierto, no obstante no le gustaban las despedías tendría que hacerlo, lejos de sentirse bien se sentía pésimo, no tenía ganas de tocar, ni siquiera quería ver el piano, ni cellos, ni nada. Por primera vez en su vida sintió la necesidad de “ir a beber” como gente de su edad hace. Con un gesto de fastidio se dirigió a los camerinos donde estaba la orquesta entera desde hace diez minutos. Había llegado un poco tarde, lo cual era bastante extraño, la dama de la puntualidad llegando tarde, escuchaba comentarios de ese tipo, como esforzando se le vino a la cabeza que Clara llegaría más temprano para ver la sorpresa, solo había una cosa que hacer, ofrecer las más sinceras disculpas. No había nada pegado a ninguna silla, si bien si sabía donde se sentaba Clara, era difícil que un músico llegase antes, la logística ya estaba armada y no podían infringirla. Lo que tenía en mente era revisar el piano antes como excusa para poder entrar al teatro con Clara y ahí dedicarle su obra – “Para Clara”–  La buscó con la mirada hasta que la halló hablando con unos amigos tranquilamente, se volteó bruscamente suspiró y caminando hasta esas personas saludó de forma cordial pidiendo hablar a solas con Clara. Le valía nada la imagen que tuviesen de ella, quería explicarle muchas cosas.


-          Clara, lo siento, de verdad, no hice lo imposible – susurró


 


-          ¿De qué hablas? Eres demasiado contradictoria Lía – murmuró sin entender la actitud de la pianista


 


-          ¿Se te olvidó? – preguntó un poco sorprendida


 


-          ¿Qué se me olvidó? – preguntó Clara extrañada


 


-          ¿En serio se te olvidó? – Lía no podía creer lo que pasaba, en el fondo agradeció enormemente la falta de atención de Clara.


 


-          Ah… ¿Está pegado a la silla? No lo podré hacer – habló Clara


 


-          No, tranquila, no lo está, era otra cosa que quiero hacer contigo – susurró Lía


 


-          ¿Qué quieres? – preguntó Clara con mucha curiosidad


 


-          Dedicarte una canción Clara, sé que no a lo mejor no será de tú agrado y quizás no te guste pero es algo que para mí significa mucho – articulaba apenas, los nervios la consumían.


 


-          Esta noche y mañana la orquesta dará libre ¿Qué harás? Parece que gustó tanto que las funciones se extenderán hasta antes de año nuevo, sabes que aquí la navidad no es una celebración familiar sino más bien romántica.


 


-          Nada – susurró estupefacta, pasaría su cumpleaños de gira.


 


-          Pues, ven a mi habitación haremos algo y después saldremos a beber – guiñó el ojo seductoramente a lo que Lía respondió con un sonrojo ligero. Eso querida Lía se llama coqueteo.

Notas finales:

¡Disfrutenlo!


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