La luna alumbraba la calle oscura, la lluvia seguía sin cesar, empapando aquellos columpios en que los niños se balanceaban, las gotas caían, formando esos charcos que reflejaban el cielo en las cuales las madres reprenden a sus hijos cuando los pisan, el viento, sin importar que sucede a su alrededor, no se detenía.
Aquella noche de invierno tan hermosa para un jóven de tez palida que observa a través de su ventana.
El amaba el invierno, cada detalle lo conservaba en su memoria, hasta que se percató de algo distinto, casi todas las personas en los días de invierno se refujian en sus casa, pero esta era la exepción; su mirada se detiene en la presencia de alguien, ese alguien se encuentra bajo la lluvia, con ojos cerrados y con la mirada alzada a la noche.
Ji tiene curiosidad por aquel jóven de tez morena, alto y cabello negro como aquella noche de invierno. Con pasos lentos sale de casa y se ubica a su extremo.
-Es extraño ver a una persona en plena lluvia en medio de la calle, eres valiente. -susurró esas palabras, observándolo.
-Si, soy un hombre impulsivo por así decirlo, de hecho debería estar en mi casa con un café y observando esta maravilla, pero quiero sentirla. -responde aun con los ojos cerrados.
-Pues te doy las gracias por tu impulso, he pensado en sentir la lluvia, pero lamentablemente mi razón me dice que lo más probable es que sufra de una neumonía. ¿Te gustaría un chocolate caliente y evitar un refrío?- agrega Ji.
-Supongo que de nada y me parece bien tu propuesta. - contesta el jóven de tez morena con una risa de por medio, abriendo los ojos y observando al más bajo.
Ji se sintió intimidado e impresionado por la sombría y brillante mirada del hombre; era igual a su cabello, oscuro como esa noche de invierno, además su voz grave y profunda le hizó erizar la piel, pero no le dió importancia ese último detalle.
-Sígueme.
Al entrar a la sencilla casa del de ojos avellanas, el más alto se sacó sus zapatos empapados por la acción que hizó unos minutos atras.
-Espera acá, te voy a traer una toalla y ropa seca para que te sientas más cómodo.
-Gracias, eres amable.
Ji no entendió la razón por la que se ruborizó, pero aún no entendía por que había invitado a un extraño a su casa, si apenas cruzó unas palabras con él, pero algo le decía que ese hombre inspiraba confianza y su presentimiento no falló. Le entrego la ropa que era lo suficientemente grande para que se adapté al cuerpo del hombre desconocido y este entró al baño a cambiarse.
-Gracias, por la ropa y tu hospitalidad en general. -le agradece al menor.
-Gracias a ti por darme ese valor que tanto e anhelado, se que suena exagerado, pero siempre he querido salir a la calle a sentir la lluvia. -agrega Ji con una sonrisa ruborizado.
-Pues estamos a mano supongo. -contesta observando fijamente al joven ruborizado.
-Iré a buscar los chocolates calientes, vuelvo en un minuto. -Ji no entendía por qué temblaba y su presión subía, ya había pasado mucho tiempo cuando experimentó esa adrenalina, tomó aire y mantuvo la calma. Cuando le paso la taza al desconocido, sus dedos se rozaron y sintió una electricidad única, en su mente contó hasta cinco y volvió a la normalidad o eso se trató de convencer.
-Gracias, y ahora que estoy en tu casa compartiendo un chocolate caliente y con tu ropa, deberías saber mi nombre. -ríe el desconocido.
-Pues yo creo que sería lo correcto. -ansioso por saber el nombre del hombre misterioso, asiente lentamente.
-Mi nombre es Seunghyun, mucho gusto Jiyong. -estrechando la mano y mirando fijamente al hombre de tez pálida que ahora se encontraba con los ojos casi desorbitados.