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Tras el telón en Hamlet por AbbiMichaelis

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Notas del fanfic:

Es mi primer fanfic, no sean tan crueles conmigo y denme una oportunidad u.u 

 

Notas del capitulo:

Disfrutenlo!<3

Era un día cualquiera en la gran mansión Phantomhive, el cabecilla de esta se encontraba encerrado en su oficina ordenando algunos papeles de su trabajo mientras esperaba que su mayordomo regresara de la cocina con el pastel de chocolate que le había prometido el día anterior, en la espera su mente divagaba en los recuerdos de la intensa noche de ayer, suspiró pues su cuerpo empezaba a acalorarse con solo pensar en cómo su mayordomo se encargó de seducirlo para tener sexo después de que le había dicho que no tenía ganas. Con algunas de sus hojas trataba de darse aire, tenía ganas de algo más dulce que un simple pastel de chocolate, y al parecer Sebastian lo adivinó pues segundos después se encontraba dando leves golpes a la puerta esperando la aprobación de su amo, el cual no demoró en decirle que pasara, con una sonrisa cerraba con seguro la puerta tras de sí el pícaro mayordomo sintiendo desde lejos la excitación de su amo decidió encargarse de el. Con pasos lentos se acercaba hacia aquel escritorio que había presenciado múltiples encuentros amorosos entre la pareja. Sebastian al estar en frente de su amo y ver lo acelerado de su respiración decidió hacerse el difícil para su pequeño.
-Joven Amo, le he traído un pastel de chocolate relleno de manjar de avellanas que será exquisito para su paladar.- Comenzó a parlotear observando cómo su amo se mordía levemente el labio.
-¿Por qué decidiste llamarme "Joven Amo" y no Ciel?- Preguntó el chiquillo, más que listo se recostaba en su silla cruzándose de brazos.
-Solo quería ver tu reacción, querido...
Respondió el demonio, acercándose con una sonrisa hasta su pequeño amante que esperaba ansioso sentir las cálidas manos de su mayordomo tocándolo por todo su ser. Tan cerca se encontraban de unir sus labios cuando unos golpecitos se escucharon en la puerta.
-¡Bocchan!- Se escuchó el gritillo de la mucama Meyrin, detrás de la puerta se encontraba muy inquieta esperando que su amo la dejara pasar.
Sebastian suspiró frustrado por no poder estar un momento a solas con su amo, este al ver su enojo se aproximó a darle un beso en la punta de la nariz calmándolo mientras acariciaba una de sus mejillas.
-Después podemos continuar, no te preocupes.- Decía en voz baja el conde acomodándose en su silla mientras su demonio le daba espacio aparentando que nada había pasado.
-¡Bocchan le tengo malas noticias! Los actores para la obra Hamlet no podrán venir si no hasta dentro de una semana.- Gritó la mucama más preocupada que el mismo Phantomhive. -Que haremos ahora Bocchan, la obra para caridad se tendrá que cancelar.- Termino de decir la pelirroja preparándose para llorar y lamentarse.
-No es necesario eso Meyrin.- Le contradijo Sebastian, llevando una de sus manos a su barbilla pensando en que podrían hacer. Ciel sentado en su silla llevaba sus manos a su cien masajeandolas para no estresarse más con la repentina noticia.
-Bocchan, usted tiene un muy buen corazón al hacer esta obra de caridad.- Dijo Meyrin intentando relajar el ambiente, Sebastian solo la miro fijamente.
-Es verdad, Bocchan es muy bueno... En todo y con todos.- Hablo el mayordomo observando ahora con complicidad a su amo que solo le sonreía, Meyrin veía la escena de amo y mayordomo que se estaban llevando bastante bien últimamente.
-Y... Como bocchan tiene un buen corazón se ofrecerá a colaborar en la obra... ¿No es así?.- Termino de hablar Sebastian riendo en su fuero interno al ver cómo se le iba borrando la sonrisa a su señor.
-¿Qué demonios estás diciendo?- Gritó Ciel, Meyrin emocionada apoyaba la idea de Sebastian.
-Lo que dice el señor Sebastian es una buena idea, Bocchan puede ser Hamlet.- Decía Meyrin animándose con la descabellada idea del mayordomo.
-No sólo el... Todos vamos a salir en la obra.- Finalizó Sebastian. Ciel estaba totalmente en desacuerdo con su amante, se negaba a tener que actuar frente a un montón de niños.
-¿Estás loco? No tenemos experiencia en estas cosas ¡Será un completo desastre!- Gritó Ciel más que enojado, para él era obvio que todo iba a salir mal con el montón de "idiotas" que Sebastian quería poner en la obra.
-Y hay es donde entro yo, les enseñaré y los adiestraré en estos tres días que nos queda.- Aseguró el mayordomo, Ciel no refutó más pues confiaba en que su demonio haría al pie de la letra lo que había dicho.
Esa misma tarde Sebastian había reunido a los que participarían en la obra, contando con los leales sirvientes de la mansión Phantomhive. Lady Elizabeth y Undertaker se encontraban discutiendo de quién sería la reina y cuál de los dos se pondría el vestido. Lau y Ranmao como siempre muy apegados el uno con el otro, dándose cariñitos mientras la asiática estaba sentada en las piernas de su "hermano". El príncipe Soma y su fiel sirviente Agni se encontraban muy emocionados por colaborar con la obra, caminando de un lugar a otro. Por un lado, mayordomo y amo se encontraban en plena discusión.
-Bocchan, usted va a ser Hamlet ya se lo dije.- Dijo Sebastian finalizando con un suspiro pues, su terco amo se negaba a tener que salir en aquella obra.
-¿Por qué tienes tanto afán de que yo haga ese papel?.- Preguntó calmándose el conde, su mayordomo no le hubiera dado ese protagonismo solo por que sí, tenía que haber una razón.
-Usted es el indicado para eso, Hamlet ha perdido a sus progenitores lo cual adquiere una gran sed de venganza contra su tío, le quedaría muy bien.- Respondió Sebastian mientras pasaba una de sus manos por la cintura de su joven amo con disimulo. Este solo se sonrojaba al sentir aquel tacto en público, aunque ninguno de los presentes se daban cuenta de eso.
Y así se pasaron toda la tarde, practicando sus líneas y preparándose con el mayordomo, algunos no se encontraban satisfechos con su personaje como lady Elizabeth que le habían dado por personaje a un guardia, con su voz chillona empezaba a reclamarle a Sebastian.
-¡¿Por qué tengo que ser un aburrido guardia?!
-Creí que sería un perfecto papel para usted.- Respondía lo más calmado posible, la verdad es que le había dado ese por el odio que le tenía a la rubia por ser tan pegajosa con su amo.
-¡¿Y por qué el grisáceo ese tiene que ser la que use un vestido?! ¡Es un hombre!- Gritaba la rubia señalando a Undertaker el cual soltaba una pequeña risilla, todos los invitados a la obra se encontraban ya cansados de tener que escuchar los reclamos de aquella niña inmadura.
-Bien, vamos a comenzar con el ensayo, les he dado mucho tiempo para aprenderse sus líneas.- Anunció El mayordomo con una sonrisa ignorando a la rubia que resignada se disponía a seguir estudiando lo que iba a decir y hacer.
Todos colaboradores practicaban con Sebastian, aunque el mayordomo era muy exigente trataban de hacer que a él le gustara para que todo saliera a la perfección. Sebastian se sentía satisfecho pues, la mayoría lo hacía perfectamente, todos menos uno.
-Ser... O no ser...- Decía su pequeño amo con los ánimos por los suelos.
-Por favor Bocchan, póngale más corazón a su personaje.- Repetía cansinamente el mayordomo, su amo no era para nada un buen actor. Tendría que corregirlo lo más pronto posible.
-No me presiones idiota, hago lo mejor. Tsk.- Respondía con mala gana el orgulloso Conde.
Un pelirrojo que curiosamente escuchaba y se reía de todo el pleito causado por la obra, abriendo de par en par las grandes puertas de la sala Phantomhive se disponía a hacer su aparición. Indignado se dirigía hacia el Conde y con un acto brusco le quitaba de sus manos aquel libro que contenía las líneas del personaje protagónico.
-Observa y aprende... Mocoso.- Hablo con altivez el shinigami que no había sido invitado ese día.
-Ser... O no ser... Es esa la cuestión.- Repetía moviendo las manos con aquel drama que le caracterizaba y con fingido dolor se lanzaba al piso.
-Eso es lo que yo hice maldito shinigami idiota.- Decía histérico el conde. El otro lo contradecía haciéndole saber que lo había hecho fatal. El mayordomo cansado se tocaba la punta de la nariz con las yemas de sus dedos escuchando como su amor discutía con aquel pelirrojo.
Así pasaron la tarde, Grell se había unido también a la obra, aunque no estaba tan satisfecho se conformó con el personaje que le había dado el mayordomo ya que así no le echarían de la mansión y podría estar a lado de su amado demonio.
El día más esperado había llegado, todos con sus respectivos trajes y con los nervios a flor de piel se preparaban detrás del telón, la rubia lloraba por el opaco color de su traje y el príncipe hindú indignado comía curry en un rincón ya que por no prestar atención el no recibió ningún personaje, mientras que los demás contentos atrás del telón esperaban para hacer su aparición.
-¿Alguno de ustedes a visto a mi amo?- Preguntaba con una sonrisa a los demás sirvientes de la mansión Phantomhive.
-Creo que está en el balcón.- Respondía Finnian con un sonrisa maquillándose rápidamente.
Mientras tanto, en el balcón de aquel teatro un suspiro de cansancio se atrevía a salir de los labios del Conde, con notable nerviosismo miraba hacia las estrellas, era una noche magnífica según pensaba.
-Te encontré.- Susurraba el mayor mientras se abrazaba a la delgada figura de su pequeño.
-Al fin solos.- Respondía el niño girándose para poder quedar frente a su demonio.
-Créeme, ha sido horrible tenerte tan cerca y no poder besarte o tocarte...- Hablada excitado el mayordomo rozando su entrepierna en el abdomen del Conde el cual se relamía los labios por tal cercanía.
-Sebastian... Después de que se acabe esto tú y yo tendremos una noche ocupada.- Susurraba el conde rozando los labios de su amante. Sus cuerpos pedían a gritos ser acariciados por las manos contrarias, aquel deseo carnal crecía en sus interiores, tenían que hacer algo para poder calmarlo. El mayor agarro con algo de brusquedad la cintura de su niño y con un beso se atrevía a saciar su sed de el, sus lenguas se juntaban peligrosamente y sus labios se humedecían en ese fogoso beso que podía encenderlos en cualquier momento. Ciel alzándose de puntillas pretendía continuar con aquel beso, hundía sus delicadas manos en ese negro azabache que lo volvía loco. Ya no había control, tenía que poseerlo ahí y ahora.
Pero para su mala suerte escucharon a Finnian presentando la obra, había llegado la hora de actuar.
Cada uno dejando su miedo atrás hacían todo lo que habían ensayado con Sebastian, en algún momento la obra paso de ser dramática a humorística y de nuevo pasando al drama, Undertaker se dejaba besar por Lau desde el cuello hasta quién sabe dónde. Sebastian suspiraba pues su obra no estaba saliendo tan perfecta como el había imaginado, solo faltaba alguien por aparecer y tenía toda su fe en que lo haría magnífico. Su amo jamás lo defraudaría.
Con espada en mano se paraba en la tarima del enorme teatro, un profundo respiro se hizo presente y sus palabras no tardaron en salir.
-Ser... O no ser... Esa es la cuestión.- Decía mientras llevaba una mano a su pecho como Sebastian le había indicado en los ensayos.- Mi oponente es mi malvado tío... A fin de cumplir mi venganza, es posible que muera. ¡Así es! Yo... En verdad... ¡No quiero morir así!.- Seguía hablando deleitando a más de una personas ahí presente, todos fascinados observaban como se desenvolvía el frío conde.
-¡Desde cuando eres tan débil Hamlet! ¡Olvida esa estúpida y débil alma ahora mismo! Mi destino está bañado en sangre... Si, es mejor irse ya. Pronto llegara el sangriento amanecer...- Terminaba diciendo Ciel, todos con el corazón en la mano por tan bella actuación se preparaban para el siguiente acto de la obra.
Los sirvientes se encontraban demasiado nerviosos, había llegado ya la parte en la que su amo y el mayordomo debían enfrentarse en un duelo limpio y sin trucos.
Sebastian a metros de distancia observaba con una sonrisa a su amo, Ciel confundido no entendía el por qué, le tenía miedo a su demonio pero a la vez sabía que este no le haría daño. Se quedó pensando unos segundos.
-No debería distraerse, joven amo.- Susurro Sebastian solo para Ciel. Este alzó la mirada esquivando con agilidad la primera apuñalada que su amante le propinaba.
-¿Acaso piensas matarme en serio?- Respondió el conde sorprendido por el ataque. Otra vez, solo logró esquivar torpemente la espada.
-No pienses en mí como tu amante ahora, Hamlet.- Dijo Sebastian, más que enojado Ciel se preparaba para darle un buen corte con su espada, como era de esperarse su ágil demonio lo esquivo.
Los presentes se mordían las uñas por lo peligroso que se veía aquella pelea. Ciel se esforzaba por no caer esquivando esos ataques, para Sebastian era demasiado fácil esquivar a su amo.
Ya no aguantaba más, sus piernas temblaban y pequeñas gotas de sudor caía por su frente, ambos empuñando su espada las chocaban entre sí. Para salvación de Ciel, Ophelia había resucitado milagrosamente distrayendo a todos a su alrededor, la bella Ranmao se colaba en la obra haciendo un baile vestida de alga, el príncipe Hindú indignado se preparaba también para estropear la obra pero su fiel servidor no lo dejo hacer él ridículo en público. Ciel suspiraba, si no hubiera sido por esos idiotas hubiera tenido que dejar su orgullo y ser derrotado.
-Me sorprenden sus movimientos, Bocchan.- Le dijo su demonio apareciendo atrás de él con un vaso de agua para su amo.
-Tsk. Idiota casi muero.- Reclamaba el menor, Sebastian solo río y arrodillándose besaba la mano de su niño en modo de disculpa. Ciel solo se dejaba hacer esa muestra de afecto.
La obra había terminado y todos los participantes con una venia se despedían de su público, los aplausos no tardaron en inundar sus oídos. Tras el telón se ponían de acuerdo para poder celebrar que la obra había sido todo un éxito y con ánimo se dirigían al lugar en donde habían preparado todo, la mansión Phantomhive.
Los mayores comenzaron a embriagarse, Lizzy y Meylene conversaban amenamente, Ranmao llenaba de mimos a su "hermano" Lau, Undertaker miraba con curiosidad como amo y mayordomo en una esquina de la sala conversaban y en ocasión discutían, una que otra muestra de afecto no pasó desapercibida por la mirada del de cabello gris que soltaba risillas al haber descubierto la relación que tenían, ya decía el que no era tan normal que vayan a todos lados juntos.
-Sebastian... Vayamos a mi habitación, nadie se dará cuenta.- Hablaba con clara excitación el menor.
-¿Estas seguro Ciel? ¿Qué pasa si nos empiezan a buscar?- Contestó el demonio listo para poder llevarse a su amo ya que él le diría que creará una excusa convincente para salir y así fue.
El mayordomo había dicho que su amo se sentía una poco afiebrado y que por eso se lo tenía que llevar a su habitación mientras que ellos podían continuar con la fiesta, todos se la habían creído, menos uno que con ojos de picardía se acercaba a la pareja.
-No sea tan duro con el, déjelo caminar mañana.- Susurraba Undertaker para Sebastian que sorprendido por haber sido descubiertos se disponía a negarlo todo.
-Gócelo conde, espero y pueda andar bien mañana.- Dijo Undertaker dejando sorprendida a la pareja.
Una vez en la habitación del Conde comenzaron a besarse desesperadamente, las hábiles manos de Sebastian quitaban toda la prenda que no le dejaban tocar la suave piel de su amado niño. Ciel con desespero desabrochaba el saco del uniforme negro de su mayordomo, las ropas innecesarias volaban por toda la habitación y los gemidos salían de la pequeña boca del Conde, esos besos que Sebastian le daba desde el cuello hasta el pecho lo ponían demasiado caliente, sentir sus fuertes manos apretar su muslo lo excitaba en demasía.
Sebastian hacia un camino hasta sus pezones metió en su boca uno succionando levemente mientras que el otro se encontraba ocupado por los juguetones dedos del demonio, el menor se retorcía de placer, suspiraba y jadeaba por más. El mayor dejó sus pezones para bajar hasta su entrepierna que se encontraba cubierta por el pantalón.
Desabrocho un botón y con sensualidad bajaba la cremallera con los dientes. Ciel se sentía demasiado excitado por las acciones de su amante. Sebastian se dedicó a torturar a su amo lamiendo toda la extensión de su hombría que se encontraba aún con la ropa interior puesta. Sin más rodeos lo despojó de la molestosa ropa y lo dejo desnudo para su deleite, con su mano comenzó haciendo un vaivén en el miembro del menor arrancando gemidos incontrolables de placer, Ciel se aferraba al cuello de su mayordomo gimiendo solo para el, hundía sus manos en la selva de cabellos negros de su demonio se sentía en un paraíso de éxtasis.
Sebastian deshacía su ropa para poder quedar desnudo al igual que su amo, se sacaba prenda por prenda siendo devorado por la mirada del menor que solo se mordía el labio de verlo, su pecho subía y bajaba con rapidez por la falta de aire que la excitación le causaba. El mayor al estar completamente sin nada se dedicó a devorar los labios de su compañero, su sabor lo mataba y revivía al mismo tiempo, era un veneno que saciaba su sed, sin duda alguna ningún humano en toda su existencia había captado toda su atención como lo había hecho Ciel, sentía que se hundía en ese mar de hermosos ojos bicolor que tenía. Pequeñas lágrimas de placer salían de los ojos del Conde. Sebastian llevo dos de sus dedos a la boca del pequeño el cual comenzó a lamer sin problemas, cuando sus dedos estuvieron lo suficientemente lubricados se preparó para llevarlos hasta la entrada de Ciel que abría sus piernas para darle paso. Adentró solo uno de los dedos, con dolor se retorcía en la cama hasta que se acostumbro segundos después. Adentró el segundo dedo y comenzó la estimulación, los movía simulando tijeras preparando más a su niño el cual soportaba el dolor. Unas cuantas lagrimas se presentaban en sus ojos pero las desaprecia de inmediato limpiándolas con su antebrazo. Sebastian se acercó hasta sus labios calmando su dolor con un beso lleno de ternura y amor, el conde pasaba con delicadeza sus brazos alrededor del cuello de su amante. Segundos pasaron y Ciel comenzaba a mover sus caderas contra los dedos de su demonio. Este los retiro de su pequeño amo y los remplazó por su miembro, con delicadeza iba metiendo más y más, el conde solo emitía algunos quejidos, al estar completamente dentro se tomo unos segundos de espera en lo que su niño se acostumbraba al cambio. A los pocos minutos se escuchaban los gemidos y jadeos por parte de ambos, el mayor se introducía bruscamente de la entrada del menor que solo atinaba a arañar la espalda de su amante, una de las manos del mayordomo estimulaba el miembro del Conde causando un cosquilleo en su interior, estaba tan próximo a correrse, sus cuerpos sudados hacían grotescos ruidos, Sebastian besaba y lamia el cuello de su niño que completamente sumido en el placer entrecerraba los ojos, el miembro de su mayordomo le arrancaba todo el orgullo y la altivez.
-Más... Más dame más...- Gemía con un hilillo de voz. La cama se movía al compás de los amantes, tan cerca estaban de culminar aquel glorioso momento.
Ciel con desespero buscaba los labios de su mayordomo, el cosquilleo que sentía incrementaba en su abdomen, con un ahogado gemido se corría en la mano de aquel demonio que le había robado el corazón además del alma. El miembro de Sebastian se apretó por las paredes anales de su amo que aún sentía el orgasmo de esa noche causando que él también se corriera dentro.
Con cansancio se dejó caer encima de Ciel que lo recibía en un abrazo. Salió del interior de su niño y se recostó a su lado, el menor se acomodó en su pecho y se dispuso a dormir después de aquella faena, Sebastian le hacía mimos en la espalda trazando figuras imaginarias contemplando su hermoso rostro al dormir.
La mañana había llegado y con pereza se removía en la cama palpando a su lado para ver si se encontraba su demonio dormido a su lado, pero como siempre no había nadie más que el. Pensando en su demonio este se encontraba entrando en la habitación de su amo observando cómo el ya estaba despierto, se acercó y con un beso le daba los buenos días.
-Ciel, tienes una carta de Undertaker.- Hablaba el mayordomo entregándole el sobre. Ciel con curiosidad se disponía a leer el contenido de la misiva.

Querido conde:
El motivo de esta carta es para saber si es que se encuentra bien después de la agitada noche que pasó con su mayordomo. No se preocupe conde todos nos encargamos de escucharlo, debería gemir menos fuerte o por lo menos mandar a su mayordomo a asegurarse de que nadie los este escuchando, fue muy divertido ver las sonrojadas caras de todos. Pero no se preocupe conde su prometida se había retirado después de que usted se fuera a "dormir".
Avíseme si necesita unas cremas para masajes, ya sabe, ya que su mayordomo es un demonio aún me queda el miedo de que lo vaya a dejar mal herido. Ji ji ji.

-¡Sebastian Michaelis te voy a matar!.- Gritaba el conde histérico por el contenido de aquella carta. El mayordomo muy listo había salido de aquella habitación al momento de entregarle la carta. Detrás de la puerta soltaba una pequeña risa por el enojo que el amor de su vida estaba haciendo en estos momentos.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, si les gusto déjenme un review y si no les gustó entonces no volveré a escribir para que no pasen mal gusto otra vez uwu 

Hasta la vista y gracias por darme una oportunidad!:3


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