Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

You don't be alone por ChiSutcliff

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 Los personajes no me pertenecen a mí, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki y yo sólo los ocupé para crear la historia.

Notas del capitulo:

 Hola, escribí esto apurada pues quería subirlo para navidad, como regalo para quien le guste el KiKuro y esas cosas bonis... Como sea, espero que les guste.

Exhalaba el humo del cigarrillo con verdadero hastío, Kuroko no sabía cómo continuar su novela y la fecha límite para entregarla se acercaba súmamente pronto; todos esos anuncios de navidad y la felicidad de la fecha sólo lograban amargarle más. Amaba escribir, eso estaba claro desde que sentía una verdadera fascinación por los libros desde muy pequeño, siempre quiso intentarlo y entretener a miles de personas con sus historias… ¡Que iluso! De niño siempre tenía tantas expectativas de su futuro como escritor y ahora se veía a sí mismo encerrado en un departamento tan pequeño que fácilmente compararía con una habitación de hotel, en uno de los peores sectores de la ciudad, todo por la falta de dinero, y no era sólo eso el problema, estaba escribiendo novelas tan absurdas que se avergonzaba de sí mismo, sabía que su libro era la definición exacta de cliché; una chica en problemas, una historia de vida deprimente y un sin fin de desventuras que eran al final recompensadas con alegrías, con el amor del chico rudo y frío que se enamoró de ella… O algo así, pues en su historia la pareja de la protagonista era otra mujer, no era por nada en específico aunque suponía que era porque no tenía del todo claro cómo sería una relación entre un hombre y una mujer, después de todo él sólo había estado con personas de su mismo sexo y no se imaginaba a un hombre actuando con tanto amor y dedicación hacia alguien, culpa de sus malas relaciones, eso lo tenía claro.

Esa sería otra navidad que pasaría solo, incluso si había terminado su relación de cuatro años en marzo, pero a sus veintiséis años había pasado toda su adultez solo para esas fechas; sus padres habían muerto cuando él era aún un niño y su abuela—quien con cariño y mucho esfuerzo lo cuidó para que fuera una persona correcta— había fallecido cuando estaba a días de cumplir los veinte años; sus amigos solían pasar con sus familias o parejas tanto navidad como año nuevo y su ex siempre debía trabajar o atender algún asunto esos días. Era por eso que le molestaba tanto cuando ya en los primeros días de enero sus amistades llegaban con regalos para él, cosas materiales y que no necesitaba, pues sabía que lo que realmente anhelaba era a alguien con quien compartir.

Su celular sonaba y eso le alteraba, tal vez eran de la editorial avisándole que la fecha límite se había adelantado o algo así, por eso soltaba un suspiro al ver que sólo era Kise, aunque sí le extrañaba esa llamada de su parte.

—Hola—saludaba cortante, tenía motivos para serlo.

— ¿Por qué tan frío, Kurokocchi? ¿No te alegra mi llamada?

— ¿Debería? Como sea, ¿qué quieres?

—No seas así, yo esperaba amabilidad de tu parte.

—Voy a colgar—realmente no quería nada que tuviera que ver con el rubio, era peligroso para su estabilidad emocional—. Adiós.

— ¡No, espera!—Se apresuraba a decir, realmente era muy difícil acercarse a alguien como Tetsuya, aunque tal vez era su culpa—. Yo sólo quería hacerte una pregunta.

—Pregúntalo y ya.

— Dentro de una semana y media, más o menos, será navidad.

—Lo sé.

— ¿Qué harás ese día?—Preguntaba rápido, como niño asustado.

—Nada. Y tampoco me interesa hacer algo.

—Ya veo… Pero no es como si debas hacer nada estando solo, es decir, yo creo que incluso si no haces nada divertido yo podría…, podría acompañarte este año.

El peliceleste callaba durante unos segundos que se la hacían eternos a Ryota, no sabía cómo responder a eso y la voz titubeante del otro le ponía nervioso, ¿qué se proponía el rubio? No iba a caer nuevamente en sus juegos, con una vez era suficiente y, aún así, no quería negarse, de verdad que deseaba pasar junto a alguien esa navidad.

—No es necesario—respondía al fin, aunque su voz dejaba claro que le había costado pronunciar esas palabras—. Estoy ocupado terminando una novela, debo irme.

—De ac...—Kise no podía terminar la frase pues la llamada terminaba, aunque no se había resignado a aceptar ese “no”.

Arrojaba el celular a la cama y se recostaba en el respaldo de su silla, eso había sido extraño y le había alterado por completo. Ryota era algo peligroso, le hacía feliz y al mismo tiempo le dolía estar con él.

Luego del fallecimiento de su abuela, Tetsuya se había mudado tras dos años de vivir en esa casa al no poder con las deudas, y se había ido a vivir con su novio, Aomine Daiki, a quién había conocido pocos meses antes de la pérdida de quien lo había criado. El peliceleste sabía que lo quería y que estaba enamorado, sin embargo, no creía que irse a vivir juntos nada más iniciada la relación fuera una buena idea, pero no tenía otra opción. Los primeros meses habían sido de maravilla, se llevaban excelente, salvo discusiones estúpidas que rápidamente se arreglaban, y no fue hasta que se acercaba diciembre que los problemas comenzaban como simples detalles que con el pasar de los años los superaron, pero en ese momento, ese primer año, todo era casi perfecto incluso si el trabajo de policía del Daiki no le permitía que pasaran la navidad juntos. El problema fue que eso se repitió al siguiente año y los dos posteriores, a esa ausencia, sumados los problemas por el choque de ambas personalidades y celos o exigencias, habían llevado la relación al punto en que las cosas no se podían reparar. Ahí fue cuando conoció a Kise Ryota, quien trabajaba por las noches en un costoso bar donde conocía a un montón de chicas y gente con dinero que le dejaban grandes propinas, además de tener la oportunidad de irse con los músicos, famosos o quien quisiera invitarlo a épicas fiestas después de la hora de cerrada del local. No es que a Kuroko le gustara ese estilo de vida, para nada, pero había conocido al rubio tras encontrarse con él en la calle en una oportunidad en la que salía con Aomine y era el policía quien lo saludó puesto que se habían visto en más de una ocasión en el bar por algún disturbio ocasionado por algún ebrio. El peliceleste apenas lo vio supo que era algo peligroso, lo había encontrado increíblemente atractivo, casi lo tentaba, y eso era una señal de que su relación no iba en buen camino. Luego de hacerse más cercanos, siempre considerándolo como un amigo de su pareja más que propio, fue el problema, esa confianza que le permitió frecuentar a Ryota tras romper con Daiki, la misma que le llevó a dejarse llevar en el momento en que sentía con tanto pesar la soledad y su ruptura. Estaba solo y herido, necesitaba a alguien que le hiciera sentir alguna emoción fuera de ese dolor que lo llevó a aceptar de tal manera al rubio, quien estaba ahí para él, y sin saber cómo acababa entregándose a Kise, sin siquiera pensarlo se veía a sí mismo entre los brazos de la persona que no tardó ni un poquito en aprovechar su oportunidad para acostarse con el ex de su amigo, aunque sabía que él también estaba mal al aceptar eso con el amigo de su ex.

Cerraba fuertemente los ojos como si eso le ayudara a olvidar lo que recordaba con tanta intensidad. Se sentía estúpido y culpable. ¿Por qué siempre que pensaba en eso una parte de él se emocionaba? Era como si doliera el pensar que se aprovecharon de su sufrimiento, pero a la vez alegrarse de lo ocurrido, como si hubiera deseado aquello. La novela quedaba abandonada tras desconcentrarse por completo, no era capaz de terminarla si no podía sacarse de su mente a alguien que ni siquiera había sido su pareja ni una simple aventura.

La imagen de Ryota persistía incluso con el pasar de los días, y faltando sólo dos para la entrega de la novela que no tenía lista aún, prefería salir a caminar un rato y hacer las comprar para la cena con las esperanzas de lograr refrescar su mente. Habiendo logrado su cometido regresaba casi feliz a su departamento, sin embargo, se encontraba con la persona menos indicada: desde lejos distinguía al rubio conversando animadamente con una muchacha que lucía muy entusiasmada. Pensando en huir, Tetsuya esperaba que el semáforo cambiara para poder cruzar la calle, mas veía al otro despedirse y caminar en la dirección en la que el peliceleste se encontraba.

— ¿Kurokocchi?—Oía al otro hablarle, lo había notado incluso cuando intentó pasar desapercibido entre las personas.

—Kise-kun.

— ¡Kurokocchi! ¿Cómo has estado? ¿Terminaste tu novela?

Comenzaba a caminar, intentando en vano escapar pues el otro caminaba junto a él como si ignorara por completo su incomodidad.

— ¿Cómo sabes tú de mi novela?—Se sorprendía de que el rubio estuviera enterado de eso.

—Tú lo dijiste el otro día por teléfono, que estabas ocupado terminando una novela.

—Lo había olvidado.

— ¿Entonces sólo lo dijiste para irte?

—N-no—titubeaba un poco, desconcertado por el desánimo en la voz ajena—, de verdad estaba ocupado con una novela que aún no termino.

— ¿Te está dando problemas? ¿De qué se trata?

—Sólo no sé cómo terminarla. Es de…

— ¡Alto! Mejor no me digas, quiero que sea sorpresa para cuando la lea.

Se sobresaltaba un poco ante esas palabras, además de por el hecho de que casi llegaban al complejo de departamentos en el que vivía. No le gustaba lo que estaba escribiendo, pero el dinero lo necesitaba y esa clase de historias vendían muy bien, al menos para un público femenino y para adolescentes, por eso no le gustaba la idea de que el rubio leyera su libro, temía desepcionarlo pues se veía entusiasmado y con muchas expectativas.

—Como quieras.

Era frío en su respuesta, incluso si todo lo que sentía era temor y nervios. Contestaba con monosílabos mientras escuchaba a Ryota hablar sin intenciones de irse, incluso subía con él hasta la puerta de su casa. Tetsuya hablaba.

— ¿Vas a pasar también?—Decía con tono sarcástico al momento de abrir la puerta, dejando claro que buscaba que se marchara.

— ¿Puedo?—Respondía con otra pregunta e ingresaba antes de obtener la respuesta, incluso si había captado la indirecta, simplemente se negaba a irse sin invitarlo nuevamente a pasar juntos la navidad.

—Ya lo hiciste—replicaba molesto cerrando la puerta—. Lamento el desorden, no he tenido tiempo para ordenar bien pues he estado ocupado con la novela. ¿Quieres algo para beber?

—Agua está bien.

—De acuerdo.

Se dirigía a la pequeña cocina y dejaba encima lo que había comprado. Mentiría si dijera que no estaba nervioso, lo estaba, y mucho, la idea de tener a Kise en su departamento era algo que realmente alteraba todos sus sentidos. Se daba el ánimo y servía los vasos de agua para regresar a esa pequeña sala de estar en la cual sólo había un pequeño sofá, lo cual significaba otro problema al sentarse tan cerca el uno del otro.

—Aquí tienes—le extendía el vaso antes de sentarse junto a él.

—Gracias, Kurokocchi.

Le respondía con un suspiro, había recordado la novela que le tenía complicado.

— ¿Y eso?

— ¿Qué?

—Ese suspiro, eres muy joven como para suspirar con tanto pesar.

—Es extraño eso viniendo de alguien menor que yo.

—Sólo soy dos años menor—reclamaba haciendo un puchero—, no me trates como si fuera un niño.

—Es que a veces lo eres.

—Que malo. Pero aún no respondes, es la segunda vez que no lo haces y eso me hace creer que realmente te complica algo.

—Aún no decido el final de mi novela y el plazo de entrega es dentro de dos días.

El rubio lo miraba algo extrañado y divertido, él no dudaba del peliceleste, estaba completamente seguro de que lograría terminar la novela y que ésta fuera un éxito.

—No te preocupes tanto, así alejarás más las ideas. Yo sé que tú lo lograrás, confío en ti.

Sonreía de manera burlona y casi imperceptible, ¿cómo podía confiar en alguien como él? Y, pese a tener ese pensamiento, se sonrojaba levemente ante esas palabras, avergonzado.

—Eso espero.

—Debes decir “¡así será!”, Kurokocchi!

—No me pidas tanto.

—Sólo te estoy pidiendo que tengas un poco de confianza en ti mismo, no pido demasiado.

—Claro que lo hago, eso sólo que tú exageras y confías demasiado en mí.

—Por supuesto, Kurokocchi es capaz de todo.

Giraba su rostro ante esas palabras, estaba sonrojado y podía sentirlo, lo cual le molestaba ya que no le hallaba un sentido lógico. Se sintió de pronto idiota al recordar todo lo que había ocurrido entre ellos, lo mal que se había sentido y la sola idea de que Ryota se hubiera aprovechado de su soledad le deprimían. Era un imbécil por distraerse y estar tan animado conversando con él.

—No es así, soy humano.

—Vamos, ten un poco más de fe en ti.

—Lo intentaré—suspiraba, nuevamente quería que el otro se fuera—. De todas maneras, tú no estás aquí sólo para conversar, ¿o sí?

—Me pillaste—reía nervioso.

—Y bien, ¿qué quieres?

—Mi invitación del otro día pasar navidad juntos aún sigue en pie, ¡quiero que la aceptes!

—No—contestaba inmediatamente sin titubear.

— ¿Eh? ¿Por qué no?

—Sólo no quiero pasar navidad contigo.

—Qué malo. Antes te gustaba pasar tiempo conmigo, ¿por qué ya no?

Se molestaba ante esa mirada de cachorro herido, además de que sabía que no podía no explicarlo y no sabía cómo. Decidía contestar con la pregunta que le rondaba en la cabeza desde hacía mucho.

— ¿Qué quieres de mí, Kise-kun?

—Sólo estar contigo como antes. Solíamos hablar mucho y llevarnos bien, pero ahora sólo me evitas.

— ¿Y qué esperabas? Después de que te aprovechaste de que rompí con Aomine-kun para acostarte conmigo—exclamaba molesto, era lo que había querido decir hace mucho.

El rubio se sorprendía al oír eso y lo dejaba ver en su rostro. Jamás se había aprovechado de eso, sólo pasó lo que pasó y… Bueno, tal vez sí aprovechó la oportunidad, pero no fue sólo algo sexual, él realmente quería a Tetsuya, por eso lo apoyó cuando terminó su relación y se dejó llevar, incluso por eso ahora lo seguía para lograr pasar navidad juntos.

— ¿Eso piensas de mí?—Sentía la necesidad de abrazarlo, motivo por el cual lo atraía hacia él e incluso lo sentaba en su regazo sin siquiera darle la oportunidad de oponerse. Lo estrechaba contra su pecho y apoyaba su mejilla en los cabellos celestes del otro—. Yo no me aproveché de nada, Kurokocchi, sólo fue algo que pasó. Tú te sentías solo y parecías necesitar en contacto con alguien, igual que yo, me sentía solo, siempre me he sentido así, pero contigo podía hablar tranquilamente y me sentía seguro siendo yo mismo, por eso terminamos teniendo sexo. Nunca quise aprovecharme de tus sentimientos de tristeza para llevarte a la cama, eso sería horrible, yo sólo me dejé llevar igual que tú.

Guardaba silencio, a eso no sabía qué responder. Estaba nervioso, emocionado. Una parte de él sabía que ansiaba aquel contacto físico y que extrañaba esa cercanía y confianza que había entre ambos. Se acomodaba mejor en el pecho del otro, aunque con cuidado de que no se percatara.

—Pero de todas maneras, siendo amigo de Aomine-kun no debiste hacerlo conmigo.

— ¿Sólo así me veías? ¿Para ti sólo era un amigo de tu novio?—En su voz se notaba cierto dolor—. Eso duele, en especial porque siempre me sentí más amigo tuyo que de él, de hecho ya ni hablamos y hace mucho que es así, por eso lo hice contigo, porque no había nada que me lo impidiera.

—Aún así...—tengo miedo de que llegues a gustarme.

—No, aún así nada. Entonces, Kurokocchi, ahora que aclaramos el asunto, ¿pasarás navidad conmigo?

Se mordía el labio, no sabía cómo negarse a algo que deseaba aceptar con todo su ser. Con verdadero dolor y demostrándolo, contestaba tras un largo silencio.

—No puedo, no es tan fácil para mí… Tal vez...—Y no añadía nada.

—De acuerdo—miraba la hora en su celular y al ver que se le hacía tarde sólo dejaba abierta la invitación—. Entonces, si tal vez aceptes, estaré solo ese día, avísame si irás… O simplemente ve a mi casa, yo estaré esperándote, estará bien incluso si no vas. Es tarde, debo irme, gracias por recibirme.

Se ponía de pie para dejarlo marcharse.

—Adiós.

Ni siquiera lo acompañaba hasta la puerta, se quedaba parado ahí. No sabía si estaba feliz o triste, sólo sabía que estaba confundido, tal vez levemente ilusionado.

Luego de unos minutos de la partida de Kise, Kuroko se dirigía a su escritorio a intentar acabar la novela y se sorprendía en el momento en que las palabras fluían mientras escribía, ni siquiera las pensaba, era como si sus manos pensaran por sí mismas. Terminó siendo un final feliz, en donde la protagonista era capaz de superar todo gracias a su amada, quien la animó para salir adelante. Asquerosamente cliché, pero extrañamente se sentía satisfecho con lo que escribió, tal vez porque, quisiera admitirlo o no, el momento con el rubio había encendido algo en él que lo llevó a idear algo tan cursi y positivo.

Al fin podrá descansar bien esa noche, sin atormentarse con pensamientos acerca de lo que debería hacer si no terminaba ese libro. Sin embargo, a su memoria venían las palabras de Ryota y reverberaban en su cabeza, no sólo la explicación que le había dado de lo ocurrido, sino también esa invitación a pasar navidad juntos, realmente estaba pensando en ir porque no quería estar solo nuevamente, pero luego recordaba su temor de algo que ya temía que estuviera pasando: enamorarse. No quería amar y luego acabar quedando solo.

Cuando conoció a Daiki no le había tomado demasiado tiempo interesarse en él, sin embargo con el rubio fue diferente. Si bien era cierto que Kise le pareció atractivo inmediatamente, también lo era que tardó muy poco en desencantarse al darse cuenta de la personalidad alegre, cariñosa, engreída y egoísta de éste, la cual le pareció bastante molesta; también estaba el hecho de que era alguien completamente egocentrista, siempre queriendo atención y muchas veces ignorando a otros; siempre se tomaba más confianza de lo debido, por lo cual Tetsuya se vio en muchas ocasiones víctima de un abrazo o de palabras más cariñosas y cercanas de lo debido. Definitivamente no le parecía una persona demasiado interesante y agradable, aunque era divertido pasar un rato con él. Con el tiempo aprendió que incluso teniendo tantas cosas feas en su personalidad, en el fondo todas eran producto del trato que la gente le daba y falta de cariño, Ryota también se sentía solo y eso le enterneció de cierto modo y acercó de otro, pues podía comprenderlo a la perfección. Ulterior, comprendió lo mucho que sacrificaría el rubio por él, por la gente que quería en general, eran pocas pero ciertamente era muy atento, especialmente con él y eso comenzó a interesarle. Tal vez era por eso que le costó verlo como a un amigo, porque él se auto-convencía de que era sólo un amigo de su novio para que éste no le gustara de alguna manera indebida. Sabía, además, que el hecho de que se hubieran acostado lo hacía feliz, o al menos le ayudó a superar más rápido la separación y lo mantuvo pensando en eso por mucho tiempo. En resumen, a Tetsuya le fue interesando de a poco, a medida que lo fue conociendo y no puedo olvidar el momento en que lo hicieron, lo cual hasta le llegó a distraer y superar un momento doloroso.

Pensar en amor era inconcebible, pero lo hizo.

Así pasaron sus días, perdido en dudas y pensamientos sobre si debía o no acudir a la invitación de Kise, sobre si éste le gustaba o no. Incluso cuando faltaba un día para la navidad él aún no se decidía, pero como cada vez que lo analizaba terminaba viendo la posibilidad de haberse enamorado mucho antes sin darse cuenta, mejor desistía y revisaba en su celular su facebook que rara vez veía. No solía utilizar mucho las redes sociales, por eso era en ese momento que se enteraba de que su ex pareja estaba saliendo con una chica y no sólo eso, sino que pasarían la navidad juntos. No pudo evitar sentirse mal, no porque aún lo amara, sino porque por él jamás se esforzó en tener un día libre ni nada similar y por ella sí, es como si hubieran estado juntos pero lo no quisiera lo suficiente pues molestarse en lograr pasar esas fechas juntos era demasiado. Necesitó más que nunca a Ryota, él lo hacía sentir querido siempre, como si importara más que cualquier otra cosa y le recordaba a cada instante que estaba y estaría siempre ahí con él; lo vio tan claro, estaba enamorado de Kuroko y el peliceleste supo que podía ser algo mutuo.

Estaba toda la noche debatiéndose en que si debía ir o no pues tal vez el rubio se había aburrido de esperarlo y ya tenía otros planes. Al medio día se decidía a no ir, no creía correcto llegar tan de improviso y no podía evitar pensar lo peor, que iría a verlo sólo para encontrarse con que ya había invitado a alguien más.Sin embargo, a medida que avanzaba el día y se iba sintiendo más solo a medida que analizaba su situación, fue necesitando más tener a alguien a su lado. Tomó su abrigo en un arrebato y salió de su casa, sin pensar en una dirección sus pies lo llevaban a ver a Ryota.

No tardó mucho en llegar y todo ese valor que lo guió todo el camino de pronto pasó a ser un gran nerviosismo que lo hizo quedarse de pie frente a la puerta del rubio unos diez minutos armándose de valor y confianza en sí mismo, para así, finalmente, llamar y aguardar a que le abrieran para poder entrar—o que le pidieran que se marchara, en el peor de los casos—. La espera fue eterna casi, pero al fin oía a alguien tras la puerta para luego verla abrirse y a quien buscaba tras ésta. Fue recibido con una expresión de sorpresa total.

—Ku-Kurokocchi…, ¿qué haces aquí?—Exclamaba con voz trémula, de verdad que no se esperaba ver al peliceleste.

Se avergonzaba al recordar las cosas que había estado pensando, mas no lo demostraba.

—Quería saber si sigue en pie tu invitación.

— ¿Mi invitación? ¿Quieres pasar aquí la navidad?

—Sólo si me lo permites.

— ¿Permitírtelo?—Lo miraba extrañado, como analizando esa conversación y la palabra “permitir” en especial. Al fin reaccionaba—. ¡Por supuesto que puedes! ¡Pasa, pasa!

—Con permiso—pronunciaba esas palabras en tono bajo y con una voz tan calmada, tan opuesta a ese torbellino de emociones tales como la vergüenza, felicidad, nerviosismo, temor y, ¿por qué no? Amor. Ingresaba al lugar tras ver al otro indicarle que pasara.

—Yo… yo no tengo preparado nada…, bueno, para cenar y todo eso. No te esperaba aquí.

— ¿De verdad?—Le tomaba por sorpresa esa confesión, no lograba entender cómo había  decidido pasar aquella noche a solas, aún si esperaba ser plantado—, pero ¿no pensaste entonces en salir?

— ¡Claro que no! Yo le dije a Kurokocchi que estaría solo en casa hoy, no podía hacer planes.

—Pero… ¿Y si no venía?

—Dije que incluso así, me importa mucho más no mentirte y cumplirte todas mis promesas.

Se sonrojaba ante tan desvergonzada confesión, giraba su cabeza para evitar verlo a los ojos.

—Eres un idiota.

—Tal vez—contestaba el rubio animado—. ¿Por qué viniste?

—No quería pasar navidad solo—miraba el piso algo apenado, esa era parte de la verdad y era, además, algo que siempre le atormentaba. Casi con dolor añadía:—. La verdad no me gusta pasarla solo y de verdad necesitaba compañía este año.

Lo miraba como adivinando que le ocultaba algo. Se acercaba a él pues lo notaba avergonzado y eso era un buen indicio.

— ¿Algo más?

—Tal vez quería pasarla contigo—y se atrevía a rodear tímidamente el cuello ajeno con sus brazos.

— ¿Tal vez?—Sorprendido ante tal atrevimiento de Tetsuya reaccionaba rápido y sus brazos viajaban a la cintura del más pequeño, para así pasarlos alrededor de ésta, rodeándola para atraerlo hacia sí—, ¿o es un hecho?

—Me pillaste.

Los rostros de ambos estaban increíblemente cerca. La vergüenza y nerviosismo del peliceleste parecían haber desaparecido, aunque sólo se habían ocultado pues había reunido todo su valor para poder decirle lo que sentía.

—Que lindo—sonreía Kise de una manera tierna, alegre y seductora—, ¿y por qué de pronto querías verme?

—No te compré un regalo, decidí a última hora que vendría—se acercaba a los labios del otro hasta casi rozarlos con los propios—, ¿qué tal si te cuento porque a modo de regalo?

—Me parece bien si me dices que valdrá la pena, ¿será así?

—Por supuesto.

Kuroko no decía más, ni Kise pues no se lo permitía, posaba sus labios sobre los ajenos y rápidamente comenzaba un beso voraz y desesperado, lleno, eso sí, de cariño, deseo, amor y dedicación. No eran necesarias las palabras, con eso Tetsuya le había dejado muy en claro todos sus sentimientos, le daba una pista enorme a cerca de lo que le diría y aún así lo consideraba como un bello regalo. Se abrazaban con mucho afecto, el cuerpo del otro siempre les era cálido, les hacía pensar en la calidez de la navidad, del “verdadero sentido”, que era compartir con los seres amados, según muchos decían. A ellos les daba igual, siempre y cuando fuera una oportunidad de celebrar juntos y hacer algo especial, entonces estaba perfecto.

 

Notas finales:

 Sinceramente, lo escribí muy rápido, espero que les haya gustado. No tengo nada más que decir, tal vez porque es navidad y soy tan grinch para mis cosas a veces..., pero bueno. 

 Lo escribí con amor para ustedes.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).