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So... por Leyn

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Notas del capitulo:

Hey hey hey there<3

 

IwaOi navideño, porque hacía falta<3.

I.

 

«Diciembre, 24

23:43 pm»

 

Sin contar las ocasiones que lo había hecho antes de bajar a cenar, Oikawa comprobó la hora prácticamente por quinta vez consecutiva y aplastó el rostro contra su almohadón. Había recibido un par de notificaciones, pero de la persona que realmente esperaba algo, todavía nada.

Ni siquiera un mensaje.

Y a ese paso, en serio terminaría quedándose dormido.

 

Se quejó contra la superficie de la mullida almohada. Se había preocupado de dejar su ventana abierta y las luces de la habitación apagadas, para que cuando Iwaizumi le llamara, le enviase un mensaje en la aplicación o cualquier otra cosa que hiciera, fuese todo más emocionante. Pensó que estaría escuchando algo de música, y que los audífonos no le permitirían percatarse de cuando su celular tirara una alerta, pero sí podría darse cuenta de la pantalla encendiéndose.

Había funcionado, pero todas las veces que detuvo su reproductor musical para ver los mensajes entrantes, sólo se había tratado de las chicas de su clase y Tobio. Y a nadie le importaba las chicas de su clase y Tobio.

Es decir, no a él.

No en ese momento.

 

«23:44 pm»

Tras volver a mirar la hora de nueva cuenta, apagó la pantalla y lanzó un largo suspiro. Dejó los audífonos en su velador, había perdido las ganas de seguir escuchando música, así como también había perdido la larga paciencia que mantuvo durante todo el día.

Vamos… ¿Cuánto tiempo toma enviar un simple mensaje de “feliz navidad”? Probablemente ni siquiera dos minutos.

No era que Oikawa estuviese esperando mucho. Sólo buscaba una señal de vida, no más que eso. Y si no tomaba la iniciativa él mismo, no era por un tema de orgullo, sino que simplemente se había hecho la idea de que sería adorable tener por parte de Iwaizumi alguna muestra de consideración por su inmensamente atractivo y talentoso capitán, y amigo de la infancia. Pero al parecer éste no pensaba del mismo modo.

Bastante molesto, Oikawa tomó su celular y abrió la aplicación de mensajería, yendo a su chat con Iwaizumi. Tecleó un simple “Espero hayas tenido buen día y una bonita navidad, Iwa-chan”, pero sólo un momento antes de presionar el botón de envío, recién cayó en cuenta de que Iwaizumi estaba escribiendo también. Pero fue tarde.

Justo tras enviar su mensaje, el teléfono de Oikawa vibró y apareció una burbuja de texto de Iwaizumi.

 

“Es algo tarde y probablemente estés durmiendo ahora, pero quería desearte una feliz navidad, y si te preguntas por regalos, no, no hay regalos para ti”

 

Iwaizumi tardó menos que Oikawa en reaccionar.

 

“Ah, gracias… Sí, fue un día agradable, supongo. Oye, ¿todavía no piensas dormirte?”

 

“¿Eres mi madre, Iwa-chan?”

 

El mensaje había sido leído, pero no hubo respuesta inmediata por parte de Iwaizumi, y Oikawa prácticamente pudo visualizarlo retorciendo su celular en ese mismo instante. Inevitablemente, sonrió un poco y volvió a escribir.

 

“No, no pienso dormir aún… ¿Y qué hay de ti?”

 

“Tampoco. Al menos, no todavía”

 

Oikawa se sentó en su cama y miró de soslayo por la ventana.

Eran altas horas de la noche, pero no era como si realmente le importara.

Tuvo una idea.

 

“Entonces…”

 

“¿Entonces?”

 

“¿Y si salimos un momento, Iwa-chan?”

 

Iwaizumi demoró un poco en su respuesta.

 

“¿Ahora? No lo sé, no es como si tuviese mucho ánimo de salir”

 

Oikawa frunció el ceño.

 

“Bien, entonces saldré solo. Sólo recuerda que si me sucede algo, será tu culpa por no haber querido acompañarme”

 

Tooru dejó su celular en el colchón y se incorporó. Estaba poniéndose la primera chaqueta que halló cuando la pantalla del móvil parpadeó en la oscuridad de la habitación.

 

“Está bien, comprendo. Nos vemos cerca de tu casa. No tardes”

 

—Mhm... Qué ambiguo —Oikawa leyó el mensaje con un deje de suficiencia mientras salía de su habitación, algo desorientado sobre dónde ir precisamente.

Estaba bien que viviesen a sólo un par de cuadras, pero…

¿Cerca de mi casa? ¿Y dónde precisamente es ‘cerca’?, murmuró Oikawa para sí, apoyándose en el pasamanos al bajar las escaleras.

El ambiente abajo estaba tranquilo. Oikawa se acercó a la puerta principal y se giró un poco para echarle un vistazo a su familia en el comedor. Le pareció graciosa la idea de que todavía estuvieran sentados en torno a la mesa tal como antes, y que su madre con su hermana siguiesen hablando de temas triviales a un volumen tan alto. Su padre seguía allí, pero probablemente ya se había aburrido. Le pareció comprensible.

Convencido de que él no haría falta en esa conversación, cruzó la puerta y salió de casa.

Ni siquiera notarían que estaría fuera.

La brisa de la noche le dio de lleno contra el rostro y se le complicó evitar temblar un poco. Tal vez pudo haber escogido algo que le abrigase más para salir, pero sentía que se veía tan genial con esa chaqueta ajustada, de modo que desechó la idea de volver y cambiársela.

Avanzó a un ritmo lento y dobló en la esquina cercana, que era por donde Iwaizumi se suponía que debía aparecer, tomando en cuenta que era el camino más corto. Fueron varios pasos en medio del iluminado sector, adornado con toda variedad de luces y colores, antes de ver a Iwaizumi acercándose a distancia.

Oikawa continuó y decidió cruzar hacia un área verde inmerso entre la aglomeración de casas, tenuemente iluminado por largos y oscuros faroles nocturnos. Tomó asiento en el banquillo más cercano y esperó a Iwaizumi, quien no tardó en llegar a su lado.

Hajime no pudo evitar detenerse en seco al contemplar el modo en que Oikawa estaba vestido. Esos pantalones ajustados y  su holgada remera asomándose en medio de  la chaqueta abierta. Tuvo muchas ganas de reír en ese momento, pero se contuvo.

—Ah, vaya… —dijo al sentarse junto a Tooru, con un evidente tono de burla en su voz—. ¿No tienes frío?

Oikawa casi iba a decir que sí, pero se detuvo de inmediato. Iwaizumi le miró atentamente, esperando su respuesta.

—No —susurró, cruzándose de brazos—. ¿Y qué hay de ti, Iwa-chan? ¿No tuviste problemas al venir?

Iwaizumi se acomodó en el respaldo de la banca y negó.

—Mis padres salieron hace poco, a una celebración que se está haciendo en una especie de sindicato de por aquí cerca —exhaló y contempló los toboganes frente a sus ojos, junto a los demás juegos recreativos del sector—. Estaba solo, fue sencillo venir.

—Ya veo… —Oikawa se mantuvo en silencio durante unos segundos y seguidamente miró de reojo a Iwaizumi—. ¿Y mi regalo?

Hubo un silencio de tan sólo un par de segundos, en los que Hajime movió sus pies contra el pasto.

—Lo olvidé —deslizándose hacia Tooru, Iwaizumi ladeó el rostro—. ¿Qué te parece un golpe?

—Qué cruel… —murmuró Oikawa, desviando la vista hacia otra dirección. Al menos lo había intentado.

Fue allí cuando Tooru se removió en su posición, algo incómodo. No supo bien si fue su imaginación, pero de la nada había comenzado a sentir el viento soplar más fuerte, desacomodándole el cabello y helándole la piel expuesta. Quiso esconder las manos en sus bolsillos, pero recordó que no tenía y su pantalón era demasiado ceñido para ello. Estaba maldiciéndose internamente cuando Iwaizumi tomó una de sus manos, rodeándola.

Y no pudo evitar estremecerse ante la evidente diferencia de temperatura.

—Imbécil —le dijo entonces, en voz baja—… No puedes decirme que no tienes frío cuando prácticamente estás temblando.

Oikawa se mordisqueó la parte interna de su mejilla, sin decir nada, hasta que la mano de Hajime alejándose de la suya llamó su atención. Iwaizumi se había levantado y estaba quitándose el abrigo que llevaba puesto; a Oikawa no le sorprendió darse cuenta que llevaba otro debajo de este, aunque un poco más delgado. No era nuevo para él saber cuál de ambos era el más precavido.

—Eres demasiado despreocupado, Oikawa —cubriéndole los hombros con la prenda, Hajime volvió a sentarse a su lado. Oikawa, por su parte, sólo sonrió y se acurrucó en su abrigo—. Oye, ¿me estás poniendo atención?

—Lo lamento, es que… Iwa-chan es demasiado preocupado por mí —susurró Tooru, fundiendo su voz en un suspiro inaudible—. Creo que es por ello que puedo descuidarme de este modo.

Iwaizumi torció la boca.

—¿Ah? ¿Quieres decir que ahora es mi culpa que tú seas…?

Iwa-chan —interrumpió Oikawa.

Iwaizumi bufó.

—¿Qué?

—Tu mano.

—¿Mi mano?

Oikawa señaló en dirección a la superficie del banquillo donde descansaba el brazo de Iwaizumi.

—Tu mano no estaba allí antes.

Hajime masculló un par de palabras sin sentido y llevó su mano hacia la de Oikawa, donde ejerció una presión débil. Tooru le contempló con gracia, esa expresión en el rostro de Iwaizumi parecía tan indiferente, que tuvo unas incontenibles ganas de hacer algo en contra de ello. Deslizando su pulgar suavemente, acarició el dorso de la mano del otro.

Iwaizumi carraspeó, disimulándolo con su mano libre.

—¿Qué… haces?

—Sólo trato de entrar en calor, Iwa-chan —por el modo en que Iwaizumi frunció el ceño, Oikawa se vio obligado a seguir. Riendo, volvió a hablar—… Lo digo en serio, aunque debo admitir que tus expresiones de ahora mismo no me desagradan.

Tras ello, Oikawa se volvió hacia Iwaizumi y para éste fue imposible no contagiarse de su sonrisa.

—Imbécil… —le oyó decir, despacio—. Revisa los bolsillos.

—¿Hmhh…? —Oikawa acató sin pensárselo mucho e introdujo ambas manos en los bolsillos del abrigo de Iwaizumi—. ¿Qué es est--…? ¡Oh! —desde el lado izquierdo, Tooru fue sacando un pequeño paquete. Estaba envuelto en un papel con un motivo de renos navideños y tenía una diminuta cinta roja adherida—. ¿Es… es mío?

Por el modo en que Hajime le evitó la vista, pudo comprobarlo.

Rasgó la abertura cuidadosamente y sacó desde el interior una especie de llavero. Sus labios se entreabrieron al contemplarlo mejor.

Era la mitad de un balón de volleyball.

—Míralo por el reverso —instó Iwaizumi.

Oikawa lo giró.

Presionó sus labios tras leer lo que decía.

Best setter.

Antes de que Tooru pudiese decir algo, Iwaizumi fue retirando de los bolsillos de su pantalón sus llaves. Las cejas de Oikawa se levantaron.

Allí estaba la otra mitad.

Ace.

 

—¿Iwa-chan, son llaveros de pareja?

—¿…Qué? ¡No, imbécil!

Notas finales:

Muchas gracias por leer<3.


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