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SANANDO UN CORAZON por Orseth

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            -No, vengo a decirte que eres tú quien lo decide… yo estoy dispuesto a empezar de nuevo, pero solo si tu quieres que así sea, si no es así, respetaré tu decisión.

            Chris se quedó callado, la propuesta de Harry era justa y lo justo… y lógico también, era que lo mandara a volar con todos sus honores; ese lapso de tiempo tan largo para oír la tan esperada disculpa era mucho, eso no lo hacía alguien muy enamorado.

            -Voy al servicio, no tardo –dijo Harry levantándose más que nada para darle espacio.

            Chris suspiro mientras lo veía alejarse; deseaba tirarle su capuchino en su alborotada melena, pero por más que lo negara, amaba a ese hombre… le encantaba todo de él, desde su negro cabello rebelde, hasta sus ridículas gafas redondas que seguían siendo el mismo modelo que usaba desde niño.

            Cuando pasó por entre la gente en dirección al baño, notó que algunas chicas desviaron la mirada de sus asuntos al verlo pasar, ya no por ser el “niño que vivió” pues su cicatriz no se notaba por su cabello, sino por que era un chico realmente atractivo.

            Pero no solo era eso lo que le hacía amarlo, era todo, cada detalle, cada gesto… en ocasiones pensaba que era algo enfermizo, pues ninguno de sus novios sobrevivía a tantos desplantes como había hecho Harry con él… le dolía el que hubiera olvidado su arreglo de las vacaciones, le dolía que hubiese preferido a su amigo en vez de él, le dolía que hubiese dejado pasar tanto tiempo como si no lo extrañara o no se acordara de él, le dolía que Harry lo pasara por alto como si no importara… pero ahí estaba, poniendo en sus manos si su relación seguía en pie… eso debía significar algo… ¿o no?

            -Y ha dicho que me quiere… y nunca me lo había dicho…

            Harry regresó quince minutos después.

            -Mi café ya ha de estar frío –dijo sentándose.

            Chris no respondio y Harry tampoco dijo nada, así que después de estar así unos minutos, sacó un billete de su cartera mientras decía:

            -Mi deseo no es incomodarte tampoco, esto es…

            -Quédate… -interrumpió tomándole una mano mientras lo veía a los ojos- probablemente me arrepienta, pero te amo y quiero que estés conmigo… quédate por favor.

            Harry miró el bello rostro de Chris y tomándole la mano respondio:

            -Sí eso quieres, yo también… perdóname de nuevo Chris, prometo ser honesto contigo.

            Chris apretó su mano y solo sonrió.

 

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            -¿Irnos de vacaciones? Pero yo aun tengo un examen en esta semana y debo entregar un trabajo –dijo Chris mientras Harry lo desnudaba en su habitación.

            -Aun me queda una semana… y quiero pasarla haciéndote el amor todo el tiempo –respondio empujándolo en la cama para quitarle el pantalón- pero si no puedes, pues ni hablar, me lo merezco por idiota… merezco que me tengas en ayunas.

            -Podemos llegar a un acuerdo –respondio Chris alzando las caderas para dejarlo quitarle todo- de la universidad puedo pasarme aquí y pasar aquí las tardes y noches.

            -Eso suena genial.

            -Sería como si viviera aquí –añadió abriendo las piernas para dejarlo acomodarse.

            -Por mi está bien –exclamó  encima de él mientras le besaba una clavícula- ¡Oh cuanto extrañé esto! –susurró mientras sentía su sexo crecer ante la desnudez del chico.

            -Házmelo Harry… házmelo…

 

 

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            -¡Ah!... ¡ah!... –gemía Chris mientras  era penetrado una y otra vez por Harry, quien con energía empujaba su cadera entre las nalgas del chico, a quien había colocado de rodillas con la cabeza pegada al colchón.

            ¡Sí, cuánto había extrañado eso!... sentir el enorme pene de Harry abrirse paso en sus entrañas, sentir sus manos por toda su piel, tocando los rincones más íntimos de su cuerpo; no podía… definitivamente no podía dejar ir a ese hombre aunque le causara un mar de lagrimas.

 

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            -Sí, definitivamente necesita apoyo psicológico  -dijo el medimago Parks viendo el expediente de Draco- la pérdida del habla es un factor grave, además el mutismo en el que se sumerge cada vez más me preocupa Ron, eso complica su caso, cuando hablé con él casi ni me prestó atención.

            -Espero que eso no haga que rechace el caso ahora señor.

            -¿Estás loco muchacho? Pareciera que no me conoces –dijo mientras caminaban- ese chico es todo un reto, además sus lesiones son las peores que he visto, si logramos una significativa mejora, influirá mucho para que este programa se instale en otros hospitales; así que no pienses que sus trastornos psicológicos me asustan, he visto cada cosa Ron, que esto no puede amedrentarme en lo absoluto.

            -Genial –respondio el pelirrojo sonriendo.

 

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            -El muchacho ya no está en casa de Potter –dijo un rostro entre las llamas de la chimenea de la clínica psiquiátrica.

            -¿En dónde está ahora?- preguntó Bruce.

            -En San Mungo, está en un área restringida, no cualquiera puede pasar.

            -Bueno, ya veremos… gracias.

           

 

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            -¡Vaya, dichosos los ojos! –exclamó un auror, compañero de Harry- un mes de vacaciones Harry, ni vergüenza tienes.

            -¿Qué puedo decir? Ya los merecía –respondio riendo mientras se sentaba en su escritorio.

            -Bueno, pues llegas justo a tiempo, hay que salir a patrullar.

            -Ni hablar, vámonos ya.

            Dos semanas después de su regreso al trabajo, Harry se encontró con Phil, quien regresaba de una misión.

            -Qué tal Harry ¿Cómo vas con tu investigación?

            -Bien, ya terminó, fue el dueño del restaurante quien provocó el incendio para cobrar el seguro, su esposa no aguantó la presión en el interrogatorio.

            -No hablo de ese, hablo del que investigabas en tu tiempo libre, el de los Malfoy.

            -¡Ah, ese!... pues no, me leí el expediente de cabo a rabo y no encontré nada.

            -¿Qué buscas con exactitud?

            -La verdad no sé bien a ciencia cierta… -respondio  sirviéndose un café y sirviéndole uno al viejo auror- quiero algo fuera de lugar pero no se qué es.

            -Se te está olvidando un método infalible de investigación Harry –dijo el auror al tiempo que agradecía con un asentimiento de cabeza el café que el chico le ofrecía- los jóvenes quieren todo escrito en un papel.

            -¿Qué cosa pasé por alto?

            -No lo sé, solo te digo que lo que buscas no lo encontraras en un papel, sino investigando personalmente, hay cosas que solo así salen a flote.

            Harry miró al hombre dándose cuenta de que había muchas cosas que solo la experiencia de los años podía brindar.

            -Ya veo, no todo es matar a Voldemort ¿eh? –dijo finalmente sonriendo mientras endulzaba su café y tomaba una dona.

 

 

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            Cuando llegó a su casa, el silencio que siempre disfrutaba le pareció pesado, aburrido… como venía sucediéndole últimamente; Suspirando aventó su chaqueta al sofá y se recostó en el.

            Cerró los ojos para disfrutar el haber salido del trabajo, el poder estar recostado sin hacer nada, pero de nuevo no pudo; así que sin más remedio optó por levantarse y tomar un refresco que sacó de la nevera, luego encendió la televisión

 

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            -¿De nuevo? –preguntó el medimago Parks al ver a la enfermera salir con la charola de la comida intacta.

            -Sí, no quiso comer.

            -¿Qué sucede? –preguntó Ron llegando.

            -Draco no quiere comer –respondio el medimago- el par de kilos que ya había ganado, los perdió de nuevo, está bajando de peso; eso no es bueno, el tratamiento es muy agresivo, necesita energía.

            -Sí, lo sé, déjeme hablar con él –exclamó dirigiéndose a la habitación.

            Cuando entro, encontró a Draco en cama, mirando hacia el techo.

            -Draco, de nuevo no comiste.

            Draco tomó el cuaderno que se le había dado y escribió:

            -No tengo hambre.

            -No se trata de que tengas hambre o no, debes comer.

            -Pero no tengo hambre.

            Ron exhaló un suspiro de resignación y luego se sentó en una silla.

            -Draco, puedes contarme… ¿Qué pasa? ¿Por qué ese desgano hacia todo, hacia la vida?

            Draco observo el rostro del pelirrojo, era un buen hombre, siempre era amable con él y lo trataba con respeto, pero simplemente no deseaba hablar… ni hablar ni comer, ni nada… seguramente eso era ingrato de su parte pero no tenía ganas de nada.

            -Lo siento, no tengo nada que decir.

            Ron leyó lo escrito y luego miró al rubio.

            -No has querido cooperar  con el psicomago, tampoco has aceptado la terapia lingüística ¿no quieres mejorar?

            -Lamento ocasionar tantos inconvenientes, pero no hay necesidad de tomarse tantas molestias conmigo.

            -No se trata de molestias Draco, es que se trata de darte un tratamiento integral, no solo eres un par de piernas que deben recuperarse, eres toda una persona y nos interesa tu bienestar general… ¿Qué no deseas tener otro tipo de vida?

            Draco se removió un poco inquieto mientras giraba el rostro hacia la pared.

            -Evitando el tema no lograras nada.

            Resoplando sintiéndose un poco acorralado, Draco escribió:

            -Hago todo lo que me dicen ¿Qué más quieren que haga? Creo que ahorro dinero si no uso los servicios psiquiátricos del hospital.

            -¿De verdad crees que me engañas con eso?... los servicios psiquiátricos y demás, están incluidos en el presupuesto, eso nada tiene que ver.

            -Por favor, hago lo que puedo.

            -No, puedes hacer más pero tú no quieres.

            Draco lo miró y deseó poder hablar para decirle un par de cosas, pero en vez de eso solo pudo apretar los labios y girar el rostro de nuevo.

            -Mira Draco, te propongo algo ¿te parece que te de raciones más pequeñas cada dos horas? Así no sentirás que te atiborramos de comida y te nutrirás mas ¿te parece?

            Draco se mordió un labio en un claro gesto de indecisión, por lo que Ron decidió poner las cosas claras.

            -Es mejor llegar a un acuerdo mutuo antes de tener que pasar a otros métodos ¿no lo crees?

            Draco se giró a verlo y el rostro amable de Ron mostraba una firmeza tal que decidió pisar terreno seguro, así que asintió ya no tan seguro de sí mismo.

            -Qué bueno que aceptes, le diré a la enfermera que regrese con un plato con porciones pequeñas.

            -¿Y bien? –pregunto el medimago Parks cuando vio a Ron entrar a su oficina.

            -Todo bien, por lo pronto comerá.

 

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            -¿Vas a salir? –preguntó un compañero de Harry al verlo guardar unos papeles en una carpeta.

            -Sí, cualquier cosa me mandas un avioncito a buscarme, no saldré del ministerio.

            -De acuerdo.

            Harry se dirigió a la parte del ministerio en donde se celebraban los juicios del Wizengamot, compro un café y tras revisar de nuevo sus papeles, se acercó a un hombre que estaba en un viejo escritorio en un cubículo junto a una sala de juicio.

            -Hola, espero no interrumpir.

            -Qué tal –respondio el hombre sin despegar la vista de sus papeles.

            -Mucho trabajo ¿cierto? Un café nunca cae mal –dijo Harry poniéndole el vaso sobre sus papeles.

            El hombre levantó la vista sorprendido y tras olfatear el delicioso aroma del líquido del vaso, su rostro se suavizó.

            -Sí, mucho trabajo, gracias –respondio tomando el vaso- eres Harry Potter ¿Qué te traer por aquí?

            -Estoy investigando algo, un viejo caso… es sobre los Malfoy.

            -¿Los Malfoy?... ese caso es muy viejo, hace años que se fueron a Francia a darse la gran vida.

            -Sí, lo sé, pero aun hay cosas sueltas ¿hace mucho que usted trabaja aquí?

            -Sí, doce años en contabilidad y cinco en archivos, me dan los expedientes de los casos y yo hago copias para los abogados y para el ministerio.

            -¿Y usted estuvo aquí cuando enjuiciaron a los Malfoy?

            -Sí, mi cubículo esta a un lado de las salas de juicio para facilidad de los abogados.

            -¿Qué recuerda de esos días?

            -Nada en especial, lo de siempre, mucho alboroto… los Malfoy no fueron los únicos mortífagos populares.

            -Ya veo… pero siempre hay algo que llama su atención ¿no?

            -No, no siempre, todo se hace aburrido después de lo mismo.

            -Suele pasar, pero me gustaría que si recuerda algo en especial me mandara un mensaje ¿podría hacerme ese favor?

            -Sí, supongo que no me cuesta nada.

            -Gracias, cualquier cosa, por mínima que sea mándeme un mensaje al cuartel de aurores.

            -Claro.

            -Gracias.

            Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue asomarse a la habitación que era de Draco, no tardo mucho, de hecho solo unos segundos; después regreso a la sala en donde Chris entraba por la chimenea justo en ese momento.

            -Hola –saludo el chico dándole tremendo beso mientras arrojaba a Harry al sofá.

            -¡Hola! –Respondio sorprendido- ¿Por qué tanta efusividad?

            -Por nada, simple antojo… oye ¿vamos al cine? Hace mucho que no salimos, vamos a la función de la tarde.

            -¿No te gustaría mejor quedarte aquí y ver una película en la cama?... la verdad estoy muy cansado y no quiero salir.

            -Sí, ese plan me gusta.

            Después de cenar, se acostaron a ver una película según su plan, pero después de un rato de mirar la televisión y de hablar un poco…

            -¡Harry!

            -¿Qué?

            -Estoy hablándote desde hace rato y tu ni me pelas.

            -Lo siento, me perdí.

            -Sí, me di cuenta… ¿sucede algo?

            -No, nada… tengo sueño ¿te parece si mejor dormimos? O si quieres puedes terminar de ver la película.

            Chris le sonrió mientras apagaba el televisor y veía a Harry darle la espalda para dormir; había sonreído sí, pero por dentro no sonreía, Harry no era el mismo desde que habían regresado, estaba como ausente, como pensando en algo que no era lo que estaban haciendo.

            Se acostó y miró su espalda y tocó su hombro, instando a Harry a voltearse y a ofrecerle su brazo, así que se refugió en él deseando que ese momento no terminara jamás.

 

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            -Toma Harry, te llegó este mensaje esta mañana –dijo un compañero dándole un avioncito de papel- solo que saliste a una ronda.

            -Gracias –respondio tomándolo y desenvolviéndolo al tiempo que se sentaba tras su escritorio.

            Era un mensaje del archivista, por lo que se levantó de inmediato ante la sorpresa de su compañero.

            -¡No tardo, ya regreso!

            Con paso rápido llegó hasta las salas de juicios para encontrarse con el hombre, que para su contrariedad no estaba.

            -Disculpe ¿y el señor Langs? –preguntó a una mujer que iba pasando.

            -Fue a guardar unos expedientes al archivo, no tarda.

            -Gracias –respondio mientras se sentaba en la silla que había frente al escritorio.

            Al cabo de quince minutos el señor Langs regresó.

            -Hola joven Potter ¿Cómo estás?

            -Muy impaciente –respondio sonriendo.

            -Sí, sí, pues verás… -dijo el hombre sentándose tras su escritorio- dijiste que cualquier detalle que recordara te lo hiciera saber y realmente no sé si sea importante, pero me acorde de algo.

            -¿De qué?

            -Desde el primer día en que comenzaron los juicios hubo una muchedumbre gritando afuera del ministerio, mucha gente odiaba a los Malfoy, pero hubo una persona en especial que llamo mi atención.

            -¿Por qué?

            -Porque logró colarse hasta aquí el día en que se dio el veredicto final y cuando se supo que fueron declarados inocentes, al salir de aquí él les estaba esperando; comenzó a insultarlos y a gritarles asesinos; aunque más bien solo a Lucius Malfoy.

            -¿Qué decía?

            -Le gritaba “bastardo, tu mataste a mis padres, voy a vengarme, lo juro” y toda clase de malas palabras; los aurores tuvieron que sacarlo a rastras.

            -¿Lo reconocería si lo volviera a ver?

            -Seguro que sí, armó el alboroto justo enfrente de mí.

            -Genial, le traeré algunas fotografías.

            -De acuerdo.

            En cuanto salió de su trabajo, Harry fue al asilo a espiar al medimago y tomarle una fotografía; tardo varias horas pero logró obtenerla y al día siguiente armo una carpeta con algunas fotografías más de otras personas para no condicionar al hombre.

            -¿Y bien, reconoce a alguno? –dijo al señor Langs en cuando tuvo oportunidad de verlo.

            -mmm veamos… -respondio tomando la carpeta para revisar más de cerca los rostros.

            Harry lo vio pasar las fotografías hasta detenerse justo en una.

            -Sí, este es.

            Harry tomó la fotografía viendo en ella el rostro de Bruce Miller.

           

 

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