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SANANDO UN CORAZON por Orseth

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            -¿Y qué que sea el medimago Miller el que armara alboroto en el juicio de los Malfoy? –exclamó el señor Pierce ante Harry.

            -¡Pero es que es muy claro que por eso maltrataba a Draco en el asilo! ¿¡Qué no lo puede ver?!

            -Sí, lo puedo ver  y por eso ahora caigo en cuenta de muchas cosas ¿pero qué quieres que haga? Draco Malfoy no ha levantado cargos contra él, no puedo mandarlo arrestar solo por tus conjeturas.

            -No es solo por mis conjeturas jefe, es que…

            -Mira Harry –interrumpió el señor Pierce- tengo mucho trabajo y estoy hasta acá de este asunto de los Malfoy, ya lograste sacarlo de ahí ¿Qué mas jodidos quieres?

            -Yo solo…

            -Mejor vete a tus rondas o te envío al asilo de indigentes otra vez.

            -De acuerdo, de acuerdo… ya me voy.

           

 

___________________________________________

 

           

 

            Cuando llegó a su casa, una lechuza le estaba esperando.

            -Hola Ron, recibí tu lechuza, decías que querías hablar conmigo –dijo vía flú a su amigo.

            -Sí Harry, sé que estás ocupado pero cuando puedas me gustaría que vinieras para que pudiéramos platicar.

            -¿Y ahora no se puede?

            -Estoy a punto de empezar el tratamiento de la señora Watson, llegare a casa como a las 9:00 de la noche, mejor mañana.

            -De acuerdo, ahí estaré.

            -Gracias amigo.

            Al día siguiente había quedado con Chris, pero tuvo que cancelar para ir a ver a Ron.

            -Hola Ron –saludó Harry encontrándose con su amigo en un pasillo.

            -Buen día Harry, que bueno que pudiste venir.

            -¿No vamos a tu oficina? –pregunto al verlo tomar otro pasillo.

            -No, vamos a la de mi jefe.

            Harry ya no dijo nada, aunque ciertamente si se le hizo extraño que el medimago fuera a estar presente.

            -Buen día Harry –saludo el medimago Parks cuando entraron a su oficina.

            -Yo no sé si responder lo mismo, la verdad me pone nervioso el verlos a los dos juntos, parece que hablaremos un asunto serio –respondio sentándose.

            -Sí, la verdad es que así es –dijo el medimago- antes que nada déjame decirte que el tratamiento de Draco está dando muy buenos resultados.

            -¿De verdad? –respondio sintiendo un gran alivio.

            -Sí, pero nos estamos enfrentando con un obstáculo que puede interrumpirlo.

            -Oh…

            -Harry, Ron me puso al tanto de todo.

            Al decir eso, Harry miró a su amigo, quien simplemente se alzo de hombros a modo de disculpa.

            -El problema es que Draco está desasociando de nuevo, no acepta el apoyo psicológico y ha desarrollado hiporexia, todo eso influye en el tratamiento… lo que me conto Ron acerca de ustedes dos explica el porqué esta así.

            -¿Y que es hiporexia?

            -La hiporéxia es la pérdida o disminusión parcial del apetito diferenciándose de la anorexia, que es la pérdida total del apetito. 

            -Nunca fue mi intención dañarlo –dijo sintiéndose verdaderamente culpable.

            -Lo sé y no es mi intención buscar culpables, es solo que hay que llegar a la raíz del asunto para ver qué solución podemos tomar; el chico salió de un ambiente terrible, en donde era maltratado sin saber porqué y además sin saber quién es, después llegaste tu y lo sacaste de ahí, lo llevaste a tu casa y le mostraste incluso que puede ser atractivo para alguien más, era más que obvio que iba a aferrarse a ti como una tabla de salvación, como un puente entre la oscuridad y una vida nueva y de pronto te alejas dejándolo desorientado y a la deriva… está deprimido y no sabe qué hacer, su mente por lo tanto está haciendo lo que acostumbró hacer durante años.

            -Escapar de la realidad –añadió Harry.

            -Así es.

            -¿Y qué puedo hacer yo?... y no vine no porque no deseara verlo, sino porque no quise influir negativamente en su estado, pensé que ya suficiente daño le había hecho.

            -Tú no le has hecho ningún daño Harry, quítate esa idea de la cabeza –replico el hombre sonriendo comprensivo- tú lo salvaste, lo que paso después no fue planeado.

            -Pues no, pero…

            -Mira, queremos que hables con él, que le hagas saber que no está solo, que siempre serás su amigo, que salga de ese estado pasivo en el que se encuentra.

            -Sí claro, entiendo… haré lo que pueda.

            -Adelante pues.

 

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            Cuándo Harry entró a la habitación de Draco, lo encontró en su silla mirando por la ventana.

            -Hola Draco.

            Pero como sucedió la primera vez que lo vio, Draco no respondió.

            -¿Cómo estás hoy? Me dicen que mucho mejor ¿es verdad?

            Se sentó en la cama esperando una respuesta que no llegó, por lo que se levantó y acercó una silla para sentarse frente a él.

            -Mira… -dijo extendiendo su mano con una rana de chocolate- es para ti, te gustan mucho.

            Draco giró el rostro a su mano y miró la rana… y recordó de pronto quien le había llevado esa rana hacia tiempo atrás, y que significó esa persona para él… entonces lo miró y un cúmulo de sentimientos se agolparon en su pecho haciendo que moviera su silla retrocediendo.

            -¿Qué sucede? –preguntó Harry viéndolo alejarse de él y mirando a su alrededor para buscar el cuaderno que sabía que Ron le había dado para comunicarse; lo encontró en el buró y se lo puso en las rodillas- vamos Draco, si pones de tu parte todo será mejor, el dolor se irá y tu vida mejorará.

            Pero Draco no entendía el significado exacto de toda esa palabrería… él solo sentía un gran vacío que no podía ser llenado con nada, por lo que giró su silla para no tenerlo de frente.

            -Draco por favor, no te encierres así… si te lastimé, perdóname por favor… eres muy importante para mí, eres mi amigo ahora, yo nunca te voy a abandonar, anda dime algo –exclamo levantándose y tomando el cuaderno de sus piernas para dárselo directamente en las manos- tómalo y dime qué piensas.

            Draco lo miró y luego miró el cuaderno durante un largo momento… entonces levantó la mano para tomarlo haciendo que Harry se sintiera aliviado, pero ese alivio duró un instante pues Draco le aventó el cuaderno y la pluma y se giró dándole la espalda.

            -¡Habla Draco! ¿¡Cómo voy a saber lo que piensas si no lo dices?!  -exclamó girando la silla obligándolo a mirarlo.

            Pero Draco lo empujo por el pecho sin mucho éxito pues Harry estaba inclinado sobre él aferrado a los reposabrazos; sin embargo el rubio continuó su lucha haciendo que Ron entrara rápidamente.    

            -¡Cálmate Draco!

            -¡Estoy aquí! ¿¡No te das cuenta?! ¡Soy tu amigo!

            Draco lo miró fijamente con los ojos arrasados de lagrimas… un amigo… él no necesitaba un amigo… él deseaba algo más que sabía que nunca podría obtener… y eso lo enfureció al grado de comenzar a golpearlo de nuevo en el pecho.

            -¡Vamos Harry, sal de aquí! –intervino Ron separándolos.

            -¡Pero Ron…!

            -¡Fuera!

            Cuando Harry salió, Ron trató de calmar a Draco, quien gesticulaba desesperadamente; por lo que el medimago le dio el cuaderno en donde el rubio garabateó algo que cuando Ron leyó, exhalo un suspiro diciendo:

            -No te preocupes, no lo volverás a ver.

 

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            -No lo entiendo, yo solo quería ayudarlo… -exclamó Harry en la oficina del medimago Parks, quien le dio un vaso de agua para calmarlo- solo arruiné todo.

            -Hiciste lo que pudiste Harry, pero no te desanimes, buscaremos otra solución.

            -¿Cómo esta? –preguntó Harry al ver entrar a Ron.

            -Ya se calmó.

            -No quise alterarlo así… de verdad…

            Ron vio tan consternado a su amigo que la pensó para decirle lo que Draco quería, sin embargo decidió decirlo para ponerlo al tanto.

            -Escribió algo en el cuaderno, dice que no quiere volverte a ver.

            -Mierda… -masculló recargando sus codos en sus rodillas mientras metía sus dedos entre su cabello.

            Los medimagos se miraron en silencio, hasta que Harry levantó la cabeza para preguntar:

            -¿Y ahora que sigue?

            -Bueno… -dijo el señor Parks- no quiero usar técnicas de alimentación forzada, ese es el último recurso, pero eso no es todo el problema en realidad.

            -Sí, lo sé… es su ánimo ¿no? –Dijo Harry con desaliento- tiene una depresión de  muerte.

            -Exacto, con eso ningún tratamiento da buenos resultados, la mente es muy poderosa, puede enfermar o sanar el cuerpo hasta cierto grado.

            Harry ya no dijo nada, se sentía abrumado y lo único que deseaba era salir de ahí.

 

            Cuando llegó a su casa, encontró a Chris esperándolo con una pizza y un par de cervezas.

            -¡Hola! –Saludó plantándole tremendo beso- ¿pasó algo malo? –preguntó al recibir una respuesta poco entusiasta.

            -No, nada… ¿habíamos quedado hoy?

            -Sí, pero cancelaste, pero de todos modos decidí venir por si regresabas temprano, y mira… le atiné.

            -Claro.

            -Traje el videojuego que me pediste… ¿Harry?

            -¿Qué?... ¡oh si, genial! –respondio sentándose junto a él.

            Y así pasaron la tarde, en medio de películas y videojuegos.

 

 

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            Sally estaba atendiendo a un anciano que balbuceaba cosas sobre la guerra en la sala de televisión, cuando vio pasar a un hombre directo a la oficina de Bruce.

            -¿Qué hay? –saludo el hombre cuando entró a la oficina tumbándose en el sofá.

            -Eso pregunto yo Démian ¿Qué hay? –respondio Bruce cerrando un expediente.

            -Malfoy ya no está en casa de Potter.

            -Ya me lo habías dicho –Respondio enderezándose ansioso- ¿y dónde está ahora?

            -En San Mungo.

            -También ya me lo habías dicho pero ¿que hace ahí? No me digas que Potter esta costeándole la atención medica… no me sorprendería.

            -No, está en un programa medico… ya tiene algunas semanas ahí, intentarán curar sus piernas.

            -¿Y porque hasta ahora me lo dices?

            -Porque hasta ahora me enteré, soy un simple enfermero, no tengo acceso a todo el hospital; de hecho fue una casualidad que me enterara, vi la lista de internos del cuarto piso y ¡Zas! Ahí estaba.

            -En San Mungo… -repitió Bruce como hablando consigo mismo- y con un tratamiento especial el muy hijo de perra…

            -No es difícil llegar a él, sobre todo para un medimago.

            Bruce miró al tipo y luego sonrió con amargura.

            -Claro.

            -¿Qué vas a hacer?... ¿lo dejarás ahí y olvidarás el asunto o harás algo al respecto?

            -¿Olvidar el asunto? –repitió mirándolo incrédulo- ¿Acaso tú has olvidado?

            -Claro que no, no me ofendas así –respondio con dureza- por eso te lo pregunto, para ponernos de acuerdo.

            Bruce no respondio, solo exhaló un profundo suspiro, como si cargara un cansancio de una tonelada.

            -Estoy harto… -dijo al fin mirando la pared- estoy hasta el maldito cuello de esta mierda.

            -¿Y crees que yo no? ¿Acaso solo tú perdiste en esta guerra?

            -Lo siento Démian… no quise decir eso, pero creo que sabes a que me refiero.

            -Pues sí, si lo entiendo.

            -Regresa al hospital, dentro de poco te diré que vamos a hacer.

            -De acuerdo.

            Cuando el hombre salió de la oficina de Bruce, Sally permaneció en el modulo hasta ver salir a Bruce y pasar frente a ella.

            -Bruce.

            -¿mmm?

            Mirando que nadie estuviese escuchando a su alrededor, Sally salió de ahí para hablarle más de cerca.

            -¿A que vino Démian?

            -A saludarme.

            -No me mientas Bruce, ya basta…

            -¿Basta de qué? no entiendo de que hablas –respondió pretendiendo seguir su camino.

            -Termina con esto… -exclamó en tono suplicante tomándolo de un brazo- termina con esto.

            -Eso es exactamente lo que voy a hacer –respondio soltándose suavemente para seguir su camino.

            Dos días después, siendo un viernes por la noche, Sally miraba desde su modulo a un par de pacientes jugar con unos dados en la mesa mientras tamborileaba los dedos sobre la barra.

            -¡Sally!

            -¿Qué?

            -Ya te hable dos veces y no me escuchas ¿Dónde estabas? –exclamo riendo otra enfermera.

            -¡Oh, lo siento Mary! No te escuché.

            -Sí, me di cuenta.

            -¿Qué necesitas?

            -Tú firma para poder sacar estos medicamentos del almacén.

            -Sí, claro –respondio tomando una pluma y firmando el pergamino.

            - Por cierto no he visto al medimago Miller.

            -No está, salió hace un par de horas.

            -Eso es muy raro, nunca sale.

            -Sí… es muy raro.

            -Por cierto ¿En qué pensabas mujer?

            -En nada en especial…. Oh bueno, si, pensaba en algo.

            -¿En qué?

            -En que si podías cubrirme un par de horas.

            -¿Ahora?

            -Sí, necesito salir.

            -Claro, no te preocupes.

            -Gracias.

            Sally tomó su capa y sin siquiera cambiarse el uniforme de enfermera, salió de ahí.

 

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            -¿Ya estás listo? –preguntó Chris desde la sala viendo televisión mientras movía un pie nerviosamente por la impaciencia.

            -Ya casi –respondio Harry poniéndose la chaqueta mientras salía de su habitación, solo que al pasar por el estudio que había sido la habitación de Draco, se detuvo… tan solo un momento… entonces se giro y tomo la perilla, indeciso sobre si girarla como si el anterior ocupante aun estuviera ahí; pero finalmente lo hizo encontrándose con un cuarto en penumbras… y se quedó así, viendo la oscuridad mientras sentía una opresión en el estomago y en el pecho.

            -Es por él ¿no? –dijo Chris a su espalda, haciéndolo voltear sobresaltado.

            -¿Cómo?        

            -Es por él que estás tan distante y distraído.

            -¿De qué hablas? –preguntó cerrando la puerta y siguiendo su camino.

            -Vamos Harry… -continuo Chris caminando detrás de él, con un paso lento, como sabiendo que de todos modos llegarían a donde iban- deja de engañarte… y de engañarme a mí.

            -¿Engañarte, de qué diablos hablas? –Replico llegando a la sala y sintiéndose de repente molesto- yo no te he engañado –añadió sintiendo una punzada de culpabilidad.

            Chris se sentó en el sofá sin decir nada, sabía que eso era cierto, pero también sabía que Harry era ciego para ciertas cosas… suspiro suavemente, sintiendo que un nudo se le hacía en la garganta.

            -Vamos Chris ¿Qué sucede ahora, que se supone que hice?

            Chris siguió en silencio… le dolía ver y sobre todo reconocer lo que desde un principio su corazón intuyó.

            -¿Sabes? –Dijo entonces mirándolo mientras sonreía cansinamente- esta noche no saldremos… esta noche deseo irme a mi casa y prepararme.

            -¿No saldremos? –exclamó impaciente- ¿y prepararte para qué?

            -Ya hablaremos Harry, por ahora descansa –respondio levantándose y dándole un beso en los labios- te amo, hasta mañana.

            -Hasta mañana –respondio sin más remedio viendo al chico  salir por la puerta.

 

 

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            -Buenas noches ¿está el auror Potter? Necesito hablar con él.

            El auror que estaba en el escritorio alzó la vista al oír a la mujer.

            -¿Potter?... si, ahí viene –dijo señalando a un hombre de unos cuarenta años que venía entrando al cuartel – John, aquí te buscan.

            -¿Para qué soy bueno? –dijo el hombre acercándose a ellos.

            -Disculpe, busco al auror Potter.

            -Yo soy John Potter.

            -Perdón, hablo del otro Potter –exclamó apenada.

            -¡Ah! ¿Habla del niño que vivió?

            -Sí.

            -No, pues nada que ver el uno con el otro –dijo el auror riendo viendo la barriga de su compañero.

            -Púdrete Tony… pues no señora, Harry no está ahora, regrese mañana.

            -Es que es muy urgente, por favor ¿podrían darme su dirección vía flú? Necesito hablarle, mi nombre es Sally Winter.

            -No se puede, pero puede dejarle un mensaje y cuando él regrese se le entregará.

            -No me entiende… -exclamo con clara ansiedad- tengo que hablar con él.

            Los dos hombres se miraron entre si y luego la miraron a ella.

            -¿Necesita ayuda, tiene algún problema?

            -Solo puedo hablar con él, se los suplico.

            -Bueno mire, podemos hacer esto, puedo enviarle un mensaje a su casa y esperar a que él se comunique aquí, hay una sala en donde se puede hacer eso, pero nada más, no puedo darle su dirección por obvias razones.

            -Sí, sí, entiendo… bueno, pues si hace eso se lo agradeceré mucho.

            Sally se sentó en una silla que estaba en el vestíbulo mientras uno de los aurores desaparecía dentro del cuartel.

 

 

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Notas finales:

POr hoy es todo, gracias x sus bonitos comentarios, me hacen taaaaaaaaaaaaan feliz, besos!!!


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