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El último Golpe por Belladona Boudreaux

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Notas del capitulo:

Stony <3

 

El último golpe


 

¿Quién te enseño a querer, Tony?

La pregunta ronda en su cabeza, evocando recuerdos de un pasado y un principio,  le ayuda a no olvidar la voz de Jarvis, ni la sonrisa desagradable que ya no se muestra más para él.

No se necesita ser un genio (pero lo es) para saber que ha caído, perdió la batalla y en el proceso se perdió a sí mismo, se ahogó y no fue en un vaso de whisky.

Que desgracia.

El metal resonando tras cada golpe bien dado le lastima el cuerpo y le apuñala el orgullo. No es tan fuerte, ni tan bueno.

Ni tan malo.

Solo es un hombre con muchos defectos que quiso ser un héroe porque conoció a un santo. Y como buen hombre escéptico quiso corromperlo, destruirlo.

Desquiciarlo.

No lo logró, al contrario se dejó embelesar por las cátedras y los discursos, se tragó sus ideales, tan falsos como sus atributos. Ahora entre polvo y escombros de edificios vida y planes, las miradas cómplices y las palabras de aliento no son para él. Ya no existe más la unidad prometida, ni la amistad imaginada. Steve Rogers nunca fue su amigo, ¿pero a quien engaña? Hace mucho que no lo ve como un amigo, hace tiempo que lo vislumbra como algo más importante, como una parte primordial de su vida.

En medio de su destrucción, se visualizó de una forma distinta, se creyó honorable, salvador del mundo.Lo lograría si el héroe, al que ya idolatraba, le tendía la mano para guiarlo por  los recovecos oscuros de su mente tan maravillosa como confundida.

Entre sus miedos e ilusiones, deseó crear un mundo perfecto donde nada ni nadie fuese capaz de herir a su compañero y amigo. Verlo morir (aunque fuese en sueños) no fue fácil, se sintió miserable al ver el mítico escudo hecho pedazos.
Ese mismo escudo que, irónicamente, fue creado por su padre, perfeccionado por él, y ahora utilizado para traicionarlo. 
Es el arma que ayuda al verdugo y a su cómplice a eliminarlo.

Stark nunca imaginó que eso podría suceder.

Tras la careta de metal oculta el rostro compungido y la mirada manchada con la tristeza, es una fortuna que la mueca en el rostro de Iron Man sea de total indiferencia. Por eso cuando ve en el rostro del Capitán Rogers el dolor, no puede evitar sentirse incómodo. Steve sufre… pero en su sufrimiento le devuelve la misma dosis de rechazo. Nunca llegaron a un acuerdo. 

Y lo lastima de esa forma en que sólo él sabe hacerlo porque lo conoce. 

Tony en toda su soberbia, ni siquiera se dio cuenta a tiempo de que ese sentimiento que tenía por Steve ya no era sólo amistad. No se lo dijo por la misma razón y al parecer ya era tarde para hacerlo. 

Se supone que un hombre no se enamora de otro hombre. ¿Dónde quedaron los delirios de playboy? si encontraba más felicidad en la sonrisa tímida del super soldado que entre las piernas de una de sus conquistas. Y se sentía dañado, ridículo cada que pensaba en si su amor sería correspondido. ¿Cómo podría serlo si aquel era un hombre del pasado? hecho a la antigua, lleno de prejuicios y normas oxidadas que al final de cuentas ni seguía. Viéndolo pelear ahora en el lado equivocado, se dio cuenta que a Rogers le gustaba ser el príncipe tras la damisela en peligro y  él está lejos de ser una, porque según ha dicho, ni siquiera lo considera su amigo, tiene sus prioridades.

Contrario a él que no tiene el valor para cortar ese drama de tajo, aun siente que el Capitán va a darle alguna lección o lo corregirá por cada mala palabra que se le escapa entre golpe y ataque.

Sin embargo, de todo lo que necesitaba de ese hombre, lo único que le ofreció fue una patética disculpa que no quería.
¿Por qué lo hizo creer en cosas que al final no cumpliría?

Para que mostrarle el camino que iba a abandonar… No, no le dolía ningún golpe ya no los sentía, bajo el metal frio, ya nada más le calaba la crudeza del invierno que lo azotaba sin clemencia a través de esos ojos azules llenos de convicciones  que no tenían nada que ofrecerle.

Pero nunca cedió porque eso no sería suficiente para doblegarlo, la tristeza le serviría de aliciente y cuando tuviera que mostrarle su rostro, se encontraría con una sonrisa sardónica, un comentario hiriente y nostalgia mal disimulada.
Sabe que si gana, no tendrá el premio que se queda con Barnes, ya nadie estará a su lado para evitar que se haga más daño, nadie le dirá que no está sólo, ni que todo se resolverá si están juntos. 

No existirán más como equipo, ese último golpe que lo ha hecho caer de rodillas fue dado por el Capitán y el que lo hizo tocar el piso fue cortesía de Barnes, ellos sí son amigos, quizás algo más. Ya no sabe si es ese “algo más” lo que en realidad duele, de una forma intangible en el fondo de su pecho.

Llegó tarde, no llenó el vacío. Lo suyo fue un amor a destiempo y visionario como todo lo que hace.

Regresando a su realidad, las pantallas se marcan todas en rojo, señal de alarma… anuncio del fin. F.R.I.D.A.Y. no le proporciona el mismo alivio que le traía Jarvis. 

“¿Es normal que ya no sienta los golpes?” pregunta a F.R.I.D.A.Y. pero  ya no le responde. En un último intento por levantarse se encuentra con un Capitán indeciso, no se atreve a darle el último golpe y en esos ojos no ve lástima ni remordimientos. Hay algo más, un sentimiento al que no le dará forma pues por primera vez no quiere pecar de soberbio.

“Si fuera lo que piensas, te hubiese apoyado a ti y no a su pasado.”

Se reprende, y su cuerpo pierde la batalla, cayendo al piso de forma estruendosa y sin nada de gracia. No esperaba morir aquí, pero sus dedos apenas si tienen la fuerza para deslizarse por el piso en un fallido intento de alcanzarle. ¿Para qué? Ni siquiera lo sabe, pero, para su fortuna es el héroe ganador quien deja caer el escudo para acercarse y tratar de ayudarlo.

—Es tarde Rogers… — le reprocha en un susurró.

Ahí están las lágrimas del Capitán, las disculpas miserables y la confesión tardía.

No le sirven de nada.

Porque, cuando la luz en los ojos de Iron Man se extinguió, Tony supo que ya llevaba buen rato muerto. Desde que se convirtió en antagonista y victimario.

Victima silenciosa de su egoísmo y fantasías.

Ya no hacía falta cortejo fúnebre,  ya estaba dentro de su ataúd.


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