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Inquietudes antes de Navidad por JaviZzX4

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Notas del fanfic:

¡Hoooooolaaaaa a todos! Espero que tengan unas muy lindas fiestas, que lo estén pasando cachilupis con sus familiares, amigos, quien sea(?). Hoy les traigo un nuevo one-shot (demasiado largo) contextualizado en Navidad. Me complace anunciarles que es una entrada para el concurso de Luna-swan y sus compañeras, dueñas y señoras de la pagina LPF- One Piece Yaoi en Facebook. 

Espero que les guste y como siempre, nos leemos abajo. No se olviden de dejarme algún comentario con errores, cositas lindas o críticas a mi trabajo(?)

Los personajes aquí presentados no me pertenecen, son propiedad de Oda-sensei.

- Nombre del fic: Inquietudes antes de Navidad 

- Pareja(s) principal(es) del fic: Zoro x Sanji

- Nombre del escritor/a: JaviZzx4
- Parejas preferidas del participante por orden de preferencia: 1.Zosan 2.DoflaCroco 3.MarcoAce

- Nombre de beta-reader: None

 

--

 La tripulación de los mugiwara llevaba más de dos semanas en altamar, no habían logrado desembarcar lo suficiente en la isla pasada ya que habían sido emboscados por marines, así que para esta fecha se estaban quedando sin suplementos. Las cosas no irían tan mal si no fuese por un pequeño detalle, Luffy. Su joven capitán poseía una sed de aventura insaciable, y estar tanto tiempo sin gastar su energía lo tenía más que hastiado. Siquiera podía quedarse tranquilo sobre la cabeza del Merry, lo único que hacía era suspirar y reclamarle a la pobre de Nami. Por otro lado, la navegante del barco estaba entretenida cortando sus dulces frutos del huerto, así lograba gastar su tiempo, además de ignorar a Luffy. De un momento a otro sintió una leve brisa cruzar sus Mandarinos, era algo extraño dado que durante todo el día el sol brilló en lo alto del cielo, así que la dejó algo pensativa. Dejó la canastilla a un lado saliendo para comprobar su teoría, meditó unos momentos mirando al cielo y ya muy segura anunció:

 - ¡Neee chicos! Al parecer todas nuestras plegarias fueron escuchadas –Al escucharla, los presentes la miraron extrañados.- Osh, me refiero a que ya estamos más cerca de una isla, y a juzgar por el viento y la posición de las nubes… esta será de invierno -Comentó alegre la pelirroja navegante.  Se sintió un poco más tranquila al ver las caras de emoción sus nakamas, Luffy y Chopper obviamente eran los más contentos de todos.

 - ¡Nieeeveeee! -Gritaron los menores al unísono. Que mejor para matar el aburrimiento que un buen poco de nieve blanca y fresca. El moreno saltó de su asiento para dirigirse con Nami y preguntarle un poco más acerca de aquella isla. Era mucho tiempo el que llevaban sobre las aguas y no le vendría mal una que otra aventura en la nieve.

 - ¿Acaso crees que soy adivina? –Dijo la pelirroja apartando la cara de su capitán un poco fastidiada, a pesar de ello, éste no dejaba de sonreír ante la idea de una isla nevada.- ¿Cómo quieres que sepa más de una isla que no he visitado, Luffy? –Al ver que el moreno no quedaba satisfecho con nada, decidió ignorarlo y  dirigió su vista al renito. Acercándose a él le dijo que pusiera el timón noventa grados al noroeste, ya que desde allí venían los vientos, además de que el Log pose apuntaba en esa dirección. Desde luego el menor corrió de inmediato a anunciarle a Sanji la noticia, que ni cuenta se había dado por estar inmerso en su refugio, la cocina.

Al paso del tiempo la noche terminó por caer sobre el calmo mar y el pequeño Going Merry, gracias al cielo despejado habían logrado divisar en las lejanías una resplandeciente isla, tal y como lo había dicho Nami. La mayoría se asombró por la vista,  aquella isla brillaba como ninguna otra, incluso desde lejos se apreciaba bastante bien. Luffy gritó de alegría y asombro, ya que desde un principio le agradó el lugar por tener tantos colores y resplandor. A medida que se acercaban el frío comenzaba a notarse y el ágil ojo de la arqueóloga divisó otros barcos piratas en lo que era el puerto, por lo que dedujo que no habría problema en dejar el Merry a la vista, pero algo apartado por si algo llegaba a ocurrir. La emoción del momento bastó para que todos desearan bajar a recorrer la tan esperada isla, obviamente una vez embarcados en algún muelle cercano. Todos a excepción del espadachín se asomaban por la proa del barco para admirar la llegada. Para variar, Zoro por estar dormido se perdió toda la introducción.

- ¡Brrr! Pero que frío está haciendo aquí… ¡NAMIIIII-SWAAAAN~! ¡Déjame calentarte entre mis brazos! -Gritó el rubio mientras corría hacia la chica, quien le ignoró, incluso más fría que la misma isla. El cocinero rodó por las escaleras hasta dar con la pared del Merry, boca arriba y mirando al cielo se percató de una pequeña cosa que se posaba sobre su nariz.– Es… un copo de nieve… -Susurró. Así era, de la nada miles de esas pequeñas motas blancas  comenzaban a caer del cielo, anunciando con su presencia que el frío se apoderaría del lugar dentro de poco.

- ¡Justo como lo he dicho! Esta isla debe estar en plena temporada ¿No es así Chopper? –La chica le sonrió al renito, pues él era el único que provenía de una isla de ese tipo. El pequeño afirmó con su cabeza, pues ver tanta nieve le recordaba su hogar y sus días como aprendiz de la Dra. Kureha.

- Navegante-san… vamos a cambiarnos las ropas antes de bajar, nuestros dedos se podrían caer antes de llegar a pisar tierra. –Dijo la morena, a lo que sus nakama la miraron con cara de asustados.

- ¡Oi Robin no digas esas cosas! –Gritaron asustados Ussop, Nami  y Chopper. En cambio Luffy tan sólo reía ante el comentario.

Luego que todos se pusieran sus abrigos y dividieran sus tareas, Nami dijo que por unas horas no pasaría nada si el Merry se quedaba solo, ya que lo habían dejado alejado del puerto por esa misma razón, así que todos podrían bajar. Al tocar tierra los ojos del joven capitán brillaron nuevamente y corrió rápidamente a ver el lugar. Todo era tan bonito, habían caminado hasta una calle principal que unía el puerto con el centro de la ciudad. Por los costados se divisaban tiendas y casas muy iluminadas con luces de colores que resaltaban por todas las ventanas; el anochecer le daba un toque muy hogareño al lugar, campanas y árboles también adornaban todos los rincones, y de las tiendas salían los más exquisitos olores. Todo se veía más alegre de lo normal e incluso la gente reía y cargaban muchos paquetes, la pelirroja lo notó enseguida y la curiosidad le venció.

- ¿Uh…? ¿Qué es lo que sucede aquí? -Se preguntó mientras caminaba tranquilamente junto a la morena.

Por otro lado, su capitán y los demás corrían por todas partes, pegándose a cada vitrina, lanzándose bolas de nieve o espiando las compras de los extraños. Zoro los seguía de cerca, aunque no mostraba interés en ninguna de las cosas que a todos tanto llamaban la atención. Ya con la curiosidad al límite, la navegante de la tripulación se acercó a uno de los dueños que se encontraba cuidando su tienda.

- Em… disculpe señor, verá usted somos nuevos por estos lugares y queríamos saber qué es lo que está sucediendo, todo se ve tan alegre… -Sonrió la chica, el anciano le devolvió el saludo cortésmente y le respondió.

- ¿Ah? ¿Acaso no lo sabe muchachita? Estos niños de hoy…  Jajaja –Las chicas no entendían a que se refería el viejo hombre, pero esperaron a que continuara con su explicación.- Lo que pasa, es que mañana será noche buena –Dijo con tranquilidad.- Así que te recomiendo comprar un gran pavo en mi tienda y disfrutar de estas fechas tan especiales…

Al escuchar lo que el hombre le había contado, la  chica miró sorprendida a la arqueóloga, tanto tiempo pasaban en el mar que se habían olvidado completamente de las fechas importantes. Tenían un calendario a bordo, pero rara vez anotaban algo en él y al estar más concentrados en encontrar una isla se les pasó por alto una cosa así. Ambas se despidieron del hombre y acercándose al resto de nakamas, llamaron su atención con un breve anuncio.

- ¡Oigan…! A que no me van a creer que día es pasado mañana… ¡Pues navidad! –Les dijo Nami con una sonrisa de oreja a oreja. Si bien cuando era pequeña no había podido continuar celebrando como le hubiese gustado, creía que ya era hora de volver a retomar las pequeñas celebraciones que alguna vez compartió con Bellemere y su hermana.

- ¿Navidad?... –Preguntó curioso el pequeño reno. No es que desconociese el concepto del todo, es simplemente que cuando se encontraba en la isla, no podía conocer de cerca las festividades de los humanos. Además la Dra. Kureha no era muy compañera de esas celebraciones.

- Así es… y cómo el Log pose tiene que esperar unos 3 días, nos da el tiempo suficiente para preparar algo… ¿Ne, Luffy?  -La chica se acercó a su capitán quien no dejaba de mirar los ventanales de comida.

- ¡Shishishi claro que lo haremos! Con Ace siempre celebrábamos estas fechas cuando éramos más pequeños –Dijo mientras recordaba como es que asaban las bestias que cazaban y se las regalaban entre sí. El recuerdo de la sabrosa carne asada le hizo salivar en exceso y enseguida se le ocurrió una gran idea.-  ¡SANJI! ¡TE ORDENO HACER UN BANQUETE DE NAVIDAD! –Gritó con toda la alegría que pudo, el mencionado solo bufó derrotado, de todas formas él también amaba estas fechas.

- Okey capitán, haré la mejor cena que hayan probado –Sonrió el joven rubio con gran suficiencia mientras se terminaba su cigarrillo.

Luego siguieron caminando en busca de los preparativos y cosas que ocuparían para la cena. Zoro, Robin y Ussop decidieron volver al barco, mientras los demás comprarían lo restante. Mientras los demás compraban lo necesario para ponerse a la par de la época, el resto de tripulación iba a procurar que las cosas en el barco estuviesen bien. Ussop le contaba a Robin como era que celebraban estas cosas en la villa Syrup, y que a pesar de ya no estar con su madre, su amiga Kaya le invitaba a pasar esa noche escondido en su mansión, algo que hacía enfurecer a su mayordomo, pero que alegraba el corazón de la pequeña chica.

- Oh… eso es muy interesante Nariz Larga-kun, yo nunca pude celebrar algo así, siempre lo leí en libros… pero nunca lo he vivido, es algo nuevo para mí… -Sonrió la morena. Al ver su reacción, Ussop continuó contándole anécdotas de las navidades pasadas, cosas que al recordarlas le llenaban de risa y gracia.

Así continuaron hasta llegar al barco,  donde abordaron e inmediatamente comenzaron a organizar las cosas para cuando llegaran los demás. Rápidamente, Zoro subió hasta el nido del Merry sin decir palabra alguna, algo que pasó por desapercibido por el tirador, pero no por el astuto ojo de Robin. A pesar de la ausencia del espadachín, ellos no se molestaron en fabricar algunos adornos para su barco. Un poco de papel brillante y unas velas le daban un toque más especial a todo el lugar.

- Robin, ¿Podrías poner esas guirnaldas alrededor del mástil? –Preguntó Ussop, a lo que la chica inmediatamente sacó sus brazos para colocar el adorno.- Perfecto, pero no tenemos árbol… um, no creo poder conseguir uno ahora…

- Nariz larga-kun, qué tal si usamos los mandarinos de Navegante-san, no creo que le moleste mucho…

- ¡Ohh! ¡Buena idea Robin!... Pero si se llega a enojar diré que fuiste tú quién dio la idea... –Susurro lo último para sí mismo. Luego ambos adornaron lo que más pudieron los arbustos y quedaron como verdaderos árboles de navidad.

A la hora después llegó el resto de la tripulación, Luffy y Sanji cargaban unas pesadas bolsas, al parecer era toda la comida que su capitán había elegido, ya que se le veía muy contento con los paquetes. Nami cargaba un par de velas de colores y guirnaldas a juego. Luego de dejar todo guardado donde correspondía, el rubio se dirigió a la cocina para preparar una botana que engañara el estómago (Más el de Luffy que pedía a gritos comida). Al terminar, contó las cabezas dentro del lugar, y se le hizo raro no ver al musgo que tanto detestaba rondando por algo de Sake, así que decidió preguntarle al tirador.- Oi, Ussop... ¿Sabes dónde está el marimo? –Dijo mientras señalaba el puesto de éste.

- Um... creo que subió al nido del Merry, parece que quería dormir –Dijo muy tranquilo, sin dejar de defender su ración de comida del capitán. A Sanji no le parecía muy grato que no se dignara a comer, mucho menos cuando ya no prepararía nada más. Bufó por la bajo y salió de la cocina con un par de onigiris, no dejaría que ese idiota no comiese nada. Era el deber del cocinero alimentar a toda la tripulación.

El joven rubio subió la cuerda a paso veloz y tal como había dicho Ussop, el espadachín se encontraba roncando libremente, sabía que aunque durmiese así de placido, cualquier problema que se presentara en ese momento; él despertaría inmediatamente. “Es como un animal salvaje… instintos ¿Verdad marimo?” Pensó, así que en vez de patearlo como de costumbre, decidió terminar de fumar su cigarro y dejar la comida a un lado del peliverde.  “Estúpido cabeza de alga… mira que querer saltarse mi comida, bastardo malagradecido” Pensó de vuelta mientras bajaba.

Al día siguiente las actividades de los mugiwaras comenzaron temprano, Ussop y Chopper salieron a comprar las cosas para el Merry que ayer no pudieron, Robin y Nami seguían adornando y conversando de todo el tema de estas fiestas, Luffy había corrido quien sabe a dónde apenas el sol había tocado su ventana, Zoro estaba durmiendo en la proa y nuestro querido rubio se encontraba en su santuario, sabía que todos volverían para la hora de almuerzo, así que haría algo liviano para lo que se venía a la noche.

- Mmm...  Yo creo que unos sándwiches estarán bien, el banquete de esta noche los dejará con la boca abierta~  -Se decía feliz a sí mismo, estaba seguro que esta fecha sería diferente. En el Baratie, Zeff siempre les organizaba una gran fiesta a todos los comensales y les servía deliciosos platillos a todo quien se le cruzase por debajo del bigote, es por eso mismo que Sanji había aprendido a disfrutar de aquellas cosas con tanta emoción.– Sólo me gustaría ver a Nami-swaaan vestida de Santa Claus~ -Un pequeño hilo de sangre comenzó a bajar por su nariz por tan sólo  imaginarlo. En eso, la puerta de la cocina se abrió dejando ver al espadachín que somnoliento se sentaba a la mesa. El rubio intentó ignorarle y continuar  trabajando en sus bocadillos.

- Oi cejillas, quiero Sake… -Comenzó diciendo el peliverde, pero el nombrado no se movió.- Cabeza de pollo, Ero-cook, cejas de sushi; venga quiero sake… -Un fuerte estruendo causado por las manos de Sanji contra la mesa detuvo los reclamos del peliverde, pero su predecible reacción sólo le hizo sonreír.

- ¡No te daré Sake, además SABES que tengo nombre marimo mierdoso! –Le respondió furioso el joven cocinero, pero recordando donde estaba se tranquilizó enseguida. No debía seguirle el juego, ya que le prometió a Nami que no discutiría con él para mantener la paz en el ambiente. Así que se giró sobre sus talones refunfuñando palabrotas y continuó con su labor de cocinero. No pasó mucho tiempo cuando sintió unas manos traviesas colarse por debajo de su delantal, desconcertándole por completo.- ¡Oe, oe, oe, oe! ¡Q-qué crees que haces marimo! –El espadachín posó su barbilla en el hombro del rubio y susurró.

- Ya que no me quieres entregar el Sake, me tengo que divertir con otra cosa cejillas -Finalizó en tono burlón, apegando aún más su cuerpo al del rubio cocinero.

- ¡Y-ya te dije que no habrá Sake! Además lo ocupare para la cena de hoy, no te das cuenta que es algo especial, ¿O es que tu cabeza de alga no lo procesa? –Le gritó haciendo el mayor esfuerzo por zafarse, después de todo  las últimas semanas en alta mar habían sido agotadoras, sus encuentros “amorosos” habían aumentado y su cuerpo necesitaba más de un respiro. Enseguida sintió como el agarre perdía fuerza y el peliverde se alejaba sin decir nada. Generalmente era más insistente y fastidiaba un rato hasta que el rubio terminaba cediendo, pero ahora Zoro parecía realmente enfadado.- ¿En serio… se ha enojado porque no quiero hacer “eso”? -Susurró después que el peliverde saliera de la cocina dando un portazo.

Una vez llegada la hora para almorzar, los tripulantes iban apareciendo uno a uno, no importaba qué es lo que hubiesen estado haciendo durante la mañana, la hora para comer era sagrada, sobre todo para Luffy. Los Sandwiches de Sanji fueron muy elogiados por la mayoría de ellos, menos por el capitán que no podía esperar a probar el banquete de la noche. Todos estaban muy habladores, conversaban de sus experiencias personales con la fiesta navideña, el cómo Luffy peleaba contra Sabo y Ace por los trozos de carne, como Ussop le contaba las más hermosas historias a Kaya o como Bellemere se las arreglaba para darles cada año un presente a Nami y a su hermana, pero sin duda el más emocionado de todos era el cocinero. Mientras servía y servía los platillos, les contaba sus propias experiencias  dentro del Baratie.

- Saben, lo mejor de todo era cuando el Chef Zeff me dejaba colgar el muérdago en la puerta de entrada~ y yo era el que recibía a las comensales ~ -El humo que salía de su cigarro formaba las figuras típicas de corazones, evidenciando el verdadero objetivo tras la  inocente decoración. –También preparaba un menú especial, como el que hoy en la noche probarán y deberán halagarme como el cocinero de primera clase que soy… -Fanfarroneaba solo, puesto que los demás sólo se dedicaban a comer antes de que su capitán arrasara con todo.

- Cocinero-san… ¿Te molestaría si con Nariz Larga-kun colocamos algunos adornos en la cocina? –Preguntó la morena mientras tomaba una taza de té.

- He…he… Que bueno que lo mencionas Robin-chwaaan~, la verdad es que si adornaré este santuario, pero será con… ¡Esto! –Desde el estante superior, sacó una gran bolsa que colocó sobre la mesa, al abrirlo dejó ver miles de muérdagos naturales y aromáticos. -¡Con esto mi querida Robin-chwan adornaré toda mi cocina! Así cuando tú o Nami-swan pasen por aquí  tendrán que cumplir con la tradición~ -Sus ojos se volvieron corazones y su nariz comenzaba a sangrar de sólo imaginar a sus dos bellas damiselas regalarle besos bajo los adornos.

Luffy y los demás reían con la boca llena al ver como Nami pisoteaba algunos muérdagos en el suelo, mientras Robin sujetaba con sus brazos a Sanji para impedir que este detuviera a la navegante. Sanji lloriqueaba y a la vez halagaba a Nami por su actitud, y ella sonreía victoriosa al dejar solo un muérdago intacto.

- Ahora sí está bien Sanji-kun, colócalo donde quieras~ -Le dijo con desbordante amabilidad.

Pero unas tajantes palabras cortaron todo el ajetreo.

- Tsk,  que estúpido... -Pensó Zoro en voz alta, llamando inmediatamente la atención del cocinero a bordo.

- ¿¡Ahhhh!? ¿Qué susurras marimo? -Dijo el cocinero comenzando la discusión, los demás siguieron comiendo después de todo era algo normal en ellos.

- Dije que toda esta mierda de navidad es estúpida... -Respondió con fiereza, algo que tomó por sorpresa a más de uno, incluso el mismo Sanji quedó mudo.

- Ahhh… ¿Así que ahora eres un Grinch(*)? -Habló con ironía el rubio. La cosa comenzaba a tomar fuerza.

- No es eso idiota, me refiero a que tanta emoción por algo que todos habíamos olvidado, casualmente el espíritu bajó cuando nos dijeron, por favor… 

- ¿D-de que hablas espadachín de cuarta? ¡Es obvio que nos vamos a emocionar! Esta es una de las mejores fechas de todo el año… No puedes hablar en serio, yo pensaba que eras más divertido.- Bufó Sanji, estaba realmente consternado, ósea, sabía que el marimo podía ser un aguafiestas de vez en cuando, pero ¿Realmente eso era lo que pensaba?

- Tsk, acaso ves que tengo cara de estar bromeando cocinerucho… -Realmente el rostro de Zoro se mostraba serio, y eso era lo que más molestaba al rubio.

- P-pero vamos alga, hasta tú puedes disfrutar esto…

- Cejillas, por favor, realmente pienso que todo esto que están haciendo es innecesario, es una jodida fecha, nada más, pero la gente se ciega pensando en que comprar y en todas las tradiciones que hay que seguir… –La pelea ahora era seguida por todos los mugiwaras, incluso Luffy estaba observando serio y callado.- …no crees que es cinismo todo lo que hacen las personas sólo por ser "Navidad", dar regalos, perdonar solo una vez en todo el año, para luego volver a actuar de la forma podrida de siempre, es decir como lo que realmente son. –Él odiaba estas fechas. Odiaba que las personas actuaran de esa forma tan incoherente, por esa misma razón, nunca se preocupó de celebrarla cuando estuvo solo, en ese entonces se tenía sólo a él y así era mejor. Lo había visto muchas veces, dentro de su mismo dojo también. El cinismo de la gente realmente le daba asco.

- ¿Q-qué dices? ¡Esta vez sí que te estás pasando imbécil! ¡La navidad no es eso... es! – Pero el pobre de Sanji no pudo terminar de explicar, porque fue interrumpido por el espadachín que se levantó de su asiento.

- Realmente no me interesa nada de esto,  me pone de mal humor toda esta maldita cursilería... hagan lo que ustedes quieran, esta vez, déjenme fuera de esto. -Dijo sin siquiera dar la cara, él tenía sus razones y eso era lo único que le bastaba.

Esas últimas palabras cabrearon a Sanji de una forma incontrolable, pero antes de  poder hacer cualquier movimiento; el brazo de Luffy le sujeto fuertemente. El cocinero se giró para encontrarse con los ojos serios de su capitán, que miraban en silencio como Zoro salía de la cocina. “Es hora del almuerzo” Fue lo único que el moreno dijo, y había servido para calmar las aguas dentro de la cabeza de Sanji. Las palabras de Luffy eran muy claras, no había que seguirle, ya se le pasaría.  Con eso el rubio dejó de forcejear, no valía la pena armar un escándalo a horas de una importante festividad y fuera lo que dijese ese marimo mierdoso, él no decepcionaría a sus nakamas. El agarre de Luffy cesó volviendo a enfocarse en la comida sobre la mesa, el joven cocinero sin decir una palabra volvió a su puesto a un lado del horno. Estaba frustrado por no saber que rayos pensaba el espadachín. Sin pensarlo dos veces, sacó un cigarrillo y comenzó a fumar.

- Etto... Sanji-kun,  no te preocupes por eso, tú más que nadie sabe cómo es de cabezota Zoro, seguramente se le pasará… -Decía con suavidad la pelirroja tratando de calmar el ambiente después de esa extraña escena.

- Así es Sanji, ya volverá… -Acotaba Ussop que estaba un poco asustado por la actitud de esos dos, realmente había sido bien enserio la pelea que les tocó hoy.

El joven rubio aún les daba la espalda, las palabras de Zoro aún daban vueltas en su cabeza y realmente no lograba entenderlas. Suspiró algo derrotado, pero rápidamente se volteó gritando apasionadamente.- ¡Por qué me importaría ese idiota! A mí solo me interesan mis merollines~ -Saltaba con corazones en los ojos, haciendo reír a su capitán después de todo ese drama. La arqueóloga fue la única que no se convenció por la buena actuación del rubio, ella sabía que a él sí le importaba y mucho, por eso fue la última en salir después de almorzar.

- Gracias mi mellorine, pero no tenías que quedarte a ayudar,  la verdad es que no ensucié tanto~ -Le decía el rubio con cariño a la morena, más ésta sólo se limitó a sonreírle.

- No tienes que preocuparte cocinero-san, pues tengo muchas manos con las que ayudar... -Enunció en un momento cuando casi ya habían terminado. Su mirada se mantenía fija en el chico, dispuesta a intentar descifrar sus pensamientos.- Es una pena que espadachín-san no disfrute de estas fiestas como nosotros ¿Verdad?... después de todo,  esto también es nuevo para mí... -Se dio cuenta de que tal punto había hecho que Sanji se tensara un poco, dándole a entender que había acertado al hablar.

- O-oh... si, ese marimo estúpido, a veces logra sacarme de quicio... -Se acercó hasta la chica y le entregó una taza de café, pero cuando se iba a alejar, unas cuantas manos le impidieron moverse obligándole a sentarse frente a ella.

La morena le sonrió tranquilamente mientras se paraba y se dirigía hacia la puerta con su café en mano.- Estoy segura de que volverá… -Fueron las únicas palabras que mencionó antes de retirarse. Sanji sólo la observó salir por el marco de la puerta, Robin siempre era tan calculadora y se notaba que nada se le podía pasar. Al sentir su cuerpo destensarse por los agarres suspiró derrotado, una vez más, realmente ese marimo le había complicado el día, el rubio estaba consciente de cómo Zoro vivía su vida a base de sus ideales muy firmemente y que tenía el derecho a expresar libremente sus pensamientos, pero de lo que estaba más que seguro es que en estos casos pensar de una forma tan egoísta como él lo había hecho no era lo correcto, en ese momento sentía que era más un capricho del espadachín, que una ideología.

- Aah… Las intuiciones de Robin-chwan nunca fallan... -Volvió a suspirar, si seguía pensando estupideces no terminaría nunca, de todas maneras, la cena debía seguir si o si en pie. Después de todo complacer a sus comensales preferidos no era un juego de niños.

Algo mucho más lejos, Zoro caminaba algo irritado por las calles del pueblo que no conocía, pero que poco le importaba, tan sólo quería despejarse un rato y caminar. Todo lo que estaban haciendo le parecía ridículo, hasta ayer no recordaban que fecha era y ahora que lo sabían, estaban más entusiasmados que nunca. Él no era creyente, si apenas se encomendaba a sus antepasados, por lo que una celebración así le tenía sin cuidado desde muy pequeño, ellos que hiciesen lo que quisiesen, él no iba a ser parte de ello.

Sin querer llegó a un pequeño parque situado en el centro del pueblo, no era muy grande, pero poseía enormes árboles que le daban sombra a las bancas que había en él. "¿Dónde demonios estoy....?" Pensó el espadachín mientras se sentaba en una de las bancas. El lugar estaba casi vacío, seguramente todos estaban preparando las cosas para la noche, y eso le irritaba aún más.

"¿D-de que hablas espadachín de cuarta? ¡Es obvio que nos vamos a emocionar! Esta es una de las mejores fechas de todo el año…”

“No puedes hablar en serio, yo pensaba que eras más divertido"

"¡Esta vez sí que te estás pasando imbécil!..."

El eco de las palabras de Sanji resonaba en su cabeza como si no quisiesen salir de ella. Chasqueó la lengua y se refregó los ojos, estaba cansado, seguramente se sentiría mejor más tarde.   

- Ah joder, quiero un poco de sake... -Suspiró.

Cruzó sus brazos por sobre su cabeza e intentó relajarse, seguramente el cocinero ya ni se acordaba de su pelea y no creía que le importara mucho tampoco. Después de todo, y a pesar del largo tiempo que llevaban juntos, las peleas eran parte de su vida diaria, nada iba a cambiar ese hecho entre los dos. Se acomodó en su cálido abrigo y apretó sus manos resguardadas con guantes, entre unos cuantos bostezos, el espadachín se quedó dormido por segunda vez en el día. Más allá de su mente la imagen de una conocida chica apareció por sus sueños, el menor de verdes cabellos caminó hacia ella para retarle una vez más a unos de sus cotidianos combates.

- ¡Kuina! –Gritó el pequeño muchacho apuntándole con la katana de madera.- ¡Oye Kuina! –Llamó su atención una vez más, tirándole la otra katana a los pies de la chica.

- ¡Ya te escuché! ¿Qué quieres ahora novato? –Se volteó a enfrentar a su amigo.

- Peleemos.

- No.

- ¿¡Qué!?

- Dije que no Zoro, hoy no podré. ¿Acaso no sabes en que día estamos? –Dijo la chica acercándose hasta la katana para tomarla entre sus manos y devolvérsela a su amigo.

- ...Es martes.

- ¡NAVIDAD IDIOTA! –Gritó furiosa golpeando al peliverde.

- ¡AGHH! ¡Y eso qué tiene de especial! –Interrogó aún con el dolor presente.

- Verás, tengo que ayudar a mi padre a ordenar los regalos para los estudiantes, así que no me sobra tiempo para tus boberías. –Mencionó más tranquila mientras volvía a caminar, esta vez, seguida por el chiquillo. Éste la miró con el ceño fruncido, pero no decía nada- ¿Qué tienes? Si vas a decirme algo, pues escúpelo.

- ¿Por qué tienes de darles regalos? Me refiero, por qué ser buenos con ellos cuando viven molestándote por ser una chica. –Esta vez el peliverde habló mucho más serio deteniendo sus pasos tras su compañera. Ella lo miró algo confusa. Zoro estaba consciente de que esos chicos eran los mismos que se burlaban de Kuina por su condición de espadachín, celosos de su nivel y agilidad con la espada. Entonces no entendía porque ella se tomaba esas molestias por ellos.- ¿Acaso los éstas perdonando?

- Puede ser….- Respondió cortante la muchacha. Más la cara de Zoro demostró que no entendía nada, no esperaba esa respuesta de parte de ella. - Ay dios, ¿Por que eres tan cabeza dura? –El pequeño espadachín se cruzó de brazos y desvió la mirada enojado.

- No me parece justo que después de todo lo que te dicen, tú les perdones porque "es Navidad"...

- Si que eres un terco... esto no se trata de perdonar por perdonar, es tener un poco de humanidad, como espadachín deberías saberlo... -La chica le miró con ojos de superioridad, si no podía entender eso, entonces no merecía ser un digno espadachín.  Suspiró y le agarró del brazo, ambos caminaron hasta el dojo, donde la chica entró apresuradamente dejando al pequeño afuera.  Luego de un rato volvió hasta él. -Venga, ten esto... -Le dijo con el ceño fruncido.- Pensaba dártelo cuando sea el momento, pero eres tan idiota que es mejor hacerlo ahora antes de que me arrepienta.

El peliverde no supo cómo reaccionar, Kuina le hacía entrega de un pequeño paquete con un moño en el centro, era obvio que era un presente. Sin embargo no lo quiso aceptar, no después de lo que le había dicho, además, él no necesitaba cosas como esas. La chica; molesta, le lanzó el regalo en la cara, no podía comprender cómo es que era tan cabeza hueca.

- Entiende novato; que esto lo hago porque eres mi amigo, no porque quiera ser buena de la nada... Navidad no es sólo una celebración, Navidad sirve para acercarse a personas con las que usualmente no lo haces... digo, es para ser más consciente de lo que necesitan los otros de ti, para estar con tus seres queridos o con tus amigos, un día donde puedes ser tú mismo y compartir, eso niñato, no lo entiendes... -Le decía mientras picaba con su dedo la frente del chico.

- ¡Ah está bien, está bien! –Dijo mientras se alejaba y se sobaba la frente.- Tsk, pero yo no tengo nada que darte… –Susurró en un puchero. Realmente como él no la celebraba, pensó que un presente no era necesario, pero ahora que ella se lo planteaba desde otro punto de vista, todo cobraba un poco más de sentido.

- Jajaja no importa Zoro… ¡Ya sé! Regálame una batalla~ –Sonrió ladinamente, a lo que el menor le respondió con la misma mirada.

- Je, ahora si nos entendemos...

De pronto algo toco su cara, era frío y húmedo, abrió lentamente los ojos encontrándose con la realidad… “un sueño…”pensó angustiado.  Bostezo con pereza y se limpió el resto de saliva que le colgaba del mentón, al parecer había dormido por mucho tiempo ya que estaba anocheciendo y el frío comenzaba a surgir de nuevo. Pensó en lo que había recordados en sueños, quizás en ese momento lo había logrado comprender un poco, pero después de la muerte de Kuina, sabía que tenía razón. A la gente no le importa nada, la basura siempre será basura. Su enojo ya había desaparecido, pero no estaba seguro si volver sería lo correcto.  Quizás recorrer un poco más la isla sería buena idea, en lo que pensaba dónde ir no se percató de la presencia de un anciano que lo miraba tranquilo.

- ¿Te molesta si me siento a tu lado jovencito?... –Habló el anciano con su voz rasposa y bien pausada. Zoro lo miró y sin decir nada se corrió a un lado, invitándolo a sentarse.- Gracias… Ah~ ¿Hoy hará frío no crees?

- …Tal vez… -No es que le molestase hablar con extraños, pero ahora no le apetecía tener contacto con nadie. Estaba a punto de pararse cuando el viejo volvió a hablar.

- Va a ser linda esta noche... ¿No te parece?.. -Preguntó el anciano, pero Zoro no respondió, simplemente se quedó en su mismo lugar, tal y como estaba antes.- Es extraño que en noche buena alguien esté en las calles solo... ¿Es que no celebras el nacimiento del señor?...

- Yo no creo en esas cosas viejo... es más, no me interesan estas celebraciones... -Respondió un poco molesto el peliverde. Él había salido para despejarse un rato, no para que otra persona, más encima desconocida, viniese a darle una charla de la Navidad.

- Ya veo, ya veo... no eres creyente. Bueno cada uno con su vida... -Habló el viejo hombre acomodándose su abrigo, giró el rostro fijándose en las tres katanas que cargaba el joven, y en su aspecto tosco; algo desaliñado.- ¿Acaso usted es un pirata?

- Um... si

- ¿Y su tripulación?

- En el barco...

- ¿Celebrando?

- ¡Quizás, qué se yo! -Dijo más enfadado el espadachín.

- ¿Por qué no estás con ellos? Hoy es noche buena chico, la noche donde se comparte con tus seres más queridos... -Respondió con amabilidad el anciano.

- ¡Ya te dije viejo que yo no creo en esas cosas!

- Entonces cree en ellos... -Aquellas palabras habían dejado a Zoro sin respuesta. Realmente no sabía que pensar, en verdad estaba molesto con todo lo que ellos estaban haciendo, pero nunca se detuvo a pensar en lo que la fecha significaba para sus nakamas.

"Entiende novato; que esto lo hago porque eres mi amigo, no porque quiera ser buena de la nada”…El recuerdo de la voz de Kuina llegó a su mente.

- Pero somos piratas viejo, no podemos creernos buenos o santos sólo por esta noche...  -Susurró algo confundido.

- Jajaja tienes razón jovencito,  varias personas lo piensan así… -Se estiró sobre su asiento mientras se frotaba sus arrugadas manos.- Pero ¿Sabes qué es lo que hace tan especial esta fecha?... Es lo adaptable que puede llegar a ser. Me explico, puedes celebrarla como  quieras, porque lo importante lo pones tú… Soldados, ladrones, pobres o ricos la celebran a su manera, creyentes o no creyentes ponen sus ideales por sobre la mesa y comparten con sus seres más queridos… -Zoro lo escuchaba atento, podría ser que este viejo no estuviera tan loco como pensó antes.

"¿D-de que hablas espadachín de cuarta? ¡Es obvio que nos vamos a emocionar! Esta es una de las mejores fechas de todo el año…”  Volvió a recordar las palabras de Sanji, realmente en ese momento no las podía entender, pero ahora algo se había tranquilizado dentro de él.

- …Tú eres un muchacho joven y sano, seguramente hay alguien que de verdad quería estar contigo hoy, ¿Verdad?

- Si…puede ser –Susurró sonriendo. Ahora se daba cuenta de su jodido error, estaba siendo muy egoísta con sus nakamas… estaba poniendo primero sus ideales antes que los de ellos y eso no podía permitírselo.

- Además... como te dije, si quieres tener una razón para celebrar, celebra porque tienes a tus amigos contigo, jajaja me imagino que como piratas deben pasar muchas aventuras ¡No es así! –Le dijo con una sonrisa en sus partidos labios. Entonces volvió a frotarse las manos, que ya se habían entumecido por el frío. Zoro se percató de esto y se sacó sus guantes entregándoselos al anciano que le miro sorprendido. Al recibirlos, el anciano le regaló nuevamente una gran sonrisa.– Realmente… eres un joven muy bueno… -Zoro desvió la mirada apenado y se levantó de su puesto, quizás aún podía arreglar las cosas.

- Em… Gracias por todo anciano, pero debo irme. –Dijo mientras se rascaba la cabeza y le estiraba la mano.

- Feliz navidad muchacho –Rió y correspondió el apretón,  él también debía partir ya.

Zoro se encaminó en busca del Merry, y confiado esperaba que esta vez la nieve no confundiera su visión. Todos decían que su orientación era nefasta, pero no era perderse, es que las calles se veían iguales con tanto blanco. La excesiva luz de una de las vitrinas de las tiendas le hizo acercarse y dentro de esta unas hermosas botellas de champagne llamaron su atención.- Jum….

Estaba todo casi listo, la mesa ya estaba servida, y sobre ella reposaban pollos en camas de setas al vino, asados de atún rojo con jamón y algunas piernas de cerdos marinos se hallaban preparándose en el horno con salsa agridulce. Todo parecía perfecto, y realmente lo era, pero había algo que no le dejaba tranquilo, algo que no salía de su cabeza, y eran las frías palabras que había dicho el espadachín antes de salir precipitadamente de la cocina.

"Pienso que todo esto que están haciendo es innecesario, es una jodida fecha más, pero la gente se ciega pensando en que comprar y en todas las tradiciones que hay que seguir...."

- Tsk, alga estúpida. No sé que mosco le picó...  -Se decía a sí mismo mientras finalizaba las últimas preparaciones del banquete.  Se intentaba convencer que el marimo solía actuar así, que no debía preocuparse por los berrinches que pudiese armar a tan solo unos minutos de comenzar a cenar, y que seguramente todo pasaría como siempre.

La puerta se abrió dejando ver al renito que entraba corriendo a la cocina, el doctor del barco se acercó a Sanji y jaló de su delantal.

- ¿Falta mucho para comer? ... ¿Necesitas ayuda Sanji?

- No te preocupes Chopper, ya he terminado... -Le sonrió.- Ve a llamar a ese par de idiotas y a mis damiselas~  -Observó al renito correr de vuelta por la puerta que había entrado gritando y chillando que la cena estaba lista.

- Sanji-kun... -Una dulce voz llegó a sus oídos erizando su piel. Era Nami que estaba apoyada en el marco de la puerta.- ¿Has visto mi pluma? Creo haberla tirado por aquí... -El cocinero se dio media vuelta para contestarle, pero sus palabras no salieron. Su navegante favorita estaba parada justo por debajo del único muérdago colgado en la cocina. Su corazón casi sale disparado de su pecho, se volteo dramáticamente y sujeto fuertemente el pañuelo. Quizás esa era pregunta era una excusa, para la gran verdad que escondía.

- ¡Nami-SWA…! ¿Nami-san? –Cuando se volteó a gritarle que la amaba y aceptaba su indirecta, la chica ya no estaba. Seguramente le había dado vergüenza y lo dejaría para mas tarde… o eso quería pensar Sanji.- He he he~~ -Un hilo de sangre corría por su nariz, pero rápidamente cambio su semblante, aún debía terminar los preparativos. Como era costumbre estaban los siete puestos en la mesa, recorrió con la mirada todos hasta llegar al del espadachín…“Estoy segura de que volverá…” recordó las palabras de su damisela mayor. Sacó un cigarrillo y lo puso en su boca, pero no lo encendió, solo quedó allí, recorriendo con angustia sus labios.– Espero que tengas razón Robin-chwan… -Pensó.

- ¡COMIDA! -Entró corriendo su capitán mientras agitaba sus brazos con alegría.- ¡Comidaaa, Sanji, comidaaa! Shishishi...

- Oh todo esto se ve delicioso, cocinero-san -Le decía la arqueóloga de la banda.

- Por supuesto que se ve delicioso, Robin-chwaan, este cocinero del amor lo ha hecho solamente para ustedes~ -Les contestaba mientras terminaba de colocar las cosas en la mesa.

Sus compañeros llegaban de a poco inundando la cocina de voces felices y de aires de alegría, que ya era habitual a la hora de cenar. Todos ya estaban sentados a la hermosa mesa que había arreglado el rubio, Nami se preocupaba del que ninguno sacara de quicio al cocinero, Chopper y Ussop jugueteaban como siempre, Luffy les miraba atacado de risa y Robin se dedicaba a mirarles sonriendo amablemente. Sanji estaba feliz de que todos sus compañeros estuviesen igual de emocionados que él, o bueno, casi todos... "Tsk, ¿En donde estará ese idiota? ¿Realmente no vas a venir?" Pensó.

- Bueno, dado que la cena está lista, yo digo que ya podemos comenzar~  -Anunció la pelirroja, pero no pasaron ni dos segundos y cuando Luffy ya había arrasado con buena parte del banquete. - ¡MALDICION LUFFY, COMPÓRTATE!

- DO MEH BRITESH -Hablaba su capitán con la boca llena de alimentos. -¡Zhangi, eztod estah dedicioso!

- Tsk, que son esos modales idiota -Gruñó el rubio sentándose en su puesto habitual, iba a comenzar a comer, pero una leve brisa lo hizo mirar hacia la puerta. Ante su sorpresa, se encontró con un tembloroso, congelado y malhumorado marimo. – Zo...

- ¡ZOOROOO! -Gritaron Chopper y Luffy, quienes saltaron desde su puesto junto para estrellarse contra el recién llegado. Los tres cayeron al suelo gritando y riendo el nombre del espadachín, quién solo se dedicaba a retarles y sobarse la cabeza.

- ¡¿ACASO ESTÁN LOCOS?! Osh… -Su capitán siempre hacía lo mismo.

- Shishishi, ¡Que bueno que volviste!

- ¡¡Si!! -Chillaba el renito.

- Así es Zoro-kun, yo estaba seguro de que volverías y defendí heroicamente tu porción de alimento… -Mintió con dignidad Ussop. Nami y Robin se dedicaron una sonrisa de alegría y tranquilidad, después de todo conocían bien a sus nakamas

- Bueno... espero... que aún no sea tan tarde… ejem, ya saben -Murmuró mientras se levantaba y enseñaba las botellas de champagne que había traído. Al verlas todos estallaron en carcajadas que hicieron que el peliverde se sintiera mejor, al parecer no estaba esa tensión que esperaba.

- Venga marimo idiota, si no te pierdes la comida... -Sonrió el cocinero. Se levantó de su puesto y colocó un plato más sobre la mesa.- Cuando termines tendrás que decir que soy el mejor cocinero de todo el mar...  -El peliverde sólo le respondió con una sonrisa.

Ahora que estaban todos; la cena era perfecta, la comida del rubio dejó a todos con la boca abierta, pues estaba más exquisita que nunca. Todos hablaban y cantaban como era habitual en sus fiestas y por sobre todo, el aire se llenaba del espíritu que Sanji deseaba, Navidad.  Si bien una Navidad muy a su estilo, estaba bien, pues no podría imaginarla de otra manera.

- Gracias Sanji-kun por la cena, estaba exquisita... -Decía muy feliz la navegante. - Venga Chopper, tenemos que ir a dormir, sino Santa no te traerá regalos...

- ¿¡QUEEE!? -Chilló el renito. - ¡Ya voooooy!

- Pero Nami,  si Santa no exis.... ¡AUCH! -Un puño llegó de lleno sobre su cabeza- ¿Porque hiciste eso Nami!? Naaaaamiiii.

- No le hagas caso Chopper, vamos... -Dijo ignorando a su capitán. La pelirroja salió de la cocina junto al reno, quien se despedía alegremente de Sanji.

Todos los demás hicieron lo mismo, se despidieron dando halagos y gracias al cocinero que los había deleitado esa noche. El rubio se despidió de cada uno, pues antes de ir a dormir limpiaría todo el desastre de platos y trastos que habían dejado después de la fiesta. Quedó solo en la cocina viendo el colosal desastre que habían causado sus compañeros – Joder, si que son unos neandertales… -Susurró exasperado, había comida hasta en el techo.

Una vez su santuario estaba limpio miró el reloj de pared, las 2:30 de la noche. Siempre era igual, era el último en acostarse y el primero de pie en las mañanas, así era su rutina. Lo que no se esperaba era que al salir de la cocina, el arbusto andante que tenía por amante lo esperaba silencioso en el barandal del barco, muy sereno mirando el ancho mar. El rubio encendió un cigarrillo y le dio una gran calada. Miró hacia las habitaciones y no había ni una luz prendida, no quería que sus nakamas se enterasen de cosas innecesarias,  siempre se aseguraba de que no corrieran peligro en ser descubiertos.

Más tranquilo, se acercó hasta el espadachín y dándole la espalda al mar se apoyó también en la baranda, en silencio, para no perturbar al peliverde. A pesar de haber vuelto y celebrar con los demás, sentía que había algo de lo que debían hablar.

- … -Pasaron un rato en silencio y a sanji se le hacía eterno- Sabes... ya  puedes decirme que soy el mejor cocinero de este mar, no marimo? -Habló por fastidiar, sabía que al peliverde le molestaba que fanfarroneara en su cara, pero era una manera que tenía para romper el hielo.

Zoro no respondió a su gran "humildad", y prefirió guardar silencio sin dejar de observar el calmo mar que le regalaba la noche. ¿Cómo pedirle perdón a Sanji por lo infantil que había sido? Él tenía muy claro que el cocinero no era alguien rencoroso y menos con sus nakamas, pero de todas formas no merecía las palabras que le había dedicado. Lentamente el espadachín se acercó a su compañero y se recostó en su hombro, sin decir palabra, sin hacer gesto alguno, simplemente abrazándose a su delgado cuerpo. Sanji se puso nervioso tal y como siempre lo estaba cuando Zoro se le acercaba demasiado. El silencio volvió a hacerse presente, pero ya no era incomodo como antes, ahora poseía un aire diferente.

- Oí marino no tienes que... 

- Lo siento. -Interrumpió el moreno. El cocinero quiso volver a hablar, pero su nakama nuevamente no le dejó terminar. -Siento... Ya sabes cejillas... Haber sido tan idiota.

El rubio escuchaba atentamente las palabras del espadachín y le costaba creer que estaba siendo tan sincero. Él sabía muy bien que Zoro no es del tipo de persona que expresa sus sentimientos con facilidad, de hecho llegaba a ser algo tosco muchas veces al tratar de hacerlo, sobretodo cuando se las tenía que decir a él.

El marimo "Sanji-ñiquiñiqui-sake-onigiri-espadas-santtorioum(?)" no iba diciendo esas cosas como si nada. Realmente debía haberlo estado pensando todo el día que estuvo ausente.

- Tsk, hasta que lo admites cerebro de alga jeje...- Susurró un poco divertido el rubio, a lo que Zoro le respondió con un puchero de enojo. -Lo bueno de la navidad marimo, es que es adaptable... puedes ponerle un significado tú y será aún más valiosa. -Le dijo con una dulzura inusual. El moreno le miró sorprendido, el viejo de la plaza y Kuina le habían dicho lo mismo. -Quizás... Yo no debí ser tan infantil con todo esto... También puede que sea mi culpa… -Confesó mientras apaga su cigarrillo exhalando el humo restante. -Oi Mari... -Pero sus palabras se quedaron en su boca, pues los labios del espadachín no las dejaron salir.

Zoro no quería continuar así, no quería hacer sentir culpable a Sanji, ya que sabía que no era justo. Continuó besándole hasta acorralarlo contra la pared más cercana, el rubio no oponía resistencia alguna, pero el espadachín podía notar que no quería continuarlo ahí. Detuvo su beso en seco y le cogió en brazos, Sanji reclamo por lo bajo, pero se dejó llevar por el hombre de verdes cabellos, hasta el lugar que conocía sus más íntimos secretos.

Entraron a la bodega y rápidamente Zoro dejó  al rubio en el suelo. El cocinero volvió a quejarse por lo rudo, pero se quedó mudo cuando vio que el espadachín sacaba de los baúles unas sábanas limpias y las arrojaba frente a él. El cocinero solo le miró en silencio un poco sonrojado, estaba igual de ansioso que su nakama y no pensaba en arruinar el momento con alguna de sus bromas. Zoro caminó hasta él y se puso a su altura mirándole a los ojos, luego miró sus labios y lentamente los probó, tentando al rubio a seguir su juego.

- Si esta es tu forma de disculparte... creo que me gusta bastante... -Susurró Sanji sin borrar su rostro avergonzado.

- Ero-cook...  -Respondió el peliverde con una sonrisa en la cara. Nuevamente ya no esperaría más, quería sentir a Sanji gimiendo su nombre, hacerlo suyo y olvidarse de todo lo anterior.

Todo comenzó a fluir como era habitualmente, los besos, las caricias, los jadeos, cada uno expresaba como mejor sabía lo que sentía en ese momento. Si bien Zoro nunca fue de los preocupados a la hora de hacer ese tipo de cosas, hoy seria diferente, y haría sentir diferente al rubio que lo había soportado por tanto. Sus besos eran atentos, sus palabras provocadoras, sus caricias dejaban marcas, Sanji no sabía como reaccionar ante el cambio de actitud de su amante. No le desagradaba que Zoro fuera algo brusco, la verdad al ser hombre no se quejaba del trato que recibía, pero que le prestara un poco más de atención de lo normal ponía las cosas a otro nivel.

El espadachín besó los labios del cocinero sintiendo nuevamente el sabor amargo del tabaco, sus respiraciones se mezclaban en el silencio de la habitación, los gemidos se hacían cada vez más fuertes y sonoros, en aquel momento la lujuria era mucho mayor, pues les importaba poco si alguien llegaban a escucharlos. Muchas veces se habían contenido por miedo a la sospecha, pero esta noche definitivamente no sería así. De la boca del cocinero comenzaban a salir indecorosos gemidos, llamados que Zoro no dudaba en atender. El chico de cabellos verdes desabotonó por completo la camisa de su compañero, lenta y tortuosamente, sosteniendo en su rostro una leve sonrisa socarrona dada a que sabía que aquel acto desesperaba a Sanji. El rubor se había hecho presente en el rostro del cocinero, un color carmín que resaltaba el azul de sus orbes, aquella vista encendía completamente al espadachín. Una vez había terminado su tarea, miró directo a los ojos de su nakama y comenzó a besar su blanquecino pecho. Una mano escurridiza descendió hasta el pantalón de tela acariciando todo su camino hasta el objetivo, una vez allí comenzó a moverse en su interior. A pesar de eso, el cocinero no dudó en tomar posición también, demandando que la polera del espadachín también quedara fuera del juego. Hasta ahora, sólo se había dedicado a mirar cada movimiento del espadachín, disfrutar de la atención tan especial que le estaba siendo brindada y desear que este tipo de cosas se quedara por más tiempo en la cabeza del marimo. Un par de ásperas manos comenzaban a bajar  sin aviso su pantalón junto con la ropa interior, llamando inmediatamente la atención de Sanji.

- O-oye alga gigante espera… -Susurró el rubio entre jadeos-  Mi concepto de “blanca navidad” no era… e-exactamente éste…

- Jaja ¿Qué? - Zoro se detuvo y miró al cocinero.- Hey cook… ¿Acaso fue una broma en doble sentido? –Su amante se reía por lo bajo, eran este tipo de cosas lo que más le agradaban de él.

- ¿Quién sabe…? –Sanji le sonrió de vuelta mientras se detenía a acariciar los verdes cabellos del otro chico. “Demonios marimo… si que a veces puedes ser algo… ingenuo.”  Fueron sus pensamientos en ese momento, y a pesar de ello, aquellas palabras iban cargadas de cariño.

Sin perder más el tiempo, ambos continuaron con lo que habían dejado pendiente. Para el cocinero, Zoro se había convertido en un imán para sus hormonas, un tipo que tenía la capacidad de descolocarlo tan rápido como emputecerlo de un modo increíble. No sabía por qué, ni cómo, pero él era el único que le daba una sensación de sinceridad cada vez que miraba su rostro y de tranquilidad cuando luchaba a su lado dentro de sus aventuras. Era extraño, pero si pudiese pedir algo por esa noche de navidad, quizás sería por vivir más ocasiones como esta. Sin duda alguna, ambos eran cómplices de ese acto carnal, que los envolvía en un secreto consumado durante lo que durara la noche, y si podían, un poco pasada la mañana.

--

- ¡Uwaah! ¡Luffy, Ussop, chicos vengan rápido! –La voz del renito se escuchaba en todo el barco, su expresión sonaba bastante asombrada al igual que emocionada, y no era para menos dada la sorpresa que se había llevado al levantarse temprano por la mañana.

Los primeros en acudir a su llamado fueron el capitán y el tirador, que quienes al igual que Chopper habían quedado impactados con la vista que les regalaba esa mañana de un 25 de diciembre. Uno a uno los tripulantes comenzaban a asomarse a la proa del barco donde se estaban reuniendo todos a admirar la dicha sorpresa. Los últimos en salir por supuesto, habían sido el par de chicos que no había logrado conciliar el sueño durante la noche.

- ¿Por qué tanto escándalo por la mañana…? –Habló el cocinero arreglándose disimuladamente la corbata de su traje. Chopper corrió hasta él y tomó su mano, conduciéndole hasta su gran hallazgo. –Eso es… ¿Un árbol de navidad?

Y efectivamente, ante los ojos de todos, el Going Merry cargaba sobre su proa un gran árbol de navidad, adornado con miles de cosas características de la misma tripulación. Bajo este se encontraban pilas de sacos y regalos, también algunas cajas o barriles de madera, cada uno de ellos escrito con la palabra “Santa” en una etiqueta. Los tres tripulantes más jóvenes corrieron al árbol a buscar aquellos presentes que les pertenecían, comenzando por Chopper que era el más emocionado de todos al nunca antes haber sido parte de una experiencia así. Los demás también ser acercaron alegres a recibir de las manos de su capitán sus regalos correspondientes, si bien no sabían de donde habían llegado, si decía el nombre de cada uno no podía ser un error.

- ¡Venga Zoro que también hay unos para ti! –Gritó su joven capitán, haciéndole entrega de unos cuantos paquetes. Entre estos había uno que llamó inmediatamente la atención del espadachín, se trataba de una pequeña bolsa hecha de un género muy viejo y gastado. Dejando con sumo cuidado los otros regalos en el suelo, se detuvo a abrir el pequeño contenedor y se encontró con una grata sorpresa. Dentro, sólo se encontraban un par de guantes muy conocidos por su persona, junto a ellos una nota que tan sólo decía: “Gracias”. En el  rostro del espadachín se formó una gran sonrisa.

Zoro levantó la vista y se encontró con el embobado rostro de su cocinero, estaba feliz, y reía alegre ante la gran cantidad de regalos que habían llegado en su nombre. Ahora si podía decir que lograba entender completamente lo que Kuina siempre intentó explicarle, y sabía que tenía razón cuando aquel viejo hombre también volvió explicarle como aceptar ese tipo de cosas, en ese momento no podía evitar sentirse algo incómodo. No todo podía ser su culpa, por mucho tiempo estuvo sólo y dependió de si mismo para sobrevivir, ese tipo de cosas como las fiestas no le habían importado hasta ahora, pero las cosas cambiarían, él mismo se lo había propuesto. Ahora tenía con quien compartir pequeñas alegrías y dichas. El espadachín suspiró agradecido del que todo haya terminado bien ese día. Levantó la vista una vez más y se dio cuenta que Sanji lo estaba espiando con la mirada, así que para cabrearlo un poco soltó unas cuantas palabras al aire que, por supuesto, nadie escuchó. Sólo el joven rubio había logrado leer sus labios y dado a eso su rostro había cambiado totalmente a un carmín intenso. El espadachín soltó una leve risa. Esta, sin duda, sería la primera de otras tantas Navidades.

 

 

Notas finales:

¡Hey! Muchas gracias por darte el tiempo de leer este One-shot, espero que les haya gustado, que les haya parecido entretenido, etc. 

Espero poder ganarme algo, la verdad dediqué mucho tiempo a este one-shot y creo que aún tiene errores, jajaja, de antemano muchas gracias, espero leer sus comentarios pronto <3

Aclaraciones: 

(*) Grinch: es ese personaje amargado y que odia la Navidad, de la pelicula "El Grinch (2000)" Sanji lo compara con él, puesto a que éste, al igual que Zoro, también es verde y no le gusta esa celebración. 


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