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Nella vastità del mare. por Lilieth von Bock

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Notas del capitulo:

Bien, este es mi primr fanfic de ellos. No estoy completamente segura de si esta bien o no... simplemente me parecio una buena idea hacerlo. Idk.

No es historicamente exacto -me dio fiaja buscar fechas y esas cosas.-

Y quizás sea algo aburrido en los primeros capítulos, pero espero que les agrade.

La profundidad de los océanos es variable dependiendo de las zonas del relieve oceánico, pero resulta escasa en comparación con su superficie. Se estima que la profundidad media es de aproximadamente 3900 metros. La parte más profunda se encuentra en la fosa de las Marianas alcanzando los 11 034 m de profundidad.

El mar no es un sitio amigable. Rodeado de un aura fascinante, misteriosa, peligrosa. Plagado de leyendas que los viejos lobos marinos cuentan a los pequeños antes de la hora para dormir, historias llenas de fantasía, llenas de criaturas sólo verdaderas en los antiguos mitos grecolatinos. Historias endulzadas para los oídos más pequeños, aquellos que soñaban con poder montar algún día un barco y poder encontrar aquellas bellas criaturas de las cuales escuchaba, con vendas en los ojos, sin saber lo mortíferas que serían en caso de existir, o de los peligros a los cuales se enfrentarían. Hambruna. Insolación. Un posible encallaje. El naufragio total.

La vida de un marino es dura.

Pero como siempre, existe una pequeña excepción a la regla. Y en este caso se trataba de un niño rubio, con unos profundos ojos color del mar.

Un pequeño de apenas unos cuantos años, quizás cinco, quizás seis. El cual tenía el mínimo interés en el mar.

“Simplemente es agua.” Explicaba a los adultos. “Agua. Como la que hay cuando mi madre me baña.”

Un pequeño realmente inteligente. Pero esa no era su única peculiaridad. Príncipe, y único heredero, del pueblo Rusteze, con una energía inagotable y carisma encantador, McQueen era una caja de sorpresas.

Rusteze era un pequeño pueblo en la costa de California dedicado a la pesca de calamares, principalmente. La mayoría de sus habitantes eran de una clase buena, si bien no llegaban a clase media, no les faltaba nada y podían darse uno que otro lujo de vez en cuando.

Por las mañanas se podía ver a los pescadores recoger sus redes con los pescados que venderían en la tarde. A las esposas horneando pan y el mar meciéndose suavemente. Todo en perfecta armonía.

Parecía que iba a ser un día como cualquier otro, tan ordinario y aburrido. Y así sería, pero un estruendo que marchaba al palacio del pueblo. Un joven que afirmaba había capturado una de las criaturas míticas.

El rey, un hombre rubio, de porte elegante y facciones serias no pensaba caer en una broma tan tonta e infantil. El vocero no pasaría de los dieciocho, era delgado y de cabellos negruzcos.

La reina, una mujer algo regordeta, pero no exceso simplemente lo justo para tener curvas marcadas y busto prominente, de cabello platinado y sonrisa bondadosa, decidió que acompañaría al joven. Con la condición que de ser verdadera la criatura, sería entregada a la realeza.

El joven azabache no tenía opción, así que guío a la reina y el joven príncipe, quien no tenía nada mejor que hacer y no le agradaba la idea de quedarse en el palacio con su padre, donde un hombre algo anciano, pero bien conservado cuidaba a una cosa extraña, con escamas verdosas y que luchaba por su libertad.

Aquello que estaba en la red se veía asustado, se movía de un lado a otro intentando liberarse de la red.

Lo primero que hizo el pequeño príncipe al llegar a la playa fue correr a donde estaba la criatura.

Un joven que aparentaba no más de diez años, cabello castaño y piel tostada.

Con cola de pez en lugar de piernas.

Al rubio niño rubio le causo infinita curiosidad. Tanta que se atrevió a tocar al joven ser que se retorcía entre los hilos.

El castaño, molesto se alejó del toque infantil, sin abrir sus ojos. Sin embargo, nuestro pequeño McQueen no se rindió, y siguió al objeto de su curiosidad, aprovechando que los adultos estaban hablando de cosas que no entendía.

—Oye, despierta. Intentó hablando el rubio, con un poco de suerte el otro le entendería, quizá hasta le respondiera.

La única respuesta que obtuvo fue un grito agudo y que la criatura se alejara, con rumbo a la orilla, guiándose por la arena húmeda.

McQueen frunció el ceño, en un arranque de ira infantil jaló la red que aprisionaba al castaño, lastimándole un poco las escamas de la cola pero liberándole ligeramente al mismo tiempo.

Otro grito, pero esta vez más alto, uno que alertó a los adultos, quienes corrieron donde el príncipe rubio, temiendo por la seguridad del pequeño.

No me toques.— Siseó de manera rencorosa y en un idioma que nadie entendía.

La marea empezó a subir. Logrando que la guardia cargara al niño rubio, corriendo a un lugar seguro para la reina y su hijo. El pescador jalo la red, lastimando más a la joven criatura, quien gritó más, lastimando los oídos de los que veían la escena intentando detenerle.

La marea subió más, ayudando al escape del tritón castaño, aunque a un alto costo. Perdió algunas escamas verdosas y un pedazo de la cola entre las redes del pescador, quien estaba pálido de la ira.

Al bajar la marea y poder recoger la red, la reina miraba como su pequeño hijo corrió a recoger algunas de las brillantes escamas, las cuales tuvieron que comprar, pues el infante se negaba a dejarlas.

Esa fue la primera vez que McQueen sintió había hecho algo bueno, pero que no enorgullecía a nadie.

Los océanos cubren el 71 % de la superficie de la Tierra, siendo el Océano Pacífico el mayor de todos.

Notas finales:

Espero que les guste~ y no sea tan malo como creo que es :c

Quiero decir que ya llevo 3 capítulos de esto. Se actualizará los miercoles por la noche c:

 

Feliz Navidad (atrasada) y prospero año nuevo~~


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