Yuma se sentó en el suelo, sosteniendo entre sus dedos un pequeño trozo de papel de color.
Suspiró y cerró los ojos, recordando lo que había sucedido antes en la escuela: algunos niños habían burlado de su sueño de convertirse en el campeón de los monstruos de duelo. Eran crueles, incluso la captura de algunas de las tarjetas del chico, que ahora estaba escondido en su propia habitación, luchando contra el impulso de llorar y la idea de que, de hecho, él era débil.
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(retorno de la llama en)
"Yuma, ven aquí un segundo ..."
El niño pequeño de sólo 8 años rápidamente se levantó del sofá, corriendo a través de la habitación hacia el porche donde su madre estaba esperando con un abrazo suave.
Era un día caluroso y el viento soplaba lentamente, sacudiendo las hojas colgadas en el tendedero. En casa del Tsukumo única Mirai y Yuma estaban allí.
La mujer se arrodilló hasta que sus ojos estaban puestos en la misma altura de los rojos, sonriendo de una manera que el muchacho no pudo descifrar; estaba en algún lugar entre la preocupación y afecto.
"¿Ves ese pedazo de papel?" - Le preguntó, mostrando el objeto - ". Hoy te voy a enseñar a hacer pájaro en forma de un plegado Un tsuru".
(retorno de la llama apagada)
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El muchacho estaba doblando y arrugando el papel, hasta que, después de un tiempo, se las arregló para visualizar la forma de un pájaro. Fue un poco torcida y desgarrada, pero una sensación cómoda invadió el pequeño, haciéndolo sonreír. Ese había sido su primera tsuru.
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(retorno de la llama en)
"Ver es fácil de hacer uno?" - Dijo Mirai, entregando a su hijo pequeño del origami.
El chico cogió el papel doblado como si fuera una flor, pero antes de que pudiera funcionar en la casa y empezar a practicar su madre empezó a hablar:
"Usted sabe que tiene una leyenda que dice ..." - se detuvo, sus ojos repentinamente entristecidos - "que si usted hace un millar de esos tsurus puedes pedir un deseo hecho realidad."
"Realmente mamá?" - La sorpresa y la emoción del niño no podría ser mayor - "Y si pido ... Gane una tarjeta súper rara de monstruos de duelo?"
Mirai rió, pasándose una mano por el pelo claveteado de Yuma.
"Cualquier deseo, aunque sea el rey de los juegos!"
Enrojecimiento de los ojos del chico brillaban, como si fueran rubíes.
"Pero me gustaría preguntar una cosa ..." - Una vez más la voz de la mujer se convirtió en baja e incluso dolorosa - "hacer un origami cada vez que te sientes triste".
Yuma no entendía la razón de tal petición, pero él estuvo de acuerdo.
(retorno de la llama apagada)
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Los años pasaron y el Tsukumo crecieron.
En el interior del ático, donde ahora era la habitación del adolescente, debajo de la red, escondido entre las cajas, las telarañas y la oscuridad era un frasco de vidrio lleno de varios pliegues Made. Cada una contenía la forma de un ave, pero en diferentes colores.
Yuma acababa de llegar de la escuela, pasando por su abuela y entrar en el ático, con la cabeza hacia abajo y arrastrando los pies.
El niño no había tenido un buen día; Tiburón, el matón de la escuela, había roto su colgante con forma de llave, su don precioso, uno de los únicos recuerdos que Yuma tenía de sus padres. Todo lo que la alegría y el amor por la vida que el Tsukumo parecía haber desaparecido, se escaparon a través de los dedos del muchacho, que ahora estaba luchando contra las lágrimas que insistían en bajar por sus mejillas.
Antes de Yuma sentía que podía lograr cualquier deseo, lograr todo lo que quería, ser la persona que siempre quiso ser, pero lo más importante, sentía que podía conocer a sus padres. Todo esto a causa de esa extraña colgante.
Yuma se quedó mirando el objeto de oro, dándose cuenta de las grietas y como gran parte había sido roto abruptamente. El chico cerró los dedos alrededor de la pendiente, suspirando mientras se limpiaba las lágrimas.
Ahora no podía volar a sus sueños.
Poco a poco, Yuma estiró hasta que pudo obtener un gran frasco de vidrio, con lo que cerca de él.
Abrió la olla, verter los distintos tsurus que estaban allí. Había tantos que el piso del ático casi desapareció bajo todos aquellos origami.
Yuma luego tomó un pedazo de papel que todavía se almacena dentro del frasco de vidrio, comenzando a doblarla.
"Hacer un origami cada vez que te sientes triste".
En cada doblando el muchacho fue recordar; Tiburón de tomar la cubierta de Tetsuo. Tiburón sosteniendo su cuello. Tiburón aplastar el colgante. Las risas, la sensación de impotencia, una voz que le decía: no eres más que un perdedor.
Se sentía tan enojado, pero al mismo tiempo sabía que no era bueno para mantener este sentimiento.
Por último, el Tsukumo terminado el plegado, haciendo un pequeño pájaro de papel.
Que si usted hace un millar de los tsurus le puede pedir un deseo hecho realidad
Los ojos rojos se abrieron y Yuma tomaron el recipiente donde los origamis eran antes, al ver que no se adjuntó un número que indica la forma en que ya se hicieron muchos pliegues.
Con sólo trece años Yuma tuvo varias situaciones difíciles y los origamis dijo a cada una de estas historias ...
999. 999 tsurus. Y con eso, un millar.
El corazón del muchacho dio un vuelco.
Finalmente, podría hacer su solicitud, tendría lo que más deseaba.
Pero entonces había tantas cosas que Yuma quería ... ¿Quiere ver a sus padres de nuevo, mantenerlos, sonreír con ellos, caminando por las calles, ir de camping, duelo e incluso estudiar con ellos. Pero también quería tener su colgante de vuelta ... Quería sentir que podía llegar a todo; que iba a ser suficiente para levantar las manos para tocar el cielo. Al mismo tiempo, su corazón se sentía muy solo ... Él tenía su familia, amigos ... Pero el Tsukumo no podía compartir con ellos todo lo que sentía, todos sus deseos ...
"Quiero ..." - Yuma perdió de repente su voz. No sabía qué preguntar. Un nudo se formaba en la garganta del niño.
"Quiero ..." - apretado entre los dedos el último tsuru, apretando los dientes - "¡Quiero a alguien"
Dijo casi sin pensar, con los ojos cerrados.
Yuma permaneció sentado en el piso del ático, a la espera de algún tipo de milagro. Pero nada pasó.
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"No importa lo mucho que lo consigo, no importa consigo reí ... Yo siempre estaba pop volar porque siempre he creído en mí mismo!"
En ese momento, una luz brilló, el cegamiento Yuma durante unos segundos, lo que lleva al adolescente a la puerta gigante que siempre aparecía en sus sueños. En ese momento la tecla, su precioso colgante, fue rehecha como si fuera magia, y una voz dijo a Yuma abrir la puerta. En ese momento sucedió algo, y el adolescente abrió los ojos, encontrándose junto a un ser alienígena de piel azul.
Nadie dijo, pero fue en ese momento que su deseo se hizo realidad.
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