Sehun estaba enojado porque Sung Yeol lo había dejado.
-Ignoraste muchas cosas, Sung Yeol, que nuestro padre muriera en el momento menos oportuno, que a los cuatro días le hipotecaran la chatarrería, que al poco tiempo me vi sin apenas dinero y cuando fui a reclamar a Santander, me dieron con las puertas en las narices y, entre tanto, cuando regresé al pueblo y fui a buscar a Luhan, ya no pude encontrarlo... y el farmacéutico, su padre, me dijo que no lo buscara, que se había ido a la universidad, que no volvería, y que no me diría donde estaba... Eso es lo que perdí, Sung Yeol, lo que nunca dejare de lamentar.
-No me cuentes tu historia, querido Sehun. Ya la conozco a fuerza de oírtela repetir; ya sé que para ti es una herida que nunca curará.
-Me marché del pueblo y vagué por la vida, luego se me ocurrió matricularme en la Facultad de Derecho. Tardé nueve años en terminar esa carrera, y para nada... Para hacer oposiciones y sacar una plaza mediocre en un banco...
-Hay algo más, Sehun, algo que no dices y tienes en mente.
-Ya, ya... A los tres años de dejar el pueblo me casé por lo civil con un enfermero. Cada noche, cuando me acostaba con él y hacia el amor, creía ver a Luhan. Tan agobiante era mi situación moral que termine por detestar su rostro, y no era feo. Además, él era una buena persona, pero debió cansarse también de mi monotonía.
-Ahora déjate de evocar recuerdos dolorosos, y vamos a comer. Te invito a almorzar, algo habrá hecho el ama Eugenia, que sabe cocinar muy bien.
Nunca me has contado, entre toda la verborrea que me sueltas cada vez que vienes a verme, y que crees ver a Luhan en todos los rostros masculinos y nunca aciertas, si volviste al pueblo.
-Lo hice cuando me divorcié de Baekhyun. Tampoco creas que le hice daño. Baekhyun se cansó de mi como yo estaba cansado de él. Pero no porque fuera mala persona, sino porque a cada instante, aunque él no lo supiera, yo volvía a ver aquel amor de mi vida... y tengo 31 años.
-Hace 10 años ya, Sehun; demasiados años para seguir pensando en la misma persona.
-Nunca seré capaz de borrarlo de mi mente y de mi corazón.
Caminaban ambos hacia el comedor.
Eugenia ya había visto a Sehun y ponía sobre la mesa dos cubiertos.
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Vestía pantalón oscuro y una camisa a cuadros de mangas cortas. Sung Yeol, aunque tenía la manía de sembrar los arboles personalmente, no estaba para nada moreno, sino más bien pálido como siempre. Era un hombre bastante delgado, fuerte, tenía una mirada clara y acariciadora. Muchas veces pensaba si no habría cometido un error al haberse ido a Malasia dejando a su padre y hermano luchando con un pobre negocio, pero la labor que había hecho en Malasia la sabia el nada más y creía que había merecido la pena.
- ¿Y qué encontraste al volver al pueblo? - dijo sentándose en la cabecera de la mesa y desplegando la servilleta sobre las rodillas.
-Nada. Fui a la farmacia. Era de los padres de Luhan. Nunca me habían aceptado. No entendí jamás por qué Jackie y Elena no me soportaron. Desde un principio, cuando descubrieron que cortejaba a su hijo, me rechazaron.
Yo era un buen muchacho.
-No me has aun que fue de Jackie y Elena, los padres de Luhan.
-Murieron en un accidente de tráfico yendo a ver a su hijo a Seúl.