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El fastama del Pasado (Hunhan) por Maci

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Cuando Sehun lo vio subir al auto y arrancar, dio una patada en el suelo. Pensó que el pasado era evidentemente fantasmagórico. No había dejado ni una pizca de aquel sabor dulce de la comprensión. Y no lo siguió, por supuesto. Tampoco se fue al despacho. Se dirigió a su casa y empezó a beber whisky hasta marearse. Al anochecer sonó el timbre del teléfono.


Lo asió de mala gana.


-Dígame.


-Oye, Sehun, no me has llamado, no me has dicho en qué quedó la cosa con Luhan, si era el en realidad...


Sehun contestaba con monosílabos, temblándole le voz.


- ¡Vaya la que te has pilladoǃ Tienes una borrachera que no te aguantas... ¿crees que hay algún hombre que merezca que pierdas el sentido así, tu que eres un hombre serio y formal?


-Ya, Sung Yeol.


-Voy a tu casa ahora mismo.


-No vengas, no te voy a abrir -y colgó el auricular.


Se tiró en la cama como un fardo hasta que se quedó dormido.


A la mañana siguiente, era sábado y no había trabajo. Él se duchó a toda prisa, se despojó de la tremenda borrachera y subió a la moto.


Se dirigió a la parroquia de su hermano. Necesitaba hablar con alguien.


Cuando lo vio, le contó lo sucedido.


-O sea, que has notado en él algo complejo; primero sequedad, después temblor... ¿Qué más, Sehun?


-No, no. Sung Yeol, no corras tanto, por favor. Me pareció que cuando sacaba un cigarrillo de la cajetilla le temblaban las manos. Me fijé también en sus manos, finas y cuidadas; se nota en él que vive muy bien, y dice que no es hombre que se casa. Me parece extraño que un hombre tan guapo siga soltero.


-Esta vez no te has equivocado...


-No, no, ya te lo estoy diciendo. Era él y no rehuyó ninguna de mis palabras en alusión al pasado, pero lo extraño es que, siendo director y accionista de Mondar, esa agencia tan famosa no vive en Seúl.


- ¿Te dijo eso?


-Sí.


- ¿Y cómo vas averiguar dónde vive, Sehun?


-No sé si me interesa averiguarlo. Me he dado cuenta de que estoy muerto de amor por él y nunca deje de estarlo, pero no quiero inmiscuirme en una vida que rehúye la compañía...


-Ya sabes que algunos hombres son esquivos en apariencia y quizás estén entregados desde el principio.


-Mucho sabes tú sobre esas cosas para ser sacerdote, Sung Yeol.


-Te olvidas que tanto hombre y mujeres se arrodillan ante mi confesionario y me cuentan sus vidas. He aprendido a conocerlos muy bien.


-Mañana iré a la cafetería.


-Te diré otra cosa -le atajo Sung Yeol-, si mañana está sentado en el taburete, es que no te rehúye, para bien o para mal; si no está sentado, entonces dile adiós para siempre, hermano.


Esa noche, Oh Sehun durmió mal y poco. Se levantó tres o cuatro veces, se lavó la cara con agua fría, incluso al amanecer se dio una ducha y al entrar en el banco, era el primero que ocupaba su lugar.


Paco, el director, le hizo una señal con el dedo. Sehun se acercó a él apresurado. Cuando ambos se encontraron en mitad de la entrada, Paco le dijo en voz baja.


-El presidente está arriba y va a empezar a llamar a los que desea ver. Y tú estás entre ellos.


-Aún ignoras que quiere de mí.


-Bueno va a ascender al personal, y supongo que es lo que hará contigo. Le he dicho en varias ocasiones que eres abogado, y eso influye, aunque creas que no.


-Gracias, Paco.


Sehun le guiñó el ojo a Paco y se fue al mostrador tras la ventanilla.


Casi enseguida lo llamaron, y en efecto, de un empleado más se convertía en apoderado de la noche a la mañana. Un hombre que podría faltar al trabajo cuantas veces quisiera y a las horas que le diera la gana, un hombre que tendría otras ocupaciones, pero nunca la de tocar billetes a través de una ventanilla... Algo era algo.


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Entró en la cafetería. Iba temblando. No podía remediarlo. Para él Luhan seguía siendo el mismo. Es posible que él para él no fuera ni si quiera una pequeña opción...


Avanzó y lo vio enseguida a través de la puerta encristalada.


Esta vez no se fue al otro extremo de la barra, fue directamente hacia él.


Había cambiado. Oh Sehun había dejado mucho en el camino. Se había convertido en un hombre gallardo, elegante y de finos modales.


-Hola, Luhan.


-Hombre, Sehun, tú por aquí... Trabajas cerca, por lo que veo.


-Pues sí. Tengo al banco a la vuelta de la esquina -dijo con estudiada indiferencia-. Soy apoderado.


Él parpadeó, pero no hizo comentario en alta voz.


-¿Hace mucho que estas en Seúl? -le preguntó él.


-Sí. Fallecieron mis padres -dijo con una lejanía extraña- y ya no volví por el pueblo.


-Ya, ya sé.


- ¿Cómo vas a saber?


-Porque a los seis días de marcharte, yo regresé. ¿Acaso no te enteraste del escándalo de la hipoteca que ejercieron sobre nuestra chatarrería?


-Ah, sí, como no, en los pueblos se sabe todo. Lo que no sabía es que tú habías regresado.


- ¿Acaso no te lo dijeron tus padres?


- ¿Es que tenían algo que decirme?


-Sí, que había vuelto por ti.


Pareció desconcertado, quedo durante un segundo mudo.


-Ya, ya -pero no quedaba claro si se lo habían dicho o no. Él hubiera jurado que no lo sabía.


-Pues sí, volví por ti. Era lo lógico, Luhan, ¿no te parece?


-Ya. Yo estaba en Seúl- y tras una pausa, añadió-: Me matriculé en Derecho y cuando terminé la carrera, como no tenía otra cosa que hacer, seguí Economía. Termine las dos.


-Yo también estudié Derecho. Vivo por aquí, cerca del Retiro.


Pero él no dijo dónde vivía.


-Deja -dijo él cuando iba a pagar-. Te invito yo.


-Gracias, Sehun -y se alejó.


 
Notas finales:

Tratare de terminar este fic lo mas rapido posible para seguir con los otros


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