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El fastama del Pasado (Hunhan) por Maci

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Se detuvo oculto entre los árboles. Pudo ver a un grupo de niños bañándose alegremente en la piscina. Aquella era cubierta y a través de los cristales veía a los muchachos, de unos 10 años, zambullirse, gritando.

 

No entendió que era lo que veía, así que se escurrió por esquina y así, bordeando los árboles, siguió adentrándose hasta perfilar su alta figura en el primer escalón de mármol que presidía la casa. Tenía seis en total y la puerta principal, muy grande, estaba abierta.

 

Por el pasillo y el gran vestíbulo que precedía, vio avanzar a un señor de tez muy bronceada, pelo blanco y algo encorvado ya. Tras él apareció una mujer vestida de negro con delantal blanco muy planchadito. Sehun se apretaba contra la pared de modo que no podían verlo. La pareja de ancianos salió llevando entre las manos un cesto con envoltorios que parecían bocadillos y se fueron directamente a la piscina.

 

Sehun pudo observar como los muchachos se lanzaban hacia ellos y extraían del cesto su merienda. El hombre entregó a un muchacho una botella de refresco. Entonces Sehun decidió pulsar el timbre.

 

Enseguida apareció una chica enfundada en un uniforme gris.

 

-¿Qué desea, señor?

 

-Busco al señor Xiao Luhan.

 

-¿Lo espera? ¿Tiene una cita?

 

-No, no.

 

-¿Quién es, Misi? -oyó la voz de Luhan.

 

-Un señor pregunta por usted.

 

-Voy -y apreció Luhan-. ¿Tú?

 

-Hola, Luhan.

 

-No entiendo, Sehun.

 

-Tal vez entiendas después de que te explique...

 

-Pasa, pasa -dijo él aturdido- entra en el salón.

 

Y Sehun pasó delante de él y entro en el salón que le indicaba. Luhan entró tras él y quedo pegado a la pared.

 

-Ya sé que te extrañará un poco verme aquí... Te he seguido y no me mires de ese modo. Pienso que debieras entender el motivo por el cual te eh seguido. Si no vivías en Seúl, en algún lugar tenías que hacerlo.

 

*******************************************************

 

Vestía un calentador negro y una camiseta polo blanca con cuello uve. Calzaba unos tennis Nike blancos. Se veía hermoso, vestido deportivamente. Juvenil, fresco... era un hombre sexy, pensaba Sehun, aunque él sabía que no se lo proponía.

 

-Será mejor que te sientes, Sehun, y me expliques con más claridad el motivo de tu presencia aquí.

 

Y se separó de la puerta y se hundió en un sofá, mientras señalaba un sillón no lejos de él. Sehun se hundió, a su vez, en aquella butaca y cruzó una pierna sobre la otra.

 

-No debería asombrarte que te haya seguido, Luhan.

 

-Pues me asombra y mucho, los años, ya te lo dije el primer día que nos vimos, no pasan por gusto.

 

-Es que me paree que hay tal confusión en tu cerebro, que te has olvidado que yo te amaba con locura.

 

-Sehun, por favor.

 

-Me parece que tus padres nunca te dijeron que yo les rogué por Dios y por todos los santos que me informaran de tu paradero para buscarte.

 

-Es lo que no entiendo, que ahora me digas eso sabiendo que estuviste seis días fuera del pueblo sin haberme advertido.

 

-Ese fue mi pecado, ¿eh, Luhan?

 

Él sacudió su cabello con su mano y hasta Sehun llegó aquel perfume que solía usar ya a los 16 años.

 

-No lo sé, Sehun.

 

-Pero tampoco sabes que fui a buscarte cuando regresé de Santander.

 

-Es que nunca supe que estuviera en Santander.

 

-Cuando enterré a mi padre, tú estabas allí. Vi lo que se me venía encima y fui a Santander a buscar al socio de mi padre, pero no lo encontré. Cuando regresé al pueblo, tú ya te habías ido...

 

-Por lo visto, nadie te dijo que fui a verte al día siguiente de enterrar a tu padre, que necesitaba hablarte, decirte algo muy importante. Y vengo a encontrarte después de 10 años y pretendes ahora darme explicaciones que no recibí en aquel instante.

 

Sehun se levantó, hundió las manos en sus bolsillos del pantalón y empezó a pasear el salón de parte en parte.

 

-Detente, Sehun.

 

-Es que no puedo, no sabes la rabia que siento de haber perdido 10 años de mi vida inútilmente. Puedes creerlo o no, Luhan, pero llevo 10 años viviendo una pura amargura, en un dolor...

 

-Pero te casaste...

 

-Es verdad. No aparecías, estaba solo, me sentía totalmente desgraciado y pensé, como humanamente se piensa en estos casos, que un bello hombre podría ayudarme a recuperar esa felicidad que había perdido contigo; pero me equivoqué, una vez más me equivoqué. Se llamaba Baekhyun, un enfermero, un buen muchacho, con una belleza única y le fastidié la vida, porque tantas veces lo poseía, tan veces te veía a ti y no a él. Mi querido Luhan, cualquiera se percata de ese detalle rápidamente, y él se percató. Un día tuve que confesarle lo que me ocurría y me pidió el divorcio, un divorcio amistoso que yo le concedí. Pensé que podría seguir siendo mi amigo y consolar así un poco mi soledad; pero no, tan pronto tuvo el divorcio, pidió plaza en el Reino Unido y se fue a trabajar en un hospital inglés. Otra vez me quedé solo. Mi hermano, el sacerdote, se quedó en Malasia, volví al pueblo una y otra vez, recorrí universidades...

 

-Estudié aquí -atajó él-. No podías encontrarme porque estaba en un colegio interno. Cuando murieron mis padres vendí la farmacia. Una farmacia en un pueblo grande como era el nuestro vale mucho dinero. Puse el asunto en manos de un abogado mercantil amigo de mi padre y él la vendió muy bien. Compré esta casa y estudié la segunda carrera, para entonces ya trabajaba en la empresa de publicidad. Con el dinero que me sobró le dije a Rafael Dar si me vendía acciones y me cedió el cuarenta y nueve por ciento. Eso fue todo lo que hice desde que pasé por la chatarrería donde ya no estabas...

 

-Y no preguntaste a nadie por mí...

 

-Claro que sí. Pregunte a un señor que había allí que por lo visto era de los que te habían embargado.

 

-Fue muy duro para mí, Luhan, no puedes imaginarte lo duro que fue.

 

-No sabes cuánto lo siento.

 

-Pero no me crees, ¿verdad?

 

-Ni dejo de creerte... Mi vida es la mía y la tuya es la tuya, nos separa un mundo de diferencias.

 

-Porque tú quieres, ¿verdad?

 

-No, porque es así.

 

No, Luhan, porque si yo te busco es por algo.

 

-No te voy a preguntar por qué.

 

-Pero es que yo estoy obligado a decírtelo, aunque no quieras.

 

-Lo siento, Sehun, de momento prefiero seguir como estoy.

 

-Me has olvidado, ¿verdad, Luhan?

 

-No, tal vez no, pero las penas, las esperanzas, van muriendo poco a poco, y cuando quieres darte cuenta, apenas si queda un resquicio de aquel fuego que nos unió -le dijo sereno.

 

-Fuego, sí, y tanto que lo fue.

 

-Sehun, por favor, ¿quieres parar? Toma asiento o márchate si gustas.

 

-¿Tú qué prefieres, Luhan?

 

-Que te vayas, que no vuelvas por aquí, que las cosas han sido porque el destino quiso que así fueran.

 

-Te has olvidado ya de aquellos prados, de aquel pajar donde nos amábamos intensamente tú y yo...

 

-Por favor -y se levantó y parecía rígido-, por favor, Sehun, no vuelvas al ayer. Tenemos nuestras vidas y no son del todo malas.

 

-La tuya es superior.

 

-Bueno, la tuya no está mal.

 

-Voy a creer, o sácame de dudas que no vives solo. ¿Verdad, Luhan?

 

-Claro que no. Tengo sirvientes que he contratado hace años y siguen aquí a mi lado. Desgraciadamente, mis padres fallecieron uno junto al otro entre los retorcidos hierros del auto al año justo de haber venido a Seúl. No tuvieron tiempo de verme vivir.

 

-Yo diría que te han hecho daño.

 

-Mis padres me adoraban, Sehun, y eso siempre lo tendré presente.

 

-No me decías eso cuando te pegabas a mi cuerpo entre aquella hierba seca del pajar...

 

-¡Cállateǃ

Notas finales:

Nos vemos el otro fin de semana :)


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