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¿Derrota? o ¿Victoria? por Sorgin

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Oliver golpeó con fuerza la pared. Japón estaba fuera del mundial. La derrota había sido por un gol en el último minuto de prórroga. Benji tenía la pierna resentida y Ed se había lesionado la muñeca en el partido anterior. Pero aún así la culpa era solo suya. Debía haber metido un gol, su compañero le miro un  tanto preocupado.

 

-¿Quieres dejar de darle vueltas?. Estamos fuera ya no hay nada que hacer.- Alzo los hombros.- La próxima vez vendremos mejor preparados.- Oliver miro a su amigo sorprendido.

 

-¿Cómo puedes estar tan tranquilo?.-No podía creer que se tomara también la derrota.

 

-No me agrada haber perdido, pero que quieres que haga. Quieres que golpeemos la pared los dos.- Su expresión se torno sería.- Benji y Ed duermen en esa habitación, que crees que sentirán al oír tus goles. Ya lo están pasando bastante mal.

 

-Ellos no tienen la culpa.- El capitán de Japón apretó los puños.

 

-Ni tú tampoco.- Se acercó a él y le acarició la mejilla.- Ya se que estas frustrado. Todos lo estamos, por eso tenemos que ser fuertes, aprender de los errores y la próxima vez, ¡haremos trampas!.- Oliver sonrió a su compañero.

 

-No sabía que fueras tan tramposo.

 

-Y no lo soy, pero quería verte sonreír.- Oliver abrazo a su amigo.- Pero no puedo evitar pensar que soy el responsable.- Tom suspiró con resignación y le calló con un dulce beso en los labios. Oliver le dedicó una sonrisa pícara.

 

-Ni una palabra.- Le amenazó el castaño.

 

-Guau.- Río pícaramente. Recibiendo un pellizco como respuesta.- Es una onomatopeya no una palabra.

 

-Debería haberte dejado con la depresión.- Sonrió. Oliver se acerco a él y le colocó contra la pared, dejando su cuerpo a escasos centímetros.- ¿Qué haces?.- Tom sintió como sus muñecas eran apresadas contra la pared. Oliver alzó los brazos de su compañero hasta que consiguió unirlos para sujetarlos con una sola mano.

 

-¿Necesitas preguntarlo?.- La mano libre se deslizo bajo la suave camiseta de algodón. La piel tembló bajo el contacto. Los ojos azabaches brillaron. Una sonrisa se dibujo en el rostro del número diez.- Sabes, siempre dicen que el quince es el niño bonito, pero para mi es el número once. ¿Sabes porqué?.- Tom negó con la cabeza.- Por que eres tú.

 

Perdido. Ya estaba perdido. Sintió como Oliver le depositaba dulcemente sobre la cama. Ahora no había marcha atrás. De hecho no deseaba que la hubiera. Llevaba demasiado tiempo buscando esa situación. Sus ojos color miel brillaban en una súplica muda de deseo. Oliver le besó. Devoró su boca con pasión, mordió sus labios y después los lamió. Se quito la camiseta del pijama y ayudo a su amante a hacer lo mismo. Tumbado sobre la cama Tom aguantaba el peso de Oliver sobre su cadera. Sus movimientos circulares le conducían al paraíso lentamente; haciéndole agonizar de placer. Oliver recorrió el pecho de su amante primero con las manos, después con la lengua. Mordisqueó el cuello y los pezones. Sonrió al escuchar los gemidos de placer de su amante. Se deslizo de la cama hasta quedar de pies, cerca de la boca de Tom. Retiró la ropa que le molestaba, dejando sonrojado al muchacho de ojos de miel. Lamió sus muslos sin acercarse al miembro, torturándolo. Al final los dos estuvieron desnudos sobre la cama. Tom se deslizo sobre ella como un felino provocándolo, haciéndose desear. Oliver se recostó cediendo ante el peso del otro. La lengua de Tom jugo traviesa en el lóbulo de Oliver haciéndole delirar. Sus cuerpos deseaban sentirse, la pasión crecía por momentos. Tom introdujo el miembro de Oliver en su boca y lamió. Atton cerró los ojos el placer era tan intenso que le desbordaba. Tom no pudo aguantar más y se sentó sobre las caderas de su amante haciéndose penetrar  de un solo golpe. Sonrió al sentir como el hombre al que amaba se adentraba en él uniéndose no solo físicamente. Oliver acarició el miembro de su amigo conduciéndole al éxtasis. Tom derramó su esencia sobre el estómago y las manos de su compañero al sentir el calor de éste inundándole. Oliver lamió sus dedos mojados de leche santa, para besar después a su amigo, su amante, su compañero, su alma. Cayeron abrazados sobre la cama, agotados. Tommy apoyó su cabeza sobre el pecho del otro y aspiró su aroma.

 

-Aún así hueles bien.-Se acomodo sobre él.- Oliver le abrazó más fuerte después de cubrirle con la manta.

 

-Te amo.- El otro se sonrojó. Le giró para mirarle a los ojos.- Me gustas más que el fútbol.- Los ojos miel se abrieron al máximo.-¡¿Qué?!. Es cierto si alguna vez debo elegir entre los dos no dudes que jugare al fútbol… en el jardín de nuestra casa.

 

-Oliver, el fútbol y yo somos compatibles.- Beso a su amante. Las risas inundaron la habitación y un grito les hizo sonrojar.

 

-¿¡ES QUE NO OS PENSAIS DORMIR NUNCA!?.- Con tanto consuelo habían conseguido despertar a Benji, quién estaba de muy mal humor por haber fallado la parada que les había costado el partido. Los amantes optaron por ignorarle y continuar con sus juegos.


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