Ahora esto ha concluido. Ahora tú has muerto.
Me agradaba acariciar tus cabellos tanto, cuando ellos
eran vivos. Yo amaba todo lo que había de feo en tu
casa, tanto cuando esa fealdad era viviente.
-Pär Lagerkvist-
¿sabes a qué sabe el amor? ¿has tocado alguna vez su delicioso sabor a frutas, explosiones, fuego, agua, tiempo? Es amargo sin embargo no tanto…también es dulce y rojo…apacible y maravilloso.
Era como la quinta vez que vagaba por las calles sin rumbo, su vestimenta consistía en un conjunto que ocupo hace dos días, exactamente llevaba ese tiempo sin ducharse o tocar alguna otra prenda puesto que su exnovia le corrió sin piedad, apenas y logro coger sus zapatos. Namjoon aún se cuestionaba a si mismo ¿Cómo es que permití que me corriera de mi propia casa?, el mayor estaba dejando pasar algunos días para volver y ocupar su espacio en aquel cómodo departamento.
El desalineado hombre de cabellos plateados lamia una paleta, la deleitaba en su cavidad bucal mientras lloraba por dentro, sus ojos parecían idos y sus oídos sordos por el escandaloso ruido de los audífonos. Namjoon colocaba sus manos dentro de esa fría sudadera negra mientras observaba a su alrededor estresado… ¿Qué le causa gracia a los demás?
El peli plateado por fin se detuvo en una panadería, el tapete ubicado bajo sus zapatos sucios era rosa y poseía unas singulares iniciales (PR), el chico frunció el ceño mientras su mirada subía paulatinamente para por fin dar con una carpa decorada con encaje blanco y rosa, el nombre de este local cubierto de glaseado capullo es: “Princesa Rosa”. Ciertamente ese nombre saco la alegría burlona de Namjoon ¿Princesa Rosa? ¿Qué clase de nombre es ese?...
Sin más dudo por un minuto ingresar a la tienda no obstante su hambre era más que su orgullo, cogió entre sus dedos la palanca para ingresar, apretó con fuerza y escucho la campanilla que avisaba el ingreso de un cliente.
-¡Buenos días cliente!-
Un chico de cabellos negro intenso, estatura promedio para los jóvenes coreanos entre 19-21 años, sus ojos podían permanecer tan abiertos como cerrados para irradiar la misma sonrisa en forma caricaturesca. Namjoon no pudo evitar notar que el uniforme del muchacho era rosa claro, que el suelo era color palo de rosa y que cada pan colocado en las charolas (rosas) era de un tono diferente de ese estresante color vivo.
¿Qué les pasa en este lugar? ¡ya veo por que se llama “Princesa Rosa”! esbozo Namjoon entre dientes, con una bandeja y unas pinzas busco entre los panes, ninguno le llamaba la atención, todos eran tan ¡cursis! que se enfermaba al verlos una sola vez, paso entre las charolas y por fin vio un “tabique” de color palo de rosa (el que fuera opaco y desabrido hacia sonreír a Nam victorioso), el peli plateado lo cogió y fue hasta la caja para pagar pero estando ahí escucho una calmada y pacifica voz que le hundía en un mar poco profundo.
-¿un tabique?...que pan tan triste.
El chico alto (ligeramente más alto que Namjoon), cabello negro ébano, ojos cafés claro que podrían combinarse con un poco de luz y ser verdes o azules, tal aprecia que reflejaban su estado de animo, él llevaba puesto un delantal rosa y una bandeja con panes… ¡rosas!
-¿Qué?
-ese pan refleja la tristeza que te invade en este momento
-¿Cómo?
Namjoon comenzaba a enfadarse ¿le estaba leyendo la mente el muy maldito?, lo que más odiaba el peli plateado era que intentaran ver muy al fondo de su ser o peor aún ¡que lo lograran! Jin había traspasado la buena fe de Namjoon
-es solo que el pan refleja nuestras emociones…
El chico de cabello azabache miraba a Namjoon con esa magnífica curva, una curva se dibujaba en su parpado para desembocar en el lagrimal, era simplemente perfecta esa mirada que laguna parecía y que cubría con un delineado negro por nacimiento esa pupila de color indefinido. Namjoon quedo hipnotizado por la hermosa mirada del joven alto, cogió sin más su bolsa con el pan dentro y no dijo ninguna palabra más solo escucho lo último que Jin tenía que decir.
-¡regresa! Y te aconsejare que pan podrías deleitar cada día…
Esos ojos que desembocan la tristeza, esos ojos tan liberales y seductores, esos ojos glaseados por la pupila, el glaseado de una hermosa deformidad.