Una gran ronda. Jardín de infantes.
Ahí empezó todo.
El corazón de Josh estaba acelerado mientras los demás chicos hablaban, no quería que fuera su turno. No quería hablarles sobre ellos, principalmente porque le daba verguenza. En la tele esa gente era mala, él no quería que creyeran que su familia era mala.
- Vamos, Joshua. Es tu turno.
Escuchó la voz de su profesora como lejana. Sus compañeros lo miraron, todos los ojos sobre él.
¿Que tenía que decirles? ¿Que su papá no trabajaba y que estaba todo el día en el sillón tomando de una botella de algo extraño? ¿Que su mamá nunca estaba en su casa y que nunca le hablaba?
Y no quería hablar de los golpes que le daba su madre. Le tenía miedo cuando estaba en la casa.
Prefería quedarse con su padre en el sillón, el olor alejaba a su madre siempre, y aunque a Josh no le gustaba que su padre oliera así, aveces era bueno.
Una vez había tomado de la botella de su padre, era asqueroso. Nunca lo volvió a hacer.
La profesora lo miró impaciente, entonces hizo algo que su hermana mayor le había enseñado.
Una vez la había visto en su habitación con un chico mucho más grande que ella. Ambos estaban desnudos y ella hacía ruidos extraños. No entendía lo que estaba haciendo, pero cuando el hombre se fue ella le dijo que no le dijera a nadie. Que ella no había estado con nadie.
Josh no lo comprendió, acababa de verla con ese hombre, entonces ella le enseñó lo que era mentir.
- No es malo - Le dijo - Es para salir de situaciones feas, o hacer sentir bien a otra persona. ¿Crees que es malo hacer sentir bien a otra persona?
Josh negó con la cabeza. Ella le sonrió.
- No lo es - Le acarició el pelo - Pero trata de mentir lo menos posible, Joshua. Quiero que no vivas en esta prquería de vida ¿sabes? tienes que seguir siendo un niño así de lindo. No mientras como yo, usa las mentiras como último recurso ¿Sí?
Asintió.
Era el último recurso que tenía.
- Mi mamá trabaja lejos de casa - Empezó - Como mi papá - Mintió. Su padre no tenía trabajo. La profesora lo miró con un poco de preocupación - Pero pasan mucho tiempo en mi casa - Volvió a mentir - Siempre salimos juntos y me compran cosas. Siempre vamos con mi hermana mayor. Ella tiene quince y tiene un novio muy bueno. Lo lleva a casa siempre. También vienen mis vecinos, que son hermanos y les gusta jugar a la pelota conmigo.
- ¿Algo más?
- Emmm... Si. Siempre salimos de vacaciones y hago muchos amigos.
- Tienes una familia hermosa, Josh - La pofesora sonrió y miró al compañero al lado suyo - ¿Y tu, Micah?
Y es ahí donde empezó la gran mentira.
A lo largo de los años se fue haciendo más grande.
Sus padres cada vez más enamorados. Hermana universitaria. Casada. Inventó una boda.
Vacaciones familiares. Su primer beso.
Navidad. Año nuevo. Pascuas. Todo eran mentiras. Nunca habían sido una familia feliz.
Sus vecinos eran amargados ancianos. No tenía amigos. No tenía novia. Nunca se había enamorado. Nunca había besado a nadie.
Su hermana siempre se acostaba con hombres mayores. Había repetido el año como tres veces. Tuvo un hijo a los diecisiete años.
Sus padres no se podían ni ver. Nunca habían vacacionado. Su padre era alcohólico. Su madre lo detestaba y era adicta al trabajo. Su hermana era una zorra. Y él era un mentiroso.