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Waiting... por Smile Gazerock

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Notas del fanfic:

Hace muuuucho tiempo quería escribir algo así,espero que lo disfruten.

No sabía lo que le estaba ocurriendo en ese momento, en cuanto su madre le presentó a aquel hombre sus mejillas se tiñeron de un fuerte carmín y un calor se extendió por todo su cuerpo. Sus ojos no podían despegarse de la figura del hombre que se encontraba frente a él y que, segundos atrás,  su madre había presentado como su novio. En sus cortos 13 años de vida Tanabe Yutaka estaba experimentando por primera vez una sensación que nunca antes la había siquiera imaginado, por lo cual se sentía muy confuso. Yutaka era un chico de cabellos castaños cortos y alborotados, era poseedor de una hermosa sonrisa y un hoyuelo en su mejilla izquierda, su mirada estaba compuesta por unos expresivos ojos marrones llenos de brillo, su figura era delgada, como la de cualquier niño que no era capaz de estar tranquilo sin hacer nada.

 

 

-Tanabe saluda a Akira- comentó su madre con una mirada que mostraba cierto enojo y que sin embargo el menor no fue  capaz de notar.

 

 

La madre de Yutaka era sin duda hermosa, sus cabellos era de un color castaño claro rozando con el rubio, el cuerpo de la mujer estaba dotado por hermosas curvas a pesar de haber tenido a un hijo, su piel se veía tersa como si aún se tratara de la de una adolescente, sus ojos de un color semejante al cielo mostraban astucia y vida y sus labios eran abultados y de un tono sonrosado que invitaban a todo aquel que los viera a besarlos, cómo un imán atrae a los metales.

 

 

-Ho…hola- habló con suavidad Kai bajando su cabeza mientras que no dejaba de jugar con sus manos producto del nerviosismo que le provocaba la situación.

 

 

-Yutaka, debes elevar la mirada cuando saludas- regañó su madre.

 

 

El menor, aún con su cabeza baja, elevó su mirada chocando al instante con la mirada del mayor, Yutaka quedó sorprendido por la hermosa y penetrante mirada marrón oscura de la que era poseedor el novio de su madre. Sintió como una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo, paralizándolo inmediatamente, un leve cosquilleo se hizo presente en su bajo vientre y en una fracción de segundo su rostro por completo se tiñó de un fuerte rojo. Algo extraño le había ocurrido, tan solo observar la mirada del mayor, inclusive fue capaz de percatarse que su mente se quedó en blanco por algunos instantes. Por otro lado Akira sintió una enorme ternura al ver aquella reacción por parte del menor, por lo que una suave sonrisa se implantó en su rostro, nunca se había topado con un niño que fuese tan inocente y tierno, así que se encontraba positivamente sorprendido.

 

 

-¡Yutaka!-

 

 

-Déjalo- intervino Akira –está bien así, es obvio que él se encuentra nervioso por mí culpa, además a mí no me molesta en lo absoluto-

 

 

-Eres tan bueno querido- dijo la hermosa mujer para luego besar profundamente al que era su novio.

 

 

Tanabe sintió cómo su corazón se contraía de manera dolorosa en su pecho tras ver aquella escena, no sabía por qué sentía ese profundo dolor, aunque si era sincero consigo mismo era capaz de deducirlo. Aunque él no lo quisiese admitir, sabía que la razón de su dolor era que le había gustado aquel hombre, sabía que en el momento en que cruzaron miradas unas falsas esperanzas se implantaron en su ser y que éstas fueran rotas de manera cruel luego de observar aquel contacto. En lo profundo de su corazón se sentía como un verdadero idiota al pensar que aquel hombre fijaría su mirada en él si, después de todo, tenía a su madre. Su madre era la persona más hermosa del mundo, y poseía una linda personalidad, era iluso de su parte pensar que el otro iba a ser capaz de dejar todo lo anterior por un niño delgado y feo como lo era él.

 

 

Siendo incapaz de continuar observando aquella escena que presenciaban sus ojos, se dio vuelta y huyó con la mayor velocidad posible a su habitación. Sin cuidado alguno se aventó a su cama y escondió su rostro en la almohada, mientras que pequeñas gotas de agua salina se escapaban de sus ojos, mojando poco a poco la tela que se encontraba bajo él. Pequeños hipidos salían de sus labios, los cuales eran acallados por la almohada. Se sentía increíblemente triste, había sentido lo que era una esperanza amorosa y una desilusión en una fracción de segundo, aquello era más de lo que su pequeño corazón podría soportar. Transcurrió unos cuantos minutos cuando escuchó como alguien se acercaba, y segundos después el golpeteo sobre su puerta. Para ese entonces los indicios de que había estado llorando ya no se notaban.

 

 

-¿Qué ocurrió Yutaka? ¿Por qué te fuiste así?, has estado actuando algo extraño- externó la mujer mientras que acariciaba con suavidad los cabellos de su hijo.

 

 

-No es nada importante, me dolía un poco la cabeza, así que para no preocuparte decidí venir a acostarme- mintió con tanta habilidad que ni siquiera su madre fue capaz de darse cuenta.

 

 

-Así lograste todo lo contrario, es más no me preocupaste sólo a mí, sino que también a Akira-

 

 

Oh, Akira, el tan solo escuchar aquel nombre provocó que el corazón del menor se apretara dolorosamente, con cierta discreción dirigió su mirada hacia su madre y la encontró feliz, como hacía tiempo no la veía, una hermosa sonrisa sincera en sus labios, una mirada llena de vitalidad e irradiaba aquella ternura que siempre le hacía sentirse tranquilo. Y allí lo comprendió, Akira estaba prohibido, porque era el hombre de su madre, aquel ser que le dio felicidad.

 

 

-De verdad lo lamento madre, no lo volveré a hacer- dijo para luego abrazar a su madre.

 

 

-Está bien mi pequeño, sólo no lo vuelvas a hacer, vamos recuéstate hasta que ese dolor pase, yo estaré abajo junto a Akira-

 

 

Tanabe fue a recostarse y desde su cama vio la espalda de su madre. Al cerrarse la puerta las lágrimas bajaron rápidamente, sentía mucha angustia, una que no había sentido antes en su corta vida. Recordó inevitablemente las palabras de su tío “Algún día te enamoraras de alguien, sea chico o chica sentirás cómo tu mundo se pone de cabeza, querrás a esa persona más que nadie, así que cuando la encuentres debes atesorarla y velar por su bien, te lo digo porque ahora comenzarás a conocer a más personas Yuk-kun” no pensaba que aquello le ocurriría tan pronto y tan de la nada, esperaba sentirse de aquella manera luego de conocer plenamente a aquella persona, sin embargo, sólo basto una mirada para que se desencadenara todo lo anterior.

 

 

Estaba observando el techo de su habitación, pensando, intentando desviar su mente, porque no quería escuchar las risas que estaba escuchando, no quería escuchar las risas de Akira ni de su madre. Cuando su mente lograba concentrarse en otra cosa las risas se volvían más fuertes, y no podía evitar pensar lo injusto que era, incluso llegó a pensar que todo era planeado, pero como rápido vino se fue aquella idea. Sin percatarse sus parpados comenzaron a hacerse más pesados y sin más, de la nada, se cerraron completamente para dejarse abrazar por los brazos de Morfeo y detener su agonía en lo que duraban sus dulces sueños, en los cuales Akira no existía, ni había llegado a cambiar su vida.

 

 

Sentía un suave calor extenderse de su hombro hacia el resto de su cuerpo, poco a poco se percató de que aquel calor provenía de una mano la que lo movía con suavidad con el fin de despertarlo. Sus parpados comenzaron a abrirse lentamente, intentando acostumbrarse a la claridad del lugar. En unos instantes sus ojos fueron capaces de enfocar y lo que encontraron frente de sí lo dejó perplejo, era Akira, estaba allí despertándolo, algo cerca en comparación a la distancia que tuvo cuando lo conoció tan solo ayer, y con una encantadora sonrisa en su rostro que logró sonrojar al menor.

 

 

-Buenos días Yutaka- saludó amablemente, el menor simplemente se quedó callado intentando calmarse.

 

 

-Buenos días Akira-san- respondió con una sonrisa encantadora que dejó sorprendido al mayor –disculpe, ¿por qué se encuentra despertándome usted?-

 

 

-Oh! Lo lamento, es que al parecer nuestra primera impresión no fue la mejor, así que junto a tu madre pensamos que era buena idea que yo viniese a despertarte y así habláramos algo- respondió tranquilamente mientras que no quitaba su mirada de la del castaño, lo que logró ponerlo nervioso –mira Yutaka, yo no quiero quitarte a tu madre ni…-

 

 

-Akira-san, yo sólo me encuentro preocupado por el bienestar de mi madre, si sus intenciones de estar junto a ella son serias yo no tengo por qué molestarme, sólo quiero que mi madre sea feliz y no sufra- habló el menor mirando a los ojos del otro.

 

 

-Entonces no tenemos nada que aclarar Yutaka, después de todo yo amo a tu madre y tengo pensado formar una familia en compañía de ella y tuya- comentó con suavidad –dime, ¿te gustaría tener un hermanito?-

 

 

Tras esa pregunta Kai sintió como su corazón se quebraba, pero ¿qué podía hacer?, echarse a llorar en los brazos de Akira y  decirle lo que sentía, actuar como un niño berrinchudo y mentir sobre tener celos de tener un hermano, simplemente aquellas no eran opciones, no cuando sabía que aquello haría inmensamente feliz a su madre, aunque aquello significara que quisiese hacer una vida nueva y que seguramente olvidase a su padre.

 

 

-Por supuesto Akira-san, me encantaría tener uno y ser capaz de cuidarlo ¿a usted le gustaría ser padre?- preguntó por un simple impulso.

 

 

-Me fascinaría, es un sueño para mí- respondió con una sonrisa radiante, la que causó estragos en el menor.

 

 

Tanabe se había sentido extraño, por una parte aquella sonrisa lo había dejado deslumbrado, pero las palabras que habían acompañado a aquella sonrisa lo habían destruido, si es que en algún lugar recóndito de su corazón se encontraba un pequeño rastro de esperanza, éste fue destruido por las palabras del mayor, después de todo el hecho de que él era un hombre no iba a cambiar nunca, no sería capaz de darle un hijo, no sería capaz de hacer feliz a la persona que quería, pero su madre sí.

 

 

-Yutaka, podrías dejar de tratarme de usted la verdad es que me hace sentir un tanto viejo- comentó con una risa nerviosa.

 

 

-Está bien Akira- y el mayor al escuchar su nombre con aquella calidez no pudo evitar sentirse feliz.

 

 

-Muchas gracias, ahora vamos a desayunar- dijo entusiasmado.

 

 

Yutaka fue a desayunar de manera rápida, después de todo no era capaz de soportar ver como su madre y Akira se regalaban caricias y tiernas palabras. Se vistió rápidamente con su uniforme y se fue rumbo a su colegio con un rostro acongojado. En el camino no dejó de pensar en todos los problemas que le aquejaban, en menos de lo que espero ya se encontraba frente al edificio donde estudiaba, observó a su alrededor y donde quiera que mirara observaba a todo el mundo hablando con sus amigos, un suspiro cansino se escapó de sus labios, pues era en momentos como estos en los que necesitaba la ayuda de un amigo, de alguien que lo aconsejara o que tan solo lo escuchase, pero no tenía nada similar, su personalidad algo introvertida se lo impedía. Había querido un par de veces comportarse de manera distinta, pero prefería seguir así, porque no sabía que iba a suceder si actuaba de otra manera, porque le temía al cambio.

 

 

Cuando el menor se encontró nuevamente en su casa, con su ánimo sin ningún cambio, se llevó una enorme sorpresa al ver a Akira nuevamente allí sentado junto a su madre con una sonrisa y observándolo con sus ojos intensos al igual que su madre. Querían hablar con él eso era claro, lo veía en sus miradas y aquello lo puso nervioso. Miró a ambos intercaladamente, hasta que su madre se dignó a acercarse a él y a llevarlo a la mesa para sentarlo frente a ambos, las primeras palabras que escucharon sus oídos no fue un “hola hijo”, sino un “tenemos que hablar” y sin saber porque, aquellas palabras lograron erizarle la piel.

 

 

Su rostro permanecía con la misma expresión que tenía en un principio, una seriedad imperturbable, pero eso sólo se trataba de su exterior. Su interior en esos momentos, resumiéndolo en una palabra, era caótico, estaba lleno de sentimientos que ni siquiera sabía que existían en su ser, pero por sobre todo no sabía cómo actuar aquella noticia lo golpeó fuertemente. Yutaka se había imaginado aceptando a Akira de a poco, viéndolo de vez en cuando en la casa, a la vez que intentaba tener la menor interacción posible, para así, ser capaz de olvidar al mayor de forma gradual y poder enamorarse de una bella chica. Su plan se  fue al carajo tras escuchar la fantástica noticia, como la había llamado su madre, “Akira vivirá con nosotros” exclamó feliz sin tener en cuenta los sentimientos de su hijo, aunque no había forma de culparla, después de todo ¿quién se imaginaría que su propio hijo se enamoró de su pareja?

 

 

-Y Yuk-kun ¿qué opinas?- y allí se encontraba helado sin saber qué decir, observando los ojos de su madre llenos de ilusión.

 

 

-Estoy feliz madre, me alegro por ti- respondió con dificultad, pero mostrando una enorme y radiante sonrisa, falsa.

 

 

Y allí comenzó el calvario de Yutaka, tendría que soportar a Akira todo el día en su casa, observar a su madre besarlo, abrazarlo, mientras que él sólo debía limitarse a sonreír como un bobo, mintiendo, llevando una máscara, mientras que su interior era destrozado con cada imagen. Suzuki Akira no parecía querer aliviar la carga del menor, sino todo lo contrario, porque al pasar de cada día el mayor intentaba acercarse más a Yutaka. Tanabe estaba sufriendo, no soportaba tener a Akira tan cerca, pero a la vez lejos, y sus sentimientos iban creciendo a pasos agigantados debido a la preocupación que el de ojos penetrantes mostraba hacia él. Siempre le saludaba, siempre preguntaba cómo le había ido en el colegio, siempre estaba allí dispuesto a ayudarle a hacer los deberes, siempre lo escuchaba y lo mimaba, siempre tan amable, tan dulce que Yutaka sentía que su corazón no era capaz de soportarlo y que terminaría explotando de felicidad.

 

 

Ya no podía hacer nada, no se podía negar a los buenos tratos de Suzuki, ya no intentaba sonar enojado, hablaba con Akira y se daba el placer de reír, de mostrarle su sonrisa, de mostrarle aquel tierno hoyuelo que se formaba en su mejilla izquierda. Lo admitía, se divertía junto a Akira, le gustaba escuchar la profunda y grave voz del mayor, le encantaba ver su enorme sonrisa y escuchar sus carcajadas, en sí se sentía parte de un sueño, sueño que terminaba cuando su madre aparecía y pasaba a convertirse en una pesadilla, porque desde ese momento, desde ese instante, las palabras ya no eran dirigidas hacia él, las sonrisas y carcajadas no eran por comentarios propios, ni siquiera era merecedor de una mirada. Cuando aquello ocurría el menor se escabullía lentamente para dirigirse a su habitación y encerrarse allí a soltar algunas lágrimas traicioneras, las que con el pasar del tiempo comenzaron a disminuir en número considerablemente, y Yutaka se abrazaba a sí mismo esperando el día en el cual las lágrimas cesaran, a esperar que sus sentimientos cambiaran.

 

 

Un tortuoso año pasó, uno en el cual había sido testigo de besos, caricias, abrazos  e inclusive los gemidos de su madre en un par de ocasiones. Sin embargo no todo era lúgubre y gris, después de todo en ese año Yutaka tuvo la oportunidad de conocer a Akira, llevaban una excelente relación cuando ambos se encontraban solos, sus charlas eran largas y amenas, inevitablemente el menor parecía enamorarse cada vez más de Suzuki, adoraba muchas de sus cualidades y era capaz de aceptar sus defectos sin mayor problema. Así sin darse cuenta llegó el día 28 de Octubre, su cumpleaños, para Yutaka no era una fecha muy significativa, pero su madre y Akira pensaban de manera distinta, fue así cómo ese día al llegar de la escuela se llevó una sorpresa.

 

 

-¡Feliz cumpleaños Yutaka!- habían exclamado con entusiasmo ambos adultos mientras que su madre alzaba sus brazos y Akira sostenía el pastel.

 

 

El de cabello castaño pudo observar la manera en que ambos se acercaban cantando la característica canción del cumpleaños feliz, su madre mostraba una hermosa sonrisa mientras acompañaba el canto con leve aplausos, Akira sonreía inmensamente mientras que en sus manos el brillante pastel de chocolate que era adornado por 14 velas. Hace mucho que no veía una imagen como esa, se sentía feliz, pero a la vez triste, porque sabía que Suzuki lo estaba viendo como a un hijo y aquello no le gustaba, mas aquello pasó a segundo grado al ver lo felices que se encontraban las dos personas más importantes en su vida.

 

 

-¡Feliz cumpleaños Yuk-kun!- su madre se apresuró a abrazarlo y a llenarlo de besos por todo su rostro.

 

 

-¡Feliz cumpleaños Yutaka!- mencionó Akira abrazando al menor de manera cálida, logrando que Tanabe se sintiese un tanto incómodo y avergonzado, porque su madre se encontraba en la cocina, en esos momentos estaban solos –ten quería darte esto- habló extendiéndole una bolsa de regalo –espero que te agrade-

 

 

-Muchas gracias Akira- agradeció con una enorme sonrisa, pero justo cuando iba a abrir el regalo su madre los llamó a ambos para comer el pastel.

 

 

Fue un cumpleaños tranquilo y algo nostálgico, su madre le regaló un balón de fútbol que no dudo en probarlo en el patio de la casa junto a Suzuki, al final ambos se divirtieron con el regalo del menor. Luego decidieron ver una película, aunque a mitad de ésta el menor alegó sentirse cansado para dirigirse a su habitación, la razón, su madre y Akira estaban besándose y abrazándose posesivamente, lo que obviamente, seguía molestando al menor. Cuando llegó a su habitación abrió el regalo de Suzuki y no pudo evitar la enorme sonrisa que se formó en su rostro, el mayor le había regalado una playera de su banda favorita, pero lo que más le encantó al menor fue el aroma del perfume de Suzuki. Yutaka se detuvo frente al espejo mientras que se observaba con su nueva adquisición que simplemente le quedaba perfecta. Estaba viendo su reflejo cuando se percató de que había un sobre encima de su cama junto a la bolsa, con cuidado se acercó hasta éste y lo abrió encontrándose con una carta de Suzuki.

 

 

Tanabe no podía ser más feliz al tener la carta del otro en sus manos, debía admitirlo, la caligrafía de Akira no era la más perfecta no ordenada, pero era capaz de leer lo que allí se hallaba escrito, y aquello era lo importante. Suzuki agradecía los momentos que habían pasado juntos, recordaba la primera horrible impresión, relató lo desanimado que se encontraba al creer ser odiado por el menor, repasó algunos hechos relevantes hasta lo que ahora era su extraña relación de amistad. El castaño sentía su corazón latir con fuerza contra su pecho y sus mejillas sonrojadas, se sentía animado al saber que Akira lo veía como su amigo, que confiase en él y que lo considerada importante. Casi al final de la misiva se extendía una posdata corta pero significativa “esto es nuestro secreto, un código, yo seré Reita y tú serás Kai”. La sonrisa enorme en su rostro no podía ser quitada fácilmente, no luego de que Akira le diese un apodo secreto, uno que sólo ellos sabían, un secreto que no inmiscuía a su madre, era único, era especial.

 

 

-Gracias… Reita- susurró al aire con sus ojos cerrados disfrutando de la brisa que en esos momentos se colaba por su ventana.

 

 

Sabía que lo que le esperaba de ahora en adelante eran más momentos tristes y felices entremezclados, pero a él sólo le bastaba estar cerca de Reita y verlo sonreír para poder ser feliz. Sabía que su amor por el mayor estaba creciendo, sabía que no se iba a detener fácilmente y tenía más que claro que aquello le iba a doler, pero estaba seguro que le dolería aún más el encontrarse separado del de mirada profunda. Y así se quedó dormido sobre su cama, con la carta entre sus manos y la playera puesta, el olor de Reita envolviéndolo, esperando el día siguiente, esperando una charla amena, esperando el día en que dejara de amar a Reita.

 

 

Notas finales:

Eso fue todo, espero que les gustara, si tienen alguna duda pueden dejarla en un review, lamento las faltas ortográficas, un abrazo enorme. Bye <3


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