Mi vida transcurre entre callejones, bares y barrios inmundos; ¿quién soy?, uno de los tantos hijos de la calle, esa que nos adopta y nos provoca nauseas, pero nada podemos hacer, nada…
Llevo más de tres días sin probar bocado y aún estoy en pie, vaya ironía, cualquier persona o animal busca desesperadamente la manera de sobrevivir mientras que yo, sin animo alguno, me dejo ir en este oscuro rincón donde jamás nadie me hallará, donde nunca nadie llorara por mi, porque estoy solo.
El olor a muerte esta a mi lado sin tocarme apenas, desearía tanto estar nuevamente con ella, con esa noble mujer de ojos esmeralda y rubios cabellos, estar entre sus dulces brazos sintiendo como me regala su sonrisa, madre, no sabes cuantas veces pienso en ti y termino llorando al recordarte en esa cama, enferma, moribunda… no sabes cuantas veces maldigo a aquel hombre cuyo nombre no conozco y me veo obligado a llamar padre alegrándome de ni siquiera recordar como es mi rostro, pues se que no gozo de tu verde mirada ni de tus dorados caireles.
Comienza a llover, ¿será por ti?, no creo que sea por mí así que sonrió a esa alucinación que me invade, tu rostro alegre llamándome “Keith, Keith…”
Se me escapa la noche pero no el cansancio, se escabullen las estrellas pero la Luna se quedará un poco más, solo un poco. No puedo ni moverme, todo mi cuerpo esta nuevamente adolorido, esta sí que a sido la peor de todas.
Cuando uno se ve obligado a vagar por las calles de Italia las posibilidades son escasas, quisiera hacer seguido tus enseñanzas madre, pero solo robando un poco de pan podía continuar un par de días, hasta la ocasión en que, con apenas dieciséis años fui atrapado, no soy buen ladrón… ojala pudiera olvidar mas ya me he hecho a la idea de que este es mi por demás penoso destino y mi único anhelo es estar una vez más a tu lado; media vida difícil pero dichosa, media vida imposible e infernal, ¿estamos a mano destino?...
Mi respiración se pausa peligrosamente y se que desfallezco cuando frente a mi un gran auto negro frena, se abre la puerta y un hombre mayor baja de él, me mira y yo, ya no consigo saber más…
Abro los ojos y no se donde estoy, el olor putrefacto y la suciedad han desaparecido de mi alrededor; me dejo llevar por el silencio que me invade y relaja, no recordaba sentirme tan en paz desde, desde aquella época…
Reacciono al ruido de la puerta y apenas volteo a ver de quien se trata; es el mismo hombre que me observa analítico sin dirigirme palabra, nunca me a gustado esa mirada pero, no, ahora caigo en que no es la misma de las personas que me han visto antes, es diferente…
Abre su boca, pronuncia unas frases y no me creo lo que he escuchado…
CONTINUARÁ...