Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Epifanía |HunHan| por nosunrise13

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Two shot porque con sólo una parte probablemente me odien. 

Notas del capitulo:

Es el primer HunHan que escribí y le tengo mucho cariño; aunque tal vez cuando lo lean me odien. <3

Para LuHan mirarlo y suspirar al vacío, estaba perfectamente bien. Era lo único a lo que podía aspirar. Él sabía que pedir más, era desafiar a su suerte. Y estaba bien. Hasta ese día. 

Realmente era un completo desastre ese jueves. Corría por los pasillos con la esperanza de que el tiempo se detuviera y que de ese modo llegara sólo 15 minutos tarde a clase. Pero esas cosas no pasan, así que rogaba que el profesor le dejara entrar a pesar de esos 20 minutos de retraso. Estaba agotado, LuHan siempre fue un poco flojo. Sólo un par de pasillos más, luchaba con el botón de su camisa y trataba de arreglarse la corbata con la mano derecha; mientras que con la izquierda intentaba cerrar su mochila. Había olvidado peinarse debido a la prisa. En realidad, no lo había olvidado; sólo que no sintió la necesidad ese día. De todas formas, nadie se fijaba en él.
Una última curva antes de llegar al aula 207 para la clase C, Álgebra. Sintió un golpe en la cabeza, pero no tan fuerte como el de su trasero estrellándose contra el piso. 

—Lo siento. ¿Estás bien?— el culpable de la caída se agachó para ayudarlo. Lo vio. El dolor se esfumó. El día ya no parecía tan malo después de todo. 

—Se... SeHun— estaba soñando. Sí, debía ser un maldito sueño. 

— ¿Estás bien? — conocía su voz a la perfección, no podía equivocarse, diez años no pasan en vano.
Siempre había sentido curiosidad de cómo era estar cerca de él. Lo suficientemente cerca. Se puso de pie con incomodidad. Aún no había logrado que su mirada no lo delatara cuando veía a aquel rubio alto. 
—Sí. Estoy bien— se pasó la mano por el cabello, tratando de arreglarlo un poco. ¡Gran día para no peinarse! LuHan estaba nervioso ¡Tan nervioso! Ni en sus sueños hubiera podido imaginar ese momento. 25 minutos tarde. No importaba. 
—Disculpa de nuevo— se agachó, recogió la mochila azul y se la entregó. 
Sentir su piel, aunque fuese un sólo roce, fue demasiado para el pequeño LuHan. Se quedó en silencio unos segundos. Como si con eso su corazón dejaría de latir tan aceleradamente. No notó cuando él se fue. Después de todo ¿Qué más podía pedir?

Las horas habían pasado. Poco le importaba la tarea extra por llegar tarde. Su cabeza estaba ocupada con otro pensamiento.

Y ahí estaba, de vuelta a la realidad: mirándolo de lejos; sonriendo cuando él lo hacía, tratando de leer sus labios en las conversaciones que mantenía con sus amigos. Enojándose cuando decenas de chicas lo rodeaban y reían tan falsamente, y sintiendo un gran agujero en su interior cuando él no hacía nada por alejarlas. 


—Deberías decirle alguna vez— LuHan volteó hacia su amigo. Al cual había estado ignorando por mirar a quién le ignoraba. —Es enfermizo. Sólo te sientas aquí cada día. Él no te ve. Lo sabes— suspira. MinSeok siempre tiene la razón. 

—Se lo diré— susurra LuHan.

—Al menos deberías intentar acercarte. Conocerlo de verdad. Así tal vez cambiarías de opinión— 

—Se lo diré, MinSeok— le repitió más fuerte. MinSeok volteó sorprendido a ver a LuHan. Sólo rió. 


—Lu, cuando lo hagas, te creeré— ambos sonrieron. LuHan llevaba años mirando de lejos. MinSeok había sido demasiado paciente con su amigo. Pero era verdad, se convertía en algo enfermizo; pero lo cierto era que LuHan nunca había sentido la necesidad de algo más que sólo verlo. Estaba consciente de que no era del tipo que SeHun frecuentaba. No era lo suficientemente atractivo como para llamar su atención. Ni lo suficientemente popular para intentar pertenecer a su círculo de "amigos". Y habría podido vivir perfectamente con sólo mirarlo, hasta ese día. Cuando hablaron por primera vez. Cuando sintió por un segundo su fría piel. Cuando escuchó su voz dirigiéndose a él. 

Necesitaba más. 

Esa sensación que había estado a flor de piel en él todo ese día, le hacía querer más. Ya no le bastaba con sólo verlo. Quería hablarle. Quería que le sonriera al igual que lo hacía con sus amigos. Quería escuchar su voz diciendo su nombre alguna vez. Quería desesperadamente que SeHun lo notara y que por lo menos un segundo, pensara en él. 

Resultaba curioso que en tantos años estudiando en el mismo lugar no hayan cruzado palabra hasta ese día. No es que LuHan no haya querido hablar con él. Lamentablemente, el mundo de SeHun estaba rodeado de personas diferentes. Y al parecer al rubio le gustaba ese entorno. Los del salón “A” nunca han necesitado de los del “C” y a estos no parece importarles. Pero LuHan necesitaba a SeHun, más de lo que le gustaría admitir. Y SeHun… él ni siquiera sabía que LuHan existía. 

Caminaba con ningún pensamiento en específico. Realmente no podía concentrarse en nada. Ese fue el motivo por el que decidió "descansar" esas dos últimas horas de clase en el día. Le había dicho a la maestra de Literatura que al parecer estaba teniendo los síntomas de un resfriado. Dolor de cabeza y una nariz roja -apretada por mucho tiempo para que quede así- fueron suficientes motivos para una maestra que le consentía mucho y se preocupaba por él. 

Con lo distraído que era Luhan, nadie podía creer que realmente fuera buen alumno además de ser muy responsable. El mismo MinSeok, quién conocía a Luhan hace 7 años ya -3 años después de que el síndrome Oh SeHun atacara a su amigo- se sorprendía de que LuHan pudiera dedicar su vida a perseguir a lo lejos a alguien y que aun así le alcanzara tiempo para ser uno de los mejores - sino el mejor- de la clase. 
LuHan era un chico feliz, después de todo. No podía considerarse a sí mismo como una persona desafortunada. Estaba consciente de que su vida no era difícil en comparación con miles de personas que en realidad pasaban por problemas terribles. Aun así, le hubiera gustado tener un poco más de suerte en algunas cosas.

LuHan no dejaba que las cosas que le pasaban afectaran mucho su estado de ánimo. Había aprendido a lidiar con todo, un amor de 10 años. (Porque sí, LuHan estaba convencido de que era amor. No podía ser otra cosa), las constantes discusiones con sus padres; y algo con lo cual le era mucho más difícil de sobrellevar: Su baja autoestima. Nunca le gustó como era: demasiado bajo para su edad, demasiado débil ante los demás. Y algo con lo lidiaba diariamente y que le traía más decepciones era su increíble carisma y buena voluntad, hacían que muchas veces se aprovecharan de él. "LuHan, me ayudas con mi tarea de mate" "LuHan, viejo, necesito dinero" " Lu... Estoy en problemas" no era tan malo desde un punto de vista. LuHan era conocido entre sus compañeros, sólo cuando querían favores. Cuando él necesitaba de ellos, con suerte y alguno se acordaba de su nombre. Solía pensar a menudo que algo andaba mal con él. Sólo que siempre andaba buscando el qué. Él no quería ser mala persona al negarse a ayudar a los demás. Pero también estaba harto de que se aprovecharan de él. No tenía en mente una posible solución a su problema. Además de la que ya se había planteado años atrás, pero esta resultó desastrosa. Aun así, de algo estaba seguro: disfrutaba inmensamente de esos momentos donde era conocido y lo buscaban. Donde tenía la atención de sus compañeros. Se sentía querido y feliz. No importaba tanto en ese instante si luego no quisieran comer con él en el almuerzo, si luego no le prestarían dinero cuando lo necesitaba, o si minutos después no recordaban su nombre. LuHan vivía arriesgándose siempre con tal de tener un momento de felicidad. Vivía para eso. 

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿10, 30 minutos? LuHan no tenía idea. Había estado caminado por toda la escuela. Creía que conocía todas las instalaciones; pero se topó con un jardín amplio y descuidado detrás de la biblioteca. Un gran árbol ocultaba una banca de madera. Se acercó a pasos lentos y reconoció aquella cabellera. Podría reconocerla a kilómetros. Por más de que cambiara de color constantemente. Siempre se había preguntado cómo sería tocar ese cabello. Apartar esos mechones rubios de aquellos ojos oscuros. Y admirar de cerca ese rostro pálido y fino. Sonrió ante la idea. Quiso acercarse más pero algo lo detuvo. ¿Qué le diría? Después de la conversación con MinSeok decidió que le diría; que se confesaría a SeHun. Pero, ¿sería ese el momento adecuado? LuHan se sentía nervioso.

¿Debería sólo irse y olvidar todo ese asunto? Sí, debería.

¿Debería mirarlo de lejos los meses que le quedaban de escuela? Sí. Y tal vez, sólo tal vez, lejos de él, lo olvidaría.

¿Debería soportar los celos cuando alguien se acercaba a SeHun? Sí, podía vivir con eso.  

¿Debería dejar que su corazón doliera tanto y no hacer nada? S... No. Eso no era más que dañarse y negarse a toda la posible felicidad que le daría si SeHun, por algún tipo de milagro, no le fuera indiferente.

 

Tenía que hacerlo. Ahora. De todas maneras, había coincidido con SeHun en ese lugar, en ese preciso momento. ¡Era una señal! Ese era el momento. Dio un par de pasos y luego se detuvo, arrepintiéndose por unos instantes de lo que iba a hacer. "LuHan, cielo, no subas tan alto, te puedes caer" "Lu, no corras tan rápido" "LuHan, si no te presentas en la entrevista no te aceptarán en la universidad" "LuHan..." Él siempre sabía, a pesar de todas las advertencias de su madre, profesores, y su único amigo, MinSeok; él siempre desobedecía. No porque fuera rebelde ni nada por el estilo, era porque él sabía. Sabía cuándo iba a salir dañado.
De niño corría tan rápido como podía y sabía que no caería. Solía trepar árboles con la agilidad de una ardilla, le gustaba poner los pelos de punta a su madre. Él sabía que no caería. LuHan sabía que incluso aunque no fuera a la entrevista, su admisión ya estaba asegurada. Sus notas bastaban y la entrevista era una mera formalidad y pérdida de tiempo.
Él sabía.

 

Llámenlo habilidad o don especial, su sexto sentido anti-riesgo había estado activado desde que tenía memoria. Con cada riesgo que asumía, él sabía si iba a salir dañado o no. Y de acuerdo a eso actuaba. Y había funcionado bien hasta ahora. Pero en ese momento era la primera vez que no estaba seguro de lo que iba a hacer. Había una gran probabilidad de que saliera dañado, y de hecho estaba seguro de que eso era lo que sucedería; sin embargo, lo hizo. 

—Ho...hola— habló tímido y se sentó a lado del rubio. Este no se movió ni un centímetro. Sus manos temblaban, realmente LuHan sentía que estaba cometiendo un gran error. Pero sentirse tan cerca de SeHun otra vez, por segunda vez en el día y en toda su vida, hacia latir su corazón a mil por hora, hasta tenía miedo de que el rubio pudiera escuchar su desbocado corazón. 
Se atrevió a mirarlo, podía hacerlo ahora que lo tenía cerca. Su desordenado cabello rubio que caía por su frente, sus inexpresivos ojos oscuros que tenían la mirada perdida, su perfecta nariz recta y sus carnosos labios. Bajando por su delgado cuello y quedándose a observar por un par de segundos aquellos lunares que lo adornaban. Le encantaban sus hombros anchos, aunque lo hacían sentir pequeño y frágil, pero esa sensación viniendo de SeHun lo hacían sentir protegido, de alguna forma. LuHan a su lado parecía un niño de 13 o 14; mientras que SeHun aparentaba uno o dos años más de los que tenía. ¿Cuándo había crecido tanto? Se preguntaba LuHan. Recordó aquel verano en el que no vio a SeHun durante dos largos meses; esperaba ansioso el inicio de clases para poder verlo nuevamente. El día esperado llegó y con él, un renovado SeHun. Cabello corto y castaño claro en lugar del oscuro que solía tener siempre. Había crecido mucho aquellos meses. Parecía un chico de 17, en lugar de uno de 15. LuHan estaba encantado. Amaba el hecho de que SeHun pudiera pintarse el cabello de mil colores y aun así verse jodidamente atractivo. Y de hecho pasó, luego del castaño tuvo un par de meses el cabello multicolor, para luego cambiarlo por un gris y luego al rubio pálido que traía ahora. LuHan siempre fue algo reacio al cambio. Había mantenido su cabello oscuro hasta hace casi un año, que se decidió por un castaño miel. Lo hacía ver más adorable, según MinSeok; y LuHan decidió dejarlo así, tal vez algún día SeHun lo vería y pensaría lo mismo que su amigo. 
El rubio ignoró completamente su presencia, nada nuevo. 
—SeHun... — susurró LuHan y sin darse cuenta sus mejillas se tornaron rosas de sólo pronunciar ese nombre. El pálido siguió concentrado en su silencio. ¿De verdad no lo había notado? LuHan se sintió algo decepcionado, soltó un suspiro y miró de reojo a SeHun. El viento soplaba, comenzaba el invierno y el chico aún traía el uniforme de verano, la camisa manga corta delataba una serie de marcas en el brazo, tiñendo de morado el camino de las venas que se formaban en su brazo. LuHan se sorprendió. ¿Por qué no las había notado antes? Se giró completamente para mirarlo, mirarlo de verdad. No sólo ver la idea que LuHan tenía de ese chico perfecto con la piel de porcelana. SeHun tenía los ojos rojos. Sus pómulos marcaban mucho más sus facciones delgadas, sus labios blancos y resecos. ¡Su cara más pálida! Como si eso fuera posible. Grandes manchas oscuras debajo de los ojos, producto de una mala noche o quizás muchas. LuHan se regañó mentalmente cientos de veces. No lo notó. ¿Cómo era eso posible si él vivía para observarlo?

—¡SeHun! ¡¿estás bien?! — posó rápidamente su mano sobre la frente del contrario. Siempre quiso tocarlo, pero en ese momento no era felicidad lo que lo embargaba; sino todo lo contrario. El alto por fin pareció darse cuenta de la presencia del pequeño, esquivó la mano de LuHan y este sintió su corazón encogerse. 
—¿Estás bien? No luces bien. ¿Te duele algo? ¿Tienes algún problema? Puedo ayudar en lo que sea— se contestó a sí mismo. —Si es cosa de la escuela, puedo ayudar. Soy bueno en algunas materias— dijo modesto —si tienes problemas en casa, puedo escucharte y comprender... Se...Hun— dijo un poco desanimado al notar que el rubio lo seguía ignorando. —Estás muy frío— susurró. LuHan desabrochó los botones del saco de su uniforme y se lo quitó rápidamente. Estaba consciente de que le quedaría pequeño, pero aun así, lo puso sobre los hombros de SeHun. Este reaccionó al instante como si una alarma se hubiera activado.

 

—¿Qué haces? — se movió rápidamente más allá de la banca y miró a LuHan con el ceño fruncido. El pequeño se quedó callado y bajó la mirada. Tal vez ese sería el momento ideal para salir corriendo. —No necesito esto— le aventó el saco —tampoco necesito ayuda, ni mucho menos que me tengas lástima— SeHun no fue capaz de mirar a LuHan. Sabía que estaba siendo grosero, pero el chico realmente estaba siendo inoportuno en ese momento. 

—No... No te tengo lástima— susurró porque apenas podía articular las palabras. Sentía un nudo en la garganta. "Adelante LuHan. Corre. Vete. Olvida todo" —Lo siento—

—¿Qué es lo que quieres?— LuHan pensó unos segundos. ¿Realmente iba a confesarse? Podía simplemente irse. Con suerte y SeHun no recordaría su rostro y LuHan se encargaría de no ser visto jamás. De todas maneras, ya había sido invisible para SeHun durante muchos años. Pero LuHan se arriesgaba. Ya estaba ahí, ¿qué podía perder? Su dignidad.

Sin embargo, LuHan amaba el riesgo. Eran como aquellas luces brillantes de Navidad que tanto llamaban su atención. 

— ¿puedo hablar contigo? —

—No— respondió seco SeHun. LuHan suspiró. Ya había llegado hasta ahí. No se iba a dar por vencido. 

— ¿puedo hablar mientras escuchas? no es necesario que hables conmigo— SeHun estuvo a punto de levantarse y largarse de aquel lugar. Sólo quería un maldito lugar donde relajarse y estar en paz. Un lugar donde no pensar en aquello que necesitaba tanto y que lo estaba matando poco a poco. Pero, sintió la necesidad de quedarse a escuchar lo que aquel chico quería decir. LuHan suspiró. Había llegado el momento. No sabía que decir, Nunca se había imaginado que estaría en esa situación. Se había acostumbrado a SeHun como su amor platónico. Y la pequeña luz de esperanza de ser correspondido, le causaba un sentimiento de felicidad. Pasó ambas manos por sus pantalones, tratando de limpiar el sudor de sus nerviosas manos. Dio un suspiro mucho más profundo. 

—Soy LuHan, no creo que lo sepas— comenzó y trató de calmar su voz ya que sonaba algo inestable —SeHun, de seguro esto te pasa miles de veces. No me refiero a esto de que un desconocido te hable y todo eso— sonrió nervioso —vaya, es que no sé por dónde empezar— jugaba con sus dedos, entrelazándolos unos con otros. SeHun se encontraba totalmente curioso. En primer lugar, jamás había visto a ese chico, y suponía que era menor que él, su cara de bebé y su forma de comportarse lo delataban. Y en segundo, ¿por qué se encontraba tan nervioso? SeHun era consciente de que tenía ese "Don" de poner nerviosas a las personas y al final terminaban por alejarse. Se preguntó por qué aquel chico de nombre LuHan no se había ido aún, pese a que fue tan grosero con él. 
—supongo que por el principio— LuHan sonrió con nostalgia —tenía 7 años y había llegado temprano a la escuela el primer día. Estaba sentado esperando que sonara el timbre mientras veía a los demás niños despedirse de sus madres. ¡Yo estaba sólo, en el primer día! Tenía tanta envidia de ver como los demás niños recibían un beso de su madre. Quería un beso de la mía y muchas recomendaciones que, aunque no obedecería, me hubiera gustado oír— "¿de qué está hablando?" Pensó SeHun. El chico definitivamente debía estar loco. —llevabas una bufanda azul y un gorro del mismo color. Tu madre te arropaba porque estábamos en pleno invierno y te daba muchos besos en la mejilla. Nada diferente a lo que veía ese día; con la diferencia de que tú no parecías feliz como los otros niños. Limpiabas tu mejilla con insistencia después de que tu madre te dejara un beso. Recuerdo tu expresión, no ha cambiado— sonrío LuHan mirando al piso. No era capaz de mirarlo, estaba tan avergonzado que probablemente no volvería a salir de casa en lo que restara de su vida. —estaba enojado contigo, sin conocerte siquiera. Ella se fue y de inmediato te quitaste el gorro y la bufanda. Me hiciste sonreír. Siempre haces lo que quieres, lo supe desde ese día. El enojo se me pasó rápido. Supuse que eras un niño grande y que no te gustaba que tu mamá te diera besos. Incluso hasta ahora odias que sean empalagosos contigo— SeHun no recordaba aquel día. ¿Cómo era posible que aquel chico sí? Trató de parecer indiferente. De todas maneras, el sólo estaba ahí por curiosidad; no pensaba participar en la conversación, la cual ahora se había convertido en un monólogo. 

—Creo que al principio sólo era curiosidad. No eras como se supone que los niños deben ser. No estabas feliz cuando sonaba el timbre para salir al recreo. No te acercabas a los demás para integrarte; incluso hasta ahora, ellos son los que buscan ser tus amigos y quieren tu aprobación. Supongo que me molestaba un poco ese hecho; yo tenía que ir mendigando amigos y tú te dabas el lujo de rechazar a decenas de ellos— LuHan sonrió con tristeza al recordar lo solitaria que había sido la infancia para un niño tan alegre como lo era él. LuHan tenía tanto que dar a los demás, pero nadie estuvo a su lado para recibir y compartir momentos especiales. —No recuerdo cuando exactamente empezó, pero yo quería ser como tú. Tenía un plan, ¿sabes? ¡Un plan e incluso un cuaderno donde anotar! Creía que si era como tú, ya no estaría sólo. Eras mi solución. 
"SeHun golpeó a ChanYeol hoy en el recreo. Le dijo que no quería jugar con él porque tenía orejas muy feas"— recitó LuHan. Recordaba muchas de las cosas que había escrito en aquella libreta. Las había leído cientos de veces e intentaba poner en práctica cada una de esas cosas. El resultado siempre era desastroso y alejaba más a los pocos amigos que tenía. SeHun casi sonríe cuando recordó al chico de las orejas feas. Pero decidió seguir inexpresivo. "SeHun le dijo 'vieja amargada' a la maestra. Él no hizo la tarea porque prefirió jugar con sus amigos" tal vez eso me hubiera funcionado— reflexionó LuHan. —sí, estoy seguro que no hacer la tarea e insultar a la maestra me hubiera dando algunos puntos con los demás chicos del salón. ¡Y quería hacerlo! Estaba decidido a no hacer la tarea. Pero, SeHun, yo no tenía amigos con los cuales jugar en lugar de hacer la tarea. Taché eso del cuaderno— SeHun comenzó a escuchar de verdad, no sólo pretender que escuchaba. Comenzó a  interpretar las pocas palabras que oía realmente. SeHun comprendió que aquel chico había estado en su salón o estaba. No podría decirlo. Tenía su edad, lo observaba. Aquel chico quería ser como él. ¡Qué estupidez! Pensó. 
—Ser como tú era algo muy difícil. Yo no podía darme el lujo de alejar a las pocas personas que se me acercaban. Porque si pretendía ser como tú, ellos nunca volverían. ¿Por qué mi plan no estaba funcionando? Creí que algo andaba mal conmigo. Creerás que esto es muy tonto, pero decidí "experimentar" con mi único amigo. Le prometí que si funcionaba ambos tendríamos muchos amigos con los cuales pasar el tiempo. ¿Y qué crees que pasó?— preguntó sin esperar una respuesta, la cual tampoco llegó — ¡Exacto! No funcionó— LuHan rió al recordar aquellos años. ¡Pobre MinSeok! Él tampoco podía ser como SeHun. Terminó siendo odiado por un par de niños con los cuáles fue grosero. Y castigado unos días por contestar a la maestra y por no hacer la tarea. —Creo que fue entonces que me di cuenta que nadie podía ser como tú— LuHan se sonrojó. Agachó la cabeza sólo por si SeHun se diera cuenta. Fue inútil, porque el rubio parecía no notar su presencia. Eso lo desanimó un poco, pero aun así, continuó. 
—Creo que de todo el cuaderno donde anotaba "Cómo ser como SeHun", todo falló. Excepto por una cosa— aunque no lo parecía, SeHun se estaba divirtiendo mucho con ese chico. Su sinceridad y la forma de contar las cosas, poniéndole énfasis cuando debía, lo estaba entreteniendo. Sentía que contaban su vida desde una perspectiva que la hacía ver mil veces mejor de lo que era. Sólo estaba esperando el momento preciso para irse de ese lugar y olvidar todo eso. —Fue el último mes del último año que estudiamos juntos. Teníamos 10 años y yo ya llevaba un tiempo queriendo ser como tú. La maestra estaba preguntando que queríamos ser cuando fuéramos grandes. Yo no había pensado en eso aún, de alguna forma nunca me gustó pensar en un futuro. Mis padres parecían tan infelices con su vida, que temía crecer y ser como ellos. Aun así, respondí que quería ser astronauta. La maestra sonrió. Era el décimo niño que respondía 'astronauta'. Supongo que eso es lo más común cuando eres niño. ¿Te has dado cuenta de que a medida que crecen los niños, los padres van perdiendo las esperanzas en ellos?— parecía salir todo tan fácil de su boca, LuHan hablaba mucho. A menudo hablaba consigo mismo. MinSeok lo admiraba por ser capaz de pensar tantas cosas a la vez. A SeHun aquello le llamó un poco la atención. —Cuando eres bebé y logras acomodar la torre de cubos de juguete, tus padres se alegran y piensan que tal vez seas un gran arquitecto. Cuando creces un poco y pareces tener interés en los animales creen que podrías ser un excelente zoólogo. Si a los 7 años puedes dibujar mejor que los otros niños de tu edad, imaginan que podrías ser un gran artista, reconocido y famoso. Luego creces, y llegas con una mala nota a casa, tus padres ya no creen que seas tan inteligente como parecías. Tratas de mejorar, pero hay otras cosas que ocupan tu mente. Las malas notas ya son muy frecuentes para tus padres. Ya no creen que puedes ser un gran arquitecto; sólo esperan que puedas conseguir un trabajo con el cual sobrevivir. Ya no puedes ser todo lo que ellos pensaban que serias. ¿No es triste?— pregunta LuHan. —Eso pasa. Tarde o temprano, siempre pasa— SeHun puede sentir algo dentro de él. No sabe con exactitud que es, pero lo hace deprimir aún más. —¿No crees que eso es lo que nos vuelve infelices? — Deja la pregunta sin responder y continúa —Pasó con nuestros abuelos, con nuestros padres, y pasa con nosotros. Todo es un ciclo repetitivo. Inconsciente, tal vez. Terminamos perdiendo la esperanza tarde o temprano— el pequeño da un gran suspiro y luego sonríe forzadamente. —Perdón por desviarme del tema. El caso es que en ese entonces no lo había notado. Pensaba que los adultos eran infelices por el hecho de vivir en el lugar que les tocó vivir. Por eso quería ser astronauta. Vivir en la luna, lejos de aquí, parecía una buena idea para no ser desdichado como los demás adultos— LuHan ríe con ganas esta vez, ríe para evitar soltar unas lágrimas — ¿No es tonto? Luego comprendí; las personas son infelices por el hecho de ser quienes son. No tiene nada que ver con el lugar donde vivan. Estoy seguro de que seríamos igual de infelices aquí y en las pirámides de Egipto— SeHun se conmovió. Algo en él dolía. Nunca podía tener conversaciones serias con su grupo de amigos. Él no era tonto, pero tampoco tenía con quién compartir sus pensamientos. Su mundo era tan superficial que había olvidado como se sentía pensar más de lo necesario. LuHan lo hizo pensar. Nunca se sintió más infeliz que en ese momento; porque por primera vez, sabía el motivo de su infelicidad: ser él mismo. Tuvo un gran impulso de irse y se enojó con aquel chico. ¿Cómo se atrevía a hacerle notar su infelicidad? ¿Quién se creía que era para poder hacer sentir algo a Oh SeHun? "La maestra le preguntó a SeHun qué quería ser de grande. El respondió que quería ser el hombre más feliz del mundo"— LuHan volvió a citar una frase de su libreta. Quizás fue la que más repasó durante todos estos años. SeHun sintió algo en su garganta: dolor. —Los demás niños se comenzaron a reír. JongIn dijo que eras tonto. Yo no pensé que eras tonto. Creo, y disculpa si te ofendo, que fue lo más inteligente que te oí decir— SeHun recordó todo. Nunca se había sentido tan avergonzado como ese día. Se habían burlado de él, y le habían dicho tonto. Decidió que sería la última vez que dijera ese tipo de cosas en voz alta. Con el tiempo, los pensamientos de ese tipo se fueron escondiendo en algún lugar de su mente. ¿Por qué LuHan recordaba todo eso? ¿Por qué tenía una libreta donde escribía sobre él? Ese chico estaba mal, loco. Y él no pensaba seguir escuchándolo. —Me rendí— dijo LuHan sacándolo de sus pensamientos —nunca iba a poder ser como tú. Nadie podía serlo. Eso fue lo último que escribí sobre ti. Me pase varios días pensando en cómo ser feliz. Tú no eres feliz, no podía aprender de ti— ¿LuHan sabía desde ese tiempo que SeHun no era feliz? Siempre fue bueno ocultando sus sentimientos. Ciertamente, no era feliz; pero nadie se había dado cuenta de ello. —Le pregunté a mi madre como podía ser feliz y me dijo que si papá le daba el divorcio sabría cómo ser feliz. A mis 10 años eso no era de gran ayuda. Ya que apenas y sabía que era un divorcio. De todas maneras le dije a papá que mamá me diría como ser feliz cuando él diera el divorcio. Recuerdo una gran discusión y ver llorar a mi padre. ¿Cómo era posible que algo que causaba felicidad en alguien podía causar lo contrario en otra? — LuHan susurraba, pero SeHun podía oírlo aún. Quiso sentir pena por aquel chico, pero él tenía sus propios problemas con los cuales lidiar. —Mi madre nunca me dijo cómo ser feliz, creo que no lo sabe hasta ahora. Y mi padre... No lo he visto desde entonces— una lágrima se deslizó por la mejilla de LuHan. Se encargó de secarla rápidamente —MinSeok me dijo que las caricaturas lo hacían feliz. Veía muchas caricaturas y sentía algo en mí. Tal vez era felicidad, pero nunca me duró más que el tiempo que veía cada capítulo—

—El año comenzó nuevamente y me cambiaron de salón. Ya no podía verte tan seguido. Sólo en el recreo. Creo que fue un día de esos... Te vi sonreír por algo que habían dicho tus amigos. Reí aún sin saber el motivo. Y estuve tan feliz durante todo el recreo por verte feliz. ¡La sonrisa me duró hasta la noche! Y hasta en mis sueños era feliz. Al día siguiente, me volví a sentar en el césped detrás de la cancha de basquetbol. Se convirtió en mi lugar favorito desde entonces— LuHan se sentía tan avergonzado de estar confesándole todo eso, pero ya estaba hecho. No había vuelta atrás. —Festejaba cuando encestabas el balón; cuando reías con tus amigos, yo reía a lo lejos también. Creo que observarte me hacía feliz. Perdón, me hace feliz— SeHun pensaba que si esa era una declaración, era muy larga para las que estaba acostumbrado. —Aprendí que el mundo es como un gran tablero de un macabro juego, y que hay dos clases de personas: las que juegan y las que observan. Tú eres de las primeras. Tú haces cosas, te involucras, consciente o inconscientemente. Yo comprendí que no era como tú, pero estaba bien. Estaba perfectamente bien observar. De hecho, me gustaba más que jugar a ser alguien que no era— SeHun se preguntó si esa clasificación era la única posible. ¿Él era de las que jugaban? Tal vez. Sí, porque si fuera de las que observaban, habría notado a LuHan, al menos una vez. Le hubiera gustado notarlo alguna vez, hace tiempo, antes de todo eso. —Pasó el tiempo y me sentía bien. A veces me preguntaba si estaba en lo correcto al depender de ti para ser feliz. No sabía que hacía mal; incluso ahora que lo sé, no hago nada para impedirlo. Es malo, supongo, pero no puedo parar. ¿Recuerdas a SooJung?— miró a SeHun, aun sabiendo que este no lo miraría —estuve en un gran dilema cuando estuvieron de novios. No sabía por qué me enojaba tanto cuando estaban juntos. Fue difícil comprenderlo y aún más aceptarlo. Me gustabas— lo había dicho al fin, bueno, una parte de lo que quería decir. Para SeHun no fue la primera vez que un chico se le confesaba, nunca entendió como es que el chico de las orejas feas terminó enamorándose de él. La teoría de LuHan parecía tener sentido: mientras más grosero era con los demás, más se acercaban. —Fue... Difícil— LuHan no encontraba una palabra que describiera como se sintió en aquel momento que descubrió que le gustaba alguien. Un chico. SeHun. —Tenía 13 y nada parecía tener sentido. Me gustaban las niñas también, pero no tanto como tú. Ahora que lo pienso, tal vez me obligué a que me gustaran. Eso era lo que supuestamente era lo correcto y lo normal. Aún me siento como alguien normal. No me gustan los chicos, sólo uno, tú— Ya. Lo había dicho, miró hacia SeHun. Esperaba un movimiento, algo que indicara que le estaba prestando atención. Nada. ¿O sí? Suspiró. Sabía que eso pasaría. Lo sabía. —Con el tiempo aprendí a aceptar a tus novias, fueron muchas— rió sin ganas —parecías feliz, SeHun. Aprendí a serlo también. A pesar de que me dolía que no supieras de mí. No te culpo. ¿Cómo podrías fijarte en mí? Somos tan distintos en muchas cosas. Pertenecemos a las dos clases de personas en este mundo. Está bien por mí, me quedaría observándote jugar a tu antojo. Es lo que mejor sabes hacer: vivir. Y lo mejor que yo sé hacer es verte vivir— LuHan se quedó unos segundos en silencio. Pensando que más decir. Esperando tal vez que SeHun diga algo. Pero no pasó —Antes de irme, quisiera que sepas que no te quiero porque seas guapo, o popular. No creas que te quiero porque no te puedo tener. No es un capricho todo esto. No soy así. Te quiero por la forma en la que eres. No quieres caer bien a costa de todo. Creo que ni siquiera intentas caer bien. Siempre haces las cosas a tu manera. Dices lo que piensas a cada persona en su cara. No temes dañar a nadie, ya estás lo suficientemente roto como para sentir algo por alguien. Lo entiendo y lo sé por lo que reflejan tus ojos, aunque nunca los vi de cerca ni permitas que los vea ahora— su voz se quebró. "No llores aún. Lo peor está por venir" se dijo mentalmente. —Te quiero porque me has acompañado en esta soledad, a pesar de no estar presente; a pesar de que no me conozcas. Te quiero a pesar de que olvides este día. Te voy a querer y recordar porque me enseñaste lo que las personas que supuestamente me aman no me enseñaron: a ser feliz. Me han dicho que esto pasará cuando ya no te vea, que me olvidaré de ti y que podré seguir con mi vida y ser independiente al fin. Yo no quiero olvidarte si eso significa olvidarme de ser feliz. No me importa si me olvidas. Yo esperaré por ti— ya no tenía caso ocultar las lágrimas, LuHan dejó de secarlas una vez que se dio cuenta de aquello. —Tal vez te preguntes por qué te lo digo hasta ahora. O tal vez no te importe. Creí... Creí que podía estar bien, hasta hoy. Cuando chocaste conmigo en el pasadizo y me hablaste. SeHun, tu voz suena mucho mejor de cerca. ¿Lo sabias? La felicidad que sentí fue mil veces más que la que sentía con sólo observarte. ¡Cómo sí eso fuera posible! — decidió calmarse un poco, se debía ver horrible llorando. —Así que... Perdón. Si te incomodé, lo siento. Pensé que estaría feliz de estar sentado a tu lado. No puedo estar feliz viéndote de esa forma. No estás bien. Tus brazos, ¿tienes problemas con...algo? Estás delgado, SeHun. ¿Por qué no has dormido bien? — Preguntó sin esperar respuesta.
—LuHan ¿no? — habló el rubio a los pocos segundos. Pero no volteó a ver al castaño. LuHan sintió su corazón detenerse al oír su nombre. 
—S si... — respondió tímido. 
—Bien. Sabes, Luhan; tienes razón en algo: nunca en mi vida te había visto. Nunca me interesó saber tu nombre. ¿Pero sabes qué? — sonrió de una forma que LuHan conocía bien. No vendría nada bueno con esa sonrisa. —Tampoco tengo motivos para recordar tu patético nombre de ahora en adelante— dicho esto se levantó del asiento y caminó decidido a olvidar aquel momento. 
—SeHun... — lo siguió LuHan. Gran error. Cogió su mano por inercia. No quería que se vaya. 
— ¿No entiendes? ¿Estás sordo?— dijo algo molesto, pero lo miró. Por primera vez, de verdad. ¿Cómo no lo notó antes? LuHan era hermoso, no solo su rostro, él no había querido mirarlo porque aún sin verlo, sabía que palabras tan bellas solo eran capaces de venir de alguien hermoso, y sincero. Y aunque lo hubiera deseado más que otra cosa en el mundo, SeHun no pudo ignorar al chico de sonrisa rota y rastros de lágrimas en sus ojos brillosos. LuHan había abierto su corazón al ser más despreciable de todos, la única persona que alegraba sus días con tan sólo existir: Oh SeHun.

 

 

SeHun supo de inmediato lo que tenía que hacer —Nunca me fijaría en alguien como tú. Puedo ver quién eres y lo que quieres. No me interesas en lo absoluto— trató de parecer lo más convincente posible y esperaba, de verdad esperaba que LuHan lo conociera lo suficiente como para saber que estaba mintiendo. —¡Tú lo dijiste! Somos tan distintos. No eres lo que necesito en mi vida— SeHun se consideraba una mala persona. Egoísta como ninguno. Tal vez su nivel de maldad rebasó su límite al destrozar el corazón de aquel chico. Y lo supo, lo supo cuando las lágrimas comenzaron a salir de esos ojos brillantes. LuHan debía darse cuenta de que  merecía a alguien mejor. 
—¿Debería cambiar, SeHun?— preguntó hipando. Este no respondió. Decidió reservarse esos segundos para grabar el rostro de la única persona que había sido sincera con él. Ojos brillantes, nariz respingada, pequeña cicatriz que adornaba su labio inferior. Lunar sobre la ceja izquierda. LuHan
—Bueno, yo cambio para bien, SeHun— soltó su mano. Dejándolo ir. Sabiendo que era la última vez que podría tenerlo tan cerca. Y se preguntaba cómo SeHun era capaz de dañarlo tanto. ¿No le daban escalofríos? Debería estar temblando al decir esas palabras. Pero sí, SeHun sintió frío de repente. Sus palabras lo habían dejado sin aire. Y supo que era mejor irse de ese lugar, de inmediato. Se dio la vuelta y tuvo que obligarse a no voltear cuando escuchó a LuHan decir su nombre por última vez. 
—SeHun, siempre estaré esperando por ti— tal vez nunca volvería a oír su voz. Y tal vez era lo mejor para LuHan. De alguna forma, no se sintió tan mala persona al alejar de una forma tan cruel al pequeño LuHan de la persona tan terrible que era él. 

LuHan regresó a casa, no estaba arrepentido. Sabía el riesgo. No esperaba nada de SeHun. Y hubiera sido mejor que nada pasara. LuHan tuvo miedo, ahora SeHun sabía cuánto lo necesitaba y aun así, no le importaba en absoluto. No podía culparlo, era lógico que reaccionara así. LuHan trató de jugar en lugar de observar. Debió darse cuenta de que era un gran error. 
LuHan quiso acercarse a la hoguera para sentir el calor; pero olvidó que SeHun era el hielo y no recordaba que también el hielo quema demasiado. 

Esa noche SeHun soñó con astronautas viviendo felices en la luna. Soñó que era un gran arquitecto. Soñó que sus padres estaban orgullosos de él. Soñó con LuHan sonriendo, aunque nunca lo hubiera visto sonreír. Y se lamentó no haberlo podido observar más tiempo. Soñó que LuHan lo esperaba, hasta que él fuera una persona digna para el pequeño de corazón sincero. Soñó que soñaba y que soñaba con LuHan en sus sueños. Y su cabeza era todo un revoltijo. No sabía si era porque LuHan lo había hecho pensar demasiado con su ataque de sinceridad, o era por la gran cantidad de cocaína que acostumbraba inyectarse antes de dormir.

Notas finales:

Y bien...
Espero que les haya gustado. Dejen un lindo review para saber qué tal les pareció<3
Aquí no se acaba, así que subiré la parte final en unos días:)
Gracias por leer <3 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).