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Un regalo muy especial por Excritos

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Notas del fanfic:

Este one shot fue beteado por mi queridismo senpai Gumin7 <3

Notas del capitulo:

Aqui mi primer one shot lemon de dos de los integrantes de la banda de Diaura: Yo-Ka y Tatsuya. Este Fan Fic esta dedicado a mi queridisimo Gumin7, que fue el que hizo posible esto. Espero que os guste mucho. 

«Ring ring»

Con el estruendoso sonido de su móvil, Yo-ka abandonó el mundo de los sueños para, aún con los ojos cerrados, alargar su mano hasta la mesilla de noche y apagar el despertador que lo incordiaba. Tras esto, hundió de nuevo su cabeza en la almohada, dejando que el olor a suavizante y sudor entrase por sus fosas nasales. La noche anterior, aun sin él quererlo, se mantuvo despierto hasta altas horas de la madrugada, cosa que le pasaba factura ahora.

Cuando estaba a punto de ser arrastrado de nuevo al mundo de los sueños gracias a los dulces brazos de Morfeo, el sonido de varias notificaciones de mensajes alertaron de nuevo al joven, que con un bufido, decidió atender a quien con insistencia le hablaba, dejando, por el momento, la actividad que más le interesaba en ese momento: dormir.

«¡¡¡Felicidades!!! ¡¡Ya un año más viejo!! Si sigues así, algún año me alcanzarás, ja ja ja». «Yo-ka, felicidades. ¡Espero que pases un gran día!». «Felicidades cabrón. ¿Quedaremos hoy? Hay que celebrar este día con una buena fiesta.»

Los mensajes de felicitación se repetían y seguían llegando más, inundado todas sus redes sociales, y es que ese día era su cumpleaños. «Un año más...», pensó. Habían pasado tantas cosas a lo largo de un año, desde el ámbito profesional hasta el amoroso. Yo-ka podía afirmar que estaba enamorado, y no de cualquiera, pues estaba en una relación con el batería de su grupo: Tatsuya. Sonrió para sí dejando su movil en silencio y colocándolo de nuevo lejos de él. Había decidido cuál sería su primer regalo de cumpleaños: seguir durmiendo.


*******


—¡Cumpleaños feliz...!— las voces de sus tres compañeros de banda terminaron de cantar a coro la ya conocida por todo el mundo canción de cumpleaños. Yo-ka, como si fuera un niño, sopló las velas del enorme pastel que sus amigos le habían regalado con una gran sonrisa. El brillo de las velas le trajo el recuerdo de su infancia en el campo y el fulgor de las velas de los pasteles que su madre le preparaba para celebrar ese día. Esos recuerdos le hicieron darse cuenta del tiempo que hacía que no veía a su familia, lo que hizo prometerse que no esperaría mucho tiempo para hacer una visita sorpresa a sus padres. Pero el hecho de poder estar celebrando ese día tan importante con sus amigos y con el que era, en ese momento, su pareja, era para él muy especial.

Tras las fotos de rigor y las miradas cómplices entre ellos, Kei y Shoya se volvieron a una zona cercana donde había varias bolsas y cajas envueltas en papel de brillantes colores y, con una gran sonrisa, cada uno las posicionaron delante del cumpleañero. Yo-ka, como si fuera una urraca, agarró el paquete que brillaba en todos de dorados con cuidado para no destrozar el bello papel de oro, encontrándose con una caja de simple color marrón. Con interés, y tras lanzar una mirada intrigada a sus amigos, la abrió encontrándose dentro una bonita bufanda de lana de color malva. Yo-ka, sorprendido, pasó sus manos sobre ella intentando no mancharla, comprobando que era extremadamente suave. «Es el primer regalo y ya me han impresionado», pensó con una sonrisa y prosiguió abriendo los regalos que entre los tres habían escogido. Poco tiempo después se hallaba rodeado de papel de regalo, cajas e innumerables obsequios, preguntándose cómo iba a llevar todo eso de vuelta a su casa. Sin duda, podía admitir que sus amigos tenían muy buen gusto.

—Muchas gracias, de verdad, muchas gracias. No sé qué haría sin vosotros— dijo levantándose del sofá.

—Ni nosotros sin ti— dijo Tatsuya, acercándose al joven y plantado un beso casto en sus labios mientras dejaba reposar sus manos en su cintura.

Yo-ka, formando una sonrisa, alzó sus brazos y rodeó el cuello del más alto siguiéndole el beso. Para él, al amor de su novio era el mejor regalo de todos los que pudiera recibir. Sus caricias, sus besos, o su simple risa, le llenaba por completo. No todo en la vida era el sexo, pero, si hablaba de eso, no tenía de nada por lo que quejarse; Tatsuya era una fiera en la cama. Él se encajaba, pero, desde hacia tiempo, se estaba cansando de ser... bueno, de poner el culo. Pero, aunque tuviera ganas de, por una vez, «ser el de arriba», le daba mucha vergüenza, y aunque intentaba llevar la iniciativa, Tatsuya siempre se le adelantaba y terminaba sobre él haciendo todo el trabajo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por los gritos por sus dos compañeros de banda:

—¡Id a un hotel! ¡Qué asco!— gritaron Shoya y Kei mientras reían.

Sin cortar el beso, Tatsuya alzo el puño con su dedo central erguido, lo que hizo que sus amigos rieran más fuerte. Poco después, se separaron poniendo fin al beso y mirándose a los ojos llenos de brillo; enamorados. Kei, sonriendo, se acercó a la pareja e inició una conversación con el pelinegro sobre los nuevos proyectos de la banda y, sin darse cuenta, pasó cerca de una media hora y Yo-ka no sabía nada de su acompañante. Mirando a todos lados, pudo comprobar que solo estaban el bajista y el guitarrista, y que no quedaba rastro del batería. ¿Dónde pudo haberse metido?

Yo-ka, intranquilo, llamó la atención de Shoya, que se encontraba comiendo cerca de la puerta de la cocina del piso del líder de la banda, que se había encargado de la fiesta del cantante.

—¿Sabes dónde esta Tatsuya? Hace un buen rato que no le veo— le preguntó situándose a su lado.

—Le han llamado por teléfono. Me ha dicho que le ha surgido un problema grave y se ha tenido que ir.

—¿Y cómo es que no me ha dicho nada?

—No sé, iba muy apurado. Creo que ha dicho que te llamaría luego y que sentía tener que irse de tu fiesta de cumpleaños.

El joven se sentía triste y enfadado. ¿Cómo es que su novio no le había dicho nada? Confiaba plenamente en él, pero, ¿es qué Tatsuya no confiaba en él? De pronto, todas sus ganas de fiesta se habían evaporado. Más aún al pensar que su pareja y él habían llegado juntos y seguro que el mayor se había llevado el coche. ¿Ahora cómo volvía a casa?

De pronto, Shoya volvió a interrumpir sus pensamientos.

—Tatsuya se ha llevado el coche, y creo que habéis venido juntos. ¿Quieres que te lleve yo a casa?

Yo-ka se sorprendió por cómo el bajista había acertado el rumbo de sus pensamientos. Asintiendo, dejó que le ayudase a recoger sus regalos y se despidieron de Kei, que no hizo ningún comentario de su partida, algo no muy normal en él. ¿Qué estaba pasado?

Cargado de bolsas y confundido, decidió dejar de darle vueltas a las cosas y centrarse en sentarse junto a su amigo castaño y mirar por la ventana. De pronto, su magnifica fiesta de cumpleaños ya no le parecía tan perfecta.

En menos de lo que el creía, el coche de su amigo aparco en la puerta de su casa.

—Bueno, te dejo aquí.

—Shoya, gracias por acercarme a mi casa. No se que habría hecho si tú no hubieras traído tu coche.

—No te preocupes, Yo-ka. Lo que sea por un amigo— dijo mientras el pelinegro abría la puerta—. Espero que disfrutes mucho tu regalo de cumpleaños— añadió antes de que abandonara el coche y, sin decir nada más, cuando su compañero cerró la puerta más confuso aún, aceleró para perderse en las calles oscuras, solo iluminadas por la luz que regalaban las farolas.

Sin dejar de darle vueltas a todo lo ocurrido en ese poco rato, entró en su hogar encendiendo las luces y dejando las bolsas de sus regalos en la entrada. Sofocó un grito al mirar al interior de su casa y encontrar un gran paquete con una nota pegada a un lado. Se acercó lentamente y cogió la nota, la cual rezaba:

«Yo-ka, este es un regalo muy personal para dártelo en püblico, por eso te lo dejo aquí en tu casa. Te ama, Tatsuya».

Sorprendido, dejó que la nota cayera al suelo y empezó a abrir ese gran paquete que le llegaba al pecho, el cual se habría como una puerta hacia delante. Lo que vio le dejó sin palabras: dentro, agachado, sin ropa, solo con un lazo rojo alrededor de su cuello y cubierto de sudor se encontraba su novio. Lentamente, recorrió su cuerpo con sus ojos, desde el pelo pelirrojo, el cual comenzaba a pegarse a sus sienes, sus ojos abiertos, su boca entreabierta, apetecible, como las gotas que iban cayendo por su trabajado pecho hasta su abdomen, haciendo que el olor único de su hombre fuera más fuerte, lo que hizo que una punzada placentera recorriera su miembro. Siguió bajando su mirada hasta la zona púbica, en la que estaba el pene semi erecto de Tatsuya, y bajo este, sus blancas piernas dobladas reposaban sobre la parte baja de la caja de cartón en la que minutos antes estaba encerrado.

—Tatsuya, ¿qué...? —inició el más joven murmurando, pero el otro no le dejo terminar.

—Yo-ka, este es mi regalo. Quiero que hagas conmigo todo lo que tu quieras. Tus sueños más ocultos; más pervertidos. Todo lo que quieras, puedes hacerlo esta noche conmigo. Sé que llevas tiempo queriendo ser tu el que lleve el poder, y hoy, como es tu cumpleaños, puedes follarme— dijo mirándole directamente a sus ojos en un susurro, lo que hizo que su pareja se excitase como pocas veces antes había hecho.

Agarrándole de la mano, le hizo salir de la caja para plantar un beso en sus labios. Pero, a diferencia del beso en la casa de Kei, este era completamente más intenso; más húmedo. Sin espera, la lengua de Yo-ka invadió la boca de su compañero, y con ella recorrió toda su boca mientras ponía sus manos en su desnuda cintura para acercarlo a su creciente erección encerrada en sus vaqueros. Tatsuya, al sentir la proximidad de su novio, gruño mientras, literalmente, le comía la boca, notando como unos cuantos hilos de saliva resbalan de sus bocas para caer sobre su pecho.

Poco a poco, el pelinegro fue conduciendo al mayor a la habitación, moviendo la cadera para que las dos erecciones, una desnuda y la otra aún cubierta por la molesta ropa, se rozasen, haciendo a los dos jadear y llenando la casa de sonidos.

Llegaron a la cama y, con un movimiento, Yo-ka dejó caer a su novio sobre la cama. Él, deliberadamente, terminó en medio de esta con las piernas completamente abiertas a su pareja, con su erección descansando sobre su abdomen y los brazos a cada lado de su cuerpo. Ante esa visión, el más joven le empezaron a entrar dudas. Aunque estaba completamente excitado, con el pene tan duro dentro de los pantalones que le dolía como nunca antes lo había hecho, no sabía muy bien que hacer. El pelirrojo era el que siempre llevaba el ritmo en sus relaciones sexuales y verle ahora completamente abierto a él le abrumaba. ¿Cómo es que Tatsuya podía controlarse o, simplemente, saber que hacer? El más mayor, viendo como su pareja le miraba completamente abrumado, decidió actuar. Lentamente, llevo una mano hasta su erección y comenzó a masturbarse de la misma forma, gimiendo bajo y arqueando las espalda; regalando todo un espectáculo a su novio.

—Yo-ka, quiero verte...— dijo entre gemidos mientras veía a su novio con la mirada llena de lujuria.

El susodicho, con la boca entreabierta, dejó salir de esta un suspiro de placer mientras se sacaba la camiseta por la cabeza. Tras lanzarla a alguna parte de la habitación, se desabrochó el pantalón y se deshizo de este al mismo tiempo que liberaba su miembro, bajando también su ropa interior. Ya sin rastro de ropa, gateó sobre el cuerpo de Tatsuya, que había visto como el cantante se desnudaba con una media sonrisa sin dejar de darse placer. Uniendo sus labios, acercaron sus caderas para rozar sus extremidades, arrancando gruñidos por parte de los dos.

Ambos siguieron así por varios minutos; devorándose mutuamente; rozándose; sintiéndose, pero sin avanzar. Por un lado, Yo-ka no sabía bien como seguir y, además, un miedo le impedía llevar el control del todo: ¿y si no era capaz de hacer que Tatsuya disfrutase tanto como él hacía que disfrutase cada vez que lo hacían? ¿Y si después de todo, él no cumplía? Por un momento, se daba cuenta de que ser el de arriba no era tan fácil, pues él siempre se había dejado llevar por su novio, que lo hacía todo, y tenía que reconocer que de forma magnifica. Pero ahora, si quería llevar el control, no se podía dejar llevar por el otro.

Por otra parte estaba el batería, que estaba disfrutando, pero besarse solamente no era lo que quería; ya le había costado aceptar hacerle ese regalo a su novio. Sabía que él quería por una vez llevar el orden cuando lo hacían por todas las veces que se le subía encima para llevar él el ritmo, pero, ahora que le dejaba, parecía que no sabía qué hacer.

Interrumpiendo sus pensamientos, Yo-ka pareció despertar y fue bajando por su cuello dejando un reguero de besos y marcas por este hasta su pecho, donde se detuvo durante un rato saboreando su piel y marcándolo, para después proseguir por su abdomen marcado y llegando hasta su miembro erecto, el cual temblaba de la excitación. El pelinegro no era la primera vez que le había hecho una felación a su novio, pero esta vez era distinto. Había decidido hacer que Tatsuya disfrutara totalmente de todo lo que hicieran, imitando lo que solía hacer el mayor.

Mirándolo a los ojos, sacó la lengua y recorrió su miembro desde la base hasta la punta, donde deposito un pequeño beso que hizo que su compañero soltara un gemido sin pudor alguno. Ayudándose con la manos, comenzó un lento vaivén sobre el miembro del batería, combinando profundas introducidas hasta su garganta, para masajear la base de este con su lengua, con lamidas en la punta de la extremidad mientras le masturbaba con la mano. Mientras, el pelirrojo no podía hacer más que gemir con los ojos cerrados, arqueando la espalda de vez en cuando para hacer más profundas las estocadas en la boca del otro.

Yo-ka, tras varios minutos dando placer a su novio, para sorpresa de este, fue bajando con besos hasta la entrada, donde introdujo su lengua, llenando todo el orificio de saliva.

—Yo... Yo-ka, no... Ah, Yo-ka.

Tatsuya apenas podía hilar mas de dos sílabas sin que sus gemidos se escapasen de su boca abierta por el placer. Para él también era la primera vez que alguien le dominaba y nunca había sentido como la lengua de su acompañante se movía dentro de él, llenándole y preparándole para lo que venía después. Aunque era incomodo, no podía negar que era enormemente placentero.

De pronto, el cantante se separó del mayor para incorporarse y mirarlo desde arriba apoyado en sus rodillas, lo que hizo que el de más abajo se quejase al dejarle sin atención. Con una sonrisa lujuriosa, el pelinegro se llevó la mano a su boca y chupó con ansia sus tres dedos centrales, arrancando en su novio un gruñido ante la sensual imagen. Sabía que tenía que preparar bien al mayor, pues él ya había tenido una primera vez y sabía lo que dolía. Lo que menos quería es ver sufrir al que era el amor de su vida.

Ya humedecidos sus dedos, y tras besar dulcemente sus labios, Yo-ka se inclinó sobre Tatsuya y, sin prisas, introdujo uno de ellos en la entrada del mayor, lo que hizo que este sofocara un grito ante la incomodidad que sentía. Al cantante le asaltaron las dudas sobre si seguir o no al ver la cara contraída del pelirrojo y sus gemidos que no tenían pinta de ser de placer, pero sabía que lo que estaba haciendo era algo por lo que su novio tenía que pasar si querían hacerlo. Poco a poco inició un movimiento simulando embestidas lentamente con el dedo en su interior. Este no paraba de moverse con su gesto contraído, sintiendo cómo algo se introducía en su interior por primera vez. Sin embargo, al rato, esa incomodidad fue desapareciendo para pasar a un placer que muy pocas veces había sentido, y se sorprendió al verse retorciéndose de placer y pidiéndole más.

Yo-ka, sintiendo como las entrañas del pelirrojo se contraían por el placer que sentía y cómo sus gemidos aumentaban el ritmo y volumen, introdujo un dedo más, dejándolo quieto durante el tiempo en el que Tatsuya se acostumbraba a que fueran dos y no únicamente un dedo lo que descansaba en su interior.

Pasado un buen rato, el más alto se encontraba con tres dedos en su interior y sin dejar de gemir pidiéndole a su pareja más; más de que lo que le estaba dado, haciendo que la excitación de este aumentara a limites insospechados; haciendo que su miembro palpitase. Con una sonrisa traviesa, Yo-ka dejo ir sus dedos fuera del cuerpo de Tatsuya, el cual con un gruñido abrió los ojos para ver por qué este había parado, encontrándose que le miraba con una mirada traviesa de la cual habían desaparecido todas las dudas y en la que solo pudo encontrar la lujuria de verle a él abierto completamente a él. Para su sorpresa, eso le gustó.

El pelinegro, aprovechando lo dilatada que estaba su entrada, colocó su miembro y, lentamente, fue introduciéndolo en él, sabiendo que no debía ser brusco, ya que, si era su primera vez, por mucha preparación previa que hubiera tenido, le iba a doler. Deslizándose en su interior, únicamente pudo escuchar los breves quejidos del batería, que solo intentaba no retorcerse de dolor sintiendo como el miembro del vocalista entraba en su interior. Todo este proceso le parecía a la pareja interminable, ya que, pese al placer que sentía el mas pequeño, esa insufrible lentitud no le parecía suficiente. El quería más, mientras que Tatsuya no veía el momento en el que terminase el dolor que estaba sintiendo y comenzase el placer.

Cuando todo su miembro estuvo en el interior del batería, observó su expresión: su pareja mantenía un rictus de dolor en su rostro y respiraba de manera entrecortada. Preocupado, se inclinó hacia su rostro, besó lentamente sus labios y, suavemente, le preguntó en un susurro si se encontraba bien. El más alto asintió, pero, aun así, le pidió que se quedase más tiempo quieto y esperase a que su cuerpo se acostumbrara al miembro de su novio, que no era precisamente pequeño. Yo-ka espero pacientemente, recordando la primera vez que lo hizo con Tatsuya y cómo este le esperó, haciéndole ver en todo momento su amor por él. Cuando sintió que las caderas del pelirrojo iniciaban un movimiento en círculo, comenzó un lento vaivén con mucho cuidado, siendo cuidadoso para que su novio no sufriera más dolor.

Tatsuya, al rato de sentir el miembro del más pequeño en su interior, comprobó cómo el dolor que tenía en un principio se convertía en placer, un placer que, aunque diferente al que había sentido en las veces anteriores que lo hacía con él, era muy agradable. Movió sus caderas buscando mas fricción con su miembro por puro instinto, lo que hizo que el pelinegro continuara con el lento movimiento. El batería sentía placer, pero quería más; más fuerza; más rapidez. Movió más las caderas, buscando esa sensación creciente que sentía en su interior, pero Yo-ka seguía con el mismo ritmo. Parecía que estaba tratando con una pequeña muñeca de cristal, pero lo que no sabía el vocalista era que había despertado a la bestia, una bestia escondida en el interior del pelirrojo y que no se iba a saciar hasta que el pequeño miembro de la banda diera todo en ese momento.

Yo-ka estaba preocupado en que el más mayor no sintiera dolor mucho más que en su propio placer. Tan concentrado estaba en esto que no vio cómo la cara de Tatsuya iba cambiando a una expresión mucho más traviesa mientras le miraba desde abajo. Con un rápido movimiento, sorprendiendo al mas pequeño, invirtió las posiciones, dejando al pelinegro con la espalda apoyada en el colchón, sintiendo cómo la penetración se hacía más profunda y escuchando cómo su novio gemía roncamente. Tatsuya sentado sobre su hombría le miraba con una sonrisa de medio lado mientras comenzaba a saltar sobre ella, haciendo que el placer que sentían ambos se incrementase.

Sin darse cuenta, comenzaron un movimiento frenético. Estaban totalmente perdidos el uno en el otro; uno a horcadas sobre el otro, inclinado para no dejar de besar los ya enrojecidos labios del pelinegro. Los gemidos se incrementaron, llegando a gritar el nombre del otro sin ningún tipo de pudor. Tatsuya, sintiendo cómo el placer era cada vez mayor y que el clímax era inminente, miró hacia su compañero a los ojos, viendo como él estaba en la misma situación que él. Sin bajar el ritmo inclinó su cuerpo hacia los labios de su novio y, más que besarle, le devoró introduciendo su lengua y haciendo fricción con la ajena. Acto seguido, con un alto gemido ahogado en sus labios, se dejó llevar por el placer junto con el vocalista.


*******


—Tatsuya, esto ha sido increíble. Ha sido, sin duda, el mejor regalo que ma han hecho nunca.

Yo-ka permanecía abrazado a su novio, apoyando su mejilla en el pecho de este mientras escuchaba el latido de su corazón, que ya había vuelto a ser calmado después de relajarse encima de las sabanas, revueltas por la actividad de la pareja.

—Sí...— el más mayor abrazaba a su pareja mientras miraba al techo de la habitación, perdido en sus pensamientos.

El pelinegro alzó su cabeza y le miró confuso. No parecía muy feliz después de acto que había realizado. Pese a que el pelirrojo se había entregado completamente a él, sentía que algo no le dejaba disfrutar. Se alzó por completo para poder mirarlo directamente, haciendo que este le mirase.

—¿Qué pasa, Tatsuya? No te ha gustado, ¿verdad?— le preguntó mientras agachaba la cabeza. «Ha sido un desastre, seguro que no ha sentido nada. Por una vez que se entrega a mí, no he sido capaz de hacerle disfrutar tanto como él me hace disfrutar a mí», pensó mientras miraba sus manos apoyadas en el colchón junto al abdomen de su compañero.

—¿Qué? No, para nada. Yo-ka, no pienses eso, para mí ha sido una noche perfecta.

—Pero hay un pero, ¿no?

El pelirrojo suspiró mientras atraía al más pequeño a su pecho otra vez, abrazándolo por su cintura.

—Quiero que, si lo hacemos otra vez, dejes de pensar que me voy a romper. No pienses en que me vas a hacer daño, piensa en que el sexo es para disfrutar los dos, no solo uno— dijo alzando su rostro para que le mirase—. Quiero ver la fiera que tienes guardada dentro y quiero que me hagas gritar hasta quedarme sin voz.

Yo-ka le miró sorprendido. No podía creer que al final le hubiese gustado y que sugiriese que podría repetir la experiencia de volver a ser el activo.

—¿Quieres decir que habrá una segunda vez?

—Quiero decir que puede que repitamos, pero no será hasta dentro de mucho tiempo. Ahora quiero dormir abrazado a mi dulce novio y esperar a que mañana pueda sentarme en el banquillo para tocar la batería— dijo mientras abrazaba más fuerte a su pareja, dejando escapar una ligera risa al mismo tiempo que bostezaba, contagiando al vocalista que, feliz, dejó que Morfeo le llevase al mundo de los sueños


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