ChaeRin había revisado sus mensajes al salir de la junta de trabajo, caminando cansada por su casa cubriendo a su hermana al estar ésta dormida en el sofá. Decidió llamar a su amigo, ya era algo tarde por lo que se preocupó con un poco, más aún al notar que no le contestaba.
—Dony, HanBin no aparece y… —
—JiWon se lo llevó a un lugar, creí que te había dicho… —Le interrumpió mientras sonreía de medio lado pensando en lo que esos dos estaban haciendo.
***
JiWon acariciaba el cuerpo del menor mientras estaba sentado al borde del sofá observando su piel brillante, a pesar de que sólo los iluminaba una tenue luz lejana del pasillo que daba a las habitaciones notando como las mejillas del menor se sonrojaban acariciando las mismas cuando HanBin alzaba su vista y así verle directo a los ojos sintiendo como sus mejillas se ruborizaban, el menor al notarlo sonrió de medio lado, pensando que era lo mejor que había visto.
Atreviéndose a ir más allá le quitó la camiseta al contrario ¿Qué estaba haciendo? Mordió sus labios notando el torso trabajado del mayor sin evitar pasear su mano por sus abdominales sintiendo derepente una mano adentrarse en la parte frontal de sus pantalones y otra en su trasero, dando un respingo al tomarle desprevenido.
— ¿Seguro? —JiWon susurraba al oído del menor, tratando de calmarle pero a quién trataba de calmar era a el mismo al no saber siquiera que hacer.
—No mucho… —Murmuraba entre jadeos el menor de los dos, desabotonando la camisa que llevaba puesta.
JiWon sonrió ante las palabras del contrario, lamiendo su cuello al haberse acercado, sus manos se enterraban en las caderas del menor, sintiéndose ya en otro mundo con tan sólo ese simple tacto, ese simple roce, algo que nunca había experimentado, sintiéndose más nervioso con su latir a mil por hora.
Y fue cuando la mente del menor lo hizo reaccionar, como siempre, su estúpida mente le traicionaba, le recordaba que el día de mañana salía su vuelo, que unas cuantas horas tenía que regresar a su hogar y a ese rutina que ahora le parecía valer menos que un limón.
—¿Te puedo pedir un favor? —Susurró entre jadeos apenas dándose cuenta del movimiento de sus caderas sobre la entrepierna ajena, observando el rostro del mayor, algo brilloso por la tenue capa de sudor sobre su frente.
—Solo si me dejas hacerte todo lo que yo quiera… —Esa voz, gruesa, entre calmada y ansiosa, se sentía en el limbo en aquel momento, teniendo una especie de miedo como ese tono que uso le hizo recorrer en su espalda una corriente eléctrica de inicio a fin.
—S-sí…Sólo…no me odies después de esto. —Le miraba con nostalgia, JiWon sintió su corazón oprimirse, le tomó de su muñeca para jalarlo y abrazarlo como seguramente nadie antes lo había hecho, besó sus labios con calma, contrario al resto de su cuerpo deseoso por poseerlo ya.
El mayor de los dos invirtió las posiciones, quedando HanBin atrapado bajo su cuerpo, lo necesitaba, algo le decía muyen el fondo de su ser que algo malo pasaría, pero por ser él lo valía. El sentimiento que le provocaba le hizo olvidarse de todo, y si era un error lo cometería una y otra vez.
HanBin apenas y si podía permanecer con la mente concentrada. Se sentía la peor persona, acostándose con un extraño para después irse, nunca se le había pasado en su mente que algo así le pudiera pasar o incluso pudiera hacer.
Sus pensamientos salieron por la ventana cuando la lengua del mayor empezó a recorrer su torso, los dedos adversos jugaban con sus pezones, haciendo marcas sobre su piel.
—No hagas marcas…me costará olvidarte… —Pensaba notando como su torso se quedaba con las moradas y rojizas marcas.
Bastaron unos cuantos minutos para que el menor quedara completamente desnudo bajo el cuerpo del mayor, mientras éste le masturbaba con sus labios, jugando con su miembro dentro de su boca mientras sus manos le acariciaban sus testículos haciendo que HanBin moviera su cabeza de lado a lado, tratando de reprimir sus gemidos algo agudos. JiWon sonreía en sus adentros al verle y escucharle, abandonando sus actividades pasando las piernas del menor sobre sus hombros mientras paseaba su lengua sobre la entrada del menor, separando sus nalgas a la par.
No podía creer lo que hacía el otro, pero no podía negar que se sentía bien, dando un gripo después sintiendo como el mayor introducía un par de dedos en su interior.
Moviendo sus dedos en círculos se arrodilló entre las piernas del menor, HanBin le veía mientras un hilo de su saliva se escapaba de entre sus labios, con su vista algo nublada, sus cabellos alborotados, desnudo, sonrojado y jadeante al borde del éxtasis, lo enloqueció de sobre manera.
Bajó sus pantalones junto a su bóxer, haciendo que su erección se paseara entre las nalgas del menor mientras se inclinaba a él, reclamando como suyos los labios adversos, comenzó a mover sus caderas como si le estuviera embistiendo ya, haciendo gemir al menor, siendo el mayor quien se aprovechaba del momento para introducir su lengua en la boca ajena.
Una especie de pelea se había iniciado, sus lenguas se necesitaban, estaban desesperadas por sentirse la una a la otra cada vez más mientras las manos de Jiwon se clavaban en la cintura del menor, bajando hasta su trasero, apretando el mismo con descaro, de una manera urgida, arañando, apretando, sin saberlo, lastimando y marcando su piel. HanBin lo sabía, le dolía, pero le gustaba; sus manos recorrían la espalda del mayor, sintiendo la anatomía de éste. JiWon comenzó a introducirse dentro de HanBin, mientras éste enterraba sus uñas en su espalda, dejando un camino rojizo hasta sus uñas, gimiendo a lo alto sintiendo como se abría su interior ante el mayor.
—Tan estrecho… —Gimió el mayor, poniendo su espalda recta, alzando las caderas del menor para comenzarle a embestir con rapidez. HanBin se había sorprendido y sus gemidos inundaban la habitación.
Quién movía sus caderas para embestirle era JiWon, sus dedos se enterraban en la cadera del menor moviéndose frenético sin importarle en este momento nada más que adentrarse en él. HanBin se sintió extrañado, le gustaba sentirse en las manos de aquel hombre, estaba a su disposición y ya había aceptado que el contrario le hiciera lo que quisiera. Se sentía tan sometido con esa simple acción y ansioso mientras la mirada del contrario recorría con lascivia su cuerpo expuesto, aunque sentía que era algo más que simple perversión en los orbes entrecerrados que le observaban.
Se dejaba llevar, las fuertes embestidas le hacían gritar mientras el sofá se movía con ellos. De pronto, JiWon le volteó, quedando el menor boca abajo, recargando parte de su peso en los posabrazos del sofá, arrodillado con su espalda curveada elevando su trasero, JiWon, se mordió los labios ante la escena que le brindaba, dándole un par de fuertes golpes a su trasero antes de volverle a embestir. HanBin mordió una de las almohadas cercanas, sintiendo como los brazos ajenos rodeaban su cuerpo de manera posesiva, sonrojándose mientras el mayor alejaba la almohada de sus labios.
—No dejes de gemir… —Le ordenó mientras sus dedos jugaban con sus pezones, bajando una de sus manos después hasta su miembro, empezando a masturbarle.
Las embestidas se hicieron aún más fuertes cuando el mayor golpeaba su punto placentero, sintiéndose ambos en el clímax, con su mente vacía, pensando solamente en el otro y en el calor que les envolvía. HanBin fue el primero en venirse sobre la mano del mayor, sintiendo las suaves paredes del menor apretarse entorno a su miembro se sintió más allá de lo real, y sin darse cuenta había llenado el interior del menor con su esencia, abrazándole con fuerza, con temor de perderlo.