Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SICK por Sai Ki

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Saiki está de regreso!

Esta historia es un cliché que se me ocurrió un día en que me encontraba enferma y ¿qué mejor que divertirse escribiendo una parodia?

Fans de Shou, no me odien ~

Aclaro que la hermana de Saga no tiene ningún parecido en la vida real (de hecho nadie la conoce pero se sabe que existe) así que sólo es un "extra" hahaha.

Notas del capitulo: Es un capítulo único por lo que no tiene una continuación o "extras" ya que exprimí todo lo que mi mente pudo imaginar un tarde de enfermedad.

Aclaro que cada fanfic es escrito, redactado y publicado desde el móvil por lo que puede tener más de un error o situación que necesite ser aclarada a pesar de las muchas revisiones que le hice.

Sin más ¡lean!
Mal día para estar enfermo.

Era terrible estar enfermo, sinceramente ni el castaño entendía cómo había enfermado de tal manera si no solía hacerlo. Hiroto le había recordado aquella salida con una chica enferma pero eso era imposible, ¡Ni siquiera le había besado! Encima el clima no parecía estar a su favor, helaba fuera de sus mantas y eso no le agradaba para nada.

Para terminar, sus padres no estaban en casa y su hermana había dejado muy en claro que no cuidaría de él, que seguramente estaba exagerando para faltar a la Universidad y.... bueno, eso podría haber aplicado en otro contexto pero necesitaba presentar un examen final de suma importancia o terminaría por repetir año.

Se encontraba abandonado, envuelto en mantas con los ojos llorosos y cuerpo cortado, no era más que una simple gripa lo que le aquejaba pero si por algo era conocido, aparte de flirtear con medio mundo, era por lo mucho que le gustaba ser consentido. Quizás era buen momento para aprender a vivir solo y dejar el drama para otro momento, tomar una pastilla y subir al primer taxi que encontrara para llegar corriendo a presentar aquel examen de cálculo diferencial.

Pero vamos ¿dejaría pasar una oportunidad así? Tenía la casa para él solo y al día siguiente podría convencer a "su buen amigo Naoyuki" de que rogara al profesor para que le dejase presentar el examen.

Aunque al intentar ponerse de pie para encender la consola de videojuegos y distraerse en su "día libre" no haciendo cosa más productiva que perder el tiempo, la cabeza le dio vueltas.

No necesitaba ser un experto para saber que se había mandado con eso de regresar a casa a las dos de la mañana siendo ligeramente cubierto por un saco gris dejando mostrar parte de su pecho, muchas veces con alguna marca de lo acontecido hacia pocas horas o incluso minutos. El cabello húmedo debido al sudor, sus labios ligeramente rojizos y una sonrisa bien disimulada. Pero esta última cambiaba si la nieve salía de la nada contra todo pronóstico y terminaba por maldecir a cualquiera que se le cruzara con un abrigo pues ni el mejor sexo podría quitarle el frío en ese momento.

Vaya loco.

Rendido, regresó a su cómodo lugar bajo las mantas y se cubrió hasta el cuello con ellas. Miró el reloj en su muñeca "12:45", sus padres no aparecerían en casa quizás en doce horas más, su hermana estudiaba por la tarde por lo que en quince minutos más saldría hacia el Colegio y él... bueno, tal vez tendría que hacer una vergonzosa llamada a uno de sus amigos pidiendo un poco de ayuda y comida con toda la pinta de un vagabundo solterón ¿Y quién para eso mejor que Shinji?

—Tora~shi... me siento muy enfermo, ¿podrías traer un poco de comida y pastillas para el dolor? —Si, una llamada sería mucho más creíble que sus mensajes donde la mayoría de las veces, terminaban haciendo bromas y no llegaban a ningún lado. Podía notarse en su voz el cansancio, hastío y sobre todo, lo poco que le gustaba tener que pedirle ayuda.

Pero quien había contestado no era precisamente su mejor amigo de curso.

—¿Cuál es el problema ahora, Saga? ¿Te dieron duro y necesitas que alguien te arregle tu lindo culo? MI Shinji no va a ir a verte, ya deberías dejar de llamarlo y... —la llamada se cortó.

El castaño maldijo mil y un veces a ese mocoso con el que a su mejor amigo, se le había ocurrido salir. Gracias a él había dejado de jugar videojuegos en su casa y también le había mandado al diablo cada que le invitaba a una fiesta porque "ya hice planes con Shou" en serio odiaba a ese imbécil de primer semestre... ¿Cuál era su problema si sólo quería un poco de Shinji? Suspiró con mueca de hastío al recordar el por qué quería a Tora ahí y no a Nao o Hiroto dándole sopa en la boca para que se recuperara de esa "terrible enfermedad".

Por cosas del destino, había terminado enamorado de Shinji. Aún creía que era una de las tantas "conspiraciones" del Universo en su contra cuando lo descubrió pero, sabiendo que no le creería por conocer su pasado de Don Juan, prefirió fingir que nada pasaba y comenzó a ignorar esos sentimientos con alcohol y sexo.

Pero ahora se arrepentía enormemente pues un idiota de cabello bonito y sonrisa encantadora había molestado lo suficiente al pelinegro culminando en una relación formal. No quería admitirlo pero definitivamente alguien con las cualidades del bendito Shou, era mucho mejor partido que él.

No tenía nada en contra de él, al inicio todo parecía ir bien y por un momento se sintió tranquilo de que alguien hiciera feliz a Shinji pero con el tiempo, comenzó a alejarlo de él, no podía ni verlos juntos porque de inmediato abrazaba melosamente al chico de un metro ochenta y decía "¿Podrías dejarnos solos?" Ignoraba cuánto habían hablado de él pero las palabras fueron subiendo de tono llegando a fastidiarle todo un día cuando aquel chico rubio le echaba en cara sus aventuras nocturnas tratándolo de alguien completamente despreciable.

La cabeza comenzaba a dolerle de sólo recordar como su amistad se había ido a la mierda por un mocoso aún más mierda malditamente celoso que... "Tranquilízate Saga, ya has pasado por esto antes... sólo debes dejarlo pasar y llamar a Nao" pero al mirar la pantalla del móvil, el mareo volvió a su ser gracias al brillo con que le tenía y terminó apagándolo.

Quizás no sería tan mala idea morir de gripa en su propia casa.


No tenía idea cuánto tiempo había transcurrido pero de lo que estaba seguro, o mejor dicho, no lo estaba, era que Tora estaba a su lado con un par de bolsas plásticas llenas, quizás de víveres.

—¿Qué haces aquí? —aunque no lo hubiera querido, su tono fue peor, haciéndole recordar de inmediato por qué se había enojado antes de lanzar el móvil bajo la cama.

—Escuché que estabas enfermo, traje un poco de comida y un antibiótico —explicó el pelinegro aparentemente tranquilo pero su semblante indicaba todo lo contrario mientras depositaba lo que había comprado sobre el escritorio dejando a Saga con más de una duda.

—qué sorpesa que tu noviecito te haya dejado venir —comentó con sorna no pudiendo soportar más el sentirse desplazado de semejante manera por alguien menor que él. La risa del mayor le hizo haber querido tragar sus palabras.

—eso es porque ya no es mi novio, ahora hazte un favor y ponte de pie porque te ves peor de lo que pensaba —volteó a mirarle con tal tranquilidad que el castaño sólo atinó a asentir con la cabeza y seguir sus instrucciones, apostaba que habían terminado mal por lo que ni una broma intentó salir de sus labios debido a la reciente "confesión" del pelinegro.


Luego de haber comido una gran porción de carne y arroz, Saga tomó una pastilla para calmar cualquier tipo de malestar siguiendo después los consejos de Tora terminando con un baño caliente.

Mientras tallaba sus brazos bajo el chorro de agua, dedujo que, al no haber nadie en casa, Shinji seguramente había usado la llave de emergencia que recordaba haberle mostrado en una de sus tantas borracheras argumentando que si estaba lo suficientemente perdido para no entregarle sus llaves, tendría que usar las de repuesto para poder arrojarle en el interior de su casa pasando a ser problema de sus padres. Una sonrisa se formó en su rostro al recordar todas las tonterías que le decía con tal soltura que lo hacía quedar siempre como un reverendo idiota.

Se colocó un pijama azul con suaves rayas en un tono gris saliendo así del baño. "Puedo tolerar que me vean semi desnudo en un bar pero me cohibo si Tora llega a descubrir una marca en mi cuello, patético Saga, eres patético" se recriminaba mentalmente mientras abría la puerta de su habitación, seguramente su mejor amigo ya se había marchado de su casa debido a la tranquilidad en la que volvía a estar todo dejándole un sentimiento extraño en la boca del estómago.

Miró una vez más su reloj "18:57" pero todo pensamiento de culpa o raciocinio sobre si oscurecía más temprano en época de invierno haciéndole creer que ya eran las diez de la noche, pasó a segundo plano al descubrir que Shinji dormía plácidamente en su cama, esa que incluso se había tomado la molestia de volver a hacer. En el escritorio tampoco había rastro de comida y los cuadernos parecían acomodados nuevamente en su lugar.
Revisó el bote de basura escondido detrás de la puerta, si, definitivamente había hecho limpieza mientras él tomaba un baño.

Sólo alguien como Saga aprovecharía de tal forma el estar con alguien que había cautivado su corazón desde hacía diez meses. No sólo se había acostado al lado de Tora, sino que para asegurarse de que ninguno de los dos cayera minutos después de la pobre cama individual, le había abrazado.

Había apoyado su rostro en el pecho contrario, sus brazos rodeaban su cintura en un gesto por demás cariñoso y una de sus rodillas se encontraba sobre los muslos de Tora. Una posición por demás comprometedora que, luego de haber meditado, hizo avergonzar al mismo castaño por tal atrevimiento. Pero si el pelinegro había terminado con su novio ¿qué caso tenía preocuparse? ya pensaría en una buena excusa cuando el más alto le preguntara o despertara para que le dejara irse de ahí, por ahora sólo quería disfrutar del aroma y calidez que sólo sentía estando a su lado.

Los latidos de su corazón aumentaron cuando sintió el más alto dejaba descansar su brazos sobre sus hombros, acercándole indirectamente a su cuerpo. El calor en su pecho se hizo aún mayor cuando sus labios murmuraron su nombre.
No tenía idea de si Tora estaba durmiendo o simplemente soñaba con él pero le restó importancia dejándose llevar por la cálida sensación de estar abrazados y que afuera, el clima amenazara con descender hasta los cero grados centígrados.

Cerró sus ojos asegurándose de esconder su estúpida sonrisa bajo los mechones de cabello que caían por su rostro esperando que poco a poco el sueño lo venciera, algo que fue por demás imposible cuando la voz del pelinegro se hizo presente en la habitación.


Tora sabía que Saga aún estaba despierto y dado que la posición en la que se encontraban le resultaba por demás cómoda, comenzó a relatar cómo era que había terminado su relación con Shou.


[]


—¿Cuál es el problema ahora, Saga? ¿Te dieron duro y necesitas que alguien te arregle tu lindo culo? MI Shinji no va a ir a verte, ya deberías dejar de llamarlo y... —la llamada se cortó pues el mismo Tora había tomado el móvil colgando de inmediato la llamada del castaño.

Shou guardó silencio al notar aquella mirada recriminatoria con que el mayor le miraba esperando que comenzara con su sermón de siempre, que Saga era su amigo, que no tenía por qué ser así con él y seguramente le dejaría la ley del hielo antes de convencerlo para ir a su apartamento y sacarse el enojo con su cuerpo. Se sabía eso tan de memoria que, con tal de tenerle cerca y de esa manera tan excitante, molestaba a Saga más de la cuenta.

Había visto al chico castaño pasearse por bares y centros nocturnos como si fuera su propia casa lo que le dejó material extra para llenarse la boca de insultos, total, Tora daba fé de sus actos lujuriosos a media noche una vez que le encontró en estado deplorable con el alcohol y terminó contándole casi la vida de su mejor amigo. Una espina atravesó su corazón al pensar que seguramente aquel guapo pelinegro tenía sentimientos amorosos para con el casa nova lo que aumentó sus deseos de alejarle de él y así evitar su sufrimiento. Sin embargo, terminó por destruir su amistad.

—creí que ya habíamos hablado sobre contestarle así a Saga —el más alto le hablaba mientras intentaba inútilmente regresarle la llamada al castaño lo que puso en tensión a Shou, pues nunca había hecho antes.

—solo te habla para que vayas con él... —comentó el menor con las manos dentro de su chamarra haciendo lo posible por sostenerle la mirada.

—¿Cuántas veces ha sido así? No estoy en ánimos de soportar tus estúpidas escenas —eso le había sorprendido al mismo Tora, ¿desde cuándo actuaba de ese modo? encima el idiota de Saga no contestaba lo que significaba que en verdad se encontraba mal o se había molestado porque su novio había sido grosero con él.

Saga nunca se quejaba de que Shou le dijera algo, incluso parecía ignorar todos esos insultos lo que por un momento tranquilizó al más alto pues pensaba que pronto esa "etapa de celos" terminaría pero, como era de esperar, sólo terminó por distanciarlos.

Aún recordaba aquella vez que el castaño escupió sus sentimientos, como entre burlas le había dejado en claro que odiaba el haberse alejado de él por una relación en la que sólo había sexo, pero ¿estaba bien para Saga decir eso? ¡…l se la vivía en medio de las piernas de los demás! Y claro que se lo había dicho, esperaba que con aquella indirecta su mejor amigo entendiera que estaba interesado en él desde hacia tiempo y que le podía dar mucho más que solo sexo pero claro, una vez más, el Don Juan de todo Japón andaba hasta la mierda de borracho intentando articular palabras a las cuatro de la mañana.

Lo único que había quedado claro era que quizás, las palabras de Shou le afectaban más de lo que pensaba y por eso mismo Tora comenzó a tomarse más en serio sus "bromas" hacia el castaño concluyendo en algo evidente: su novio no era el amor de persona que había creído los últimos cuatro meses. Era el demonio mismo ocultado detrás de aquella radiante sonrisa.

—¿Me vas a decir que te importa lo que le pase? seguramente alguna de sus conquistas le pegó alguna enfermedad, no me extraña que haya tenido que ir al hospital el mes pasado... y no pongas esa cara de sorpresa que ya deberías saberlo, ¿no es tu amigo? —Vaya, Tora en verdad se había perdido de muchas cosas ¿Saga había ido al hospital? ¿Por qué diablos no le había dicho? Hiroto y Nao tampoco mencionaron nada...

—te dije que no estoy para tus escenas, Ohara. Y ahora que lo dices, no entiendo como hasta tú sabes que fue al hospital y yo no —punto a su favor pues Shou se quedó en silencio el tiempo suficiente como para darse cuenta que quizás, el rubio atendía sin fin de llamadas en su móvil y no le daba ninguna clase de recado.

Perfecto

Si bien habían terminado mal y Tora había terminado comprando cualquier cosa que vio en el supermercado para llevarle a su necesitado amigo, también sintió tristeza de haber casi perdido su amistad con él por un joven menor que ambos. No era justo para ninguno de los dos.

Conocía demasiado al castaño como para saber que le mandaría al diablo si llevaba inyecciones para que se curase más rápido así que tuvo que pedir en la farmacia unas pastillas para niños menores de doce años y así asegurarse de que al menos haría el intento por tomarlas.

[]


Saga había escuchado con atención la historia riendo por lo bajo al recordar aquella vez que, en bromas con Nao, había marcado el número del pelinegro diciéndole que iría al hospital. Se lo hizo saber a Tora, pues aparentemente el más alto estaba preocupado de su salud y también le había halagado en tono sumamente meloso por haberle cuidado con el único fin de sacarle una sonrisa o algún golpe como esos que solían darse antes de soltar una carcajada.

Sin embargo, en ningún momento se habían separado y ahora hasta el mayor había tomado una manta volviendo a preguntarle por su familia a lo que el castaño contestó que su hermana tardaría en llegar del Colegio al igual que sus padres del trabajo, recibiendo amistosas caricias en el cabello que le hicieron sonreír, sobre todo cuando Tora mencionaba lo mal que se sentía por haberle "abandonado" por un chico lindo. Pero Saga no estaba enojado por eso y mucho menos cobraría venganza, simplemente le dijo que no tenía importancia y guardara silencio porque tenía sueño.

—ya has dormido bastante, Takashi

—estoy enfermo, debo dormir... —se cubrió con la manta hasta la cabeza logrando sacar una estruendosa risa del contrario lo que le hizo recordar lo tonto que se sentía a su lado. Sobre todo cuando se burlaba de él por sus actitudes "infantiles o tiernas" y por un momento quiso apartarse cuando el mayor le rodeó la cintura dejando sus rostros demasiado cerca.

Pero aún cuando tenía ganas de apartarle, verle con los ojos cerrados y una sonrisa le hizo recordar tanto su amistad como los sentimientos que se agolpaban en su pecho. Guardó silencio un momento no sabiendo si era buena idea confesarse o murmurar alguna broma e increíblemente, terminó por cerrar también sus ojos esperando que el sueño le venciera.




El frío le hizo despertar en la madrugada, apenas recordaba lo que había sucedido algunas horas cuando el rostro del pelinegro fue captado de forma abrupta por sus pupilas. El color rosa invadió sus mejillas por un momento y tuvo que salir de bajo la manta para respirar, buscando así un poco de respuesta a sus dudas.

La única respuesta era que ambos se habían quedado dormidos y no habían notado el cambio de clima debido a que se habían mantenido abrazados y cubiertos por una frazada.
Aún sentía cierto malestar muscular y tuvo que levantarse de la cama para limpiarse la nariz. Eran las tres de la mañana del sábado. Maldijo su suerte por lo bajo al recordar su examen de matemáticas, presentarlo el lunes no era una opción, era casi una misión imposible y todo porque había querido descansar su cuerpo atacado por una gripe.

—Shinji, tú, ¿piensas quedarte a dormir en mi cama? —le movió con suavidad para llamar su atención. En poco tiempo el contrario despertó y le miró con una expresión que una vez más, hizo latir con rapidez el corazón del castaño pero, aparentemente tenía suficientemente sueño como para contestar y torpemente salió de bajo la manta levantando más tarde el resto de las cobijas para acostarse en una orilla, dejando un espacio en el colchón para Saga.

—si te quedas ahí afuera podrías enfermar peor... —habían sido los murmullos ajenos bajo las mantas. El más bajo de los dos se recuperó del trance en que había presenciado a Tora moverse de lugar y no tardó mucho en acostarse a su lado, teniendo una vez más que abrazarle para que los dos durmieran sin problema. Aunque eso, más que un requisito, parecía una necesidad.




Al despertar, Tora se encontró con una imagen que le hizo abrir los ojos cuando su mente comenzó a trabajar más rápido que su cuerpo entero en despertar. Se trataba del castaño, tenía nuevamente una de sus piernas sobre sus muslos y sus manos juntas a la altura del pecho, ese pecho blanco que saltaba a la vista pues los primeros botones estaban desabrochados. Mechones de cabello en todas direcciones y sus finos labios ligeramente entreabiertos para poder respirar debido a que su nariz seguía congestionada por la enfermedad.

¿En qué momento se había quedado a dormir con él? ¿Cómo era que habían terminado en semejante posición comprometedora? ¿Por qué tenía más de cincuenta llamadas perdidas en el móvil? El pelinegro realmente quería dar respuesta a sus preguntas pero la calidez bajo esas mantas y el aparente clima "a su favor" le hicieron quedarse en silencio mientras miraba a Saga dormir.

Aquel compañero suyo siempre le había parecido atractivo, pero nunca pensó en llegar a mirarle del modo que lo hacían todos cuando se le ocurría sacar a bailar a una linda chica en una de las discotecas que solían frecuentar.
Desde el inicio sabía que el tener "sentimientos" por uno de sus amigos era peligroso, el que se tratara de Saga lo volvía prácticamente un tabú pues era bien sabido su temor a las relaciones largas y serias, yéndose tras la primer falda que le pareciera interesante. Pero había sido imposible no fijarse en él cuando le sacaba más de una carcajada con sus ocurrencias o los melosos abrazos tras la puerta del salón de clases buscando que le prestara dinero para el almuerzo, ciertamente al castaño no le faltaba el dinero pero con sus salidas nocturnas se quedaba "limpio" como solía decirle, y recurría a sus juegos con tal de salirse con la suya.

Pero aquel trato había disminuido cuando aceptó tener una relación con un chico de primer semestre que por sus celos hacia el castaño, había prácticamente prohibido su amistad. Podía notar lo feliz que era Saga molestando a Nao del mismo modo que antes lo hacía con él sintiendo por primera vez "celos" de que el más bajo fuera lindo con otras personas pero, ¿se podía quejar cuando ni siquiera había dicho sus sentimientos? Para el pelinegro estaba bastante claro que a su mejor amigo le importaría una mierda y terminaría por burlarse de él tras su confesión, por lo que se dejó llevar por Shou y su linda sonrisa.

Miró el reloj sobre el escritorio descubriendo que apenas eran las siete de la mañana. Sabía por Saga que sus padres salían a trabajar a las ocho y su hermana despertaba tarde el fin de semana a menos que tuviera que salir con sus amigas. La habitación ajena lucía oscura debido a lo frío de aquel día haciéndole creer que era mucho más temprano pero de igual modo, no dejó las mantas y revisó cada mensaje y llamada en su móvil. La mayoría eran de Shou y sólo un par de su madre preguntándole donde andaba, contestó con un simple "llegaré tarde a casa, no me esperen para comer".


Volvió los ojos a su amigo guiando más tarde su dedo pulgar a su labio inferior buscando rozarlo para darse una idea de su textura cuando de pronto, la puerta se abrió dejándole en evidencia ante los ojos de la hermana menor de Saga que pronto se sonrojó al pensar en quién sabe qué situación entre Tora y su hermano. Porque claro, ambos estaban metidos en la cama y encima, el pelinegro acariciaba los labios del castaño.

—perdón... eh... ¿Viniste a cuidar a mi hermano? Espero no te vayas a ir temprano porque no habrá nadie en casa, claro, por si te interesa —la hermana del más bajo parecía tímida usando un abrigo negro y gafas de montura plateada pero tras sus palabras, entendió que se trataba de una copia menos pervertida del hermoso chico a su lado. La menor le guiñó un ojo y cerró la puerta lentamente.

Pronto escuchó "Takashi sigue durmiendo, no va a venir a desayunar" por lo que agradeció en silencio a la pequeña Mikoto por encubrirle ya que sus padres seguramente no tenían idea de que él se encontraba ahí y lo mejor era que no lo supieran.

Abrazó nuevamente al más bajo cuando se aseguró de que su familia se hubiera marchado. Escondiendo el rostro en la curvatura de su cuello, aspirando el delicioso aroma que desprendía su piel.




Takashi despertó un par de horas después sintiendo como algunos mechones de cabello que obviamente no era el suyo, rozaban su pecho ahora ligeramente descubierto de las mantas. Instintivamente guió su mano a esos cabellos negros y sin dignarse a abrir los ojos, comenzó con sutiles caricias sobre el cabello de Tora terminando por descender la yema de sus dedos en su nuca para perderse bajo la playera holgada que vestía el más alto sintiendo la tibieza de su espalda.

Entreabrió los labios al sentir suaves roces sobre su piel que pronto se convirtieron en húmedos besos logrando acelerar su respiración y que por consiguiente, regresara a la realidad en que se encontraba: estaba con Shinji en la misma cama mientras poco a poco el pelinegro terminaba por retirar la camisa de su pijama azul y buscaba su mirada con un brillo especial en los ojos.

¿Tenía razones para negarse a lo que estaban próximos a cometer? Ambos se tenían ganas desde hacía tiempo y simplemente no podían esperar más.


El más alto se acomodó sobre el cuerpo del castaño dejando todo un camino de besos entre su pecho y abdomen notando como se estremecía al contacto de sus labios sintiendo con agrado como en un rápido movimiento, él también había sido despojado de su playera y pronto sus hombros y brazos eran cubiertos por caricias que se intensificaron cuando marcó su piel como suya a la altura de su cadera, justo por encima del elástico del pantalón del pijama.

—Quiero besarte... —la petición de Saga en medio de su agitada respiración no hizo más que excitarle cumpliendo más tarde sus deseos al atrapar con maestría sus labios, en un beso demandante que fue respondido del mismo modo dando paso a sonidos obscenos entre sus bocas a la par que sus entrepiernas se frotaban bajo las prendas.


Pronto ambos se encontraron desnudos, admirando el cuerpo contrario sin pudor como si no fuera la primera vez que se miraban.

Saga aprovechó la vaga distracción del más alto e invirtió posiciones dejándole a merced suya cuando chupó con ansias el tatuaje que tenía en el abdomen dejando después un camino de saliva hasta su erguido miembro, mismo que no tardó en lubricar con habilidad con el pasar de los minutos siguiendo el ritmo que el más alto marcaba al tener entre sus dedos su castaño cabello.

Los graves gemidos de Tora insitaban al más bajo a enredar su lengua con aquella maestría que sólo el poseía a la hora de practicar sexo oral. Notando como aquella dura hombría resbalaba con facilidad entre sus labios y el presemen se mezclaba con su saliva para más tarde salir a la luz y resbalar hasta los testículos del pelinegro quien a estas alturas, ya se sentía próximo al orgasmo. Pudo alcanzar a murmurarle que no quería ensuciarle pero su voz fue nuevamente cortada cuando los perfectos labios de Saga degustaron lo testículos ajenos llevándole inevitablemente al éxtasis.

El más alto aún recuperaba la respiración cuando volvió a sentir besos en su abdomen, haciendo un insinuante camino sobre su pecho hasta sentir como los sedosos y ahora lubricados labios del más bajo, le comían la boca de un modo que le fue difícil seguir por culpa de su descontrolada respiración. No entendía qué le hacía desear de ese modo a su compañero de curso pero quiso poseer su cuerpo hasta el cansancio al sentir sus suaves y a la vez firmez glúteos rozarse contra su entrepierna de ese modo tan erótico que de haberse tratado de una película, calificaría perfectamente en las categorías de XXX


—Ah... mierda —gimoteó el más bajo al sentir el tamaño del miembro contrario entrar y salir de su adolorida entrada. Tenía tiempo sin mantener relaciones sexuales con hombres, más aún, siendo el pasivo y eso ahora venía a entregarle cuentas. Pero el dolor valía absolutamente la pena pues el golpeteo constante en su próstata le hacía perder todo equilibrio teniendo únicamente la fuerza para sostenerse de las sábanas y lograr una posición placentera para ambos con sus rodillas juntas y la espalda arqueada dejando sus glúteos a total merced de Tora que no perdía el tiempo arremetiendo contra el cuerpo ajeno regalando de vez en vez una sonora palmada sobre sus nalgas dejándolas rojizas al tacto.


Luego de haber intentado cuanta posición se viniera a la mente del castaño en busca de satisfacer los deseos ajenos y propios, teniendo una cuenta de más de tres orgasmos con las mantas por el suelo al igual que su ropa y un juego de sábanas completamente manchadas y húmedas, terminaron agotados sobre la cama, intentando regular su respiración y algunos espasmos en su cuerpo, producto de tan excitante encuentro.


Saga buscó la mirada del pelinegro y con una leve mueca le hizo entender que se encontraba lo suficientemente adolorido como para querer levantarse y ordenar su habitación, antes de que su familia regresara o al menos su hermana pues sus padres trabajaban. Para su sorpresa, el mayor se mostró comprensivo y le hizo tomar un baño mientras se hacía cargo de las sábanas al igual que le buscaba un conjunto de ropa para que usara al salir.


Tora estaba cansado, efectivamente, pero entendía que el castaño probablemente se encontraba peor y entonces recordó su enfermedad. ¿Había sido buena idea tener sexo las últimas tres horas en un día helado? Pensaría que le había ayudado a mejorarse y en caso de que hubiera sido su culpa, tendría que cuidarle hasta que se sintiera mejor algo que realmente no le molestaría dado que su compañía era algo que siempre buscaba.

Al buscar un conjunto holgado y cómodo para el más bajo, encontró una de sus chamarras que creía perdida por tantos meses, al hacer memoria se acordó que en una de sus tantas borracheras había tomado un baño en casa de Saga y este amablemente le había prestado ropa limpia quedándose entonces aquel conjunto que ahora, se encontraba limpio y bien escondido en el armario. Dado que era lo único suyo, fuera del conjunto que ahora se encontraba en el cesto de ropa sucia, decidió quedarse con él.


Cuando ambos estuvieron limpios y vestidos, pidieron una pizza para comer mientras el pelinegro colocaba una película de terror en la habitación del más bajo y este último metía ropa y sábanas sucias a la lavadora borrando un poco la evidencia de lo acontecido entre las nueve de la mañana y el medio día. Sentía cierta languidez en el cuerpo pero el uniforme de Arsenal que vestía le hacía sentir ligero. Esperaba que su trasero estuviera como nuevo para el lunes y no tener que soportar ciertas burlas respecto a su modo de andar.


"16:05" marcaba el reloj cuando la pequeña Mikoto había encontrado a Saga entre los brazos de Tora mirando una película con la caja de pizza sobre las piernas.

—¿Acaso Shinji-sama no tiene casa? —Molestó con todas las ganas de alguien de diecisiete años a su hermano, caminando hacia la cama para robar una rebanada de la enorme pizza que habían comprado. Tenía tanto tiempo de conocer al mejor amigo de Saga que sabía perfectamente lo que se tenían entre manos y luego de haberles visto por la mañana no dejaría pasar sus bromas.

—Largo de aquí mocosa —el castaño cerró la caja de pizza chasqueando después la lengua cuando recibió una seña obscena por parte de la menor— ¿y en dónde andabas? No me di cuenta cuando te fuiste

—Eso fue porque estabas durmiendo con Shinji-sama —se sentó en la orilla de la cama mientras degustaba su rebanada de pizza y miraba aquella prlícula de asesinos enmascarados que supuestamente provocaba miedo ¿qué diablos veía ese par en sus "horas de pareja"? Prestó atención a la habitación de su hermano, todo estaba ordenado, la cama del castaño olía extremadamente bien y ambos se notaban limpios lo que le hizo levantarse de inmediato luego de haber hurtado otra rebanada— mejor me voy de aquí, no quiero saber lo que hicieron en la mañana.

Y dejándolos a ambos con la sorpresa en el rostro, abandonó la habitación entre risas.

Vaya que era exactamente igual a Saga.

El pelinegro le tenía entre sus piernas rodeándole la cintura con sus tatuados brazos mientras eran cubiertos por una frazada de color naranja. La película estaba por terminar pero estaban más ocupados besándose que le restaron importancia a los gritos desesperados que se escuchaban de fondo en la televisión.


Quien sabe lo que pasaría con el examen de Saga o si Shou cobraría "venganza" por lo acontecido. Tampoco estaban seguros de si los padres del castaño habían notado la presencia del pelinegro pero, al diablo todo. No querían enterarse de nada más que no fuera el sabor de sus lenguas rozándose una y otra vez.
Notas finales: ¿Merezco un review luego de desparecer tanto tiempo?

Realmente espero sus comentarios para saber si les ha hecho reír o no les ha gustado para nada.

Baibai (^^)v

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).