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Te comparé con la luna, siendo todo. por Kuramochi Kazuya

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Notas del fanfic:

Haikyuu!! No me pertenece. Es una grandiosa obra de Furudate Haruichi. 

Notas del capitulo:

Hacía mucho que no me pasaba por aquí. Espero sea de su agrado y lamento haberlo hecho tan corto. Saludos <3

Suga permanecía mirando tras la ventana hace más de una hora según mis cálculos. Ya era pasada la medianoche y todos en la cabaña dormían sumiendo el cuarto en una increíble sinfonía de ronquidos, sobre todo Tanaka, quien además de aquellos ensordecedores sonidos, yacía desparramado balbuceando dormido palabras ininteligibles. Más allá de eso, la paz reinaba. Yo no podía conciliar el sueño, hasta probé tomar una larga ducha caliente y beber té pero ambos intentos terminaron en fracaso. Ni siquiera me tomé la molestia de guardar al menos un libro dentro de mi bolso. Siendo un campamento de entrenamiento, esperaba estar terriblemente agotado y desparramarme sobre la cama hasta entregarme a los brazos de Morfeo. Y no, aquí estaba quemándome el cerebro con tantas cosas pensando y luchando sin piedad dentro de mi cabeza...
Ah, pero en cuanto miraba la figura pálida de Koushi, encontraba paz. Armonía. Me importaba un comino lo que pasaba a mi alrededor, incluso mi mente encajaba los engranajes exactos y dejaba de procesar cosas sin importancia. Como si la mera presencia de Suga calmara las aguas dando un único vistazo. Suspiré. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo hice sin quitar la vista del ventanal.
 
Koushi acurrucaba las piernas contra su pecho descansando el mentón sobre sus rodillas flexionadas mirando hacia afuera sin descanso. Parecía también estar pensando y por eso mismo quedé estático a la distancia, contemplando. Desde donde yo estaba, vislumbré su ceño fruncido con ligereza y un atisbo de melancolía en su mirada. Quizá fue mi imaginación, pero lo conozco lo suficiente como para notar ese detalle. Ahora escondió un mechón platino tras su oreja y resopló con más fuerza de lo que planeó, porque torció el gesto en una mueca de disculpa por si alguien lo notó y rompía el sueño por su causa. Estaba despierto, así que no contuve la risa que brotó de mis labios. Poco importó si asustaba a más de uno por ello.
 
Él se volvió hacia mí dando un salto de sorpresa desarmando su actual postura y cargando aquellos enormes ojos abiertos de par en par con preocupación excesiva. Ah, Suga siempre de esa manera... 
 
—Lo siento, Dai. No quería despertarte— susurró elevando apenas las comisuras de sus labios— quizá sea mejor que vaya a la cocina.
—Hey ¿acaso me he quejado?— pregunté también sonriendo— estaba despierto hace unas horas, descuida. Además, aquí no hay señal de que alguien despierte por nada. No debes preocuparte—. Suga rió tapando apenas la boca con la mano y mi pecho retumbó con violencia. 
—Ya, ya. Lo siento. Tienes razón— encogió sus hombros meneando la cabeza de un lado al otro— por eso mismo trato de no hacer ruido. Están cansados y...bueno.
—Yo temo más porque los despierte lo ruidosa que está mi cabeza hoy.
—Somos dos— admitió sosteniéndome la mirada por unos cortos segundos. No noté que, para ello, contuve la respiración como si eso acallara los latidos furiosos dentro de mi pecho. 
 
La cabaña se sumió de nuestro silencio nuevamente y Suga regresó la atención hacia la ventana. Me pregunté qué podría estar pensando. Quizá en los próximos exámenes, la entrada pronta a la universidad, los partidos que se acercaban y el cómo podrían mejorar los de primero. Ah, Suga. Tú siempre tan irónicamente maternal. No podría decir que era como una mujer, porque no lo es. Su manera de actuar era tan suave, cuidadosa y atenta que difícilmente podría hallarse en un hombre. Por eso mismo Koushi era sumamente especial. Nadie podía igualar su rostro de sorpresa, donde adquiría un aire infantil increíble y cargado de ternura. O esa amplia sonrisa cuando de mejorar algo se trataba. O ese ceño de preocupación que se aliviaba dulcemente cuando el mayor de los desastres acababa bien. Y esos suspiros, la forma de hablar carente de filtros pero conservando tanto cuidado que difícilmente podías ofenderte aun cuando decía el mayor de los insultos existentes en su vocabulario. En pocas y perfectas palabras: Koushi era un ángel. Nacía en mí la necesidad de protegerlo siempre, verle sonreír todo el tiempo y embriagarme con la música de su risa. Tan suave. Tan cálida. Tan Suga. 
 
¿Cómo no iba a enamorarme perdidamente de él? 
 
De allí derivaban los gritos mentales. Las ganas de expresar lo que sentía por él pero...no. No podría decirlo. No quería arriesgar la amistad que tenía con Suga, por más que, si me rechazara, lo más probable, se las arreglara para fingir naturalidad, no podía. Koushi lo era todo para mí, junto al equipo y mi familia. 
 
— ¿Daichi? 
 
Su voz curiosa rompió mi burbuja. Y sólo así caí en la cuenta de estarle viendo fijamente y aparentemente hace varios minutos. Él contenía la risa, vi sus labios apretados y un leve rubor que destacaba de su pálida piel— Oh, lo lamento. Estaba pensando y no reparé en dónde miraba— me disculpé avergonzado y agradeciendo a mi oscura tez que ocultaba el rojo en mis mejillas— ¿Qué hay de ti? ¿Qué tanto miras en la ventana? A menos que seas como yo y observe sin ver nada.
—No soy tan distraído como tú— bromeó haciendo un lugar junto a él y palmeando ese sitio vacío, invitándome. En silencio, accedí sin dármelas de rogar y me acomodé a su lado cuidando no ocupar mucho de su propio espacio— miro la luna. Eso es todo.
—Ya veo— seguí la dirección de su mirada. 
—El cielo está despejado y ella enorme. Por alguna razón, me calma.
—Sí...— coincidí en voz baja— viéndolo de ese modo, me recuerda a alguien.
—Oh ¿hablas enserio? 
—Claro. A ti.
 
Me cercioré tarde de mis palabras y volteé a mirarlo con absoluta vergüenza ¡Mierda, justamente esos pensamientos eran los que no debían salir! Suga estalló en carcajadas tapando su rostro con ambas manos tratando así de calmar algo del retumbante sonido. Todo de él era una cosa rojiza teniendo espasmos de risa— Joder, ignora eso— fue lo mejor que pude decir agachado la cabeza y entrelazando los dedos en la nuca.
— ¡No debí reír así! Sólo que...no sabía que ahora te dedicabas a la poesía. 
—No es eso, Suga. Olvídalo, por favor.
— ¿Cómo podría?— recuperó su usual semblante. Al menos el Koushi de siempre había regresado o moriría de un ataque nervioso— no todos los días escuchas algo como eso. Y más de ti. Anda. Quiero detalles.
—Pues...— carraspeé y liberé mi nuca— uhmm...tu piel. Es blanca y...ella también. Tiene cráteres y me recuerdan a tus lunares...
—...— su silencio me mataba más que su risa. Joder, si Buda existe, que me lleve con él en ese preciso instante— qué ridículo— él contenía una carcajada, podía notarlo— gracias al cielo no eres poeta, Daichi. Apestas.
— ¡Qué cruel!— reí aliviado. Al menos todo eso podría quedar bajo tapujos de broma— pensaba escribirlo para Literatura. Tendré que cambiar de táctica. 
—Si yo te evaluara, deberías repetir examen. 
—Enserio, eres cruel...— Suga me sonrió con inocencia. Ah, ¿no podía oír cómo mi pecho parecía gritar mis sentimientos? Gracias al cielo que no— pero hay algo que no puedo arrepentirme de decir. Y va enserio.
—...Te escucho— vaciló un momento. Creí verle nervioso de repente.
—La luna podrá ser más pequeña que el sol pero ilumina la noche. La oscuridad. Creo que así...suena más fuerte que el sol ¿no?— Suga no respondió, mantenía la mirada fija en mis pupilas. Ligeramente, me estremecí— y bueno...así es como te siento, Suga. Todos en el equipo. 
—Ah...— fue su única respuesta. 
 
Koushi regresó la vista hacia el astro pero inmediatamente escondió el rostro entre sus rodillas, preso de una vergüenza absoluta porque desde el cuello pude ver el terrible sonrojo que le adornaba. Tan adorable. Tan Suga— Hey, lo siento. También fue ridículo...
—No— negó a la vez con la cabeza pero sin levantarla de su sitio— fue...muy lindo— ahora se atrevía a enderezarla lentamente pero, para mi sorpresa, la descansó sobre mi hombro— muy lindo...
 
"Como tú, Suga. Nada es más lindo que tú."
 
—De nada, Koushi— susurré llevando mi diestra hacia su cabellera para disfrutar la suavidad de su cabello— y...perdóname por esto. Enserio...— al diablo todo. No había palabra para expresar el deseo que ardía en mis labios y quemaba mi pecho. No existía ninguna. Él alzó la cabeza, confuso y asustado, transmitiendo ese sentir en la fuerza del café en sus ojos. Tragó saliva y no respondió. Por alguna razón...creí que Suga leyó mis intenciones.
 
Y estaba de acuerdo. 
 
Sujeté su mentón. Suave. Con extrema delicadeza, como si la fuerza excesiva podría dañar su piel, incliné mi rostro hacia el suyo y presioné mis labios contra ellos. Ah...Dios. Esa sensación. Estaban cálidos, húmedos y tan finos contra los míos. Oí su agitada respiración, ojos apretados con fuerza y una mano aferrada a mi hombro. Pero no me apartó, sino que respondió moviéndolos lentamente. Oh...todo no podía ser más perfecto. La noche. El silencio. Eran nuestra únicamente compañía porque lo demás se convirtió en un borrón. 
 
Me equivoqué, Suga. No eres la luna. Eres absolutamente todo.
Notas finales:

Todo por hoy <3

Espero les haya gustado. Hasta la próxima ^^


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