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Shattered por Melchan98_

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Notas del fanfic:

amo esta pareja, no he leído mucho sobre ellos y es por eso que quiero darle todo mi amor para que vaya creciendo cada día más :)

espero les agrade la historia!!

Notas del capitulo:

primer one-shot sobre esta parejita!! bastante crack pero me llena de feels.

Habían pasado trece años desde la última vez que Aomine tuvo contacto alguno con Los miembros de la generación de los Milagros, luego de haber terminado la secundaria  y meditar varios meses sobre su futuro decidió ir tras su tan anhelado sueño, el de convertirse en un jugador de baloncesto profesional.

Su carrera fue maravillosa, tuvo grandes resultados, fue compañero de basquetbolistas reconocidos por gran trayectoria, ganó varios campeonatos con su equipo e incluso fue premiado por ser el mejor ala-pívot tres temporadas consecutivas.

Había regresado a Japón luego de retirarse del mundo del baloncesto, ya se sentía realizado como deportista, toda una multitud fue a despedirse del moreno en el aeropuerto antes de que vuelva a su país natal.

Apreciaba tanto a sus seguidores que le dio un minuto de su tiempo a cada uno para poder autografiar sus camisetas y que pudieran guardar aquel momento en sus cámaras fotográficas.

Se le cayeron unas cuantas lágrimas al tener que despedir a cada compañero de su equipo, fueron como su segunda familia al recibirlos con los brazos abiertos desde el primer día en que fue presentado ante todos.

Ahora, el peliazul vivía en un apartamento que había alquilado en la capital. Pensó en instalarse ahí por unos meses para luego ir a visitar a su mejor amiga y hermana, Momoi que se encontraba en Kyoto.

Ella fue la única quien pudo mantenerse en contacto con Daiki. Insistió varias veces para que su amigo al menos le haga una llamada a sus ex compañeros, pero él simplemente se negaba, decía que no quería molestarlos. Momoi no entendía el porqué de sus palabras pero luego de un tiempo, simplemente se rindió.

La verdad es que Aomine no quiso romper la relación que tenía con la GoM, específicamente con una persona, Murasakibara.

Ellos habían empezado una relación luego de haberse encontrado en la final del  torneo de invierno en su último año escolar.

Su amor fue tan repentino y llegó de sorpresa para ambos, ninguno de los dos tenía en mente de que formarían una relación amorosa. Lo único malo de ella fue que nadie lo sabía. Aomine tenía miedo del hablar de las personas, Murasakibara quería gritarlo a los cuatro vientos, pero debía abstenerse a hacerlo porque respetaba la decisión de su moreno.

En las siguientes reuniones que tuvieron con sus ex compañeros, ellos actuaban como siempre lo hacían, no querían levantar sospechas.

Habían salido nada más por varios meses, que fueron eternos para el pelimorado, nunca había estado en una relación antes pero después de  varias conversaciones y pequeñas salidas que tuvieron como viejos compañeros de equipo se dio cuenta de sentía algo más que aprecio hacia Daiki.

Aomine le dio una oportunidad y más tarde los sentimientos del menor fueron correspondidos.

La relación termino de mala manera, ya que Murasakibara se enteró de los planes que tenía el peliazul a través de Kuroko. Antes, no le daba importancia a la amistad que tenían los dos, pero desde que comenzaron a salir, la única persona causante de sus celos que lo consumían por dentro, era la sombra de Teiko.

Eso lo molestó bastante y fue en busca de explicaciones, pero lo que ambos obtuvieron de esa charla fue el corazón roto y un amor desperdiciado.

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A pesar de que Japón no es un país tan grande, Aomine tenía miedo de encontrarlo por las calles, él nunca pudo olvidarse del pelimorado. En cada juego, con cada victoria como también pérdida, lo tenía en mente. A veces era el menor quien quitaba robaba toda su concentración en las prácticas.

Iba paseando por una antigua plaza donde actualmente es visitada solo por pocas personas, era invierno por lo tanto estaba muy abrigado.

No era amante del frio, pero de todas formas decidió tomar aire fresco, era raro de él salir de su apartamento por varias horas, lo hacía solo para ir de compras o alquilar películas, la mayor parte del tiempo desde su llegada al país lo gastó acostado en su cama.

- Necesitaba este descanso – Era lo que repetía una y otra vez.

 A lo lejos pudo distinguir una pequeña cafetería, le vendría bien un café negro bien caliente para calmar el frio. Se dirigió hacia el lugar y vio que también se vendían pasteles.

Sintió escalofríos, esa palabra le recordaba a su ex pareja, quien siempre le comentaba que entraría en la escuela de cocina porque quería abrir su propio negocio de pastelillos y todo lo referente a lo dulce.

- No creo que este lugar sea suyo – pensó, tratando de convencerse de que las probabilidades de encontrarlo allí fueran nulas.

Ingresó al sitio, tomando asiento en una mesa individual lejos de las ventanas y puerta. Mientras miraba la carta, sintió una presencia al lado suyo.

- Buenas tardes, bienvenido a Sweetland. ¿Puedo tomar su orden? – Al escuchar aquella voz, levantó la mirada rápidamente.

La persona que tenía frente a él era a la que había añorado todos esos años y por quien había gastado toda gota de agua de su cuerpo llorando.

- Tú… - no podía creerlo, de todas las personas tuvo que ser él quien lo volviera a ver en el país luego de tantos años.

- Mine-chin – Murasakibara aun con la edad que tenía seguía llamándolo de esa manera, lo cual no le molestaba en lo más mínimo.

Murasakibara solo lo miraba, había quedado perplejo que hasta dejó caer su apuntador al suelo.

Aomine bajó su mirada, se levantó de la mesa dirigiéndose hacia la salida. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, que dañaría a ambos pero seguía avanzando hasta que sintió que alguien lo tomó del brazo.

- Hiro, te dejo a cargo por un momento – mencionó el menor para luego guiar al moreno hacia la parte trasera de la cafetería.

Daiki no se resistió, tan solo miraba cada parte del hombre que tenía adelante, llevaba una coleta, unos pantalones negros con una camisa blanca que lo hacían parecer un empresario pero el delantal que traía encima indicaban que ese no era el trabajo que ejercía.

El pelimorado lucía maduro, su espalda se notaba  más trabajada y musculosa, de altura lo seguía superando por unos centímetros más. Recordó todas las veces que esas manos que ahora lo sostenían con fuerza acariciaron cada parte de su cuerpo con delicadeza y cuidado.

Ambos ingresaron a lo que parecía ser la oficina de Atsushi. No era tan grande ni tan pequeña, ni bien cruzaron la puerta Murasakibara apoyó al moreno por la pared, abrazándolo  fuertemente mientras reposaba su cabeza sobre su hombro.

Daiki no sabía si devolverle el abrazo, pero unos minutos después lentamente envolvió al menor entre sus brazos. Se mantuvieron en esa posición por largo rato, de repente Aomine sintió como las lágrimas de Murasakibara deslizaban por sus mejillas.

- Debiste habérmelo dicho Mine-chin – Daiki también había estado llorando desde hace un momento, y al oír eso lo hizo sentir aún más dolorido.

- Lo siento Murasakibara, estaba enojado, triste y necesitaba alejarme de todo por un momento – las palabras que mencionaba salían como cuchillas que con cada pronunciación abrían una grieta en su garganta – Y lo primero que pensé fue adelantar mi viaje.

-  Te alejaste de todo, sí, pero no fue sólo un momento, fueron años, muchos años. ¿Te imaginas como me sentí? ¿Lo mucho que intente localizarte? Tu número había sido cancelado – Aomine hizo todo eso impulsivamente, sentía que si la persona que más quería no lo apoyaba en sus sueños no serviría de nada tenerlo en su vida, sin embargo lo necesitó más que a nadie.

- Fue un impulso. Lo sient- dejo de hablar cuando escuchó al pelimorado reír.

Murasakibara levantó la vista, sus ojos brillaban de tanto llorar, reía y reía pero no de felicidad, no porque algo le parecía gracioso, odiaba que después de haber pasado momentos bellos juntos las cosas tuvieron que terminar de otra manera. Se reía de su desgracia, eso sorprendió al moreno quien se quedó mirándolo con los ojos abiertos.

- Pero ¿De qué te ríes? ¿Qué es lo gracioso en todo esto? – Aomine se había molestado, reírse en una situación como esa parecía ser algo fuera de lugar.

- Sólo me rio por lo tonto que fui, hice que te alejaras de mí, en lugar de darte todo mi apoyo, fui lo suficientemente egoísta como para reclamarte por qué no me habías contado primero lo de tu viaje, incluso me negué  a que te fueras, sólo porque no quería quedarme solo.

Las palabras que estaba escuchando no eran las que el infantil Murasakibara hubiera mencionado,  le sorprendió darse cuenta de que él también había madurado, iba por los 30 años, era obvio que actuara de la manera que un adulto lo haría.

- ¡Tsk! Dame un respiro.

Ahora sí que se sentía destruido, pensó nuevamente en lo sucedido esa noche cuando Murasakibara fue a su casa, él no quería ocultarle nada pero la verdad es que sí, tenía miedo de lo que pasaría con su relación y no sabía la manera en que le contaría todos sus planes. Sabía que tenía que consultarle antes pero lo dejo pasar, ni siquiera sabe por qué hizo eso. Tal acto dejo como consecuencia que a pesar de haber vivido su sueño aun sintiera un vacío en su corazón. Si bien se sentía realizado y que había logrado alcanzar sus metas, también sabía que ni el dinero ni la fama llenaría el espacio que yacía en su interior.

- ¿Me perdonarías Mine-chin? – el pelimorado seguía con los ojos llorosos, las lágrimas caían sin voluntad propia, él solo las sentía mojando sus mejillas.

Daiki posó sus manos sobre el rostro del menor, lo miro fijamente al mismo tiempo que limpiaba el rastro del dolor que había aguantado los últimos años.

- Soy yo quien tiene que disculparse, tonto. Perdóname por favor, ahora he vuelto, y si me permites, quiero quedarme…  A tu lado y para siempre – finalizó regalando a Atsushi una de las sonrisas más hermosas de las que jamás haya visto.

- Te amo, Daiki – Murasakibara no espero ninguna respuesta y se dedicó a demostrarle que su amor hacia el moreno seguía latente en su interior con un beso tierno que de  poco fue tornándose uno apasionado, se necesitaban y querían demostrarlo. No tenían vergüenza en devorarle el labio al otro, solo querían aprovechar cada segundo y minuto de todos esos años perdidos a causa de la inmadurez y egoísmo por parte de ambos.

Murasakibara lo amaba bastante, tanto que aplastaría a cualquiera sin importarle quien, solo para proteger a ese hombre piel morena, que se había convertido en la persona más importante de su vida.

Se separaron para tomar aire, pero nuevamente unieron sus labios para continuar con ese momento tan especial para ambos. Reunidos luego de trece años, ya adultos comenzarían su vida juntos, dejando de lado la opinión de los demás.

Nuevamente fueron separados por la necesidad de respirar, ambos se miraron a los ojos.

- Siempre quise esconder nuestra relación Murasakibara, perdóname también por eso… Te amo, te amo mucho Atsushi. Escribamos un nuevo capítulo de esta historia, juntos.

Esas palabras quedaron grabadas en el corazón del pelimorado, quien solo asintió, entrelazando sus manos para ir nuevamente hacia la parte delantera de la cafetería y así recuperar todos esos años junto al antiguo As de la Generación Milagrosa.

FIN.

Notas finales:

gracias por leer!! :)


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