Ambos amantes se encontraban recostados en la amplia cama. Takao sentía la hombría ajena frotarse contra su trasero, sentía como en cada segundo se ponía más y más caliente, Midorima sabía dónde y cómo tocar para que el pelinegro pueda sentirse tan excitado.
Los labios del de menor estatura se encontraban rosados y de ellos se podían apreciar pequeños jadeos.
– Shin-chan me siento… algo nervioso – musito el pelinegro mientras observaba el rostro de su acompañante de cama.
– Yo también – dijo mientras pasaba sus manos por su cadera.
– Mentiroso – acuso el pelinegro mientras volvían a unir sus labios.
Midorima siguió con lo suyo, acariciando y disfrutando de cada lugar que sus manos sentían, amaba la piel de Takao era suave y le encantaba sentir como el pelinegro se estremecía con cada toque o caricia. Sin previo aviso metió un dedo y comenzó a moverlo el pelinegro dejo escapar un quejido, siguió de esa forma hasta que tenía tres dedos dentro.
– ¿Listo? – cuestiono al separarse del beso, como respuesta escucho un leve murmullo.
Entro de una sola estocada, Takao dejó escapar un grito de dolor. – D-d-duele – el mayor siguió moviéndose mientras escuchaba los quejidos de su acompañante. – ¿Aun te duele? –.
– Mmm, pero está bien Shin-chan… Estaré bien, sigue – Shintaro siguió con sus embestidas disfrutando de lo estrecho que era Takao y de aquellos quejidos acompañados de jadeos.
Esos quejidos poco a poco comenzaron a sonar lastimeros y el pelinegro pudo sentir las lágrimas caer por su rostro, admitía que le dolía pero no lloraba por eso, por supuesto que no. Lloraba por que el sentía algo más allá de la amistad o la atracción física, él estaba enamorado de ese chico que se encontraba embistiéndolo, desde que lo conoció sintió algo.
Recordaba bien como ese día que se conocieron como su corazón comenzó a latir muy rápidamente, recordaba bien el no poder dormir a veces solo porque el peli verde se aparecía en su mente y parecía no querer irse.
Había estado guardando esos sentimientos especiales hacia su Shin-chan por mucho tiempo y es que luego de que él se animara a confesarse hace como unos ¿cinco o seis meses? Midorima le había dicho que estaba saliendo con alguien, esa había sido la peor noticia que había recibido.
Shin-chan, su Shin-chan estaba enamorado de alguien, lo único que hizo fue sonreír y comenzar con sus comentarios que sabía que lo molestaría y se iría, luego de eso se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar. En ese momento no le importó estar en medio de un parque, no le importó que la gente le vea raro lo único que importaba era que su corazón dolía había perdido sin ni siquiera intentarlo, había sido un idiota por dejar pasar mucho tiempo y por pensarlo demasiado.
Y finalmente llegamos a una semana antes de que sucediera este encuentro “amoroso” entre ambos, ese lunes cuando Midorima entro por la puerta del salón con su típica mirada indiferente que lo caracterizaba él se había acercado hasta él y con su típica voz chillona había dicho “Shin-chan~ ¿Cómo estás?” y luego de esa conversación el más alto le había comentado que termino con su novio el viernes pasado.
Takao sintió como su corazón volvió a palpitar rápidamente, se sentía feliz al saber eso porque significa una oportunidad, significaba que podía intentarlo y luego de pensarlo toda la semana el viernes le invito a su casa y le dijo lo que sentía por él.
Había sonado muy seguro cuando dijo “Shin-chan me gustas.” Y se alegró de que su voz no temblara como él lo hacía por dentro y entonces Shintaro solo lo tomo en sus brazos mirándolo indiferente como siempre y Takao no supo qué hacer ni cómo actuar hasta que sintió que era besado y tirado sobre su cama.
Y ahora en su mente no podía dejar de preguntarse si su peli verde le quería aunque sea un poco, si sentía mínimo cariño hacia él, si algún día le querría como de seguro habrá querido a su ex. Dejo escapar un sollozo y con sus lágrimas aun saliendo de sus ojos le pregunto:
– ¿Qué sientes por él? – Midorima le miro confuso pero contesto su duda.
– No siento nada por el – volvió a embestirlo y dejo escapar un gemido que lleno y deleito los oído del mayor.
– ¿De verdad? – cuestiono sin voz y jadeando.
Shintaro no respondió y siguió dando embestidas hasta que dio en un punto que a Kazunari le hicieron ver estrellas y soltó un gemido, aquello le había provocado tanto placer que sin dudarlo en cada embestida que Shintaro daba y tocaba ese punto exacto el pedía más y más.
Sentía como estaba a punto de llegar y cuando Takao se corrió y sus paredes apretaron su miembro él se corrió sin poder evitarlo, se dejó caer a un lado del pelinegro mientras ambos recuperaban el aire, Takao se acercó hasta el de ojos verdes y se acurruco el mayor le rodeo con sus brazos y antes de caer en los brazos de Morfeo escucho claramente como le susurraba en su oído “También me gustas, bakao”.