Aún recuerdo tú sonrisa, siempre tratabas de demostrarme tu amor con acciones y no con palabras, el característico aroma que desprendías, nuestro primer beso, cuando me presentaste a tus amigos y me volví parte de ellos, conocí a tu familia y a la mía, nuestras peleas, los partidos uno a uno que te pedía, tus rabietas...todo lo que te tenga ver contigo aún sigue en mi memoria.
Eres el amor de mi vida, estoy más que seguro, por eso te tuve que dejar... ojalá Dios me perdone por mentirte, pero tenía que hacerlo.
Lo siento.
No quise herirte.
Hace un mes me enteré de mi enfermedad, ya no podía hacer nada ya que era demasiado tarde. No te dije nada para qué no estuvieras triste, ni mucho menos te quería ver preocupado. Solamente pensaba en tú bienestar y en el mio.
Sigue en mi mente el día en que te dejé.
-Aomine.
Tú cara fue de asombro, no sé si porque no te avise que iba ir a tu casa o porque te llame por tú nombre y no como suelo hacerlo.
-Kise- susurraste mi nombre mientras alzabas una ceja.
-Tengo que decirte algo...importante- trate de que mi tono fuera lo más frío posible.
-De acuerdo- carraspeaste un poco- Pasa- te hiciste a un lado de la puerta para dejarme entrar.
-No, será rápido- dije- Yo...lo siento pero encontré el amor con alguien que si vale la pena- sentí un horrible dolor en mi pecho al decirte esa frase.
-¿Q-qué estas tratando de decir?- preguntaste aturdido.
-¿Qué acaso eres idiota?- fingí molestia- Ya no te amo, en realidad nunca lo hice- mentí descaradamente- Por eso quiero que terminemos esta estupidez.
-¿Quién es?- pregúntaste con un tono severo pero incline mi cabeza al no entenderte- ¿Por quién me dejas?.
-Ummm-dudé- Kagamicchi -volví a engañarte.
-¿¡TERMINAS CONMIGO POR UNO DE MIS AMIGOS!?-gritaste hecho una furia.
-Y-ya te d-dije que l-lo sentía- tartamudé con algo de miedo.
-Y tienes el descaro de decírmelo- reíste con amargura- No me vuelvas a decir nada Kise, tú...tú...yo- suspiraste- largate de aquí- dijiste con un toque de frialdad.
-Adiós Aomine- tragué con esfuerzo el nudo que se formó en mi garganta y salí corriendo.
Ese día corrí a la casa de Kagami, hecho un desastre.
Toqué la puerta con desespero y cuando abrieron la puerta simplemente me abalancé al cuerpo que tenía enfrente.
-¿Kise?- preguntó atónito- Tranquilo- correspondió mi abrazo.
-Kaga..micchi- sollocé y termine llorando en sus brazos.
Entramos a su casa y nos sentamos en el sofá, llore como nunca antes en mi vida y solo se dedicaban a abrazarme.
Ya había parado de llorar desde hace un rato, y solo se podía apreciar el silencio en la habitación.
-Kise...voy a preparar té- me soltó y me acomodó en el sofá- lo necesitas- me miro preocupado y acaricio mis cabellos. Asentí, aún no tenía ganas de hablar.
Al dejarme solo me le quedé viendo al techo como si fuera la cosa más interesante del mundo, me sentía miserable, débil, con un dolor en mi pecho que se intensificaba cada vez más.
Pasaron unos minutos y el pelirrojo volvió con dos tazas en cada una de sus manos las puso en la mesa, se acercó al sofá, me movío un poco para colocarse detrás de mí, yo me recosté en su pecho para estar cómodo, estiró su brazo para tomar una taza y me la entregó, tomó la otra taza para él.
Acerqué la taza a mi boca y tragué el líquido caliente sabor a manzanilla.
-¿Qué le dijiste a Ahomine?-preguntó mientras acariciaba mis cabellos.
Kagami ya sabía de mi enfermedad...solamente se lo había contado a él.
-Yo...- mí voz salió de mis labios ronca.
-Le mentiste- aseguró.
-Si...yo le dije que lo dejaba para poder estar contigo- dije con tristeza- lo lamentó...siento a verte involucrado en mis mentiras.
Suspiró pero dejó su taza y me abrazó.
-No pidas perdón, yo te voy a ayudar en todo lo que necesites, sé que no le quieres decir la verdad por temor a herirlo, y sinceramente yo tampoco sé lo quiero comentar, por eso cuentas conmigo- su tono de voz fue sereno.
Dejé la taza en la mesa, gire un poco mi cuerpo y me sorprendí ya que en su rostro me encontré con una mirada tierna junto con una sonrisa. Sentí como mis ojos se humedecían y lo volví a acercar a mi cuerpo en un cálido abrazo.
-Kagamicchi...te quiero-susurré.
-Y yo a ti Kise...y yo a ti- susurró mientras correspondía el abrazo.
Puse a un amigo tuyo en tu contra solo para no decirte lo que en realidad ocurría.
Soy una mala persona.
Pasó una semana de nuestro rompimiento, Kagami y yo nos quedamos de ver en el parque. Él sabía que ibas a ir ahí, ya que se lo dijo a tus amigos mientras tú estabas presente.
Hicimos eso solo para hacerte creer que si andábamos.
Soy terrible.
Kagami estaba nervioso aunque no lo demostraba, en cambio yo no podía parar de temblar y de voltear a todos lados. Giró su rostro y te vio, tomó rápidamente mi mano, y me hizo una seña con su cabeza para que volteará discretamente.
Le hice caso, te observe de reojo y vi traías una cara de pocos amigos al lado tuyo se encontraban tus amigos, puede ver que lucían preocupados.
Estabas furioso...lo sé.
Solté su mano aunque le sonreí con ternura, llevé mis manos a mi nuca, me quité el collar que me diste. Un collar con un dije de plata en forma de corazón hecho de zafiro, tú tenías un brazalete, la diferencia es que era de oro, al igual que el mío tenía la forma de un corazón pero de ámbar y alreverso de estos dijes tenían la inicial del contrario. Volví a tomarle la mano para depositar el accesorio en su palma, acerqué mi mano libre a su rostro y acaricie su mejilla, Kagami se empezó a acercar pero no aguante más y me fui de aquel lugar.
Algo en mí me decía que no girará que me fuera lo más rápido posible, pero ignoré esas advertencias y me giré...pude ver cómo te acercabas con una mirada severa y tus manos en forma de puños, lo tomaste del hombro para girarlo con brusquedad, vi como te acercabas y le decías algo inaudible para mí ya que yo estaba algo lejos de ustedes, te contestó pero lo empujaste, él te imitó, tus amigos intervinieron para separarlos...Kagami te volvió a decir algo...claro que eso no te gustó ya que te zafaste de tus amigos y lo golpeaste en la quijada, él no se quedó atrás porque te regresó el golpe, eso no te agrado nada, lo jalaste de la playera con rudeza este se cayó al piso, te abalanzaste contra él y volviste a atacarlo con violencia. Giraste tu rostro y nuestras miradas se encontraron, te quedaste pasmado.
-Aominecchi- susurré, con el dorso de mi mano me quite una cuantas lagrimas y salí corriendo ignorando tus llamados.
Creo que soy una mala persona.
Pasó otra semana, Kagami ya no estaba tan herido así que me invitó a salir para despejarnos un rato.
Grave error.
Estábamos en el estacionamiento de la plaza y nos quedamos conversando un rato en su auto, en eso el auto de Akashi pasó exactamente al frente de nosotros, nos observaste con detalle porque el vidrio de la ventana estaba abajo , frenaron el auto, bajaste del auto, Kagami y yo nos tensamos, pero colocó su brazo en mis hombros para sonreir con arrogancia por mi parte me recosté en su pecho, entrelace nuestros dedos solo para disimular. Te acercaste al auto y posaste tus manos en el capó.
Las palabras que soltaste ese día no se borraran de mi cabeza.
-Se feliz con él, así yo no cambie de parecer, no tendré ni un poco de remordimiento-reíste con amargura-por favor se feliz con él, aunque yo muera de celos, sonríe como si nada hubiese pasado- y nos aplaudiste con una sonrisa quebrada.
-Así será Ahomine seremos muy felices, es mejor que te vayas no creo que quieras estropearnos la noche contraatacó arrogante.
Golpeaste el capó con fuerza, tus amigos se alarmaron y salieron del auto. Murasakibara te jaló pero lo empujaste con enojo, pateaste una llanta, soltaste unas cuantas maldiciones para rematar le dirigiste una mirada odio Kagami, luego una a tus amigos y te fuiste. Los chicos nos voltearon a ver.
-Kise-chin...Mine-chin no es el mismo si no estas a su lado- comentó Murasakibara como un niño pequeño.
-El ha roto todo en su departamento, tal vez no te diste cuenta pero en su mano derecha trae una venda ya que se cortó algo grave por romper un espejo- aunque Kuroko seguía con su voz monótona se podía apreciar que se encontraba preocupado por su amigo.
-Ryouta, es obvio que sigues locamente enamorado de él, no tiene lógica que lo hayas terminado por Taiga ya que nunca posaste los ojos en otra persona, así que es mejor que nos expliques- dijo Akashi directo.
-Y-yo- no sabía si decirles.
-Kise es mejor que les digas la verdad- habló Kagami.
Les conté todo los sucedidos y como era de esperarse terminamos llorando pero me abrazaron como creyendo que así todo se iba a solucionar.
Después de ese día, ellos me visitaban a tus espaldas, pero aún así siempre me mantenían al tanto de lo hacías. Poco a poco mi cabello rubio se desprendía de mi cabeza, al principio no lo notaba pero ahora empezó a caerse más y más al punto de que tuve que cubrirme con algún gorro o paño me puse más pálido de lo que estaba, empecé a bajar de peso sin hacer ningún esfuerzo, comenzé a sentirme débil así que dejé el modelaje y el basketball .
Pasó un mes y me tuvieron que internar en el hospital.
Yo en realidad no estaba triste,me sentía bien ya qué tuve una buena vida, a unos increíbles amigos y pude estar con el amor de mi vida. Él doctor me dijo que me fuera despidiendo para que así me fuera más rápido al quirófano. Me despedí de todos, Kuroko te llamó y alcanzó a decirme que venias enseguida. Sonreí al pensar lo neció que solías ser aveces.
Te amo.
Fue tarde cuando llegó un agitado moreno al hospital, ya que él rubio estaba en el quirófano. Corrió de nuevo hasta la sala de espera. En su carrera se encontró a Kagami, este lo tomo del brazo mientras suspiraba.
-Siento haber mentido, Kise realmente te amaba mucho- deposito el collar en su palma para después retirarse.
Aomine lo miro estupefactó, sintió su pulso acelerarse y volvió a correr. Llegó a la sala de espera y se encontró con sus amigos. Kuroko se acercó a él y lo abrazó.
-Aomine-kun...Kise-kun tenía un tumor de tercer grado- le dijo con lágrimas es sus ojos.
Él moreno no se lo podía creer, el decía que no era cierto, que sólo era una broma, pero al ver a sus amigos soltando unas cuantas lagrimas, termino llorando como nunca en su vida. Pasaron las horas y salió el doctor, dirigió una mirada a todos, en especial a Aomine y bajo la mirada mientras se disponía a irse. Detrás de él salieron los enfermeros con una camilla. Y encima se de esta se encontraba un cuerpo con los ojos cerrados, sin moverse, sin respirar.
JAomine se arrodilló enfrente de la camilla, tomó la mano de Kise y se acercó a su odio.
-Oh mi bebé, estoy llorando...tú eres mi todo, di adiós, oh mi vida no me mientas, tú eres mi corazón...di adiós-besó sus labios por última vez y susurró sobre estos- Te amo Ryouta y siempre lo haré.