Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor en San Valentín por 1827Forever1827

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Holis, hace mucho que no subía nada, pero fue por muchas cosas, la principal por vaga y las demás tenían que ver con que al empezar a escribir algo suelo perder la inspiración rápido.

Este shot lo había comenzado a escribir el año pasado para esta misma fecha, pero como verán no llegué a terminarlo y recien lo subo ahora, igual que otros fics de distíntas fechas festivas.

No digo nada más, solo que los disfruten y no veremos en las notas finales.

10 de Febrero.

 

 

Por las calles desiertas de un vecindario humilde de Namimori en pleno invierno:

 

 

-¿Por qué diablos tengo que acompañarte?- gruñía un malhumorado Azabache de ojos azul-metal. Vestía un pantalón negro, camisa blanca, chaleco azul y abrigo gris con bufanda negra por el frío de Febrero. Tenía ambas manos en los bolsillos y una pronunciada vena en la sien.

 

-Vamos Kyoya, será divertido. Además así aprendes a hacer un chocolate para tu futura novia- se burlaba otro Azabache idéntico al primero solo que más alto, ojos rojos, cabello largo hecho una trenza. Tenía un abrigo café con un pantalón negro, camisa roja y chaleco negro-... O novio- seguía burlándose.

 

-Te mato- puso los ojos en blanco- ¿Por qué demonios tengo que ir a la casa de unos extraños?

 

-Porque no te puedo dejar solo en casa, mira si la incendias.

 

-No soy un inútil como tú.

 

-Que cruel- se lamentaba falsamente- En fin, en serio necesito tomar esa clase de chocolates. Quiero darle a Skull algo hecho por mí- sonreía.

 

-¿Todo por esa tontería? Solo cómprale una caja de chocolates y listo- hizo una mueca de desagrado- Que asco, odio lo dulce.

 

-No dirás lo mismo cuando quieras hacerle tu mismo unos chocolates a tu novia/o.

 

-No voy a tener pareja.

 

-Ajá, si claro- ignorándolo.

 

-Además me desagrada estar rodeado de Herbívoros, te voy a esperar afuera.

 

-No, te quedas dentro. Te conozco y sé que en cuanto me dé la vuelta te vas a escapar- dijo serio y autoritario.

 

-Tú no me mandas- lo miró amenazante.

 

-Claro que si- con sonrisa superior- Pero en serio, te vas a sorprender. Cuando lleguemos no te van a dar ganas de irte, te lo aseguro- mira al frente, divisando ya el lugar.

 

-Ya lo veremos- siguió peleando.

 

 

Llegaron a una casa pequeña y modesta, que daba una sensación acogedora y que por alguna razón a Kyoya le gustaba. El Azabache mayor tocó el timbre.

 

 

-¡Haiii!- se escuchó cerca y la puerta se abrió, dejando ver a una mujer castaña de ojos color chocolate con una cálida sonrisa, cabello corto, falda marrón, suéter color crema, medias negras y pantuflas, muy hermosa- Fon-kun bienvenido.

 

-Buenas Nana-san, este es mi hermanito menor Kyoya- presentó al menor que sentía la vena hacerse más grande por la frase "hermanito menor"- Kyoya ella es Nana Sawada.

 

-Un placer- se inclinó respetuosamente aunque desganado.

 

-Mucho gusto Kyo-kun- sonrió la mujer, el Azabache menor se sonrojó ligeramente y el mayor contenía las risas- Bueno pasen por favor, solo faltaban ustedes por venir hoy.

 

-Gracias- dijo Fon y entró seguido de su hermano.

 

 

Los 3 se encaminaron a la cocina, Kyoya miraba todo con ojo crítico y una mueca de desagrado pues el aire apestaba a dulce. Al llegar a la cocina Nana sonrió, Fon también, y Kyoya quedó de piedra, por fuera se veía normal, con esa cara sin expresión, pero por dentro era lo contrario.

 

 

-Tsu-kun.

 

 

Llamó Nana en un susurro, de inmediato un joven Castaño levantó la vista dejando ver una sonrisa tan brillante como el mismo sol, hermosa. Vestía un pantalón blanco, un suéter color amarillo opaco y unas pantuflas junto a un delantal naranja claro, un lindo angelito. Los dos adultos sonrieron con ternura y el Azabache menor seguía con su rostro inexpresivo, aunque le costaba por tan asombrosa muestra de afecto.

 

 

-Fon-kun ya conoces a Tsu-kun, Kyo-kun te presento a Tsu-kun, mi hijo- dijo una sonriente Nana.

 

 

El Castaño se limpió las manos y se acercó para hacer una reverencia de forma educada.

 

 

-Gusto en verlo de nuevo Fon-san- miró a Kyoya- Mucho gusto, soy Sawada Tsunayoshi. Puede decirme Tsuna Hibari-san.

 

 

En seguida Fon lanzó una carcajada y Kyoya lo fulminó con la mirada. Todo ante la mirada de una sonriente Nana y un confundido Tsuna.

 

 

-Bueno, ¿Empezamos la clase?

 

-¡Sí!... ¿Eh?- miró a todos lados- ¿Pero no va a venir más gente?

 

-Ustedes son lo últimos, los demás ya se fueron.

 

-Ya veo.

 

-Bueno comencemos.

 

 

Así los 3 (Nana, Fon y Tsuna) se establecieron en la mesa de la cocina comenzando con las lecciones, Kyoya también se había acercado a la mesa pero no hacía nada, solo observaba. Cada uno ocupaba una esquina, Nana en un extremo con Kyoya en frente, Tsuna a su derecha y Fon a su izquierda, siendo que estos quedaran de frente.

 

 

Las lecciones eran fáciles de entender, aunque algo difíciles en la práctica. Iban a hacer trufas de chocolate.

 

 

1er paso: Ganache.

 

 

-¿Como se hace?- preguntó el Azabache mayor con un delantal blanco.

 

-Los ingredientes son chocolate y crema. Primero picas el chocolate en pedacitos chiquitos, y luego se calienta la crema en una olla. Después en el recipiente con el chocolate vacías la crema, lo derrites y lo mezclas. Y el Ganache está listo, ahora puedes hacer todo tipo de formas- hacía la demostración.

 

-Ehh, ya veo- intentando hacerlo.

 

-¿Tsu-kun como vas?

 

-Bien.

 

 

Los 3 pusieron la mezcla de Ganache en una manga pastelera y en bandejas pequeñas con papel especial para hornear hacían bolitas pequeñas de chocolate. Kyoya solo los miraba, en especial al pequeño Castaño que se veía muy concentrado.

 

 

-Tsu-kun ¿A quién le vas a dar esos chocolates?- preguntó Nana a su hijo.

 

-¿Eh...?

 

-¿Al chico que te gusta?- sonrió pícara.

 

-S-Solo son chocolates de amistad- nervioso.

 

-Hm~

 

 

Kyoya, que había escuchado todo, frunció un poco el seño ante el nerviosismo del Castaño, pero después se calmó al escuchar la negativa. Aunque estaba extrañado ¿Chocolates de amistad? ¿Que era esa tontería?

 

 

-Bien, ahora la cubierta de chocolate.

 

 

2do paso: Templado.

 

 

-Para la cubierta vamos a tener que hacer el templado.

 

-¿Que es templado?- preguntó Fon todo cubierto de manchas de chocolate.

 

-El templado es una forma especial de derretir el chocolate. Se derrite, se enfría y luego se vuelve a calentar, es muy importante regular la temperatura para que quede bien.

 

-¿Cómo se toman tantas molestias por un simple chocolate?

 

 

Todos miraron a Kyoya que había estado callado todo el tiempo, un silencio se formó, este se incomodó un poco, no por la mirada de su hermano ni la de la mujer, sino por la de curiosidad del Castaño.

 

 

En seguida ese pequeño le dio una pequeña sonrisa.

 

 

-Pues ocurre que es de esta manera que el chocolate se hace correctamente, además es más delicioso que el chocolate de las tiendas- explicó el menor.

 

-A mi no me gusta el chocolate.

 

-¿Por qué?- ladea la cabeza.

 

-Solo no me gusta lo dulce y ya- volteó la mirada, ese pequeño y su curiosidad le estaban afectando.

 

-Entiendo.

 

-Bueno- aplaudió la Castaña mayor- Volvamos al trabajo. Con un termómetro profesional se debe tomar la temperatura del chocolate- hacía la demostración junto a su hijo- Cuando derretimos el chocolate debemos asegurarnos de que esté a 60°, y debe bajar a 28° cuando se enfríe, así lo volvemos a calentar de nuevo a 60° para que esté listo.

 

 

Los 3 volvieron a la mesa y Nana continuó con su explicación.

 

 

-Luego se toman las bolitas frescas de Ganache y les das la forma de una bolita si quieres, no hay que ser demasiado detallistas, lo simple es bueno también. Luego se pinchan y se bañan con el chocolate templado, y lo que falta es el toque final... Fon-kun, ¿Que sabor de chocolate prefiere su pareja?- sonrisa.

 

-Chocolate con leche- ruborizado- Aunque también le gusta el chocolate blanco, mientras más dulce mejor.

 

-Ya veo, entonces...

 

 

Con un rallador empezaron a rallar pequeñas virutas de chocolate blanco y negro, luego tomaron las bolitas blancas- que estaban más frescas- para pasarlas por las virutas de chocolate con leche, y las virutas blancas para las bolitas de chocolate con leche, con la cubierta estas se pegaron.

 

 

-¡¡Listo!!- gritó Fon que se retorcía como un gusano de la felicidad.

 

 

A Kyoya solo le salió una nueva vena.

 

 

-Hibari-san- llamó el pequeño Castaño- Tome.

 

 

Le extendió una taza de chocolate caliente, al Azabache menor se le pusieron los ojos en blanco.

 

 

-Te dije que no me gustaba el dulce.

 

-Si ya me lo dijo- sonríe.

 

-¡Pues entonces no me des eso!- levantándose y girando para que no viera su rostro, el cual tenía un pequeño sonrojo.

 

-Pero lo hice pensando en usted- susurró con la voz triste, en seguida Kyoya se dio la vuelta viendo la mirada triste del pequeño.

 

-Lo tomaré- dijo extendiendo las manos.

 

-¿Eh?- confundido.

 

-Lo acepto.

 

 

Al Castaño se le iluminó el rostro y dio una hermosa y tierna sonrisa, dejando al Azabache menor con las mejillas más rojas que antes. Los adultos sonreían por la linda escena de los jóvenes y no interrumpían.

 

 

Después de media hora los Hibari se fueron prometiendo volver otro día.

 

 

En el camino Fon daba giros de lo feliz que estaba, tenía su regalo listo y solo debía guardarlo en un lugar seco y fresco para que no se estropearan. Por su parte Kyoya iba callado, anormalmente callado. Si bien el es silencioso por naturaleza ahora parecía estar sumido en sus pensamientos.

 

 

 

=-Delicioso- dijo el Azabache menor luego de haber tomado el chocolate caliente.

 

-Qué bueno que le gustó- sonrió contento el Castaño.

 

-¿Pero por qué es tan delicioso? Si es chocolate.

 

-Eso se debe al tipo de chocolate, y sus propias preferencias.

 

-¿Hm?

 

-Le enseño- lo llevó a su lugar de trabajo en la mesa- ¿Ve que los chocolates tienen distinto color?

 

 

Kyoya se fijó bien, uno era color blanco, otro marrón claro y el otro marrón oscuro casi negro. Asintió a la pregunta del menor.

 

 

-Pues verá, el chocolate obtiene su color dependiendo de la cantidad de cacao que posea. Mire...- toma el recipiente de contenido blanco- El chocolate blanco es el que menos cacao tiene, tiene más que nada mantequilla de cacao, azúcar, leche y otras cosas que le dan su color y su sabor dulce. Es rico pero prefiero el chocolate con leche- toma un poco con su dedo y prueba.

 

-...- asintió.

 

-Ahora el chocolate con leche- toma el recipiente marrón claro- Este tiene más cacao que el blanco, por eso es marrón, es dulce porque además de cacao tiene leche, lo que lo hace perfecto para los niños pequeños- se detiene y mira al mayor de reojo, este tiene una sonrisa burlona que le saca un pequeño puchero y un tierno sonrojo- No soy un niño pequeño, solo porque me gusta el chocolate con leche...

 

-Si tú lo dices- aún con la sonrisa.

 

-Moo~- respira- El último es el chocolate amargo- toma el recipiente de color casi negro- Este es negro porque tiene muchísimo más cacao que los otros dos, tiene un sabor algo fuerte que a personas como usted que no les gusta lo dulce les viene bien. Pruebe- con una cucharita pequeña de madera le da a probar un poco.

 

 

Kyoya la toma y prueba el dichoso chocolate, no estaba mal para su sorpresa, no era tan dulce, bastante delicioso a su parecer.

 

 

-Esta bueno.

 

-¿Verdad? Todo chocolate es delicioso, pueden tener rellenos, cubiertas, decoraciones o simplemente ser simples. Incluso hay para todos los gustos, hasta han habido quienes les han puesto cosas extrañas que saben bien- emocionado.

 

-¿Eres fanático del chocolate a caso?- le escurría una gota.

 

-No, solo me gusta- y le sonrió con toda felicidad.=

 

 

 

(~C-h-o-c-o-l-a-t-e~)

 

 

11 de Febrero.

 

 

Kyoya se levantó de buen humor, a pesar de que hacía aún más frío y que su hermano estuviera tonteando en el teléfono con su novio. Aún no entendía como su calmado hermano pudo enamorarse de un rebelde con cara de tonto.

 

 

En fin, fue a la escuela en su moto y como siempre solo había un montón de mujeres molestas que le insistían aceptara sus chocolates. Sentía como le temblaban las ceja de la irritación pero como cada año las fulminó con la mirada y estas se asustaron, pensó que eran patéticas, ninguna tenía la suficiente fuerza como para plantársele y exigirle que los acepte, aunque no es como que quisiera que lo siguieran fastidiando. Además que ninguna conoce su nuevo gusto adquirido por el chocolate amargo, solo se le aparecían con chocolates color marrón claro que antes no reconocía por el color sino por el aroma, pero no los aceptó, no iba a aceptar cualquier cosa.

 

 

Las clases fueron una tortura, tuvo que fulminar muchas veces a varios grupos de mujeres de distintos grupos para que lo dejaran en paz ¿Que no entendían que un NO es un ¡NO!? Que molestias, ni siquiera era 14 y ya lo molestaban, suspiró, le esperaban unos días muy pesados. Gracias a sus esfuerzos nadie lo molestó de camino a casa, aunque pudo sentir que varias lo seguían, eran sus acosadoras personales.

 

 

Se detuvo abruptamente cuando de reojo divisó una cabellera Castaña a su derecha, la siguió casi como hipnotizado encontrando al Castaño del día anterior. Si no mal recordaba se llamaba...

 

 

-Tsunayoshi.

 

 

El aludido volteó, luciendo mejor su ropa. Llevaba un abrigo color crema, una bufanda roja y botas rojas.

 

 

-Hibari-san- sonrió.

 

-No soy tan viejo como para que uses el "san", ¿Qué haces aquí?

 

-De compras.

 

 

Ahí el Azabache notó que traía una canasta de mimbre algo pequeña.

 

 

-¿Quieres tomar algo?- le preguntó.

 

-¿Eh?- ladeando la cabeza.

 

-Que si quieres acompañarme a tomar algo.

 

-Está bien.

 

 

Entraron a una pequeña cafetería con aire acondicionado así que se sacaron los abrigos dejando ver el resto de sus ropas.

 

 

-Te ves bien- analizándole la ropa.

 

-Gracias, a usted también le queda bien su uniforme- tomando la carta. Debajo del abrigo unas medias negras a medio muslo, un short rosa, una camiseta negra manga 3/4 pegada al cuerpo con una blanca encima sin mangas y un dibujo de una cruz roja. Y en la cintura un cinturón negro con detalles plateados junto a una gargantilla negra de tela en el cuello.

 

-Ya te dije que no estoy tan viejo para que me trates formal- suspirando.

 

 

En eso una mesera llegó a tomar sus órdenes, pero se colocó muy cerca de Kyoya, lanzándole miradas insinuantes que el Azabache ignoraba olímpicamente. Como no lograba nada la mesera molesta miró a Tsuna quien seguía entretenido viendo la carta, como si fuera su culpa, se veía inocente y lindo, eso la molestó aún más.

 

 

-¿Ya tienen su pedido?- sonreía con "inocencia"

 

-Un chocolate amargo- le dijo sin mirarla siquiera.

 

-Un chocolate dulce por favor- le sonrió a la camarera.

 

-En seguida- se fue echando pestes, molesta con el Azabache por ni siquiera mirarla. Se desquitaría con el otro.

 

 

En cuanto se fue Kyoya abrió sus ojos y toda su atención se la llevó Tsuna.

 

 

-¿Cuántos años tienes?

 

-¿Eh? Pues 15.

 

-... Pareces más pequeño.

 

-Malo- haciendo un puchero y volteando la mirada.

 

-Hm- sonrió de lado, ese niño era divertido.

 

 

La mesera llegó de nuevo con las órdenes, al Azabache le colocó su taza de chocolate pero al Castaño "accidentalmente" se la tiró en las piernas, haciendo que este gritara de lo caliente que estaba. En seguida el dueño del local se acercó notando el accidente y la quemadura del cliente y le pidió al Azabache ayuda para llevarlo a la tras-tienda para curarlo. Kyoya asintió y cargó a Tsuna de forma nupcial causándole un sonrojo a este.

 

 

El dueño del local volteó a ver a la culpable del "accidente" siendo que esta sonreía con suficiencia y orgullosa. Se acercó a ella y simplemente dijo:

 

 

-Estas despedida, retírate inmediatamente. No te quiero volver a ver en mi cafetería.

 

-¡¿Pero qué dice?! ¡Si fue un accidente!- reclamó indignada.

 

-No te hagas la inocente, te conozco, desde que ese joven viene aquí lo atiendes solo tú y te le insinúas. No creas que nadie te ha visto o que no te conocen lo suficiente para saber que eres la culpable- dijo con tranquilidad.

 

 

La mesera miró a su alrededor y sus compañeros así como los clientes regulares, y los nuevos, la miraban con desaprobación. Furiosa se volvió y fue a la tras-tienda.

 

 

En una pequeña habitación estaban Kyoya y Tsuna, el primero pasándole una pomada en las piernas al segundo.

 

 

-¿Te duele?- preguntó el Azabache.

 

-Si- con pequeñas lágrimas.

 

-Ya pasará- seguía pasando la pomada con cuidado.

 

 

Se atrevió a admirar las piernas del Castaño, para ser un chico tenía lindas piernas, delgadas y suaves, además las ligeras curvas que tenía, eran como las de una chica... Pero era diferente, podía ser suave pero lo sentía firme, no flácido ni gelatinoso como las mujeres, lo notaba, eso le gustaba, por eso le gustaba Tsuna.

 

 

O_O Momento... ¿Le gustaba Tsuna? ¿Cómo podía ser si era un chico? No era normal, si bien era más agradable que una chica no significaba que le gustase. Eso es, seguro era una equivocación.

 

 

Después de eso le colocó un par de parches fríos grandes sobre el ungüento para que el ardor de las piernas del Castaño bajara. Tsuna ya quería irse a casa y descansar así que le pidió ayuda a Kyoya y este le hizo de apoyo. Pero como la suerte se había ido de día de campo al salir se encontraron con una poderosa lluvia, no solo el clima era frío y húmedo sino que caía granizo.

 

 

Tsuna no sabía qué hacer, pero Kyoya lo solucionó. Llamó a su hermano para que fuera a recogerlos. Tsuna no quería que destruyeran su auto por una tontería pero Kyoya lo ignoró esperando a su hermano. Cinco minutos después Fon había llegado y como si nada Kyoya cargó a Tsuna nupcialmente mientras el Castaño muy sonrojado sostenía un paraguas que muy amablemente el dueño de la cafetería les había dado como disculpa.

 

 

Al cruzar la calle Kyoya subió a Tsuna en el auto con cuidado y luego subió el, así los 3 se encaminaron a la casa Hibari.

 

 

 

(~C-h-o-c-o-l-a-t-e~)

 

 

 

Al día siguiente, 12 de Febrero por la tarde, Tsuna era llevado a su casa en el auto de Fon, este como conductor y Tsuna junto a Kyoya en la parte trasera. Tsuna miró las vendas que le cubrían las piernas, aún le ardía y sentía que quería llorar, pero no lo hizo. Al menos el dolor era menos intenso que el día anterior.

 

 

Cuando llegaron los recibió una Nana preocupada por su hijo quien le revisó sus heridas, cerciorándose de que todo estuviera bien. Mientras los hermanos Hibari esperaban pacientemente. Cuando la castaña mayor terminó le pidió ayuda a Fon para llevar a su hijo a la alcoba de este, el Azabache mayor aceptó con gusto pero antes de darse cuenta Kyoya ya cargaba a Tsuna, yendo por las escaleras y siguiendo las indicaciones del Castaño.

 

 

Una vez dentro de la habitación del menor lo recostó en la cama y lo ayudó a cambiarse a una piyama, ambos estaban sonrojados e intentaban no mirarse a los ojos. Cuando terminó lo arropó.

 

 

-Descansa, y será menor que no te levantes. Tu madre se encargará ahora de cuidarte.

 

-Gracias Hibari-san.

 

-Ya te dije que... Déjalo así- suspiró.

 

-Lamento las molestias.

 

-No fue nada, no te preocupes.

 

-Pero...

 

-Shhh, descansa- le cubrió los ojos hablándole suavemente.

 

-Gracias... Kyoya-kun- se quedó dormido.

 

 

Que le llamara por su nombre le dio un regocijo, acarició la mejilla sonrosada con su dedo índice, era suave, su temperatura era tibia. Sonrió leve y salió de la habitación.

 

 

En la sala los dos mayores lo esperaban.

 

 

-Está dormido- dijo con su expresión desinteresada de siempre.

 

-Gracias por cuidarlo, en verdad lamento las molestias que se tomaron- reverenciaba a ambos Azabaches.

 

-No fue molestia, lo hicimos con gusto. Tsunayoshi-kun es un gran chico y le apreciamos- explicó el mayor.

 

-Hm- afirmó el menor a su modo.

 

-En verdad gracias- los despedía en la entrada de la casa.

 

-No fue nada- respondieron al mismo tiempo.

 

-Kyo-kun- llamó y este la volteó a ver- Tal vez no debiera pedírtelo pero ¿Podrías venir a visitar a Tsu-kun de vez en cuando? Sé que se alegraría de verte.

 

-No tengo problema- se dirige al auto.

 

-Nos vemos Nana-san- se despidió el Hibari mayor.

 

-Cuídense, y gracias.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

-¿Te agrada Tsunayoshi-kun verdad?- iniciaba el mayor de los Hibari una conversación en el auto.

 

-Hm.

 

-Vamos Kyoya se sincero conmigo, ¿Te agrada o no?

 

-No me molesta.

 

-Entonces es un sí- sonreía- Dime, ¿Qué te parece como pareja?

 

-Estás loco, es un hombre- se cruza de brazos- No soy homosexual.

 

-El amor no tiene nada que ver con el género- con la mirada en el camino- Solo míranos a Skull y a mí.

 

-¿Que tienen que ver? Son solo dos tontos.

 

-Antes de conocerlo admito que era demasiado serio, me concentraba mucho en mi trabajo como para pensar en tener una pareja, pero desde que lo conocí he cambiado. Los dos lo hicimos- sonreía- Puede que no pero algún día entenderás lo que digo. Cuando la persona con la que quieras estar aparezca no debes dejarla ir, pase lo que pase tienes que tomar la oportunidad de ser feliz, sin importar nada. Eso es lo que quiero para ti.

 

-...

 

-Algún día entenderás.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

13 de Febrero.

 

 

Kyoya llegaba de la escuela, otro día pesado en que las mujeres se le tiraban encima intentando encajarle sus chocolates por donde pudieran. Estaba más que cansado y solo quería irse a dormir. Pero el teléfono tenía otros planes.

 

 

-¿Se pusieron todos de acuerdo o qué?- fastidiado tomó la bocina y contestó- ¿Qué?

 

-Valla que carácter- se escuchó una voz femenina del otro lado.

 

-¿Quién es?

 

-¿No reconoces mi voz?

 

 

Colgó, no tenía ánimos de estar aguantando bromistas. El teléfono volvió a sonar pero lo desconectó y se fue a su recámara para dormir. En seguida el celular sonó y con desgano miró que era un número desconocido.

 

 

-¿Qué?

 

-Será mejor que me hables correctamente mocoso.

 

-"¿De nuevo?"- pensó- No sé quién eres pero si solo vas a molestar hazlo con otra persona.

 

-Hago lo que quiero, y ya te dije. Mejor háblame con respeto o sino...

 

-¿Sino qué?- retó.

 

-Esto- hubo silencio por un par de segundos hasta que su celular vibró, le había llegado un mensaje, lo abrió y leyó que decía: "Puede que mate a este mocoso". Bajó todo lo que pudo y al final había una foto de Tsuna maniatado y amordazado en un rincón, se le notaban las lágrimas y varios moretones en brazos y piernas, y el rostro- ¿Qué te parece? ¿Vas a dejarlo morir?

 

-¡¿Que le hiciste?!- gritó, se estaba enfureciendo.

 

-Lo que ves- se escuchó que se reía- En fin, si no quieres que su cadáver termine flotando en el río ven ahora mismo a esta dirección. Te lo advierto, sin policías, si llego a escuchar alguna sirena o veo algo sospechoso le corto la garganta ¿Entendiste?

 

-Tch.

 

-Bye~- canturreó antes de colgar.

 

 

Molesto se levantó de la cama, tomó las llaves del auto de su hermano, un abrigo y salió.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

Llegó al fin, era bastante lejos, una zona de almacenes en el puerto. No había nadie en los alrededores y no se escuchaba sonido alguno, admiró el viejo edificio gris por fuera, era enorme, se le dificultaría encontrar al Castaño. En eso un nuevo mensaje le llegó.

 

 

"Al fin llegas, sube al segundo piso y sigue el rastro de ropa"

 

 

Fue extraño pero decidió no darle importancia y entró haciendo lo dicho, al parecer lo tenían vigilado. Subió a la segunda planta y divisó la ropa, la siguió, esta formaba una especie de camino y se encontró frente a una puerta. Miro atrás, la ropa se le hacía conocida, un nuevo mensaje le llegó:

 

 

"Entra"

 

 

Así lo hizo, era un cuarto totalmente blanco, no había nada más que una mesa en el centro donde se encontraba el Castaño maniatado de pies y manos, amordazado y con una sábana cubriéndolo. Fue hasta él.

 

 

-Tsunayoshi ¿Estás bien?- lo llamó suavemente. El menor comenzó a abrir sus ojos chocolate que se notaban rojos- Tranquilo, ahora te llevo a casa.

 

 

En eso la puerta se cierra con fuerza.

 

 

-Eso no se va a poder.

 

 

Kyoya se volteó encontrándose con la misma mesera del día anterior casi sin nada de ropa, solo lencería.

 

 

-¿Qué quieres?- muy enojado.

 

-Vengarme~- canturreó.

 

-¿Por qué?

 

-¿Te parece poco que me hayan despedido por culpa de ese mocoso?- señala a Tsuna que nuevamente comienza a llorar- Y no solo eso- se acerca al Azabache insinuante- Sino que me quitó lo que me pertenece.

 

-No te pertenezco.

 

-Oh claro que si, desde que llegaste al café me perteneces- cambia su sonrisa burlona por un seño fruncido- Pero en ningún momento me hiciste caso.

 

-No tengo tan malos gustos para andar acostándome con cualquiera- se cruza de brazos.

 

-No soy cualquiera- con voz melosa se acerca a casi rozar los labios del Azabache.

 

-Aléjate- de un manotazo la empujó haciendo que caiga al suelo sentada- No me gustan las mujeres como tú- se da la vuelta hacia Tsuna comenzando a desatarlo.

 

-Si es así- susurró desde el suelo con los cabellos ocultado sus ojos- No me queda más remedio.

 

 

Tsuna ya tenía sus manos liberadas y estaba sentado, quiso quitarse la mordaza viendo como Kyoya lo desataba, pero cuando miró a la mujer en el piso esta tenía un cuchillo y sonreía como loca.

 

 

-¡¡Kyoya-kun cuidado!!- escuchó el Azabache, pero antes de darse cuenta sintió un dolor punzante que le quemaba en su costado.

 

 

Se giró atrás encontrando a la maldita detrás de él, esta se arrodilló abrazándolo tiernamente por la espalda y dijo:

 

 

-Entonces no serás de nadie, y menos de ese mocoso. Moriremos juntos- le sacó el cuchillo y se lo pasó por la garganta.

 

-¡Ugh!

 

-¡¡Nooo!!

 

 

Lo último que escuchó antes de que todo se pusiera negro fue el grito de su Castaño y la risa alocada de la maldita.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

Sentía todo el cuerpo pesado y el aire olía raro, trataba de procesar lo último que recordaba pero todo estaba confuso. El cuello le dolía horrores, los músculos los sentía entumecidos y trataba de abrir los ojos. Pero por más que intentaba no podía.

 

 

No sabía dónde estaba y estaba casado, quería ver donde estaba pero el cuerpo no le respondía, era como si lo invitara a dormir de nuevo. Pero no quería dormir.

 

 

-Kyoya-kun.

 

 

Escuchó que lo llamaban, ¿Quién podía ser? Nadie lo llamaba de esa manera, la voz era suave y agradable.

 

 

-Perdóname.

 

 

¿Perdonar? ¿A quién?

 

 

-Por mi culpa estas así, si no me hubieras conocido no te habría pasado nada.

 

 

Sintió una cálida sensación en su mano.

 

 

-Siempre es lo mismo, todo aquel que se acerca a mi termina herido... Perdón. Nunca puedo tener amigos, no es justo.

 

 

Escuchó sollozos, intentó abrir de nuevo los ojos pero no podía.

 

 

-Hoy es 14, dormiste algo más de 24 horas... Se supone que debes de dar un chocolate a la persona que te guste y confesarte- saca una pequeña caja blanca cuadrada- Se que no te gusta lo dulce, por eso te hice estos... ¿Recuerdas que te enseñé sobre los chocolates? Lo puse todo en práctica con tal de poder transmitir mis sentimientos... Sé que nos conocimos hace 4 días pero... Me gustas. Me gustas mucho... Has sido amable y atento conmigo, me fuiste a rescatar de esa mujer cuando no éramos nada más que conocidos, ni siquiera amigos, también me sonreías, y por eso... Te dejo estos chocolates, ellos simbolizan mis sentimientos, y aunque puedan saber extraño confío en que te gustarán- se inclinó besando la mejilla pálida con lágrimas recorriendo las propias y mojando la del Azabache- Adiós- se fue.

 

 

Kyoya intentó con todas sus fuerzas abrir los ojos, quería ver a quien le habló y cuya voz reconocía pero no recordaba de quien era. Con todo su esfuerzo abrió los ojos acostumbrándose a la luz, miró a su alrededor buscando al dueño de la voz pero estaba solo, se enderezó un poco notando la caja de chocolates en su estómago y la tomó. Con cuidado la abrió encontrando pequeñas bolitas y corazones de color negro y café claro, todas muy bien hechas. Tomó una bolita café y se la comió, le disgustó un poco el dulce sabor al principio pero mordió algo duro que le sorprendió.

 

 

Siguió masticando, reconocía ese sabor, era pimienta. Eso equilibraba el dulce y lo hacía rico. Miró el resto de los chocolates, tomó un corazón negro y en cuanto lo mordió volvió a sorprenderse, sabía a licor, estaba relleno con licor suave. Siguió comiendo, había algunos con ligero sabor a naranja, otros con crema de café, otros con te verde.

 

 

Se comió toda la caja de chocolates, nunca había hecho algo así. Ahora recordaba todo, se tocó el cuello, tenía un vendaje, al parecer lograron salvarlo.

 

 

-Tsunayoshi- se levantó con cuidado, tenía la voz ronca y rasposa, estaba algo aturdido y si no tenía cuidado podía perder el equilibrio. Salió de la habitación de hospital y caminó por los pasillos, era una suerte que estuvieran desiertos, todo a su alrededor estaba cubierto de decoraciones de la fecha: corazones, guirnaldas y arreglo de flores.

 

 

Salió del hospital y una ventisca le caló hasta los huesos, pero no le importaba, no tenía tiempo para eso. Mientras caminaba miraba a todos lados buscando esa cabellera castaña tan rebelde, apresuró el paso, no podía perderlo, ahora entendía las palabras de su hermano y no iba a perder su oportunidad.

 

 

Se detuvo a unos metros de la parada de autobuses, lo vio, esperando el autobús sentado y solo en una banca estaba Tsunayoshi. Solo podía verle un abrigo color gris y unas botas negras, se miraba decaído y triste, no irradiaba luz como cuando lo conoció, y aún así seguía estando hermoso.

 

 

Se acercó a él que no había notado su presencia, la garganta le dolía pero tenía que atraer su atención.

 

 

-Tsunayoshi...- fue un susurro, uno muy débil, más sin embargo el Castaño, al reconocer esa voz, lo escuchó como si fuera un grito. Miró sorprendido a Kyoya y se levantó.

 

-¡¿Kyoya-kun qué haces aquí?! ¡Deberías estar en cama!- se le acercó alarmado tocando su mejilla- Y estas helado- no pudo evitar soltar nuevas lágrimas, eso no le impidió sacar al de su cesta de mimbre una manta gruesa color verde musgo- Tápate con esto, así no sentirás frío- lo envolvió con la manta, miraba el suelo y no al Azabache, este lo miraba atento- Vamos, tienes que regresar al hospital- lo fue empujando, pero Kyoya no se movía- Kyoya-kun tienes que volver al hospital.

 

-No...- susurró con dificultad.

 

-¿Como que no?- lo miró afligido, pero se volvió una mueca de horror- ¡Tu cuello sangra!

 

 

Y era verdad, una mancha circular de sangre se había empezado a formar por el sobre esfuerzo. A Kyoya le ardía, era consciente de que si seguía hablando algo malo iba a pasar, pero no podía evitar querer hablar, necesitaba decirle a su Castaño lo que sentía.

 

 

-Tsuna...

 

-¡No digas más!- le tapó la boca mirándolo a los ojos, su labio inferior tembló y más lágrimas salieron, a Kyoya se le rompía el corazón ver así a su Castaño- Por favor regresa. No quiero que te pase nada malo- la voz se le quebró.

 

 

Kyoya se le quedó viendo un momento, había tantas cosas que quería decirle, pero simplemente no podía. Tsuna no lo iba a dejar, tampoco creía a su garganta con la fuerza para lograrlo, tenía que pensar en una forma de que entendiera sus sentimientos.

 

 

-Kyoya-kun- Tsuna lloraba en silencio, esa mirada fija en su persona y su rostro serio solo le hacían pensar que el Azabache lo culpaba de todo. Y tenía razón, por su culpa, porque lo conoció, porque se atrevió a pasar aunque sea un poco de tiempo con el fue que resultó herido. De milagro se salvó-... Lo siento. Prometo no volver a acercarme, pero por favor, regresa, no estás bien- temblando.

 

 

Kyoya abrió los ojos sorprendido, ¿Que decía? ¿Lo iba a dejar? ¡No, no lo iba a permitir!

 

 

-No me verás, te prometo que nunca sabrás de mi... Lo siento, perdó...- fue callado.

 

 

En un momento el Azabache se quitó la mano que cubría su boca, lo tomó de la cintura y besó de forma tierna. Todo su cuerpo temblaba, no sabía qué hacer, Kyoya movía sus labios sobre los suyos poniéndolo nervioso. Trató de separarse pero no lo consiguió, Kyoya lo apretaba más hacia él y acariciaba con suavidad su espalda. Inevitablemente correspondió, de forma tímida correspondía ese lento beso, no tenía experiencia alguna y se notaba. Sintió que Kyoya le mordía el labio inferior por lo que entreabrió su boca, notando la lengua del Azabache recorrer su cavidad. Sin proponérselo los temblores aumentaron, sino fuera porque lo sostenía se habría caído. Sintió el sabor del chocolate, se preguntaba si Kyoya había probado alguno de sus chocolates, pero no tuvo tiempo de pensar cuando su lengua era refregada y acariciada tan tentadoramente.

 

 

Kyoya sentía como paraíso esa pequeña boquita, el temblor de su Castaño, sus labios suaves, veía que tenía los ojos fuertemente cerrados, las mejillas sonrojadas e intentaba corresponder. Sonrió, se notaba que era su primer beso, y eso lo puso contento. Tsuna se veía tan lindo, eran tan puro e inocente, tan suave y limpio, tan dulce. Sintió sus brazos abrazarlo con cuidado, con inseguridad, no pudo evitar sonreír más. A falta de aire se separaron, Tsuna estaba muy sensible y sentía desmayarse en cualquier momento, Kyoya lo sostenía, menos mal que era ligero porque no tenía mucha fuerza, respiraba con dificultad y por el frío podía ver su aliento, el rojo en sus mejillas era más fuerte, quería besarlo de nuevo.

 

 

-Kyoya... kun...- intentaba recuperar su aire, el Azabache sonrió como nunca lo había hecho, no era una sonrisa grande, era pequeña y no mostraba los dientes. Pero eso, y el tenue rosa de sus mejillas, le dieron la vista más hermosa al Castaño que se quedó mirando esa sonrisa, embelesado y sorprendido.

 

 

Kyoya solo tomó a Tsuna y lo abrazó cubriéndose los dos juntos con la manta. Tsuna se mordió el labio antes de corresponder el abrazo, a pesar de la culpa... ver esa sonrisa le hacía querer abrazarlo, se quedaron un tiempo más ahí, abrazados.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

Rato después el Azabache yacía recostado de nuevo en su cama de hospital, con el Castaño sentado a su lado en una silla. Kyoya miraba con insistencia a Tsuna, lo que ponía nervioso al menor, no sabía que sentimiento guardaba esa mirada tan profunda pero sabía que no era odio o enojo, si fuera así no lo habría besado. Al recordar el beso un sonrojo adornó sus mejillas, ese había sido su primer beso.

 

 

-Tsuna...

 

-No hables- se arrodilló a su altura- Te puedes lastimar, no digas nada- le acarició la mejilla.

 

 

Kyoya se sonrojó levemente de vuelta, le gustaban las atenciones que su Castaño tenía con él. Simuló intentar decir algo para molestarlo pero para su sorpresa Tsuna lo calló con un beso tierno.

 

 

-Lo siento... pero... N-No hables- dijo desviando la mirada nervioso después de separarse, Kyoya sonrió encantado de la reacción- Espera...- parecía pensar algo, se levantó y de su canasta tomó una libreta estampada con rosas color melocotón- Escribe lo que me quieras decir- se la entregó junto con una pluma.

 

 

Kyoya de inmediato se incorporó y abrió la libreta para escribir algo, Tsuna lo miraba nervioso hasta que el Azabache terminó y le enseñó lo escrito:

 

 

"Te amo"

 

 

Kyoya veía la impresión en el rostro de Tsuna, parecía en shock, muy sorprendido. Pero no por eso dejó de escribir y siguió mostrando lo que escribía:

 

 

"Escuché tu confesión, yo siento lo mismo"

 

"No quiero que me dejes, quiero conocerte"

 

"¿Quieres ser mi novio?"

 

 

Tsuna no daba crédito a lo que leía, en silencio lloraba, como no podía hablar por el nudo en su garganta asintió a la pregunta del Azabache quien sonrió más sincero que antes. Kyoya dejó a un lado la libreta, le tomó la mano y lo atrajo a un beso tierno, su primero beso como pareja.

 

 

 

OoooOOoooOOoooOOoooOOoooOOoooO

 

 

 

Tsuna desde se día fue más feliz de lo que nunca antes había sido, la recuperación de Kyoya llevó un par de semanas per todos los días iba a cuidarlo sin falta, recibiendo las visitas de su madre y Fon.

 

 

Le avergonzaba que Kyoya en cada oportunidad que tuviera y lo viera distraído le robara besos, pero le gustaba. Además aún cuando su Azabache ya no estuviera en el hospital guardaba reposo en su casa, y él acudía cada día para cuidarlo y mimarlo, lo cual avergonzaba a Kyoya aunque su orgullo no le dejara decirlo. Pero también le encantaba avergonzarlo, era divertido.

 

 

Sabía que en un mes Kyoya tendría que devolverle el regalo pues aceptó sus sentimientos- por la tradición- pero quería hacer algo también, darle un regalo especial.

 

 

Aunque no se le ocurría que podía darle, pero ya pensaría en algo ;)

 

 

 

 

 

FIN.

Notas finales:

Bueno, espero les haya gustado. Tengo varios shots escritos ue aún no he subido y espero poder hacerlo. 

Teniendo en cuenta el como avanzan y mjoran las demás autoras puede que varios de ellos no sean tan buenos, peo bueno los he escrito con todo mi cariño y amor para mi OTP, así que espero que si aman esta pareja puedan leerlas y decirme que les pareció.

Nos vemos.

CIAO CIAO~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).