Ya no puedo llorar.
Tal vez es la inmunidad a un dolor que remite oleadas de insensibilidad, pero la verdad es que se atora como un veneno que no se puede curar.
Sigue lloviendo, pensé que había parado durante mi sueño pero lo sigue haciendo. Las nubes adormilan mi ojos y no puedo llorar.
Me he preguntado varias veces cómo fue que paso, si fuiste tú o fui yo.
Fui yo pues soy yo quien sufre por ti y tú nunca por mí.
Tantas veces he tratado de arrancarte, tantas veces he tratado de no sentir esto por ti ni por nadie. He fallado. Fueron tal vez muchos años sin querer a alguien, sin tener que sufrir más que el vacío de una vida insignificante.
El cielo llora por mí.
Un pensamiento egoísta para un triste dolor.
Quizás es que ya he llorado muchas veces por ti. Como cuando me di cuenta que eras tú al que quería, y eras tú el más prohibido.
Fue en esa fiesta, esa pequeña fiesta de licor a la que me invitaste para celebrar el cumpleaños de ella. Sí, ella, mi mejor amiga de quien tú estabas enamorado. Te emborrachaste y bailaste una y otra vez como loco. Y te cele cuando te vi encima de ella profesándole cuanto la querías. Y lloré, no porque me ofendiste mientras reías con esos amigos tuyos que yo nunca había visto, sino porque fui consciente… tal vez no consciente, tal vez sólo lo acepté por primera vez porque ahora me doy cuenta que fue desde un año antes, desde que te emparejaste con mi otra amiga que después sería como mi hermana. Lloré porque sentí traicionar a quien era en ese momento tu novia por sólo sentir esto por ti. Y me odié, me odié tanto por volver a sentir algo así por alguien; yo sabía que dolería, no sería la primera vez, me había advertido desde hace tanto que había dejado de querer; pero nunca pensé que este dolor me quitaría el aire, no creí que este dolor se alargaría para robarme mis lágrimas que son tan mías como tuyas, no se me ocurrió que me marcaría a través del tiempo, nunca pensé que fueras tú la causa de que mi inspiración flotara en una nube de amargura.
No sé que fue, no sé porque tú y no otro. No sé porque yo.
Me consuela que no leas esto, me consuela que nunca te enteres porque no sólo como algo más sino como amigo te quiero. Pero te quiero y te odio. Porque se supone que yo no debería sentir, porque se supone que yo debería ser feliz, porque se supone que tus ideas y palabras me darían que pensar en vez de maravillar no sólo mi cerebro sino también mi corazón. Se supone que tú deberías ser odioso en el papel de mejor amigo mío, se supone que tú no me tendrías que gustar. Y a veces, después de tanto tiempo, pienso que no sólo es la atracción sino algo más. Y tengo miedo.
Me siento más solo con este sentimiento. La soledad me ha envuelto tan bien que parece que nunca me dejará escapar. Y todo es tu culpa.
Tantas veces borracho junto a ti pensé en besarte, tantas veces pensé decirte, pero tú llegabas con los ojos brillosos y una sonrisa estampada para decir su nombre. Le amabas tanto, creo que aún lo haces a pesar de que juntos no están. Y nunca te enterabas que cuando llorabas por ella se me partía el corazón, que cuando decías que la amabas me clavabas una estaca que me hacía caer en el suelo. Y me sentía solo, muy solo. Y dolía. No podía dejar que me vieras llorar porque si preguntabas no sé que habría hecho.
No podría contar con los dedos de mis manos cuantas veces te miré de lejos tomado de la mano con ella. Masoquista tal vez, pero lo hacía para saber que nunca serías para mí. Que tal vez me querías como amigo pero nunca como algo más.
El mundo esta lleno de posibilidades pero el que me vieras con los ojos con los que la veías a ella es remota, inexistente.
¡Y te odio! Te quiero, ya no quiero seguirte queriendo. Ya no quiero pensar en ti. Ya no quiero soñar con alguna vez tocar tus labios. Ya no quiero imaginar nada para que luego del cielo caiga a romperme los huesos en la tierra con un dolor angustioso que nadie más sabrá. Ya no quiero amarte porque es lo más doloroso que he experimentado. Tú traes mis más tristes recuerdos, tu traes mis más emocionantes recuerdos y no quiero seguirte viendo porque tu sonrisa me hace olvidar que dueles, tu mirada me hace recordar que aunque de una forma diferente me quieres y aprecias más que a otros. Pero ¿sabes? No me es suficiente, yo quiero olvidarte y dejar de temerte.
Porque odio lo que siento cuando te veo. Odio el nerviosismo, odio la sensación en mi estómago, odio mis manos sudadas que esperan tu llegada, odio el nudo de la garganta que ya no sé si es de esperanza o sufrimiento.
Mis esperanzas son vagas, corren como el agua al igual que llegan con el viento ínfimas y rápidas, las odio porque me ilusionan con algo imposible.
Después de un año he pensado en decirte, en besarte con mis cinco sentidos dándome valor en vez del licor. Pero ahí vienes de nuevo con esa sonrisa dibujada en tu cara que tal vez no es hermosa pero es suficiente para mí. Porque yo no quiero tu cuerpo, quiero tu alma y corazón. Y me dices: “me gusta Vero”.
De nuevo caigo y te sonrió cuando trato de levantarme. Te felicitó mientras no sé si es yo quien lloro o el día que se nubla en esta loca estación.
Te odio sólo porque te quiero.
Y otra vez ya no quiero seguirte queriendo.