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El doctor le miro con una ceja alzada, mostrando una expresión llena de ese sentimiento bastante conocido. Duda y curiosidad. El hombre levanto la mano y la coloco sobre sus labios con un poco de discreción, el problema no era el paciente; el verdadero problema era el caso en cuestión. —Bien, Akashi san. Me gustaría escuchar sus experiencias dentro de la situación en la cual se ha visto sumergido. —cogiendo uno de los lapiceros de su escritorio, miro nuevamente al pelirrojo frente a él. Necesitaba escribir detalladamente cada descripción del testimonio— Cada palabra me ayudara a construir un diagnóstico más amplio y por supuesto; brindarle un tratamiento adecuado.
Seijuuro escuchando aquello se apoyó sobre el espaldar de la silla y se cruzó de brazos, lo cierto era, que el profesional no le convencía en absoluto; pero aun así, le brindaría una oportunidad puesto que era el décimo doctor con el cual trataba. A diferencia de los anteriores, este médico en particular, ofrecía una especialidad sobre su problema, lo cual le hacía creer que le facilitaría las cosas y por fin escucharía una respuesta adecuada a su problema. Y lo que más necesitaba era rapidez, cada minuto era preciado y valorado—Surgió cuando estaba en preparatoria—comenzó con un tono serio —En ese entonces nació, la que considero yo; la más poderosa y firme. La segunda personalidad que poseo y que más tiempo ocupa.—alzo la vista—En el pasado, se podría decir, que el tiempo que compartíamos era el tiempo que ambos usábamos y vivíamos. Sin embargo; ahora la condición cambio. No recuerdo que es lo que hace, ni tampoco estoy presente en el tiempo que ocupa. Pierdo la consciencia totalmente.
El medico movió la cabeza, escuchando atentamente. — ¿Eso le ha traído demasiados problemas?— pregunto, analizando cualquier reacción, gesto o compartimiento.
—Por supuesto—Akashi frunció el ceño recordando cada ridícula situación en la que se había visto envuelto—Y este proceso no solo pasa cuando mi otro yo sale, sino que sucede con las demás personalidades que poseo. Cada una es diferente, cada una tiene su propio patrón de comportamiento que hace que mis acciones sean diferentes a las habituales.
—Comprendo—el hombre asintió y continúo anotando cada palabra en el historial médico— ¿Cuántas personas viven dentro de usted?
Y ahí estaba; la pregunta que siempre ocasionaba temor entre los psiquiatras.
—Seis —respondió con firmeza—Como ya le había mencionado, la primera de ellas; es la que más control posee, nació mientras cursaba la secundaria. —conto mostrando un poco de nostalgia en sus ojos, un sentimiento amistoso y cálido—en ese entonces no deseaba que mis compañeros me superasen, creía que solo el ganador es quien existe verdaderamente. —Soltó un suspiro y se froto la cien— Fue un gran error de mi parte, ahora lo reconozco; con el tiempo y con la ayuda de mis amigos, abrí los ojos y volví a tomar poder sobre mi persona. Por supuesto, mi otro yo continuo viviendo en mí. Luego de ello, y a pesar de lo ocurrido, continuamos compartiendo ciertas situaciones, ya que su habilidad era de gran ayuda. Sin embargo…
El medico alzo la vista al escuchar aquello.
—Cambio—los labios de Seijuuro se tornaron en una línea recta y seria, mostrando molestia—comenzó a tomar más de mi tiempo, ya no eran simplemente horas sino días. Los primeros meses me auto convencí de que aun poseía poder. —La habitación se hundió en silencio por unos breves instantes—me equivoque—continuo con los puños apretados— el poder se deshizo en mis manos, resbalo por mis dedos como agua. Quise poner un alto, pero fue demasiado tarde.
El psiquiatra continúo escuchando en silencio.
—Cuando fui consciente de mi situación, ya no era solo él. Sino más, aumentaron. Poco a poco, mi tiempo fue acortándose. — esa era la verdad. El tiempo era el mayor problema, cada vez que una de ellas salía; implicaba, no solo problemas. Sino perdidas. Los minutos se hacían más pequeños. Sus años ya no eran enteramente para sí mismo.
— ¿Podría decirme como son las demás?
—La tercera personalidad, es la suicida. La que intenta morir cada vez que tiene una pequeña oportunidad, es un adolescente de dieciséis años—cada personalidad era particular, cada una de ellas tenía un motivo—es un genio con las matemáticas, por lo general cuando sale se limita a mantenerse recluido. La cuarta personalidad es la extrovertida. Es la que sin duda alguna me causa más problemas, es la hermana gemela de mi tercera personalidad, también tiene dieciséis años; siempre termino despertando en conciertos rodeado de adolescentes, fiestas, pastelerías o tiendas de chicas. —Su cara volvió a mostrar molestia—es totalmente ridículo.
El doctor dejo de escribir y volvió a levantar la vista mostrando desconcierto.
—La quinta personalidad es el retirado del ejército, es un hombre de cuarenta años experto en bombas; es peligroso. A tal punto que mensualmente me llegan notificaciones de una agencia de terroristas que no conozco.
Fue suficiente. El sonido seco de un objeto cayendo interrumpió cualquier frase. El psiquiatra movió la cabeza, levanto una de sus manos y se limpió el sudor del rostro. Si, ese era el signo que todos mostraban cuando Seijuuro narraba su estado de salud mental. Nunca llegaba a terminar de describir todas sus personalidades. —Señor Akashi tengo que ser sincero con usted, es la primera vez que escucho un caso como este; si es cierto que hay estudios que demuestran que su condición arroja un grave problema de TID. Pero a decir verdad soy incapaz de manejar algo como esto. Usted necesita más de un especialista.
Bien, no se sorprendía en absoluto. Akashi entrecerró los ojos y tuvo ganas, muchas ganas de soltar unos cuantos calificativos pero debía mantenerse en calma. La verdad era que se esperaba ese tipo de reacción. El TID no era algo fácil de tratar.
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