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Dos piezas del destino por Remisagi

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Notas del fanfic:

Hola! Este es mi primer fanfic de BTS, y el primero que publico con esta cuenta (Ya que olvidé mi cuenta anterior xD)

Hace casi 7 años que no escribo asi que disculpen si ya perdí el toque :(

 

Espero disfruten de esta historia! ^^

Notas del capitulo:

Aqui vamos con este primer cáapitulo, nose cuantos serán pero me gusta ir lento con las historias.

En fin, espero les guste esta historia que será romantica nivel vomitar arcoiris! Estan advertidas xD

 

El relato está enfocado en Jimin.

 

A leer :)

 

Era un frío día de invierno en las calles de Seúl, los árboles cubiertos de nieve hacían recordar que se acercaba la navidad.

 

Las personas caminaban apresuradas hasta sus destinos, sin prestarle demasiada importancia al paisaje que los rodeaba.

 

Eran aproximadamente las 18:00 horas, las luces  empezaban a iluminar el oscuro atardecer y entre la multitud se podía observar un chico que caminaba a un paso diferente al resto de los habitantes.

 

Con pasos lentos, un sujeto de hermosa piel canela y una llamativa cabellera de un color similar al de un atardecer de verano, llevaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta azul, una bufanda de color oscuro cubría su boca que se movía al ritmo de la melodía que por los audífonos lo transportaba a cualquier lugar que él quisiera.

 

No tenía un destino definido al cual ir, era viernes y quería escapar de la rutina semanal en algún lugar que le llamara la atención, tal vez beber algo, o simplemente sentarse en una plaza y observar a las personas que transitan por el lugar.

 

Cualquiera que fuese el plan para pasa ese frío viernes de diciembre el muchacho lo aceptaría y disfrutaría como cada viernes lo hacía.

 

Toda la semana esperaba por que llegara el fin de semana para poder desconectarse de sus deberes, entre la universidad y el trabajo no le dejaba un tiempo para sí mismo. Aún así era feliz haciéndolo.

 

Llevaba caminando varios minutos sin rumbo cuando divisó una cafetería, y fue un pequeño granizo en su nariz lo que le hizo entrar rápidamente para resguardarse de la nieve que en ese momento comenzaba a caer.

 

El lugar era pequeño y muy cálido, las paredes de color beige y café daban la sensación de estar cubiertas en chocolate, las pocas mesas que había estaban acompañadas de parejas comiendo pasteles que lucían realmente apetitosos.

 

El muchacho se acercó a una solitaria mesa al fondo del encantador lugar, se quitó la bufanda y apagó la música para acostumbrarse al tranquilo sonido que albergaba todo el ambiente.

 

El chico levantó la vista en busca de alguien que le atendiera, para su asombro un chico de peculiar cabellera verde y de asombrosa piel blanca, tan blanca como la nieve que en ese momento caía afuera, ya se le había acercado.

 

- Bienvenido al café “Whalien 52” – dijo mientras le entregaba un menú donde venían escritos muchos tipos de café, para que el chico escogiera cual quería beber.

 

-Gracias – contesto recibiendo el menú, al ver tantos tipos y nombres diferentes, el de cabellos naranja creyó que muchos habían sido inventados por el dueño del lugar.

 

Mientras se perdía en sus pensamientos, pasando una y otra vez por la variedad de bebidas que le ofrecían, olvidó que el de piel blanca aún estaba de pie esperando por su pedido.

 

-Disculpa… Tengo otras personas  a las que atender. Me llamas cuando hayas decidido- dijo mientras se daba la vuelta para pronto ser detenido por el otro chico.

 

-Quiero el café “Dark&Wild” – dijo por fin con una sonrisa observando al muchacho de pie a su lado – Por favor – terminó de decir.

 

-Enseguida – se limitó a responder, retirando el menú de sus manos y dándole la espalda para ir en busca del pedido.

 

Mientras esperaba su café, el joven se quitó la chaqueta que ya empezaba a molestar debido al aire acondicionado, la dejó a un lado junto a su bufanda y tomó su celular. La verdad no tenía nada interesante que hacer con él, solo lo sacó por costumbre.

 

Comenzó a ver las fotos que había sacado esa semana, solía retratar e fotografías cada día de su vida universitaria y laboral, era su obsesión, como si temiera no recordar cada suceso al termino de la semana.

 

Claro que esto nadie lo sabía, el muchacho vivía solo en un pequeño apartamento que pagaba con su sueldo, su familia vivía lejos, ya que el viajó a Seúl para poder estudiar danza en la universidad y cumplir su sueño de ser un gran bailarín.

 

Una dulce sonrisa aparecía con cada nueva fotografía que observaba con dulzura, y nuevamente inmerso en su mundo no notó que el camarero estaba a su lado sirviendo su café, aunque el chico de piel blanca no lo interrumpió, mas siguió en su trabajo.

 

-Si necesitas algo más, no dudes en llamarme- dijo al terminar de servir el pedido, haciendo que el moreno se sobresaltara rompiendo rápidamente su burbuja.

 

El de pelo verde al ver la sorpresa del otro chico no pudo evitar sonreír, a lo que el de pelo naranja se puso rojo, tan rojo como la nariz del reno que decoraba una de las esquinas del café, y desvió la mirada.

 

-Gra...Gracias…- fue lo único que salió de sus labios y el camarero se dio la vuelta para continuar sus labores. 

 

El moreno puso las manos alrededor de la taza bellamente decorada con crema y chocolate en polvo y una curiosa cuchara con una tierna nube en la punta. Comenzó a mezclar los ingredientes que formarían su bebida mientras con sus ojos seguía el trayecto del chico que hasta hace un momento lo había sonrojado.

 

El se encontraba confuso, era la primera vez que se sonrojaba de esa manera, estaba acostumbrado a ser sorprendido en sus pensamientos, esa era otra de sus tantas manías, el perderse en esa burbuja y olvidar al mundo que lo rodea era una de sus actividades favoritas, aunque muchas veces era involuntario.

 

No entendía la razón de su sonrojo, aunque cuando su mirada se cruzo con la del chico de cabellos de menta y la sonrisa que este le había mostrado hace solo unos momentos apareció en su mente sus mejillas volvieron a arder.

 

Como por impulso desvió rápidamente su vista a su taza de café y comenzó a beberla, esperando que el otro no notara que lo había estado mirando y menos el rojo en sus mejillas.

 

Sin dejar de dar breves miradas al chico que lo había atendido, continuó disfrutando del sabor de su bebida, algo había en la mezcla que no podía descifrar. Tenía por supuesto café, chocolate amargo y crema, pero un cuarto ingrediente lo tenía intrigado, un ingrediente que le recordaba a su infancia, a su madre, a sus días de niñez sin preocupaciones.

 

 Todo en ese momento le pareció perfecto, y se preguntaba por qué no había ido a ese lugar antes. Al terminar de beber el delicioso brebaje, sonrió por todos los recuerdos que este le trajo.

 

Buscó con la mirada los cabellos de menta y con un gesto lo llamó para que se acercara, a los segundos el chico ya estaba a su lado.

 

-¿Necesitas algo?- preguntó nada más al llegar.

 

-Sí, verás el café estaba realmente delicioso… pero… -

 

-Canela  – dijo rápidamente el de blanca piel como si adivinara lo que el moreno iba a preguntar – y un ingrediente secreto – concluyó con un casi imperceptible guiño.

 

Sorprendido el muchacho soltó una leve carcajada.

 

-Ya veo, un ingrediente secreto… - sonrió - Deben preguntarte por esto seguido, digo para que anticiparas mi duda – levanto la cabeza y su mirada se clavó como una estaca en los ojos del otro joven.

 

- No la verdad – respondió con una sonrisa – solo fue… ¿intuición? – las miradas de ambos chocaban con tal intensidad que parecía que en cualquier momento se verían chispas.

 

El moreno sentía nuevamente que sus mejillas comenzaban a arder, pero no quería romper la conexión de sus miradas.

 

-Entonces… ¿necesitas algo más? – fue el de pelo verde quien rompió el vínculo tras soltar esas palabras, recordando que estaba ahí para trabajar y no para perder tiempo en miradas.

 

-Sí, podrías traerme otro igual

 

-Claro, enseguida – dijo retirando la taza vacía y de nuevo dándole la espalda al moreno.

 

Con la segunda taza de café, por alguna razón el de cabellos naranjas se sentía un poco mareado, pero seguía disfrutando de ese sabor que al igual que su música, lo hacía viajar.

 

De pronto un platillo con pequeñas galletas en forma de animalitos apareció en su mesa.

 

-Yo no pedí galletas – se apresuró a decir el moreno.

 

-Cortesía de la casa– dijo dejando unas servilletas al lado del platillo - Ese café es un poco peligroso si se toma con el estomago vacío- terminó diciendo esto con una sonrisa burlona en su rostro.

 

Una hermosa sonrisa burlona, pensó el otro chico quien lo observaba fijamente. Definitivamente estaba perdiendo la cabeza. Sintió por un momento que todo le daba vuelta y puso su cabeza entre sus brazos apoyándose en la mesa.

 

-Cómelas, te hará sentir mejor – dijo el camarero aun con una sonrisa en su rostro –Si necesitas otra cosa me llamas – y se dirigió a otra mesa en la que lo necesitaban.

 

El moreno observó las galletas, tomó una que parecía un gato y se la llevó a la boca. Saboreo cada bocado, verdaderamente deliciosa, ¿es que nada en este lugar está mal?, pensó y continuó comiendo las galletitas.

 

Ya habían pasado un par de horas desde que entró al café, ya había terminado de comer las galletas y no quedaba ni una sola gota de bebida en la taza.

 

Por alguna razón, se sentía feliz, tranquilo. Efectivamente las galletas le habían hecho sentir mejor pero aún se sentía un poco mareado cuando giraba su cabeza en busca de retratar en su memoria cada rincón del acogedor lugar.

 

Cuando el reloj con forma de cupcake que colgaba en la pared dio las 20:30 horas, el muchacho de cabellos de menta se acercó al moreno sin ser llamado.

 

-¿Te sientes mejor? – preguntó al llegar a su lado

 

-Un poco, gracias… - respondió sorprendido – Pero, ¿cómo sabías que me sentía mal? – preguntó intrigado fijando sus ojos en el chico de pie.

 

-Intuición – respondió con tono burlón.

 

-Debes confiar mucho en tu intuición – sonrió el moreno.

 

-Más o menos… - puso una mano en su barbilla – la verdad es primera vez que funciona –

 

El chico sentado soltó una carcajada, haciendo que sus ojos desaparecieran por la intensidad de su sonrisa. Lo que lo hacía ver muy adorable.

 

-Bueno, me alegra que haya funcionado esta vez – dijo por fin cuando dejó de reír

 

El chico de pelo verde lo observaba entretenido, como si tratara de contener la risa. Nunca había visto a alguien como él, alguien que riera tan abiertamente y con tanta facilidad era definitivamente único.

 

-Por cierto, cerramos en media hora – comentó como si hubiese olvidado a que se había acercado al muchacho.

 

El moreno miró a su alrededor, de un momento a otro se encontraba el y una pareja más en el lugar, sin contar a los trabajadores.

 

- ¡Oh! Lo siento, te estoy quitando tu tiempo – se disculpó

 

-Descuida, esa mesa la atiende mi compañera – señaló a una joven que estaba detrás de la caja registradora –Mi tiempo es todo para ti –

 

Esto último hizo que el corazón del peli naranjo comenzara a latir como queriendo salir de su lugar y nuevamente sintió su cara arder.

 

- Aún te duran los efectos del café – sonrió – Tus mejillas están rojas -  señalo sus propias mejillas.

 

Las palabras no salían de la boca del moreno, había quedado mudo, su mirada no se despegaba de los ojos ajenos, por mucho que quisiera solo podía sonreír tontamente a cada comentario del otro joven.

 

-¡Suga ya es la hora!- gritó la chica señalada anteriormente, a lo que el nombrado asintió con el pulgar sin dejar de mirar al contrario.

 

El moreno despertó de su trance al escuchar la voz de la joven y miró una bandeja con un papel que llevaba el camarero en sus manos.

 

-En fin, aquí está la cuenta – dijo poniendo la bandeja en la mesa.

 

-¡Ah! Sí, claro – Sin mirar el total, el moreno puso un billete en la bandeja y el otro con una reverencia se alejo para realizar el pago con su compañera.

 

-Bien, aquí tienes – dejó el vuelto en la mesa – Muchas gracias por venir, espero verte pronto otra vez – terminó de decir y se retiró.

 

El de cabello naranjo tomó el dinero, se puso su chaqueta y salió del lugar sin dejar de mirar al otro chico en todo el trayecto hasta la puerta.

 

Al salir un aire frío lo recibió, había estado tan cálido dentro del café que había olvidado que estaban en pleno invierno y que antes de entrar estaba nevando. Volvió a tapar su boca con la bufanda, puso los audífonos en sus oídos y emprendió camino a cualquier lugar que lo llevaran sus piernas. Aún era temprano y su fin de semana estaba recién empezando.

 

Caminando por las calles nevadas, escuchando una hermosa melodía que le recordaba a los días de verano en casa de su abuela. Aquella pequeña casa pero con un jardín enorme, lleno de árboles frutales que a él le encantaba trepar, recordó su último verano en aquel lugar, y se vio a si mismo junto a su abuela tomando un helado de menta… “Menta”, pensó y sin dudarlo apareció la cara del chico que hace unos minutos le había atendido en el nuevo café que había descubierto.

 

Sonrió tímidamente antes este recuerdo, y de pronto se detuvo. Golpeo sus mejillas intentando despertar de sus pensamientos y revolvió su cabello en señal de desaprobación a aquellas imágenes.

 

Subió el volumen de la música y continuó su caminata. No tenía razón para pensar en ese muchacho, la verdad no tenía razón para pensar en nadie. El no pensaba en las personas, pensaba en las situaciones que lo hacían feliz, pero nunca atribuía esa felicidad a alguien… pero este chico, no existe ninguna situación que lo haga merecedor de ocupar un lugar en sus pensamientos. 

 

-Suga- susurró de pronto.

 

Ese es el nombre por el que la chica del café lo había llamado. ¿Será su nombre real o un apodo?, pensó. Suga, como azúcar en inglés era un apodo perfecto para alguien que trabaja en un café como ese, además por el color blanco de su piel que se asemeja al color del azúcar, pero ¿será él una persona dulce?

 

-En que rayos estoy pensando – comentó bajito y sonrió

Notas finales:

¿Les gustó?

Espero que si :) 

Dejen reviews y nos vemos en un próximo capitulo. 

 

Adios!

Y gracias por leer ~~


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