Tic tac, suena el reloj.
Tic tac, no se detendrá.
Tic tac, sólo me queda contar.
Mi nombre es Sugawara Koushi, diecisiete años, cabello gris, ojos cafés, ciento setenta y cuatro centímetros, número dos, armador.
No soy sobresaliente en cuanto habilidad técnica para el deporte que me apasiona, pero lo intento.
Tengo que sacar lo que me atormenta de alguna manera y esto fue lo que se me ocurrió.
Querido diario, en estas páginas decidí narrarte lo que pienso, sólo a ti, mi confidente. Sé que guardarás todo en secreto dentro de tus páginas ya amarillentas por el tiempo y que estarás ahí siempre que necesite desahogarme. Es por eso, querido diario, que te escogí.
Decidí que comenzaré a contarte mis más oscuros secretos, mis preocupaciones, mis dolores y mis dudas, todo te lo confiaré a ti, y sólo a ti.
Verás, mi familia se está desmoronando. Mi padre golpea a mi madre, y ella, tratando de calmar su ira y frustración, me golpea a mí. Sé que no es la mejor forma pues cuando puedo ir a entrenar, debo ser muy cuidadoso con la ropa, debo de cubrir todas las marcas de golpes y cortadas que hay en mi cuerpo, pero también sé que ella también tiene que aliviarse de alguna forma y yo soy esa forma. Querido diario, espero que tú me soportes cuando tenga días malos y buenos, que perdones mi sangre y lágrimas que llegue a dejar caer en ti, y que comprendas mi ilegible letra cuando no pueda más.
Hoy, en esta mañana, me preparo para ir a la escuela, y, como siempre, desde mi habitación puedo escuchar las voces molestas de mis padres que se gritan en la planta baja.
Pum, ese fue mi padre golpeando el rostro de mi madre.
Pam, esa fue la puerta de la casa azotándose fuertemente al ser cerrada por mi padre.
Y ahora, querido diario, ahora no escucho nada más que mi propia respiración y el sonido de la punta del lápiz rozando tus páginas, pero, sin tener que verlo, sé que mi madre está llorando en silencio ahí abajo.
Escucho pasos, es ella caminando hacia la cocina. Puedo escuchar el sonido metálico de sartenes y ollas chocando entre sí y las lágrimas brotaron de mis ojos y te mojaron. Lo lamento, sabía que esto ocurriría, pero no te preocupes, luego te dejaré secar.
No odio a mis padres, ellos tienen muchos problemas y los enumeraré para ti.
1-Problemas económicos: últimamente ellos no se han sabido organizar y ahora estamos viendo la necesidad de mudarnos a una casa más pequeña.
2- Mi madre estaba embarazada, tenía seis meses y era una niña, e inclusive un día nos sentamos los tres juntos para realizar una lluvia de ideas sobre el nombre de mi hermanita, pero la perdió. En ese tiempo aún nos llevábamos bien.
3- Esto tiene que ver con el anterior problema. Mi padre llevó a mi madre a una cena con sus amigas y él se fue con los suyos. Mi padre tomó alcohol pero lo supo disimular y cuando recogió a mi madre para regresar a casa tuvieron un accidente automovilístico. Ambos estuvieron internados en el hospital con varios huesos rotos, ahí fue cuando mi madre perdió a mi hermanita.
Ellos pelearon mucho por eso, pues ya teníamos problemas con el dinero, no nos podíamos permitir perder el auto, y mucho menos a mi dulce hermana. Ahí comenzaron los gritos y los “lárgate de mi casa” por parte de ambos, pero aún no llegaban los golpes.
Ellos llegaron hasta después. Mi padre pensó que podría ganar dinero en los juegos de azar, pero perdió su hermoso reloj plateado y las joyas de mi madre. Para eso ya se estaba calentando la situación.
Ambos fueron corridos de sus trabajos al mismo tiempo. Todos los días leían el periódico y buscaban en Internet, pero como no conseguían nada decidí trabajar de medio tiempo en una tienda que solía frecuentar. Debido a eso comencé a faltar a las prácticas de voleibol, se acabó la pequeña luz que alumbraba mi sombrío día lleno de problemas. También comencé a dejar de entregar tareas pues cuando salía de clases iba corriendo a mi trabajo, pero debido a la distancia siempre llegaba tarde y el gerente siempre me reñía por eso. En fin, un día, después de salir del trabajo y llegar a mi casa alrededor de la media noche, vi que mi padre se fue de la casa gritando y golpeando todo, cuando me acerqué y entré, vi a mi madre llorando en el suelo, así que fui hacia ella y la ayudé a incorporarse. Sequé sus lágrimas con el dorso de mi mano, le regalé una sonrisa y le entregué el dinero que había ganado. Ella, cuando lo vió, me miró enojada y me dijo “¿esto es todo? ¿Qué voy a hacer con esta miseria?” Después de eso me golpeó en la cara y me mandó a gritos a mi cuarto.
Para ellos eso ya se volvió rutina, mi padre grita, mi madre le contesta, él la golpea y se va, ella llora, me golpea a mí y yo me encargo de llenar tus páginas con mis penas.
Así hemos estado ya por medio año y las cosas han empeorado cada vez más y más. Ya no sé si debería llamar a esto “familia” pero no quiero pensar que hasta eso he perdido.
Espero no preocupar a los chicos de la escuela, en especial a Daichi, mi novio y mi amor. No quisiera causarle más problemas.
En fin, querido diario, por la misma falta de tiempo sólo escribiré en tus páginas una vez al mes, y te contaré sobre mi padre, mi madre y yo. Espero que logres esperar pacientemente en una estantería llenándote de polvo y suciedad, prometo limpiarte cada vez que te abra.
Esta fue la entrada de Enero, espérame hasta Febrero, sé que tendré muchas cosas que contarte.
Sugawara Koushi.