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Byun Baek Hyun miraba con admiración, y cierto toque de envidia, la relación que su mejor amigo, Kim Jong Dae, tenía con Kim Min Seok.
Él quería algo como eso, alguien que lo quisiera con todos sus malditos defectos y que no solo lo persiguiera porque era “pequeño, bonito y con un buen culo” –y sí, eso era lo que todos los hombres le veían y decían de su persona. Ningún chico se le había acercado por amar su personalidad o algo así, ¡no! Todos se le acercaban solo porque tenía una buena apariencia y su cuerpo gritaba que era follable –palabras exactas de su estúpido amigo Jong Dae.
Comiendo su helado lentamente, Baek Hyun primero observó a su mejor amigo. Jong Dae era sexy, tenía toda la buena apariencia de su lado, pero su personalidad era un asco. Y aún así tenía muchos pretendientes, tanto masculinos como femeninos, a sus pies. Sin embargo, Jong Dae no les daba ni la hora porque él solo tenía ojos para su “Minnie hyung”.
Al principio, Baek Hyun creyó que Min Seok era uno de esos tantos chicos fáciles que se enamoraban del físico de otros. Por eso, grande fue sus sorpresa cuando se enteró, por boca de su amigo, que había tenido que mover cielo y tierra para conseguir una cita con Min Seok.
“Yo fui el que se acercó a él, no él a mí” le había dicho Jong Dae.
“Lo que me enamoró de Jong Dae fue su sentido del humor” le contó Min Seok cuando empezaron a ser más cercanos “Él me hace reír todo el tiempo y eso me gusta”.
Y saber eso solo hizo que Baek Hyun puteara aún más. El genial hyung, Min Seok, se enamoró de un idiota. Aún no se podía creer que Jong Dae se haya conseguido un novio por su personalidad. Todavía esperaba a que apareciera la cámara oculta.
Baek Hyun giró su mirada a Min Seok, que reía de quién sabe qué cosa que su novio había dicho. Min Seok era totalmente opuesto al escandaloso de Jong Dae. Su personalidad era tranquila y algo reservada. Era un chico agradable, tímido y dulce –aunque cuando se enojaba era una fiera, Baek Hyun esperaba nunca verlo furioso de nuevo.
A diferencia de Jong Dae y él mismo, Min Seok no era delgado ni tenía músculos, no era gordo pero si algo rellenito. Y con eso, Baek Hyun no quería decir que fuera feo sino que, para los putos estándares de belleza coreanos, Min Seok era hasta obeso, cosa bastante horrible de decir. Por eso, una de las cosas que admiraba de Min Seok era que le daba por los cojones lo que los demás dijeran de su peso o imagen en general. Y admiraba aún más a Jong Dae por no dejarse llevar por los estereotipos tampoco y amar a Min Seok con locura sin pensar en el qué dirán de él.
Sonrió al mirar a la pareja sin poder evitarlo. Ambos estaban hechos el uno para el otro. Y él quería algo así para sí mismo. Solo esperaba encontrarlo pronto porque estaba cansado de sentirse usado.
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— Tienes un culo muy bueno.
Baek Hyun rodó los ojos e ignoró al bastardo. Era la sexta persona que le decía algo sobre su culo en lo que iba de la tarde. Dios, ni cuando salías a caminar para hacer ejercicio por una plaza te salvabas de esos comentarios. Él ya estaba perdiendo la poca paciencia que lo caracterizaba.
Siguió caminando, respirando hondo para llenarse del aire limpio de la plaza. Era algo muy bueno que su casa no estuviera muy cerca del centro y viviera en un barrio repleto de árboles. El aire se sentía más puro ahí que cuando estabas en pleno centro de la ciudad. Y el sonido de la naturaleza y de niños jugando era un plus adicional. Siempre que salía en sus acostumbradas caminatas de las 7 de la tarde, se dedicaba a prestarle atención a su entorno porque lo llenaban de paz y tranquilidad. Nada de auriculares que arruinaran el momento. Aunque sí, a veces odiaba escuchar los comentarios indeseados.
— Que gran culo.
¡¡¡Pero si será posible!!! Quería gritar de la pura indignación que sentía ¿acaso tenía un cartel de neón pegado en el culo y no se había enterado? ¿El cartel dice “Mire Aquí” o algo así? Baek Hyun echaba humo por las orejas.
— Oye, lindo…
— ¡¡¡Basta!!!— gritó a todo pulmón, girándose hacia la voz desconocida— Se que tengo un lindo y follable culo, me lo han recordado como 80 personas este día, gracias. Ahora ¡¡¡largo!!!
— Iba decir que tu bolso era lindo, pero si, ahora que lo mencionas, tu trasero es adorable.
Baek Hyun quedó momentáneamente en shock. ¿Su bolso? ¿Ese chico realmente le había mirado el bolso y no el culo? ¿Y dijo que su culo era adorable? ¿Adorable? Nunca nadie le había dicho que era adorable y menos con ese tono amigable y para nada pervertido.
Intrigado, Baek Hyun observó al chico –que le sacaba varios centímetros– con total interés y curiosidad.
— Supongo que, emmm, ¿gracias?
— De nada— rió— ¿Te gusta Rilakkuma?— le preguntó, señalando su bolso con el dibujo de dicho oso.
— Sí— respondió, sin agregar nada más.
— ¡A mí también!— habló feliz, mientras le mostraba su celular que tenía colgando un llavero de Rilakkuma— No conozco a otra persona que le guste tanto como a mí— le contó emocionado— ¿Quieres ser mi amigo? Soy Park Chan Yeol, por cierto, no querrás ser mi amigo si no sabes quién soy. Ah, soy inofensivo, no mato ni grillos. Ahora que sabes mi nombre serás mi amigo, ¿verdad? Podemos juntarnos aquí si eso te hace sentir más cómodo, hasta que entremos en confianza.
El cerebro de Baek Hyun iba a toda velocidad mientras intentaba procesar todo el palabrerío que el chico soltaba. ¿Quería ser su amigo solo porque le gustaba Rilakkuma? ¿En serio? Ese chico era raro, muy raro. ¿Y por qué no mataba grillos? Esos bichos eran muy ruidosos.
A pesar de toda la confusión que sentía, no pudo evitar sonreírle al tal Chan Yeol. Se notaba a kilómetros que el chico era algo torpe y escandaloso, pero, extrañamente, eso no le molestaba.
— Tu sonrisa es bonita— le soltó Chan Yeol con total sinceridad, consiguiendo que Baek Hyun atravesara todas las tonalidades de rojo posibles.
Nadie, jamás, le había dicho alguna vez que su sonrisa era bonita. Todos los piropos que recibía eran sobre su trasero y nada más. Se sentía bien recibir un alago por otra parte de su ser.
— Gracias— sonrió tímidamente— Me gustan tus brazos.
Esperen, ¿qué dijo? La puta, Baek Hyun eres un genio. Acabas de hacer el ridículo. Sí, bueno, el chico tenía muy buenos brazos y Baek Hyun amaba los brazos de los hombres, era su maldita debilidad, pero ¿tenía que decirle eso? Diablos, simplemente diablos.
Escuchó la profunda y rica risa de Chan Yeol y se quedó momentáneamente aturdido.
— Bueno, gracias— dijo divertido— Nadie me ha dicho que le gustaran mis brazos.
— Si, lo siento, se me escapó. No suelo tener filtro cerebro boca— se excusó, sintiendo vergüenza de sí mismo.
— No te preocupes— se acercó a Baek Hyun y le acarició sus cabellos, sorprendiéndolo por el gesto tan cálido— Acepta ser mi amigo y te perdono todo, ¿qué dices?
Sin poder evitarlo, Baek Hyun aceptó con un movimiento enérgico de su cabeza. Chan Yeol le agradaba y algo, muy dentro suyo, le decía que si se negaba iba a cometer el error más grande de toda su vida.
Sintió que toda su vida cobraba sentido cuando vio la sonrisa deslumbrante de Park Chan Yeol. Era la sonrisa más grande y brillante que había tenido el gusto de presenciar. Y se la estaba dedicando a él.
Con un “Debo irme” de Chan Yeol, Baek Hyun salió de su estupor. El chico, rápidamente, tomó la mano derecha de Bake Hyun y, con una birome que sacó de su mochila, le escribió unos números en la palma.
— Ese es mi número. Escríbeme, ¿sí?— y Baek Hyun asintió, parecía que su voz lo abandonaba demasiado seguido en presencia de ese gigante.
Con un “Nos veremos luego”, Park Chan Yeol apretó cariñosamente su mano antes de soltarla y alejarse a paso tranquilo hacia donde sea que debía ir.
— ¡¡¡Nos vemos!!!— le gritó Baek Hyun y el chico le saludo, desde lejos, con un movimiento de su mano.
Bueno, mierda, nunca pensó que algo así le podía pasar a él. Era como algo que solo podía ocurrir en los libros. De todos modos, no pensaba quejarse en lo absoluto.
Sintiéndose estúpidamente feliz, Baek Hyun retomó su andar. No veía la hora de llegar a su casa, bañarse y escribirle a Chan Yeol. Presentía que algo muy bueno pasaría entre ellos dos con el tiempo.
— Que culo tan lindo— escuchó que le decían.
— Mi culo no es lindo es adorable, recuérdalo— le respondió.
Y siguió su camino con una sonrisa que ni el mismísimo maestro Kim-Sacador-De-Quicio-Jong Dae podría borrar.
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