Sawamura miraba el cielo desde la ventana, su corazón roto por las palabras de Chris, estas daban vuelta en su mente, escabulléndose en su corazón, destrozando su alma en la agonía de su silencio pronunciado por el silencio del examen de literatura.
Terminó de escribir y revisó varias veces que sus respuestas no fueran tontas o equivocadas, para él estaba perfecto.
A la mañana siguiente, la profesora les dijo que para aquellos que no pasaran el examen tendrían que presentar un texto o pensamiento de lo que quisieran, por supuesto, Eijun fue nombrado como el que forzosamente debía presentar un escrito.
Su cabeza estaba en blanco, no se le ocurría nada, sólo le pasaban fotografías de su tristeza, y sin más tomó el lápiz para escribir, escondido en su cama para que Kuramochi no lo viera.
Escribió sin parar sus palabras, y finalmente se detuvo, Youichi lo había visto y estaba bastante sorprendido de verlo mover el lápiz, por supuesto se quedó con la intención de quitarle lo que escribía tan minuciosamente, porque el menor se pegó al texto con tanto afán que inclusive dejó que lo pateara todo lo que quisiera con tal de no mostrárselo.
Al entregar su tarea, su evaluación salió en un 100% de la calificación, muchos se sorprendieron por el veredicto, pero la profesora decidió desvanecer sus dudas dándoles una copia a cada uno del texto que Sawamura había presentado, por supuesto, Eijun no sabía nada, no se enteró hasta que llegó al campo de entrenamiento, donde sus compañeros lo esperaban con la boca abierta.
-¿Qué les pasa? ¿Por qué me miras así?-
-Oye Sawamura, no sabía que eras poeta- dijo Kanemaru sorprendiendo al menor
-No lo soy ¿Por qué lo dicen?-
Toujo empezó a leer lo que tenía en la mano, mientras Kuramochi sujetó al castaño fuertemente para que lo dejara leer en paz y poder escuchar todo, después de todo sólo habían escuchado los rumores del texto.
El día de hoy confieso que mis sentimientos por ti han crecido, aún no han desmerecido, la luz de tus bellos ojos infunda en mi corazón una herida profunda, que el silencio de tu alma me absorbe, y el calor de tus manos me consume, pero la luz de ellos desaparece como fuego que se quema y arde en la nada.
Cuando extiendo mis manos para poder tocarte y alcanzarte, en el bello atardecer, muere la esperanza de mi corazón.
La ilusión que desprendo por ti, se apaga en el reflejo de mis ojos, ante el frio hielo, que se siembra en mi llanto intentando amarte, encontrarte, esta tonta alma muere hasta que finalmente, el último suspiro de la noche me duerme y da inicio a mi dichoso sueño de paz.
¡Manto de mi soledad! Envuélveme en tus espinas, disuelve el agua de mi corazón, espejismo de un oasis que nunca existió
¡Disuélvelo! Para que no me engañe con su falsa felicidad, ante un amor, que nunca será.
La amargura de mi vida que encuentro en mi andar, en mis manos crece en cadena, a la espada que por ti se acongoja, la vida me atrapa, aun cuando por ti puedo dar el alma, si en mis sueños veo, en mi corazón entierro el profundo sentimiento, de este amor que no corre, pero vive aún de la sangre del latir de un amor infundado.
Mi vida es efímera, es el reflejo en la oscuridad, que poco a poco quebranta mi voluntad, las que una vez fueron alas, en carne sin sabor se convirtieron, ante mi desesperanza lloro por su compasión.
Si vas a ignorarme ¡Mátame!
Si vas a odiarme ¡Atraviésame de una vez!
Acaba ya con este dolor ¡Destruye lo poco que queda de mí! de este espíritu que sólo arrasa, lleva la soledad y se atormenta frente a tu mirada
Mi amor es venenoso, para un ser que en realidad nunca me amo, ¡Mátame de una vez!
¡Mátame!
¡Acaba conmigo con tus manos!, al fin y al cavo que mi sangre ya tienes
¡Mátame!... ¡Mátame!, pero… no me des falsas ilusiones, no aspiro a más de lo que te pido
¡Abandóname de una vez! y al final, ¡Soledad cúbreme ya!, que a mi infierno he sucumbido, ¡Destrúyeme porque es lo que deseas!
Comprende de una vez que mi alma, hace mucho que dejó de existir.
Las palabras dejaron de pronunciarse mientras Sawamura escondía sus ojos y sus lágrimas, se sentía humillado y desnudo porque sus sentimientos se dejaron al descubierto.
Los demás volvían a suspirar bajo sus palabras y cuando lo soltaron lo vieron salir corriendo lejos de ellos, hasta cierto punto se sentían mal.
El único que no había escuchado la carta era Miyuki, pero vio la hoja y la tomó, cuando la leyó se sintió muy dolido por alguna extraña razón
-Mochi ¿Quién escribió esto?-
-Sawamura…-
-Oh, ya veo-
La respuesta no fue común, pero salió corriendo a buscar al menor, estaba triste cuando lo encontró sentado en el campo, lo miraba llorar.
-Sawamura… vamos adentro, hace frio-
-Miyuki Kazuya, déjame solo-
El cátcher estaba herido, sus sentimientos no eran correspondidos, el menor pensaba en otro, y ese otro era la persona que tenía su admiración por completo.
-Te quiero-
Le soltó en un momento de debilidad y envidia por los sentimientos que Chris había obtenido de él.
-No te burles de mis sentimientos-
-Esta vez, se tú el que me mate-
-¿Eh?-
-Mátame Sawamura, mátame por amarte y no poder tenerte, por desearte y perderte aun sin haberlo intentad, clava el puñal de tus palabras en lo más hondo de mi alma por no poder consolarte aun cuando te veo y no puedo tocarte-
Las palabras murieron, Miyuki no pudo contener más sus sentimientos y le dio un beso al menor.
-Matarte… ¿Por qué habría de hacerlo? Déjame intentar amarte, porque esas palabras no fueron para él, fueron para ti-
-Sawamura, no sé si Miyuki pueda llegar a quererte como lo que tu deseas, quizá sea mejor que no confundas sus sentimientos con lo que piensas es amor, porque no creo que él lo sienta, es cruel, pero mejor advertirlo que dejarte soñar alto-