Los 5 ex-compañeros de Teiko se encontraban reunidos en una sala de multimedia, esperando al sexto miembro que faltaba, que traería algo que todos querían.
— ¡¿Cuánto se tardará Tetsu?! Solo espero que lo que traiga valga la pena la espera— Se cruzaba de brazos y se balanceaba en su silla, un moreno de cabellos azules, el as de touou, el gran Aomine Daiki.
—Paciencia Daiki, Tetsuya nunca trae mala mercancía, si eso sucediera se las vería conmigo— Con voz seria y una postura de superioridad, hablaba un pelirrojo con ojos bicolor, capitán de Rakuzan, Akashi Seijuro.
—Nee~ pero Aka-chin, Mine-chin tiene razón, Kuro-chin se está tardando mucho y se me acaban los dulces— Se quejaba un pelimorado, dirigiéndose un maibu a la boca, con una bolsa llena de golosinas media vacía, as de Yosen, Murasakibara Atsushi.
—Seguro que Kurokocchi nos quiere hacer esperar como venganza de la última vez que nosotros…—El rubio del grupo, quien de hace rato pasaba hojas de una revista nerviosamente, as de Kaijo, Kise Ryota, no pudo terminar de decir su oración porque fue interrumpido.
—Kise dijimos que no volveríamos a nombrar ese incidente, todos reconocimos que estuvimos mal y Kuroko nos hizo entender bien que no lo volviéramos a hacer, no creo que se vaya a vengar a estas alturas— Explicaba moviendo sus lentes un peliverde, mientras que en su mano tenía un caja de pañuelos, alegando antes que era el objeto de la suerte de cáncer de hoy, as de Shutoku, Midorima Shintaro.
En eso el ruido de la puerta sacó a todos de su letargo.
Cuando los cinco chicos iban a reclamar al recién llegado, vieron como la puerta se había abierto sola, entrando pánico hasta al más valiente.
—Tetsuya si esto es una broma, no es gracioso—Akashi comenzó a mirar mal a la puerta.
—¡¡Les dije que Kurokocchi se quería vengar!! ¡Nos destruirá a todos!—Se puso a histérico Kise.
—Cállate Kise, exageras mucho, tampoco es como si Tetsu fuera Akashi, tal vez fue el viento el que abrió la puerta—Trato de excusarse Aomine pero se notaba que era el más asustado de todos.
—Pero Mine-chin no hay ningún viento— Mientras miraba por la ventana, Murasakibara sacaba otro dulce de su bolsa.
—Oha Asa dijo que hoy cáncer se llevaría una sorpresa no muy grata, pero yo creía que con el gato que apareció en mi puerta era suficiente… — Pensativo Midorima todavía recordando lo que le paso en la mañana con el felino que se rehusaba a salir de la puerta de su casa.
—Chicos son demasiado ruidosos, ni me escuchan por hacer sus rabietas de bebés— Se podía apreciar a un chico peliceleste sentado, con una cara sin expresión sosteniendo un celular en la mano y en la otra un cable, era la sombra de Seirin, Kuroko Tetsuya.
— ¡¿KUROKO?! — Gritaron todos al asustarse con la poca presencia de su ex-compañero, mirándolo asesinamente.
— ¿Qué? Llegue con lo que querían, dejen de mirarme así —Decía el peliceleste, zarandeando el aparato en sus manos en los rostros de la generación de milagros.
—Si no fuera que traes ese preciado material, ya te hubiera golpeado Tetsu—Miro acusadoramente el moreno, mientras los demás asentían.
Kuroko poniendo los ojos en blanco, se acerco conectando el celular con el televisor, haciendo que las quejas de los chicos con cabellos de colores se detuvieran.
Todos comenzaron a moverse.
Murasakibara, Kise y Midorima se sentaron en sus lugares correspondientes; mientras Akashi iba a buscar el control de televisor; Aomine se paraba en la puerta, ya que era el encargado de nadie entrará y los descubriera, total al espectáculo lo podía ver desde ahí.
Ya con todo listo y todos en sus posiciones, el de ojos bicolores prende el aparato, mostrando para deleite de los seis adolescentes unas imágenes que hacían brillarles los ojos.
La pantalla mostraba la primera imagen de un chico de cabellos rojizos volviéndose más oscuros en las puntas, en su piel bronceada se veía el sudor cayendo lentamente dando envidia a esas gotas que tocan ese cuerpo hecho por dioses, se lo veía con un balón en la mano y una cara de felicidad, notando que el chico disfrutaba lo que hacía, ‘el baloncesto’.
En la segunda, el mismo chico se encontraba solamente con una toalla en su cintura y con otra en su cabeza, mientras unos ojos color rubí miraban a un punto de la habitación dándole un aspecto muy sexy.
En la tercera, el de cabello bicolor tenia puesto un delantal, con sus manos ocupadas de ollas, mirando con dedicación sus acciones, todos los presentes se imaginaban como seria que solo llevara ese trozo de tela, comenzando a babear.
La siguiente se podía ver al chico temblando en una esquina, con un perro detrás de él, ladrándole, mientras daba vuelta la cara para pedir ayuda y se apreciaba en la cara de bellas facciones unas lagrimitas de miedo que querían salir.
En la última se mostraba en un restaurante familiar, el pelirrojo se veía feliz con una pila de hamburguesas y con sus mejillas llenas como una ardilla, sumamente adorable para la vista de los milagros.
Ya al terminar las imágenes, todos tenían un sentir extraño en cada uno, Kuroko se levanto a buscar su teléfono, Akashi apretó el botón de apagado y dejo el mando al lado del aparato.
Los chicos estaban en su mundo, fantaseando con las imágenes que habían visto, unos más perversos que otros, un ejemplo de esto era Midorima que estaba usando su objeto de la suerte para limpiarse el sangrado de la nariz, Aomine trataba de controlar a Daikicito y Murasakibara comía con ansiedad las golosinas de su bolsa, Akashi y Kise eran los más ‘tranquilos’.
Pero fueron sacados cuando escuchar de la puerta unos golpeteos.
Aomine que estaba apoyado en la puerta le dio un escalofrió, se suponían que los únicos en ese lugar eran ellos, a excepción de los profesores, todos los días hacían eso a escondidas y pensando que sería la primera vez que los atraparían.
Volvieron a escuchar los golpes más insistentes.
De alguna forma los chicos tenían un mal presentimiento y no estaban equivocados.
La puerta se abrió de golpe dejado ver a un pelirrojo, con el ceño fruncido y de brazos cruzados, de altura era un poco más bajo que el rubio presente pero más alto que Kuroko y Akashi, Sus ojos rojos miraban a cada uno, se trataba de Kagami Taiga el responsable de sacar suspiros a las generación milagrosa.
El olor de Kagami entraba por las fosas nasales de todos en la habitación, dulce y pura era lo único que pensaban.
— ¡¿Por qué tardaron tanto en abrir?! Casi me atrapa un profesor… ¿y por qué todos están reunidos aquí? Seguro que planeaba salir a jugar básquet sin mí— La cara de reproche que Kagami mostraba fue grabado en la mente de cada uno.
—Y encima me dan la ley de hielo son los peores—El ceño del pelirrojo creció más.
—Kagami-kun no es eso es que… estamos planeando una sorpresa para ti— Kuroko miro a todos, buscando apoyo.
—Si Taiga, además el que tardáramos en abrirte es que creímos que eras un profesor, no sabíamos que eras tú—Siguió Akashi para parchar la mentira del peliceleste.
—Y ya que estas aquí Kagamicchi, te diremos tu sorpresa…—Kise dudo, ya que no se le ocurría que mentira agregar.
—Teníamos planeado que jugáramos baloncesto y de eso te invitamos a comer al Maji Burger— lo primero que pensó Aomine fue lo que salió de sus labios.
—Si Gami-chin, por agradecimiento en hacernos la cena la otra vez—
Y la mentira que los chicos estaban creando se volvió con un poco de verdad, haciendo creer más fácil el engaño a Kagami.
—Con gusto acepto su sorpresa, que esperan ¡Vamos!—El pelirrojo más alto festejo mientras sonreía cual ángel a todos los presentes.
Y como negarse a esa sonrisa, todos comenzaron a salir, discretamente para que no fueran atrapados en horario que ya tenían que estar en casa, para dirigirse a la cancha más cercana.
Los de la generación de milagros después de jugar al básquet y tener que aguantar las ganas de tirarse encima de Kagami por la sensualidad de sus jugadas y la traspiración que recorría del cuello para ocultarse en la remera puesta.
Pero el estómago de Taiga aviso para que lo alimentaran, siendo la hora para ir a comer unas hamburguesas al lugar favorito del chico, aunque Akashi prefiriera un lugar más sofisticado.
—Me divertí mucho chicos… tenemos que hacer más seguido esto—satisfecho Kagami frotaba su vientre.
—Si lo hiciéramos más seguido nos quedaríamos en la quiebra por invitarte a comer Kagami, contando con que algunos no tiene una buena resistencia para jugar todo el tiempo, cof Tetsu cof— Se burlo Aomine recibiendo miradas asesinas de los nombrados.
—Yo estoy de acuerdo con Taiga—Sonreía el pelirrojo de menor estatura al de mayor— aunque la próxima podríamos ir a un mejor restaurante—
—Pero Akashicchi no ves que el Maji Burger es el lugar favorito de Kagamicchi—Kise paso un brazo por el hombro de Kagami, aspirando el aroma de paso, a través de las miradas furiosas de sus ex-compañeros—Kagamicchi con el estomago lleno da mucha ternura—
—No digas idioteces Kise, yo no soy tierno soy rudo—Por la frase todos comenzaron a reír con un grito interno ‘¡Puede ser más tierno!’.
—Dejen de reírse par de idiotas, no le veo lo gracioso—refunfuñaba el de ojos rubís.
Kise sacó su brazo para palmear la cabeza de tigre, con ese simple contacto Kagami comenzó a tambalearse, por poco y termina en el piso, debido a los rápidos reflejos de Aomine.
De inmediato, como si fueran la fuerza militar, todos los milagros comenzaron a actuar.
Akashi llamó a su limusina, amenazando al chofer de que si no se apuraba no volvería a ver a su familia; Aomine termino acomodando a Kagami al estilo nupcial, a pesar de los celos de todos; Midorima comprobaba los signos vitales, demostrando lo cuanto quería ser médico; Kise lloraba pensando que le había hecho algo malo a su querido Kagamicchi, Kuroko trataba de tranquilizarlo y Murasakibara no ayudaba mucho a Kuroko acusando al rubio de que lo iba aplastar por lastimar al de cabello bicolor.
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Ya en el departamento de Kagami, el nombrado fue puesto en su cama, mientras todos se preguntaban si el pelirrojo estaba bien.
—Voy a llamar a un doctor para que nos diga la condición de Kag…— Pero algo detuvo las palabras de Midorima.
Un aroma demasiado intenso invadió la habitación, sumado unos pequeños jadeos.
Eso puso en alerta a los seis chicos, ellos identificaban y conocían muy bien lo que le pasaba al chico en la cama.
Kagami había entrado en celo y ellos eran los menos oportunos para estar ahí.
Como los alfas que eran, no podían omitir el llamado del cuerpo de un omega encelado y menos si se trataba de la persona de cual deseaban tanto físicamente como mentalmente.
—Chi..cos salga..an por fa..avor rápi..do— la voz suplicante de Kagami tentaba más a los chicos de distinto color, pero dentro de ellos luchaban por no hacerle nada a su amado de ojos rubís y hacerle algo que después se ganaría el odio de ese ser maravilloso.
Todos taparon su nariz, mientras trataban de pensar en cosas que no los calentarán.
~Pensamientos de Akashi~
Tienes que controlarte Seijuro, el destino de que Taiga no te odie, está en bajar mi erección, Hmm… piensa en Mibuchi con su mascarilla de belleza, piensa en Mibuchi con su mascarilla y perder, esta sensación de perder en mi cuerpo.
~Pensamientos de Kise~
Kagamicchi esta en peligro tengo que salir de aquí cuando antes, pero mi instinto no me deja, tendre que apagarme, me visualizare a mis fans persiguiendome y a Kagamicchi pateadome, mirandome con odio.
~Pensamientos de Murasakibara~
Gami-chin esta en celo, no puedo aprovecharme de eso, soy un buen niño que saldrá de la habitación, sino no lo hago me obligaran a dejar a los dulces y tomar sopa.
~Pensamientos de Midorima~
Esto es peligroso, tengo que salir de aquí y también a los demás por la seguridad de Kagami, con que esto se refería Oha Asa, tengo que normalizar mi temperatura corporal, mis pensamientos tienen que ser horrible, como en no encestar mis tiros y que Miyagi-senpai tirándote piñas.
~Pensamientos de Aomine~
Piensa Aomine piensa, imagínate a tu viejo en tanga, no mente no un Kagami en tanga, mejor piensa en abejas, abejas picando todo tu cuerpo, bien Aomine, Daikicito baja, ahora tengo que salir de la habitación.
~Pensamientos de Kuroko~
Necesito salvar a Kagami-kun, tengo que mover a todos, pero primero tengo que calmarme aunque tenga mis sentidos desorientados, mi fuerza de proteger a Kagami-kun es más fuerte que mi lujuria, tengo que pensar con estos idiotas coqueteando con mi ángel y dándoles una patada para que se alejen.
Y como arte de magia el pensamiento de Kuroko se hizo realidad, el cuerpo del chico peliceleste pateó a todos fuera del cuarto.
Con un acuerdo mudo todos literalmente huyeron del departamento, con la adrenalina hasta en los huesos, pero con una pizca de arrepentimiento de no poder aprovecharse del débil Kagami para satisfacer sus deseos.
Podrían calmar su lujuria pero tendrían el odio de ese ángel.
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En un cuarto a oscuras, con un ambiente pesado y caliente o así lo sentía el dueño de la habitación, las manos Kagami viajaban por todo su cuerpo, ardiendo en las partes en las que pasaban.
Ahora las manos del pelirrojo cambiaban de forma a medida que pasaban.
Las Primeras de un color canela pasando por sus pezones siendo tirados y pellizcados.
—Dai..ki.. Ahi no.. — Con esas acciones Kagami se imagino la voz del peliazul, ‘Mentiroso tu cuerpo está disfrutando y me pide que no me detenga’.
Las segundas blancas como la nieve, pequeñas, pasando por sus piernas, acariciando pero sin llegar a tocar más allá.
—Te..tsuya se sien..te ra..aro— La imaginación de Kagami volvió a jugar con su mente, como antes con Aomine pero en cambio ahora con la voz su sombra, ‘¿Se siente bien Kagami-kun?, ¿Quieres que lo siga haciendo?’.
Las terceras claras y un poco más grandes que las manos del ojirojo, recorriendo por su estómago, un dedo rozaba el ombligo de Kagami.
—Ryo..ta tus ma..nos en mi es..tómago— Como las veces anteriores se escuchaba la voz del modelo, ‘¿Mis manos son el problema? Entonces si lo cambio por mi lengua, eres un travieso Kagamicchi’.
Las cuartas también clara, pero un poco más pequeñas y delicadas, tocando sus hombros, creando escalofríos en la piel de Kagami.
—Sei..ju..ro deten es..o—la voz sofisticada pero también controladora se escuchaba en los oídos del pelirrojo ‘Soy el que manda aquí Taiga, además sé que mis toques te encienden’.
Las siguientes estaban entre un término intermedio no muy pálidas pero tampoco morenas, se notaban bien cuidadas, las uñas deban señas de limarse todos los días, acariciando sus brazo, como si estuviera guardando cada detalle.
—Shi..ntaro me da..s cosqui..llas— El pelirrojo se imaginaba al peliverde acercándose a su oreja ‘Solo te doy cosquillas Kagami, tus facciones me dicen otra cosa distinta’.
Las ultimas mucho más grandes que todas las otras, paseaba por los cabellos rojos, tirándolos ligeramente.
—Atsu..shi due..le— las voz perezosa que era característica del pelimorado, era energética ahora ‘Pero te gusta Gami-chin, tus cabellos parecen una manzana acaramelada, quiero comerte’.
Ahora las manos volvían a ser las del pelirrojo, llegando a su entrepierna, masajeando, pensando en los alfas y sus aromas que absorbió cuando comenzó a estar en celo.
Los sentimientos se desbordaron, dejando exhausto al pobre chico, esta noche sería muy pesada, pero no la ultima, Kagami no sabía lo que le esperaría en los días que todavía le quedaban de celo.