Qué bien se siente, preo a la vez me provoca un vacío insoprtable. No puedo creer lo que está pasando, no ahora que se lo que piensas y lo que sientes. Dante, desde que te conocí me enamoré de tí, pero cómo el tiempo y el destino juegan sucio con lo que uno quiere, no importa cuanto lo deseas, ellos siempre están ahí para arruinarlo. Me carcome la sola idea de perderte, de no poder ver nunca más tus ojos, de no sentir más tus risas, de no tocar tu tersa piel, de no besar tus dulces labios, de no tener a mil ado a la razón de mi vida. Te amo, pero a la misma vez te odio, sí, te odio por lo que acabo de oir. De un momento a otro te apareces y me dices:
-Augusto, mi amor, tengo que irme a Siberia, no puedo decirte porque pero debes de entenderme.
¿Cómo quieres que te entienda? si tu noticia me ha dejado shockeado y no puedo ni pensar. No puedo creer lo que oigo, ¡TE VAS A SIBERIA!, ¿por qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?. Miles de preguntas desfilan en mi cabeza cual cantidad de estrellas acuna el cielo, pero soy incapaz de hacerlas salir de mis labios, y no se por qué, o tal vez sí... No quiero escuchar respuestas que no deseo saber pero que tendrán que ocurrir, y en sete momento quisiera decirte tantas cosas pero el curel amo de mi ser no me deja abrir mi boca, a veces pienso que desea que yo sufra más de lo que ya lo hago. Mis ojos que antes reflejaban la alegría y la felicidad que en mi habitaba, ahora muestran una profunda nostalgia y seguido de ello unas gruesas lágrimas nacen de mis ojos, para luego rodar por mis mejillas y poder morir en mis labios. Odio llorar, pero no puedo evitarlo, ya no tengo control sobre mis acciones, ni de mi mismo, nunca lo tuve porque todo lo que yo hacía era movido por el amor que te tenía y que aún habita en mí. Vivía por tí, vivo por tí y moriré por tí. No pudiendo soportar más, dejo que tus brazos me arrullen y me des un cálido y dulce beso que demuestra todo el amor que fluye por nuestros seres. Qué bien se siente, pero a la vez me provoca un vacío insoportable. Y sin más acciones, ni más palabaras, te marchas de mi dejándome solo en medio de esta oscuridad que agobia mi alma y mi corazón, juro por mi propia vida que no volveré a amar, porque todo lo que tenía se fue contigo, porque todo lo que tenía eras tú. Hago esta promesa teniendo como testigo al gran firmamento que se cierne sobre mí, ya no veo tu silueta y es en ese momento en el que mis labios susurran un melancólico "adiós", sellando así el pacto con mi soledad.
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