Estaba recostado en la cama boca abajo, una vez más llorando por su ausencia con el rostro metido en la almohada llena de lágrimas. ¿Donde está? ¿Por qué se fue?, cuestionaba en su mente sin poder contener aquel llanto abrumador que lo atormentaba desde hace ya unas semanas, desesperado, sin encontrar respuesta alguna a sus preguntas, sin sentir su presencia por ninguna parte decide tomar su teléfono celular y hacer una llamada. Pasaron los minutos y el buzón de voz otra vez volvía a aparecer y otro mensaje de voz fue lo que dejó -¿Donde estás? Ven a mi. Vuelve, por favor. Te necesito- Fueron las palabras que salieron de su boca, con su voz desgarradora, destrozada por el llanto notándose en ella también su corazón hecho pedazos. Volvieron a pasar las horas y a acada minuto revisaba el celular esperando un mensaje de él pero nada. Escondió de nuevo su rostro en la almohada intentando callar sus fuertes sollozos ya que nada más le quedaba, solo sollozar pues las lágrimas se le habían acabado pero aun así eso no calmaba su sufrimiento -¿Que me has hecho?- Preguntó en un sollozo sin notar que éstos subían de volumen cada vez más y más -Basta!! Deja de dolerme!!- Reprochaba y arrojó la almohada al otro extremo de la habitación sentándose en la cama observando un punto fijo con los ojos bien abiertos sollozando en ciertas ocasiones. Pasaron los minutos tal vez media hora y decidido limpió sus lágrimas ya secas y se levantó de la cama, tomó su mochilla y la cargó con los cuadernos necesarios para ese día en la escuela, ordenó su ropa, tomó su toalla y se dirigió al baño de su habitación para así darse una ducha rápida. Al cabo de casi veinte minutos salió del baño con la toalla envuelta en su cintura, a unos pasos estaba la cama, se acercó, volvió a sentarse en la orilla y con otra toalla secó su cabello una vez terminando de secarse se colocó los boxers, luego los pantalones, la camisa y por último una chaqueta ya que el clima estaba fresco. Ya listo tomó su mochila dirigiéndose a la puerta de la habitación y salir de ahí sin decir nada ni comer nada, era tarde pero aun así emprendió su camino al establecimiento de estudios.
Ya después de media hora llegó a la escuela en horas del receso, sus amigos lo vieron y corrieron hasta él -Sunyoul-ssi!- Gritó uno de ellos rodeando sus hombros con los brazos en un fuerte y protector abrazo -Donde has estado? Por qué no me has contestado, bebé?- Preguntó separándose unos centímetros para mirarle a los ojos notando lo inchados que éstos estaban y la indiferencia en su mirada, otra voz se escuchó a su lado -Te extrañaba mucho, por qué no has venido?- Preguntó el chico de cabello rosa recargandose en su hombro con el codo pero al igual que las preguntas anteriores ésta fue ignorada. Otro chico le abrazó por la espalda, asustandolo pero ese susto lo llevó a pensar que era él, el que tanto lo ha hecho sufrir, llorar, gritar pero no, era otro de sus amigos y éste nuevo chico le besó el cuello -Te extrañé mucho, hermoso- Susurro el chico en su oído provocando que se estremeciera -No me llame así y no haga eso- Pronunció esas primeras palabras desde que llegó al lugar de una forma seca, indiferente, ordenandole a que lo soltara -Pe-pero...siempre te he llamado así- Habló algo asustado el chico más alto -No me importa- Declaró con el mismo tono caminando lejos de ellos con la cabeza un poco gacha -Sunyoul espera!- Se oyó a lo lejos el grito profundo de uno de los chicos que anteriormente lo rodeaban, se detuvo sin voltear a ver al creador de esa orden -No puedes hacernos ésto, no puedes irte, volver e ignorarnos como si fuéramos totalmente unos desconocidos- La voz profunda se oía más cerca de él hasta sentir una mano sobre su hombro derecho con algo de fuerza haciendo que diera un giro de 180° en busca de su atención, quedo con la vista en el cuello del más alto levantando la mirada viendo a aquel chico de grandes cachetes con el pelo de un tono verdeazulado, una chaqueta de jean color azul y una camiseta suelta color blanca, no pudo ver más ya que su mirada se mantuvo en los ojos contrarios y los del chico sobre la de él dándose cuenta de lo destrozado que se encontraba -Sunyoul-ssi, nosotros no somos culpables de su partida. La culpa la tiene él quien te abandonó, quien te hizo daño, podemos ayudarte solo debes dejarnos hacerlo- Susurro provocando que a Sunyoul una lágrima se le cayera y sin más que decir el otro chico solo se dedicó a rodear sus hombros en un abrazo. Sunyoul, inmóvil, sostenía el cordón de su mochila para evitar que ésta cayera, soltó un fuerte suspiro obligando al contrario a soltarle -Debo ir a hablar con la directora- Comenta alejándose hacia la oficina.