-Este de aquí-, dijo el profesor señalando al curioso castaño, mirando a todos los rostros nuevos que lo acompañarían este año- es Kim Seokjin. Háganle sentir como en casa y trátenlo bien, confío en ustedes chicos.
Estaba un poco asustado, un poco maravillado. Examinaba los rostros masculinos que le miraban con atención- de paso, tenía que encontrar un puesto rápidamente. Como obra del destino, encontró uno; aquel puesto que estaba en el centro de la fila de la ventana. Su piel siendo besada por el sol, el cabello oscuro iluminándose con ellos; desinteresado.
Parecía que el profesor pensaba en el mismo lugar. –Jeon Jungkook.
Y Seokjin tuvo por primera vez en su vida, la oportunidad de apreciar la profundidad de la mirada de alguien extraño, ¿qué le ocurría?
Era maravilloso.
-Kim será tu compañero de puesto. Sin pleitos-, terminó por indicar el adulto antes de golpear leve el hombro de Kim y animarle a andar hasta su lugar. Rezaba para que el extraño y misterioso chico no llegara a hacerle daño.
Por suerte, Jeon no le ha dirigido la palabra ni cuando le saludó, ni cuando se acomodó en su lugar. Asocial, fue lo primero que pensó.
Aún recuerda cuando en Literatura, Jungkook se atrevió a mirarle mientras daba lectura a un párrafo que la maestra pidió. Lo más significativo; Jeon mirándole de pies a cabeza, deteniéndose en sus labios y volver a conectar sus miradas tímidas y profundas. Su voz resultó ser más encantadora de lo que pensó cuando pronunció:- Eres hermoso.
Lo recuerda cada día de su vida, mientras ve a uno de los representantes del comité estudiantil entrar a su salón con una canasta de rosas y unas hojas en mano. -¿Kim Seokjin?-, pregunta el recién llegado a viva voz.
Hace dos años, Jungkook hubiese chasqueado su lengua y golpeado su muslo con enfado, murmurando sobre lo molestos que podrían llegar a ser los del comité con las famosas rosas de San Valentín. Pero ahora, Jungkook no está. Su salón es otro y Seokjin solo tiene la oportunidad de verle desde la lejanía cuando se anima a caminar por los pasillos. –Soy yo-, dice mientras alza su mano, ignorante a las miradas de sus compañeros. El representante avanza hasta él, apretando seis rosas del canasto y dejando las flores en su mesa. Se despide diciéndole que disfrute el día y el resto del salón retoma sus actividades.
Eran tres, luego cinco; este año eran seis. Seokjin toma las rosas con las dedicatorias anexadas a sus tallos, sonriendo leve cuando ve los mismos nombres de siempre en las primeras cinco notas. No esperaba mucho de la última rosa, si debe ser sincero.
Suspira cansado desatando el nudo de la nota, admirando el papel rosa que lo diferenciaba de los amarillos y azul bebés de los otros. Le gusta.
Kim Seokjin se esperaba mil cosas este año, pero sin duda no esperó que su corazón se acelerara al ver la peculiar caligrafía de Jeon Jungkook en el papel rosa, tres palabras simples con un gran significado para ambos sentimientos.
Eres realmente hermoso.