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Mi acosador personal. por MA-D

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-Baozi!! – Se escuchó a través de la ventanita, luego un “Que trabajes” De parte de SuHo que había entrado en la cocina. –Que voy...voy…

 

-Xiumin, no? – Kris preguntó. – Yo soy YIFang, pero me llaman Kris. – Se presentó.  Xiumin había probado el café…Realmente él hacía mejores cafés, pero al ser un café de buena intención, y debido a la falta comida, se lo acabó tomando. Aún le daba cosa probar todos esos dulces, porque eran de LuHan, y para él, Luhan era un tonto. Un maldito tonto.

 

-Sí, encantado- Minseok sonrió, su tierna mirada de siempre, pero esta vez sincera.

 -Yo soy ZiTao, Tao para los amigos. Llámame tao, Hyung. -  El chico con cierto parecido a Panda sonrió, de forma adorable.

-También trabajáis aquí? – Se le ocurrió preguntar a Xiumin, tras un buen tiempo en el que no se le ocurría qué preguntar. Él no era nunca de esos que establecían conversaciones. Si no le hacían preguntas a él, él no haría, pero esta vez, se había dicho que mejor dar él un paso.

-No, no. Solo nos pasamos aquí las tardes porque nuestros amigos trabajan aquí. – Tao rio, y Kris le dio un golpecito. – Si, cierto, y porque no tenemos nada que hacer.

La mirada asesina de Kris ahora aumentó. Tao rio de esa forma tan graciosa, y Xiumin sonrió ante eso.

Cogió valor para tomar el tenedor, y cortar con él el trozo de tarta. Olía fuertemente a café, y eso le encantó. Nunca fue muy fan de los sabores dulces, siempre prefirió todo lo amargo o salado, o simplemente, sabores como estos, que a pesar de ser un pastel, el sabor del café contrarrestaba totalmente al de lo dulce de la nata… Era un sabor exquisito, una explosión de sabores, como aquellos sabores de pasteles que le regalaban cada cumpleaños que tenía, pero con una notable diferencia: Sabe a amor.

Se sacó esos pensamientos de la cabeza. De su parte sonaba ridículo decir esas tonterías, o solo pensarlas.

-Y tú, Hyung? Trabajas? – Preguntó Tao, mirando al donut de vainilla de Kris. Extendió su mano, apunto de cogerlo. Y Kris le miraba con mezcla de confusión y de “que haces” y de “haz lo que quieras”

-No, realmente estoy buscando trabajo. – Habló Xiumin, se sentía incómodo con gente que se tomaba tanta confianza, aún así no podía dejar de pensar: Que torpe parece ese Kris. Son adorables juntos. Serán pareja?

-Espero encuentres algo pronto, Hyung. –Tao le dio un golpecito en el hombro, como de ánimos.

Xiumin sin darse cuenta se había comido rápido toda la tarta, y ya iba por el segundo donut. Los donuts estaban tan buenos… Pasaban genial con el café. Todo tan rico… Ya encontraría forma de pagarle a LuHan.  No.

Yo no le debo nada a ese tonto ciervo. Él me llama Baozi todo el rato…todo el rato..! No me conoce siquiera…!

-O..oye… qué significa Baozi?– Preguntó Xiumin, con cierta curiosidad. Y se culpó. No le tenía por qué interesar, sonaba a insulto, por eso, se defendería.  – No importa, en realidad. - Ese LuHan seguro tiene complejo de “Sugar daddy”

-Es un bollo chino, lleno de carne, blanco y redondo. – Tao rio bastante, señalándole la cara. – Así como tu cara. Es un buen apodo.

-Pandaman. – Soltó un Kai que se acercaba para recoger el vacío plato de Xiumin, que se había comido todo en cuestión de 10 minutos.

Xiumin se encontraba confuso ante toda esta situación. Él de verdad no estaba acostumbrado a tales tratos. Se preguntaba cuánto más aguantaría fingiendo que todo está bien, porque nada está bien, porque ahora mismo, debería estar buscando el puente indicado bajo el cual dormir. Minseok siempre fue de ese tipo de personas, que si no planean estrictamente toda la semana, se sienten desorganizados, desorientados. Pero ahora era distinto, porque se recordaba en su mente que “No importa a donde vaya, como acabe, mientras no me tengan de nuevo en sus garras” Y eso pensaba, se intentaba auto convencer de que quizá debería permanecer con esos chicos, hacerse el débil e intentar sacar algo de ellos. Pero Minseok tenía orgullo.

-Me debo ir ya. Por favor, agradeced a LuHan por todo esto.  Ha estado muy rico. – Sonrisa fingida. – Pero debo irme. – Desvió su mirada, levantándose.

-Oh. De verdad? No quieres intercambiar móviles? – Tao miró confuso.

-Te digo el mío y el del panda. – Kris sacaba su móvil, mientras recibía un golpecito de parte de Tao.

Los ojos de Minseok se abrieron. Si decía “No tengo” sonaría a típica excusa de que “No quieres verle” pero él de verdad no tenía, y quizá, de verdad no quería volver a verles.

-Lo siento. – Y se dirigió a la salida. Se sentía estúpido ante la mirada de confusión de esos dos chicos con los que quizá compartió una hora o dos, estando ahí. Porque Minseok se había metido totalmente en su mundo, pensando y analizando.

Pero justo en ese momento Lu Han salió. No se sabe cómo escuchó eso, quizá fue culpa de Lay, que había dicho un “Se te va el Baozi” Tras la ventana.

Lu Han no permitiría que se le fuera. No, no sabiendo que ese chico estaba lleno de misterios, no después de que hubiera anochecido. Miró con cara de desesperación a SuHo, que estaba sentado arreglando algunos papeleos.

SeHun se había encargado de retener a Minseok, lo hacía por LuHan, y porque ese chico bajito realmente parecía perdido. – Rellena este formulario, por favor. Te ocupará solo un minuto, es para ver tu opinión, Hyung-

 

Minseok había rodado los ojos, pero al menos, era lo que les debía. Empezó a rellenarlo, con su letra impecable, una caligrafía realmente bonita.

-Te juro que, te juro que mañana haré 100 tartas. Y de esas que me dan nauseas! – LuHan parecía tan desesperado…  Y eso SuHo lo notó.

-Llegas tarde, te quieres ir pronto… Tienes suerte que es un miércoles, porque si fuese otro día, estaría lleno de personas. Chanyeol ni siquiera ha venido a trabajar tampoco, a saber qué hace. En serio. –

-Tampoco es extraño. Hoy ni siquiera ha habido pedidos de llevar a casa. SuHo Hyung, deberías replantea….

LuHan dejó de escuchar cuando oyó la puerta cerrarse. Cogió su abrigo, sin importancia de que tenía el delantal rosa manchado de harina y otras cremas. Se quitó el gorro de cocinero y corrió. Corrió como si su vida consistiese en ello.

No te voy a dejar ir, Baozi. Nunca.

 

Y ahí estaba Minseok, esperando a que el semáforo se pusiera en verde para poder cruzar. Se sentía mal consigo mismo. No debía sentirse así con gente desconocida, pero quizá era la primera vez que interaccionaba con chicos de más o menos su edad, y ellos le tratasen bien sin ningún tipo de interés, y ese maldito LuHan hasta le había regalado comida… Pero estaba bien así, no debía dejarse llevar. Sería un problema para todos esos chicos. Se intentaba auto convencer de que quizá si se quedaba, sus padres le encontrarían y arruinarían todo lo relacionado con todos esos buenos chicos… Y no podía dejar que eso pasase, no podía hacerle mal a LuHan, a ese tonto ciervo enorme que era más alto que él y era Minseok  el mayor! Pero ya no le volvería a ver más, ni a aquellos meseros, ni al chico al que se le daba mal hacer café, ni al chico que había hecho esos donuts, ni al jefe de aquel lugar que se la pasaba regañando, pero que se notaba que era bueno, ni tampoco a esos dos chicos majos cuyo coreano era un poco extraño, y sobre todo, no volvería a ver más  a Lu…

-Baoziiii!! –

No puede ser…

-Deja de seguirme! Eres un acosador! Acosador he dicho! – Y Minseok ahora había inflado demasiado sus mejillas, con una expresión de enfado tan mona y característica de él…

Quizá solo muy muy en el fondo Xiumin estaba eufórico. Quizá eso quería, que le siguiera acosando ese ciervo horrible. Pero esos pensamientos estaban bien escondidos entre todas las paranoias y preocupaciones.

-Jamás. – LuHan respiraba rápido. Le sorprendía que a pesar de las cortas piernas de ese bollo, pudiera caminar tan rápido…

Y Minseok se fijó en que aún llevaba el delantal rosa, manchado. Y sus mejillas rojas por haber corrido tanto. Que no tenía resistencia? Si apenas fue una calle…

Le pareció gracioso el hecho de que llevara el delantal rosa, decorado con pastelitos. Parecía sacado de un manga shojo de esos de pastelerías..

-Estás bien? – Le preguntó al moreno, sin poder evitarlo. 

Has hecho todo esto por mí. No sabes quién soy. Acaso eres tonto, Luhan?

Quizá para Lu Han hizo falta solo esa pregunta para que se sintiera aceptado. Tuvo una sonrisa, una sonrisa amplia. – Tú no tienes a donde ir. – Y no preguntó, él lo sabía.  Porque Lu Han cuando vino a Corea, también se había sentido así.

Algo se rompió. Quizá la coraza del pequeño bollo.

 

La cara de Minseok se puso blanquísima, más pálida de lo que solía ser. Este soltó una risa enferma, quizá para intentar encubrir lo estúpido que se sentía, lo pillado. – Qué dices? Me iré ahora a casa.

Casa.

-Ya claro. – LuHan le cogió del brazo, dando un suspiro intenso. Su respiración se había comenzado a tranquilizar…  - Baozi, ni siquiera sabes dónde estás. No tienes dinero para coger un taxi, ni móvil. Y aparentemente en esos pequeños bolsillos solo llevas la tarjeta de identidad. Baozi…

-Que eso da igual! No te metas en mí vida! Yo estoy dispuesto a todo para sobrevivir, sabes? No necesito ayuda de nadie ya. Yo puedo solo! – Solo. Suena tan deprimente… Siempre estuve solo, al fin y al cabo.

Y Luhan tiró de su brazo, caminando calle arriba, en dirección contraria a la cafetería.  Se escuchaban las protestas de Minseok, que le parecieron las más tiernas del mundo, como un niño pequeño al que le obligaban ir al dentista.

-Mi casa no es quien sabe cuán grande, pero está bien. Tengo un cuarto que no uso, bueno, lo uso para poner cosas dentro que tampoco uso. – Y soltó una risilla.

Minseok ahora  solo era preocupaciones e inseguridades. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos llorosos… Apretó fuerte el brazo a LuHan, pero no era un apretón de “Suéltame” Era un apretón de “No me dejes ir” Porque Luhan era una estrella, Luhan era como un ángel guardián o algo por el estilo. Un tonto ángel guardián que brilla cuando sonríe y al que se le iluminan los ojos cuando se preocupa.

Y esa risilla que soltó LuHan fue demasiado también. Cómo puede ser un hombre tan tierno? Pensó.

Luhan era cálido. Como una estrella.

-Es un poco caótico quizá, pero yo limpiaré, lo prometo. – Seguía hablando el alto, mirando de reojo a ese bonito Baozi. Sonreía porque le veía tan inseguro, tan preocupado…

En un momento ya estaban delante del piso de Lu Han. Sí, estaba a 10 minutos de la pastelería. Ambos entraron, y Minseok no había dicho ni una sola palabra, pero tampoco se había soltado del brazo de LuHan, y LuHan no le había soltado.

LuHan, Luhan… Qué bonito nombre.

El ascensor paró en el piso 6. Ambos caminaron, quizá el más alto arrastrando un poco a Minseok… Y delante de la puerta y del felpudo que decía “Aquí vive un macho” que en su cumpleaños le había regalado BaekHyun a Luhan.

-Bienvenido a tu nuevo hogar! Bueno! – Y se sonrojó.

Este pequeñito vivirá en mi casa? Que viva en mi casa cuanto quiera… Aunque…

Y quizá ahí fue cuando se dio cuenta que Xiumin a lo mejor había malinterpretado todo. Lo confirmó al ver como el pequeño Baozi temblaba, sus rodillas, su brazo…tiritaba. Parecía que en cualquier momento se derrumbaría.

LuHan abrió su puerta. Con un “Tachaaan” Y Minseok ni siquiera miraba al frente, porque Minseok era preocupaciones. Su orgullo estaba por los suelos.

Cuando el moreno cerró la puerta, miró hacia Xiumin. Dio un leve suspiro. Le parecía demasiado comestible. Esa inseguridad y ese miedo… Que era un pervertido? – No te haré nada, Baozi, descuida. –

Solo esas palabras fueron necesarias para que Minseok alzase la vista al moreno, con una mirada de enfado. Se enfadaba porque De nuevo me dará algo gratis? Que digo…Yo no le debo nada…

-No me podrás hacer nada tampoco, soy el mayor y más fuerte.  – El aura de inseguridad del Baozi había desaparecido, o al menos, actuaba como si hubiese desaparecido.

-Claro que soy más fuerte que tú, y más alto. Solo me sacas unos tristes meses. Mírate, te enfadas tan fácil! Ya tienes esa cara de mañoso. – Y LuHan rio, quizá en tono de burla.

Fue el empujón de Minseok el que calló a LuHan. El último se había quedado sorprendido por tal fuerza, hasta cayó al suelo, de culo, haciéndose daño. Ese Baozi tenía tal fuerza? Cómo? Dónde la escondía.

-Yo… Lo siento. – Minseok bajó a su altura, mirándole preocupado.

Le parecía hermoso desde arriba. Era como un cuadro pintado por ángeles, con pintura de flores del paraíso. Porque si existiera el paraíso,  y Dios, y todo eso, LuHan sería uno de los protagonistas principales de ahí, no, Luhan sería la estrella de entre toda la claridad.

-No, no pasa nada, Baozi. Eres fuerte. – Y le costó decir eso último a LuHan, porque le daba vergüenza y sentía que su orgullo se dañaba. Quizá estaba bien si ese orgullo era dañado, solo si se trataba de Xiumin.

 Xiumin era misterio. Misterio que no dejaba de sorprenderle a LuHan. No sabía qué podía encontrar en ese bajito chico, que tan delicado le parecía. Era delicado, sí, pero fuerte.  Lo había demostrado. No, Baozi solo es fuerte en los brazos. El lindo Baozi…

Ambos se levantaron. Minseok no quería decir un “No te puedo decir de dónde vengo, nada. Todo es complicado, por eso, no me preguntes nada.” Pero tampoco hizo falta. LuHan no preguntaría.

Le llevó al cuarto que no usaba. Aunque la cara de Xiumin cambió al ver lo lleno que estaba de mierda. El tendedero estaba medio caído porque el peso de la ropa no estaba bien repartido, la tabla de planchar estaba en el suelo, y juraría que había quemado más de una prenda en esa tabla, en el suelo había ropa sucia, que al parecer, no había conseguido encestar en la cesta de ropa…

-Olvídalo. Este es tu cuarto. – Y LuHan le tiró del brazo, llevándole al cuarto de al lado. 

Una cama, una mesilla,  y luz.  Minseok, si fuese un personaje de manga, ahora tendría una gota en la cabeza más grande que su propia cabeza. No sabía cuál cuarto era más penoso. 

-Cuanto hace que vives aquí? – Fue una  pregunta que quizá hirió el orgullo de LuHan.

LuHan no era de esos que dejan que otros vean su cuarto! No, no! LuHan no sabía por qué le prestaría a Xiumin SU cuarto! Y encima le decía eso… - 1 año. – Fue lo que dijo, de esa forma seca…

-No hace falta que me dejes tu cuarto, LuHan. Yo puedo dormir en cualquier suelo. – Minseok desvió su mirada. – Me sentiré peor aún si me dejas tu cama y todo…

Quizá era la primera vez que Minseok “aceptaba” a Luhan. Eso al moreno le puso casi eufórico, olvidándose de la burla del mayor…

-Ni hablar, ni hablar! Dormirás en esa cama!  Y Yo dormiré en el sofá. Y mañana iré a conseguir una cama  y un colchón! Quizá JunMyeon tenga algo. – La sonrisa de Luhan iluminó todo, pero enrojeció la cara de Minseok.

Creo que yo me hubiese dejado hacer…

La realidad chocó contra el pequeño Minseok. La realidad de “Este Luhan es increíblemente atractivo”

Pero para Luhan no hizo falta que la realidad chocase contra él. A LuHan le había parecido demasiado comestible el Baozi en el momento en el que lo vio tan depresivo.

-Está…bien. – De nuevo actuaba de esa forma tan sumisa el mayor. Le enfadaba y a la vez no. Pero tenía una pregunta que le deseaba hacer a LuHan desde que pisó la cafetería, desde que LuHan se puso a perseguirlo por primera vez.

Luhan se adentró en el cuarto. Sacó una sudadera negra, con estampado azul claro, la dejó tirada en la cama. Sacó también unos pantalones cortos y elásticos, porque se había hecho una nota mental… Algo como: “Con ese trasero… tan… arg… no creo que mis vaqueros le quepan…”  y muchos otros pensamientos como “No, LuHan! Deja de fijarte en su trasero! Eres un hombre varonil!”

-No hace falta, no…Hace falta. – Xiumin no tardó en darse cuenta de lo que pretendía LuHan, pero LuHan le tiró un bóxer a la cara al mayor, riendo. La cara de Minseok se había tornado roja a punto de explotar al sentir y oler sin querer queriendo el bóxer. Luego se los quitó de la cara, y los sujetó con fuerza…

-Pretendes no cambiarte de ropa? Usamos la misma talla en todo, al parecer. – No, no diría el “No quiero que te pongas mis vaqueros porque te quedarán malditamente ajustados y eso a mí me pone” No lo diría, pero no podía dejar de repetírselo. Y se sentía culpable de ese tipo de pensamientos, así que solo se puso la excusa a sí mismo de que ayudaba al baozi porque era pequeño y delicado, como su hermanito.

 

Y Minseok volteó los ojos, dando un suspiro de derrota.

-Cocinaré carne mientras te cambias. – El más alto se quitó el abrigo, arreglándose un poco el pelo en el espejo del baño. Se quitó también el delantal de la pastelería, porque era rosa… Como el de su casa, pero el de su casa al menos no tenía pastelitos dibujados, sino ovejitas…

Minseok observaba el cuarto. No, no había mucho que observar. Solo que todo estaba más que ordenado, cada milímetro de la cama estaba perfecto,  y eso le llamó la atención. Como era que en el resto de la casa tenía un caos, pero el cuarto en el que dormía estaba perfectamente ordenado? Y tampoco es que se había tranquilizado con ese “No te haré nada” Seguía pensando que LuHan tenía complejo de “Sugar daddy” Y eso le asustaba. Pero tampoco es que tuviera mucho dinero, esa casa era enana. De hecho, su casa entera era como el dormitorio de Minseok. Pero no podía estar más agradecido por todo esto.

No tardó en darse cuenta de cómo era la personalidad de LuHan. LuHan era de esos que ponían demasiado suavizante en la lavadora, pensando que si pones más, la ropa saldrá más suave. O de esos que se piensan que si dejas el cuarto con poquísimos muebles, parecería ordenado. Le hizo gracia, Luhan era torpe.  Y eso no le podía hacer más adorable. Se puso toda la ropa que le había entregado, yendo al cuarto desordenado. Le fue quizá inevitable comenzar a guardar la ropa sucia por el suelo, porque no soportaba el desorden. Y le fue inevitable también comenzar a ordenar la ropa del tendedero, y levantar la tabla de planchar, y abrir la ventana para que ese olor a quemado se saliese.

LuHan a lo mejor llevaría 5 minutos observando todo lo que hacía Minseok, y no tenía corazón para pararle, porque parecía tan entretenido, y esas caras de mañoso cuando levantaba cada prenda sucia, tapándose la nariz y poniéndola en la cesta… Era un espectáculo. Pero cuando no pudo esconder más su presencia, fue cuando abrió la ventana y una ráfaga de viento entró, haciendo que el pelo de Minseok quedase hecho un desastre, y él comenzase a maldecir con muchos “Mierda de viento! Infeliz el que decidió crear el maldito viento!”

Luhan rio. Una risa que hizo al más bajo girarse de inmediato, con la cara rojísima y las mejillas infladas, señalándole.

-No te rías! No te rías! Me estabas mirando? –

Pero LuHan rio más aun, sujetándose de la tripa. – De qué planeta vienes? Qué eres? Por qué tan adorable? –

-Que has dicho? – Minseok había dejado su cara de enfado, a una de confusión y vergüenza.

-Pareces un personaje de manga, a esos que en realidad son perfectos “Maid” y  sirven a su amo. Que eres tsundere? – Sí, LuHan era fan del anime, tampoco tanto como los amigos de SeHun, pero sí como Chen.

-Yo no soy tsundere! Yo soy totalmente normal! Además, jamás jamás de los jamases sería tu maid! Soy un hombre, y mayor que tú! Y tienes fantasías sexuales muy sucias! – La voz de Minseok cuando gritaba era chillona, lo hacía sin querer, porque la mezcla de vergüenza, hormonas y enfado era demasiada.

-Te queda genial mi ropa! Es que no lo puedo evitar! Y ni siquiera soy gay! – LuHan rio, dándole la espalda al oler que de nuevo lo había hecho, de nuevo la carne se había quemado. Corrió, como si no hubiese mañana, dejando a un Minseok rojísimo, que cayó al suelo, entre respiraciones rápidas.

“Que te crees que yo soy Gay? Tonto Luhan, yo jamás me fijaría en nadie. Todos traen problemas. Tonto LuHan, ciervo maldito. Que haya aceptado pasar la noche aquí no significa que a la mañana siguiente esté aquí, tonto que eres…Tonto.” Y  entre mañas, Xiumin fue a la cocina, porque olía a quemado.

-Omoo! Eres tan torpe! Déjame! – Xiumin se puso detrás de Luhan, cogiendo la espátula, para ayudarle a mejorar el estado lamentable de la carne…

Y esta vez, como cambio de roles, fue LuHan el que se coloró al sentir la delantera de Minseok detrás de su espalda.

-Ba..o..zi? – 

Notas finales:

Gracias por leer.


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