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One Punch Man - Despertar Sexual por Sickactress

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Notas del capitulo:

¡Hola a todas mis queridas y queridos lectores...!


Este es un especial que me esforcé en hacer para ustedes ¿por qué? pues... quería engreirlos un poco con algo subido de tono. De verdad agradezco muchísimo su apoyo en el fanfic Inteligencia Artificial y, como ese fanfic sólo llevará leves insinuaciones homo, quise escribir este "one shot" (la verdad es que me salió super largo y por eso lo dividí por capitulos) que cuenta contenido R-18 se podría decir XD para apaciguar sus ansias.


¡Espero que les gusté...!

Era una noche como cualquier otra para los habitantes de ciudad Z. En alguna parte abandonada de ésta, una tenue luz reflejaba la silueta de un joven cyborg mientras estudiaba sus primeros apuntes e investigaciones pasadas referentes al venerado poder de su maestro.


Sosteniendo su frente con la izquierda y vacilando una insignificante pluma con la diestra, Genos releía cada una de sus líneas; sobrellevando una vergonzosa sensación producto del reencuentro con sus primeros apuntes, las cuales terminaron por parecerles muy ridículas y absurdas.


– En serio... yo no pude haber escrito todo esto. ¡Es pura mierd...! – renegó en silencio, al borde de aventar sus viejos cuadernillos por la ventana.


Existía un vanagloriado estante con valiosa información en el laboratorio de Kuseno, recordó con recelo. Sin buena información que pudiera resaltar en sus propias investigaciones, desechó los cuadernillos a un lado sobre la mesa. Necesitaba el espacio para más y más cuadernillos...


Genos frotó su cuello liberando un exhaustivo suspiro; actitud involuntaria de él frente al cansancio debido al desvelo. Genos no necesitaba aliviar la tensión; era poseedor de alta tecnología y sólida estructura, no de músculos que pudieran tensarse ante el estrés.


– ¿Tie...nes lo necesario... para ven...cerme...? – dijo Saitama, entre sueños, a sus espaldas.


Disciplinado como siempre ante su maestro, Genos giró preocupado porque la luz de su lámpara estuviera interfiriendo con el descanso de Saitama; algo sumamente sagrado para el cyborg. Sin vacilaciones, desconectó la lámpara para luego extender su futon al lado donde le correspondía.


– Buenas noches, Saitama Sensei... – susurró, Genos, mientras lo arropaba.


El silencio reinó en la habitación hasta el momento en que Saitama volvió a dar rienda suelta a sus ronquidos. Genos se recostó con ambas manos bajo la nuca meditando en las acciones de Saitama mientras dormía; le parecían igual de indiferentes como todo lo demás en la vida.


– No pude haber olvidado las actitudes básicas de un ser humano... ¿o sí...? – dijo incrédulo para sus adentros; desviando la mirada del cuerpo arropado de Saitama, hacia el techo.


Tal vez se debiera a su reencuentro con su propio yo, escrito en las líneas de sus antiguos apuntes, lo que lo llevó a pensar en el Genos de su pasado. Cuando alguna vez fue tan sólo un joven muchacho a quien la vida le sonreía con un futuro prometedor. Eso hasta ese fatal suceso...


Genos acarició el mullido tejido del futon, a la altura de su estómago, siendo enteramente insensible al contacto. El suave recorrido se extendió sobre su abdomen deteniéndose frustrantemente a la altura de su vientre; dándose un golpe directo con la realidad al recordar que tampoco se daría el beneficio del tacto si acariciaba la zona entre sus piernas.


– No es justo... – pensó, involuntario; influenciado amargamente por sus deseos de hombre.


De pronto, tuvo la sensación de no poder conciliar el sueño. No, luego de comprender que hasta el momento, sus investigaciones sólo se habían limitado a describir el estilo de vida de su maestro. El estilo de vida de un ser humano común y corriente, reconoció con una vacía mirada.


Haciendo el menor ruido posible, Genos se enderezó sobre su futon y fue directo al cuarto de baño. De pie frente al espejo observó cada detalle de su insensible estructura metálica, mientras recorría los dedos sobre ella; pensando en que alguna vez tuvo su primera experiencia abusando de su propio cuerpo, excitando sus órganos genitales hasta no haber llegado al clímax.


– No de nuevo... – susurró frustrado, apoyado del lavamanos; lamentando que su largo trayecto como cyborg distorsionara el recuerdo de las sensaciones que solía experimentar cuando adolescente. – Ya deberías de haberlo superado... – se sermoneó a sí mismo con fulminante mirada frente al espejo – Por todos los cielos... ya eres un adulto, Genos... ¡¡Compórtate!! 


Inquieto por sus encendidas exigencias, giró la llave del grifo preguntándose a sí mismo: ¿Qué más debía hacer para enfrentarse a sus frustraciones sexuales? Mantener impecable el departamento, aprender nuevas recetas por internet o destruir monstruos a sangre fría; idealizando sus penetraciones en cada golpe certero, ya no era una opción. Era insuficiente.


Genos se inclinó a sumergir su cabeza bajo el chorro del agua, tampoco pudiendo sentir el frío y húmedo contacto de ésta. Recordar todo lo que había perdido a raíz de su venganza, le resultaba jodidamente molesto si sólo se concentraba en la ausencia del contacto físico; factor vital y fundamental para cualquier hombre vigoroso de juventud como él. Genos sentía explotar...


– ahhh... maldición... – dijo apretando los dientes mientras cerraba la llave del grifo. Y, como si necesitara desesperadamente deshacerse de una pesada carga, dijo: – Quiero tener sexo.... –


Admitió con desprecio, reteniendo un contundente puño que pudo destruir la pared a razón de su apetito sexual. El cuerpo de Genos es frío, es rígido y es completamente insensible... sin embargo, y pensó en esto menando la cabeza en desaprobación, su mente podía volverse tan caliente como la de un convicto brutalmente urgido. Aquello no garantizaba su autocontrol.


– ¿Qué debo hacer...? – consultó a su propio reflejo; ignorando las macabras ideas de recurrir a distinguida compañía y ensuciar su impecable reputación. – Kuseno... – susurró, esperanzado.


Decidido, abandonó el cuarto de baño dirigiéndose a la sala. Cerciorándose de que Saitama aún continuaba dormido a pesar de sus rechinantes pisadas debido a su metálica estructura, escribió lo que parecía ser un extenso mensaje en su teléfono celular; describiendo su descabellada idea a Kuseno. Genos estaba muy avergonzado pero... no todos podemos perder profesionalmente.


– Si Kuseno no puede ayudarme, nadie lo hará. – depositando todas sus esperanzas en su doctor.


Demasiado tarde para arrepentimientos, Genos dejó su teléfono celular en el mostrador de la cocina, cogió las bolsas de basura incluyendo sus garabateados cuadernillos sobre la mesa, y salió por la puerta de entrada dispuesto a liberar frustraciones de la única manera posible.


– Genos... dime, ¿hiciste algo ayer por la noche...? – preguntó, Saitama, sosteniendo uno de sus waffles entre sus dientes. – Presta atención a esto... – buscando el control remoto.


Ambos se encontraban desayunando cuando Saitama elevó el volumen del televisor. Las noticias de último minuto hacían referencia a la anónima destreza de Genos al detener un tren en descarrilamiento, el encierro de convictos en fuga y la "limpieza" de monstruos misteriosos en otra de las zonas más peligrosas de la ciudad. Genos desvió la mirada del televisor, a su teléfono.


– Cada uno de los convictos testificaron algo como "un poder incendiario y colosal" – enfatizó con irreprochable admiración – ¿Tienes algo que compartir con la clase? – sonrisa, burlona.


– Pudo haber sido cualquiera... – dijo indiferente; revisando el buzón en su teléfono celular.


– ¡Oh vamos! Te conozco mejor que cualquiera a quien... haya conocido yo antes... – confundido por sus propias palabras... – El punto es... que es obvio que fuiste tú, Genos – sabelotodo.


– Aunque lo admita, eso no lo pondrá en ventaja en las encuestas, Sensei – dijo Genos, señalando el lugar de Saitama en la encuesta de héroes donde se determinaría, por votación de los ciudadanos, quién fue el responsable de tales hazañas. – Yo votaría por usted... – sonrió.


– Sí, claro ¿acaso intentas quedarte con toda la diversión? – confrontó, sarcástico. – Todo eso fue un trabajo impecable ¿por qué no deberían reconocer tus logros como héroe? – confundido.


– Porque... no lo hice con esas intenciones... – titubeó, Genos, desviando el asunto de sus urgencias sexuales con un fácil escape. – Al igual que usted, Saitama Sensei, no necesito un reconocimiento. Protege a la humanidad porque ser héroe le apasiona. Yo lo hago porque... –


La respuesta de Kuseno, quien se mostraba enteramente interesado en su propuesta para una nueva actualización, interrumpió sus palabras. Saitama esperó pacientemente mientras pensaba en los mangas que podría leer el día de hoy. Pensó que tal vez iría por unos nuevos, aunque últimamente King disfrutaba demasiado de los R-18 y era "extraño" acompañarlo.


– ¡S-Sensei...! – advirtió, Genos, llamando la indiferente atención de Saitama – Debo regresar con el doctor Kuseno, es de suma urgencia que me dirija para allá – dijo, en tono de disculpa.


– ¿Eh...? – liado por su repentina exaltación – Sólo ve, Genos, no tienes que pedir mi permiso. –


– Lo siento... D-dejé lista la cena dentro del horno, puede que me tarde un poco... – se excusó.


– Oye... puedo encargarme yo sólo. Ve con cuidado... – rascándose una comezón en el glúteo.


Genos asintió con la cabeza, recogió su teléfono celular y abandonó el departamento. El forzoso autocontrol del cyborg divirtió a Saitama; hasta el momento en que una potente detonación, fuera de su departamento, debilitara la burlesca expresión en su rostro. Genos se desplazaba con rapidez; atravesando el trayecto que llegaba hasta la ciudad y picando su curiosidad.


– ¿Qué se trae ese muchacho...? – pensó bebiendo de su café; escupiéndolo sobre la mesa al ver pasar a Genos frente a cámaras, a velocidad de un rayo. Saitama olfateó su café, por si las drogas.


Genos atravesó la ciudad, distorsionando las señales de televisión a su paso. Consideraba que su abrazador potencial no había sido otra cosa que el reflejo de sus demandas sexuales y, por lo tanto, no esperaba reconocimiento de ningún tipo. Sin embargo, escuchar a una excesiva cantidad de héroes clase C afirmando ser los responsables, le fastidió en exceso.


– ¡Con ustedes, Tanktop Tiger...! quien afirma ser el responsable del encarcelamiento de los convictos fugitivos – presentó una reportera al lado del héroe. Saitama no lo pudo creer.


– ¡Tiene que ser una broma...! – apuntó Saitama, indignado – Ese descerebrado no mataría ni a una mosca. ¡Genos, no vas a creer esto...! – dirigiendo la mirada hacia la cocina, olvidando la ausencia de su discípulo – Como sea... alguien debería enterrar a ese sujeto... – sugirió.


Saitama regresó a la consola cuando de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, la reportera echó un grito; llamando su atención de regreso a la pantalla. El enfoque de Tanktop Tiger enterrado hasta el cuello lo sobresaltó. Saitama levantó el control remoto y apagó el televisor.


– Ok... – cogiendo el teléfono celular – Necesito R-18... Hola, King, ¿tienes el día libre, hoy? –


Más que su doctor, Kuseno es una figura paterna para Genos... y tal vez por eso se tomaba la molestia de ser tan imprudente como cualquier hijo mayor. Genos siempre estaba lleno de energía y sabía que las detonaciones le sentaban muy, pero muy bien. Sin embargo, explicar detalladamente los sucesos de la noche anterior, no le fue nada sencillo.


Genos se sintió muy avergonzado al balbucear tanto en frente de un profesional como Kuseno. Lo menos que esperaba escuchar en su diagnóstico era que actuaba como un maldito virgen, pero bueno, eso era Genos precisamente. Fuera de ser un maldito, claro, Genos nunca tuvo la oportunidad de probar los sabores de una mujer y su mente desvariaba mucho de sólo pensarlo.


– Genos... tu venganza fue el impulso que te dio la fortaleza para supervivir. Al convivir con Saitama, fuiste influenciado por su apacible actitud y por lo tanto, eres mucho más centrado –


Tal vez Kuseno no era un experto en psicología pero ciertamente llevaba la razón. Genos solía actuar por instinto y a sangre fría; la compasión era una de las tantas cosas que había olvidado a raíz de su sed de venganza pero, junto a Saitama, esas crueles actitudes... desaparecieron.


– Ahora... Genos... – sonrió, entretenido – lo que tú me pides es muy inesperado, muchacho. –


– Sé que puede parecer muy extraño, pero no he hecho nada más que... pensar en eso... –


– Bueno, dije que era inesperado pero no imposible – meditando una posible solución, haciendo a un lado la sorpresiva petición del cyborg –. Tal vez con una adecuada investigación... yo... –


– ¿Entonces sí es posible...? – se apresuró a decir, interrumpiendo a Kuseno.


El doctor ladeó la cabeza mientras concluía con las revisiones técnicas de Genos. Pensó que todo proceso podría funcionar si consideraba, como siempre lo había hecho, varios factores de seguridad para proteger el cerebro de Genos en su siguiente actualización. Kuseno, suspiró.


– Mientras reconstruía tu cuerpo, supuse que tarde o temprano llegaríamos a tener esta conversación. Ahora sé que fue un error no haber iniciado con algún programa o prototipo. –


– Dígame ¿c-cómo puedo ayudarle? – exclamó, sobresaltado. – ¡Si existe alguna manera...! –


– Ten paciencia, Genos – suavizando la explosiva emoción del cyborg – esto tomará su tiempo. Sé que si encuentro la manera de reconstruir tu sistema nervioso y relacionarlo a tu estruct... –


Kuseno quedó en completo silencio. Se encontraba sumamente iluminado por un simple pero riesgoso plan. Con el método adecuado, sería más que suficiente y Genos volvería a sentir como una persona común y corriente; aunque, aún sin cálculos previos que pudieran sustentar las complicaciones del proceso, ésta podría tratarse de una operación extremadamente riesgosa.


El cerebro es un órgano muy complejo; sin embargo, ante la desarrollada perspectiva del doctor Kuseno, ésta no resultaba ser tan difícil de comprender. De acuerdo a las necesidades de Genos, pensó, resultaba suficiente sostenerse a una simple analogía.


– El cerebro, es un procesador que controla todas las funciones del organismo; y el sistema nervioso, es una red emisora. – susurró; sumergido en sus pensamientos e ignorando al cyborg.


– ¿... Kuseno? – indagó, Genos, mientras vestía sus pantalones.


La playera de Genos aún pendía de su hombro mientras abandonaba el laboratorio. En su entusiasmo por dar rienda suelta a una serie de investigaciones, Kuseno despidió al cyborg; desamparándolo fuera de sus instalaciones, con la chaqueta bajo el brazo y la bragueta abierta.


El camino de regreso le resultó placentero. No porque la prensa ya se hubiese tranquilizado al "descubrir" que fue King el responsable de sus actos heroicos; asunto que no le molestó en lo absoluto, sino porque sus preocupaciones se hubiesen aliviado. Hasta cierto punto, claro...


– El mayor y más potente órgano... – Genos detuvo su lectura; registrando, por enésima vez, que se encontraba completamente solo en el departamento – órgano sexual... no está entre las piernas, sino... ¡¿detrás de las orejas...?! – manifestó; sintiéndose absolutamente desorientado.


Leer aquello le pareció un mal chiste. Se sabe del incorrecto empleo de los términos: órgano reproductor, órgano sexual, entre otros; ya que el sistema reproductor trata de un conjunto de órganos, no sólo de uno. Ahora bien, ¿El Cerebro...? Genos, se vio incrédulo ante la simple idea; estaba seguro que, hasta el momento, sólo había usado su cerebro para idealizar estrategias.


Corrió a coger un nuevo cuadernillo y comenzó a escribir toda la información que pudiera resaltar de las distintas páginas web que visitaba. Hoja por hoja, todas fueron garabateadas con esmero; llegando a la conclusión de que, en efecto, el sistema nervioso central jugaba un papel fundamental en el sexo. Genos detuvo su escritura y continuó leyendo, arrastrando las palabras.


– A través del cerebro... – pasando por alto algunas redundancias en el pasaje –... en respuesta a los pensamientos que surgen durante la estimulación sexual, sea: visual, auditiva, olfativa o gustativa... ¡Esto no me sirve de nada, tengo la capacidad para hacer todas estas cosas! –


Se llevó ambas manos a la cabeza, apoyando los codos sobre la mesa; acababa de descubrir la razón por la que, a pesar de ser un cyborg, aún podía percibir los anhelantes deseos de cualquier adolescente. Tal vez eso justificaba la pornografía almacenada en su computador; aunque él siempre se había propuesto a borrarlo todo pero... ¡Claro que no lo haría, era solo un mocoso!


– Suficiente... ¡voy a borrarlo todo, ahora mismo! – decidido, agitó el mouse; siendo retenido por una mano sobre la suya, manteniendo el cursor en la página actual. – ¿Pero qu...? –


– La dimensión erótica... y el primer paso hacia el orgasmo, ocurren en la cabeza... – leyó Saitama, exaltando a Genos con su inesperada presencia. – ¿Por qué lees esto...? –


– ¡¡Sensei...!! – dando un respingón; golpeando su cabeza contra el mentón de su maestro.


Saitama sostenía una taza de chocolate caliente; de la cual acababa de derramársele la mitad sobre la mesa cuando perdió el equilibrio, a causa de morderse la lengua en el impacto. Se llevó una mano sobre los labios; sufriendo en silencio y con una lagrima resbalándole por la mejilla.


– Auh... eso dolió. – estremeciéndose al saborear su propia sangre. – ¡¿Era eso necesario...?! –


– ¡¿E-en qué momento usted...?! – casi rompiendo la pantalla del computador, al cerrarla.


– Espera, espera... – dispuesto a vengarse por el golpe; encorvándose sobre la espalda de Genos para reabrir el computador – Quiero leer un poco más de esto... se veía tan interesante... –


– ¡No...! ¡Usted no puede leer esto! – avergonzado; deslizando el computador bajo la mesa.


Ante su negativa, Saitama dejó su taza de chocolate a un lado sobre la mesa para luego balancearse sobre él; dispuesto a quitarle el computador entre sus piernas. Tenía las de perder contra el poder de su maestro pero, por alguna razón, Saitama aún no se la había arrebatado.


Lo que había iniciado como una broma, pasó a convertirse en un rudo juego por descubrir: el porqué del interés de su discípulo hacia ese texto. Saitama comenzó por impacientarse a mitad del forcejeo; Genos compartía su pornografía con él pero esto le pareció mucho más atractivo.


– Qué ridículo... – pensó, Saitama, azorado porque su curiosidad opacara su tranquilidad.


En ocasiones, cuando Saitama confiaba que Genos se mostraba enteramente abierto a él, su discípulo tomaba actitudes introvertidas; atrayendo su furtiva atención y despertando su curiosidad. No siempre se tomaba la molestia de pensar en estas cosas pero él lo ponía ansioso...


– Joder... en serio no puedo entender esto... – desaprobando la reacción de su entrepierna.


Saitama dio un suspiro, abandonó el forcejeo y se estiró a recoger su taza de chocolate. Volvía a darle otro sorbo a lo que le quedaba; mientras se dirigía a la cocina, dándole la espalda a Genos quien, para su mala suerte, acababa de notar su inusual forma de caminar.


– Sensei, ¿sufrió algún accidente? – indagó, a pesar de la invulnerabilidad de su maestro.


– No es nada importante – mintió, volviendo al pasadizo – ¡Me daré un baño, no me esperes! –


– Muy gracioso... – sonriente, negó con la cabeza y apagó el computador – Serviré la cena... –


Sumergido en la bañera, Saitama se encontraba sordo a los murmullos en la cocina. En sus pensamientos, de lo único que se sentía culpable, fue de molestar a Genos por haberle ignorado cuando llegó a casa. Sólo pretendía distraerlo de su concentración pero, en lugar de ello, el menor alboroto con su discípulo causó que su cuerpo se encendiera... y de muy buenos ánimos.


– Aquí vamos de nuevo... – resignado, humedeciendo una quemazón en su cuello. – Como una corriente eléctrica atravesando mis músculos ¿Qué es esto...? – frunció el ceño, disgustado.


 


 


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