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One Punch Man - Despertar Sexual por Sickactress

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Los días fueron pasando y las cosas sucedieron con total naturalidad entre Genos y Saitama: aniquilando monstruos, arrasando con los descuentos de los supermercados y atendiendo los asuntos impuestos por la federación de héroes. Todo igual que siempre, a excepción de las constantes visitas de Genos a las instalaciones de Kuseno; generándole una sedienta curiosidad.

 

– Genos... ¿te gustaría ir al cine conmigo? – sintiéndose un poco idiota por practicarlo frente al espejo, sólo quería una salida casual... no una cita. – Eso se oyó malditamente extraño... –

 

– ¡Sensei...! – llamó Genos, tocando desde el otro lado de la puerta – ¿Sensei, está ocupado...? Acabo de recibir una llamada del doctor Kuseno, es urgente que me dirija a sus instalaciones. –

 

– ¡¡Sí, Genos... sólo vete...!! – temblando de coraje, escuchó las pisadas del cyborg alejarse por el corredor. Saitama rodeó su cintura con la toalla y salió a su encuentro – ¡Genos, espera...! –

 

Como lo sospechaba, Genos acababa de inclinarse a colocarse las zapatillas. El cyborg le dirigió una confundida mirada y fue cuando se dio cuenta de que estaba actuando de forma muy sospechosa. Sin embargo, frente a Genos, sabía que siempre sostendría un aire de superioridad aunque actuara como un retrasado; así que dejó de tomarle importancia a su nerviosismo.

 

– Dígame, Sensei. – enderezándose hasta ponerse a su nivel, aunque él seguía viéndolo más alto por ser inmensamente poderoso – ¿Necesita que vaya de compras al supermercado o...? –

 

– Sólo... quería saber cuándo estarías de regreso... – quedándose totalmente petrificado por lo que acababa de decir – ¡¡Joder eso es aún peor que lo anterior...!! – totalmente erizado.

 

– P-pues... – extrañamente afectado por sus palabras – N-no estoy del todo seguro, yo... –

 

– ¡O-olvida eso que dije...! – silenciándolo con un ademan con la mano – es sólo que... que yo... – mirando el minutero en su reloj de pared. – Esperaba... que fuéramos al cine... y a beber... –

 

Genos dio un par de parpadeos antes de devolverle la llamada al doctor Kuseno. Saitama lo vio regresar a la sala sin protestar y eso lo llevó a preguntarse ¡¿Qué carajos...?! Su sedentaria vida le hizo suponer que quizá Genos había estado mintiendo con eso de las visitas al doctor Kuseno; prefiriendo pasar el rato con alguna novia. No era que estuviera celoso, claro. Sólo ansioso...

 

– Entonces él no tiene una novia... – Las sospechosas desapariciones de Genos comenzaban a mortificarlo ¿Qué hacía? ¿A dónde se dirigía? ¿Por qué tardaba tanto en regresar? – mmm... –

 

– ¡Sensei! – sacando a Saitama de sus pensamientos – Kuseno puede esperar hasta la noche. –

 

– Claro que ella puede esperar hasta la noche, Genos – considerando que podría tratarse de un escape muy bien planeado – Entonces... sólo me vestiré y nos vamos ¿te parece bien? –

 

Su discípulo asintió, enorgullecido por la invitación, y regresó a la sala. Fuera de lo que Genos pudiese creer en ese momento: una casual salida al cine; Saitama tenía otros planes en mente. Si Genos vería a su novia en la noche, entonces estaría más que dispuesto para animarlo en su pequeña fiesta nocturna. Terminaba de vestirse, cuando una revelación lo paralizó de repente.

 

– ¡Un segundo...! G-Genos no puede tener sexo... ¿o sí? – dirigiéndole una consternada mirada, intentando adivinar un bulto entre sus piernas. – No hay manera de que pueda hacerlo... 

 

Agitó las llaves del departamento en señal de que estaba listo y Genos apagó el televisor. La tarde aún estaba despierta y Saitama supuso que no era un buen momento para llevar a Genos a ese lugar especial. Calculó el precio de las entradas en su billetera: sí alcanzaría para un par de funciones. Genos insistió en que él podría pagarlas pero Saitama se negó; éste era su plan...

 

– Oye, Genos... – susurrando, sentado a su lado en una butaca del cine – ¿Qué hay con las actualizaciones de Kuseno? – notando rigidez en Genos – Siempre regresas sin nada nuevo... –

 

– En realidad... sólo se tratan de exámenes médicos... – carraspeó, desviando el hecho de que parte de su sistema nervioso había sufrido grandes daños por las frecuentes fallas del proceso.

 

Tal vez la tarea de recrear un miembro humano resultó ser mucho más complicada de lo que imaginaba. En realidad, no se trataba de un pene en específico. Generar terminaciones nerviosas artificiales, para realizar una conexión entre el cerebro y el exterior, de por si era complicado.

 

– ¿Exámenes médicos...? – incrédulo – ¿tiene algo que ver con... tu ce-re-bro? – enfatizando la interesante lectura del otro día mientras Genos descansaba su cabeza en la butaca.

 

– Sensei... – avergonzado por el asunto del cerebro como órgano sexual – Por favor, olvídelo... –

 

– Eres tú quien no puede superarlo. ¡Cambiaste la contraseña después de eso! – siendo chistado por un desconocido espectador – Eso no es justo... antes podía utilizarlo – susurró, angustiado.

 

Saitama aún podía sentirse sumergido en la bañera, luego del incidente con la extravagante lectura de Genos en su computador. Aterradoramente erecto, no se atrevía a aliviar esa reacción provocada por la cercanía de Genos. Sin embargo, su mente resultaba ser tan necio como su cuerpo al recrear distintas obscenidades que pudieran excitarlo... Nada parecía funcionar...

 

– ¿Para qué lo requiere exactamente...? – indagó casi audible para Saitama; recordando que había sido demasiado obvio ese día. – ¿Cerebro y sexo...? ¡¿Pero en qué estaba pensando?! –

 

– ¿No es lógico...? ¡Quiero todo el material pornográfico! – sufriendo en silencio y meciéndose sobre la butaca para aliviar una presión entre sus piernas. – No por Genos, joder, no por él... –

 

– De verdad lamento mucho sus urgencias, Sensei – desequilibrando a Saitama por su despierta y directa deducción –... pero necesito el computador para mis investigaciones. –

 

– ¡Oh, por favor! Eso puedes escribirlo en tus cuadernillos. – alzando nuevamente la voz, siendo chistado por más personas – Tampoco es como si lo fuera a utilizar todo el tiempo... – susurró.

 

– Tal vez podamos hacer un trato. Existen programas que graban todo lo que haces, podría instalarlo y así comprobar que no revisó ninguna información privada... –

 

– Oye, oye... ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? – aventándole palomitas a la cara. – Claro, eso sería beneficioso pero verías toda mi privacidad, tonto, eso no sería justo de tu parte. –

 

– Puedo comprarle uno propio si lo desea – sugirió inocentemente. En serio se lo compraría.

 

– Heh... ¿comprarme uno nuevo, dices...? – apoyando sus tobillos en las vacías butacas de enfrente – ¿De qué me serviría un computador si eres tú quien descarga el porno? – manifestó.

 

Las palabras llegaron a oídos de varios adultos, cuyos hijos acababan de echar a reír por sus ocurrencias. Saitama se llevó algunas palomitas a la boca mientras su pecho temblaba de la risa que retenía. Genos se giró para verlo, comprendiendo las amenazadoras intensiones de Saitama.

 

– Tiene que ser una broma. – no pudiendo creer lo que Saitama acababa de decirle tan abiertamente – No pensará que de esta forma me convencerá de que quite la contraseña... –

 

– ¡Oye Genos, trae el porno por aquí, campeón! – abierto de brazos; llamando exageradamente la atención de las personas, hacia el cyborg. – No creo que quieras vivir esa vida, amigo. –

 

– No puede ser... – llevándose una mano a la cabeza, al borde de la risa. – Sensei, deténgase... –

 

– Porno, porno, ¡porno!, porno, porno, ¡porno!, porno... – siendo silenciado por una enguantada mano; despertando los instintos sobreprotectores de Genos, quien se puso a la defensiva.

 

– Este es un establecimiento familiar, caballeros. Lamento decir que tendrán que retirarse. –

 

– Si él fuera de mi familia, me daría la contraseña... – señalando acusadoramente con el pulgar.

 

– Eso no tiene ningún sentido. En la familia existe algo fundamental que se llama privacidad. –

 

– Caballeros... – interrumpió dirigiéndolos a ambos hacia la salida – por aquí por favor... –

 

– ¿Quieres que te diga algo sobre la confianza? – haciéndolo tropezar al ponerse de pie.

 

– Yo opino que eso no le va a sentar muy bien luego de empujar al vigilante, Sensei. –

 

Ambos héroes fueron echados por la puerta principal; no sin antes recibir una sugerencia sobre un cine bastante extravagante donde proyectaban películas pornográficas y donde la seguridad también era muy buena. Saitama pensó que no era muy mala idea pero, tan pronto como lo consideró, dejó de lado la emoción al ver que Genos sostenía su mirada fija en el teléfono celular.

 

El vigilante regresó a su puesto; abandonándolos a ambos en la acerca. Genos intentaba adivinar su siguiente aventura, cuando el teléfono vibró. El cielo ya había oscurecido y Saitama adivinó que Genos se iría; sin embargo, con una maliciosa sonrisa, supo que había llegado el momento ideal. Palmó el insensible hombro de Genos, e hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera.

 

– Sensei... me temo que deberé rechazar su... invitación... – ansioso por la buena noticia que Kuseno le había dado; la nueva actualización estaba más que lista para utilizarse – Tengo qu... –

 

– ¿Qué intentas decir? Te pedí que fuéramos al cine y a beber. Por eso devolviste la llamada. –

 

– S-sí... eso dijo pero... – apretando el teléfono celular de impotencia – Kuseno espera que... –

 

– Sí, sí... ya sé de él y tus "exámenes médicos" – totalmente incrédulo – Escucha, no tenemos que beber toda la noche, sólo quiero algo ardiente en la garganta. Una o dos copas, es todo. –

 

– Un par de copas... – convenciéndose de que eso no le tomaría más tiempo que lo del cine.

 

– Entonces... – interrumpiendo la concentración de Genos – ¿Puedo contar contigo, Genos...? –

 

El elemento característico de un bar, y a partir de ello que recibía su nombre, es el mostrador en forma de muro donde se reciben las distintas alcohólicas consumiciones, colores y sabores. No fue difícil para Genos ubicar aquel elemento específico. Aún podía verlo inalcanzable desde su posición; siendo rodeado de eróticas musas, escasamente vestidas, que acariciaban su rostro.

 

Saitama aún sorbía de su primera copa, con toda la santa paciencia del mundo mientras se deleitaba de la imagen frente a ellos. Unos suaves tejidos deslizándose sobre los peligrosos contornos de una mujer; cayendo en lo que parecía ser una letal altura por las más largas y esbeltas piernas que jamás habían visto. Genos bebió ansioso; creyendo haberse enamorado.

 

– Genos ¿estás bien? – palpando la espalda del cyborg; sintiendo la tensión en él aunque se trataba de un cuerpo mecanizado – Oye... esto no puede hacerte ningún efecto... ¿o sí? –

 

– N-no lo sé... – volviendo a servirse otro shot. Es muy extraño que sus extremidades se tambalearan, pero estaba sucediendo en ese momento. – Todo esto es tan... d-diferente... –

 

– ¿Diferente en qué sentido...? – acabando su primer trago de una pasada – Oh, la primera función ya acabó... ¿quieres moverte a la barra? – viendo que Genos negaba con la cabeza.

 

No pasó mucho tiempo cuando la bailarina regresó al escenario y le dedicó un beso al joven cyborg. Genos liberó un calor interno, por su sistema de ventilación, y escondió el rostro entre la mesa y sus brazos. Todo le resultaba tan jodidamente diferente del otro lado de la pantalla del computador... Cuando creía ser todo un "experto", se dio por enterado que aún era un niño.

 

– Este lugar es malditamente tentador... pero no estoy seguro de querer moverme de aquí... 

 

Saitama sostenía un shot a la altura de sus labios; esforzándose por disimular mejor su amarga sonrisa. La presencia de Genos parecía resaltar el libido y la ternura en las mujeres más jóvenes que caminaban a su alrededor; opacándolo a él por completo. No es que estuviera molesto por ello, pero era frustrante estar a su lado en ese momento ¿Acaso estaría celoso de Genos?

 

– Tal vez no fue una buena idea traerlo aquí... – acabándose su segunda bebida de un trago, sintiéndose ignorado por todo el universo – Mujeres... Debí llevarlo a un bar gay...–

 

– Necesito esa actualización cuanto antes... – recuperando la compostura, con dificultad.

 

Sintiéndose violentamente arrastrado y sujeto a camisas de fuerza, Genos tiró suavemente de la chaqueta de Saitama. Necesitaba salir del lugar en cuanto antes. Intimidado por los bellos atributos que lo rodeaban y ofrecían su compañía en la barra; incluso a cambio de nada, Genos se las arregló por declinar todas sus ofertas y abandonar el distinguido establecimiento.

 

– Si no te conociera bien, diría que acabas de sobrevivir al apocalipsis – bromeó, Saitama, entregándole una botella de agua mineral – ¿Estás seguro de que no te afectó el licor? –

 

– Tendría que preguntárselo al doctor Kuseno, mi cerebro es humano pero mi sistema de por si... – vacilando las palabras en son de incredulidad – dudo mucho estar ebrio... –

 

– Pues así fuera a hacerte efecto, sería imposible con un par de copas. – sentándose a su lado en una banca del parque; dándole un gran sorbo a su botella – Entonces... ¿"Kuseno"? – enfatiza.

 

– ¿"Kuseno"? – sin comprender la acentuación de Saitama al referirse a su doctor. Genos le dio un gran sorbo a su botella; no es que la necesitara, pero no era una bebida amarga, era dulce.

 

– Vamos, Genos. Cada vez es más obvio – meneando la botella durante el relato – desapareces por las noches, estás al pendiente de tu teléfono, actúas como si escondieras algo de mi... –

 

– Espere, no entiendo... – sosteniendo su sien por la rapidez del asunto – ¿Esto es un sermón? –

 

– ¿Eh...? – recordando sus pretensiones en todo lo que estaba diciendo – Pues... no, esto no es un sermón. En realidad... no tiene nada de malo que tengas una novia, yo sólo... –

 

Genos apretó su bebida, haciéndolo rebalsar de la botella. Saitama observó todo con una indiferente mirada al saber que acababa de alterarle los nervios con sus palabras. Pensó que tal vez su ingenuo discípulo había imaginado que nunca se enteraría de ella o que podría esconder su secreto por mucho tiempo. No por nada tenía veinticinco años, pensó airoso de sí mismo.

 

– Heh... Sensei yo... yo no tengo una novia. – desdoblando el retorcido recipiente; acabando con las tergiversadas ideas de Saitama, en un parpadeo – No podría complacerla ni satisfacerme... 

 

– Oh, bueno... sí eso... fue lo que creí luego de ver tu reacción en ese bar. Parecías asustado. –

 

– ¡¿Asustado?! – aferrándose a Saitama – ¿P-piensa que ellas me hayan visto... a-asustado...? –

 

– Oye, tranquilo. A todas y cada una de ellas les agradaste mejor que cualquiera... Créeme... –

 

El silencio invadió el desolado parque. Por un lado, Genos se sentía tan tenso y preocupado por su infantil actitud en el bar; que le resultaba frustrante que, de pronto, le importaba lo que todos pudieran pensar de él. ¿Qué tan cierta sería la teoría de Kuseno sobre el renacimiento de sus actitudes humanas a raíz de su convivencia con Saitama?, se cuestionó.

 

– ¿Qué sucede conmigo...? – sintiendo una intensa incomodidad consigo mismo; viendo que aún estaba a tiempo de ir con Kuseno... aunque ya no se sentía del todo seguro de querer ir por él.

 

– ¿Quieres que te diga por qué sería extraño? – susurrando muy despacio; desviando, en lo posible, los auto atormentados pensamientos del cyborg. Genos giró a verlo, muy confundido.

 

– ¿Extraño...? – ve que Saitama asiente, nervioso, con la cabeza – ¿P-por qué...? – desorientado.

 

– Porque... cada vez que necesitara, ya sabes... masturbarme... – arrastrando las palabras – tú serías el primero en saberlo... – carraspeó; reaccionando a sus palabras, en el último segundo.

 

Paso a ser una situación muy extraña para los dos. Es más sencillo jugar este roll entre hombres que se tienen la suficiente confianza. Saitama intentaba sonar desesperadamente gracioso pero, por donde lo viera, parecía que intentara seducir a Genos. Y el cyborg parecía captar sus indirectas de la misma manera. Ambos se tensaron en sus asientos, muy desconcertados...

 

– L-la contraseña... – comprendiendo sus indirectas, luego de un corto tiempo que pareció eterno para la desigual pareja – Usted se refería a... al computador... La contraseña del... –

 

– Pues sí... – aún un poco avergonzado por el mal uso de sus palabras – era... sólo eso. Pero está bien, ya no la necesito. Puedo arreglármelas en ese cine hasta comprar un computador. –

 

– Su número telefónico... – desechando la botella; dirigiéndose a las instalaciones de Kuseno.

 

– ¿M-mi número telefónico? – sorprendido – Estás tomándome el pelo. ¿Cuál pelo, idiota...? –

 

– ¿Tomarle el pelo...? Nunca lo haría – sarcasmo – Pero sí utilicé su número como contraseña –

 

– Eso sería como burlarte de mi capacidad para descifrar contraseñas... – tomando otro camino.

 

– Bueno, usted aún no lo ha descubierto. – encendiendo propulsores, desapareciendo a la vista.

 

– Heh... no puede ser... – admirando su buena jugada – Hablaremos de esto cuando regreses – 

 


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