Capítulo 10: Aunque nunca te he dicho ¨te amo¨… No significa que no lo haga.
El alboroto dentro de todo el edificio ¨hunter love¨ se escuchó al menos cinco cuadras a la redonda.
Aquel edificio era un lugar bastante conocido y casi nunca se veían personas entrar o salir, por eso aquella mañana en que el sol mostró un edificio atrofiado, ninguno de los habitantes de la ciudad podía creer lo que veía.
-¨ ¿Un atentado?¨
-¨ ¿Negocios ilícitos?¨
-¨ ¿Ajuste de cuentas?¨
Nadie lo sabía con claridad, solo especulaban.
Tampoco querían acercarse al edificio, siempre mantuvo cierto misterio debido a las personas que desaparecían a sus alrededores, era como si exterminaran a los invasores igual que un cocinero soluciona el problema de la ratas.
¿Qué era realmente ¨Hunter Love¨?
Ahora solo sabían que el edificio estaba clausurado.
Pasaron horas, días que se volvieron semanas y algo mucho más tétrico se rumoró sobre ¨ese lugar¨
-¨ Es como si hubiese algún cadáver ahí¨
-¨ La fetidez es espantosa durante las noches¨
-¨ Es como si se hubiese abierto alguna puerta al infierno y la carne pútrida fuese la única esencia en aquel lugar¨
Las ratas, cucarachas y toda clase de animales callejeros acudían al edificio; guiados por el olor de la carne en descomposición que saciaría su hambre.
Aquel edificio… nadie lo reclamo… y nadie le dio más importancia a la de usar un cubre-bocas por las mañanas cuando el vapor de la tierra esparcía el fétido aroma.
Todos continuaron su vida normalmente.
Cuando aquel edificio era frecuentado por hombres y mujeres de dinero, nadie se acercaba, ahora no había razón para acercarse.
Ni siquiera los oficiales de salubridad pasaron cerca.
Los únicos que se atrevían a vivir ahí, eran los vagabundos con un estomago lo suficientemente fuerte para no morir de asco, también habitaban algunos hombres buscados por las autoridades.
Poco a poco, aquel edificio se llenó nuevamente, los hombres que siempre faltaron a la ley fueron los primeros, ahora se contaban más de quinientos hombres habitando el lugar.
Sin embargo…
Un día…
Simplemente volvió a estar vacío…
Era como si en verdad todos los días al terminar el mes simplemente desapareciesen y al primer día del mes siguiente se abriesen nuevamente las puertas para los desamparados.
-¿Por qué no entramos?... — Cuestionó un pequeño moreno con la voz apagada.
-Hace frío… — Se quejó un pequeño con mechones blancos que no hacía mucho habían disfrutado de elegante shampoo, jabones aromatizaos y el agua caliente de una regadera.
-Hoy es fin de mes ¿Lo olvidan?
-¿Entonces?... — El menor cada vez encontraba menos necesaria su voz.
-¿Vamos al parque?... — Sugirió el pequeño de ojos azules, al menos ahí encontrarían las sobras de comida que dejaban los paseantes en los cubos de basura.
-No, es muy peligroso el día de hoy, mejor vallamos a las catacumbas… — Un rubio de piel clara que se ocultaba bajo la mugre y sangre seca, tomó la mano de cada uno de los niños que le acompañaban.
Ya habían pasado cuatro meses desde lo ocurrido en ¨hunter love¨ los tres andaban descalzos y con ropa que por suerte encontraron en un basurero.
Ninguno de los tres podía pedir ayuda.
Ni siquiera Killua que era el único con una familia a la cual acudir por ayuda.
Cuatro largos meses de hambre, frío y sobre todo: miedo.
Eran buscados.
Lo sabían.
Los vagabundos de las calles les habían dicho que se ofrecía recompensa por el más mínimo detalle o información sobre su paradero.
¿Forma ¨fácil¨ de obtener dinero?
Para nada, aquellos hombres que los buscaban no eran oficiales.
Aquellos hombres con ropas comunes, luego de obtener la información deseada asesinaban a todo el que les viese cerca.
Los desahuciados les llamaban ¨cazadores¨
Siempre rondaban las calles y si veías alguno, lo mejor era dejarte asesinar para que los demás supiesen que andaban cerca.
Después de todo, no había un solo indigente que no estuviese en su lista.
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Las catacumbas, eran las antiguas cloacas de York City, aquellos túneles eran horrendamente fríos y la humedad no mejoraba el lugar, ni siquiera las ratas se quedaban ahí ocultas por mucho tiempo.
-“Vamos a morir antes de que vuelvan por nosotros?
Ese era el pensamiento de los tres.
La vida en las calles era muy dura.
En algún momento de desesperación, consideraron prostituirse para ganar un poco de dinero y comer algo decente o ropa más abrigadora que las sucias camisas y saco que apenas les cubrían, pero… les bastó con solo ver a los asquerosos hombres que no pagarían ni cien monedas por toda la noche con los tres juntos y lo peor era que ninguna de las ¨putas¨ de esos hombres era libre.
Terminarían encadenados en un callejón donde cualquiera que pasase por el lugar les rompería el culo para con suerte morir desangrado y si eso no ocurría lo más generoso que obtendrían, sería un mohoso trozo de pan y agua de las lluvias en las noches de verano y para eso aún faltaba mucho.
Era mil veces preferible pasar frío, buscar comida en la basura y dormir tranquilamente entre los cadáveres de ¨hunter love¨ que ser tocado por algún asqueroso hombre o mujer que les encontrase encadenados en un sucio callejón sin poder defenderse o negarse para ser utilizados y con suerte que escuchasen sus suplicas por comida y agua.
Era una muerte lenta y agónica.
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-¿Me estás diciendo, que el día que nos fuimos destrozaron el lugar?... — Un moreno de traje negro parado frente al edificio de ¨Hunter Love¨ pisaba el cuello de uno de tantos cazadores que asesinaban cerca de dicho edificio.
-No… No tienes… salida… ninguno d-de… los dos…
¡crack!
-No tengo intención de salir… — Respondió el moreno al aire luego de romper el cuello del hombre que interrogaba.
-Umgh~ Que delicia de sonido… — Un pelirrojo aflojando la corbata que llevaba puesta se adelantó hasta entrar al edificio —… Me adelantaré.
-Nunca pensé que llegarías a tanto, Pariston… — Con la mirada fría el moreno entró detrás del pelirrojo.
-Solo espero que no haya lastimado a mi par de manzanitas… — Susurró el pelirrojo excitándose y relamiendo sus labios luego de sentir el peculiar aroma que inundaba el edificio.
Continuará…