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Not longer strong por Miss DFertaine

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Notas del fanfic:

¡Ho-la!

He vuelto sólo para dejar esto aquí y comenzar a cambiarme el nombre y esas cosas para que no me encuentren y me linchen. Bueno, han pasado muuuchas cosas en la LCS pero no abarcaremos todas, sólo las que conciernan a nuestros mushashos favoritos.

Se me pasaron dos fechas importantes: 1) El cumpleaños de Sneaky y 2) El cumpleaños de Dyrus. Son casi seguidos y siempre aprovecho estas fechas para escribir porno pero esta vez no me dio tiempo (y no había inspiración) pero de que habrá fic por su cumpleaños, lo habrá. ¿Qué más les puedo decir? Estoy trabajando en otras historias pero no publicaré nada hasta que esté todo terminado, así que esperenlas con ansias.

Los personajes de esta historia no me pertenecen total o parcialmente y no busco ningún fin lucrativo con esto. Gracias a la siempre muy querida musa y a la pequeña Karen que siempre está ahí para betearnos.

¡ENJOY IT!

Notas del capitulo:

Pareja: Dyrus/Sneaky

Género: Angst, drama, romántico.

Advertencias: Lenguaje.

Not longer strong.

 

 

¿Qué tan cansado estaba? Aún tenía la imagen clara de aquel tuit que le habían mandado.

 

¿Qué tan harto estaba de todo?

 

La verdad era que había alcanzado un punto en el que no sabía qué hacer, estaba en un punto donde incluso no sabía que era lo que significaba para su propio equipo pero de algo estaba muy seguro: todo por lo que había luchado hasta ahora no era suficiente para estar a la altura de los demás jugadores.

 

Ya no era capaz de llevar a Solomid a la victoria desde el día en que, viendo fijamente el rojo letrero de derrota, se preguntó si era lo suficientemente fuerte para seguir adelante, si estaba dispuesto a continuar reprimido y excluido de cada intercambio, de cada batalla, de cada partida que jugaban. Pareciera que él estaba jugando a algo totalmente diferente en donde el objetivo aparente era ser asesinado repetidas veces bajo su propia torre y nunca estar ahí para ayudar a su equipo.

 

¿Tan insignificante era ya su papel dentro del juego que incluso su propio coach y jungler le habían dado la espalda? Dejarle morir parecía una buena idea si era intercambiado por un objetivo mayor pero ver a sus compañeros morir bajo aquella escala de grises que teñía la pantalla cuando morías era un golpe más a su impotencia; ver a su mid-laner caer, a su soporte dar la vida por el tirador, el jungler tratar de sacar algo de aquel intercambio y fallar estrepitosamente y finalmente, ver aquel “exterminio” en la pantalla donde lo único que podía hacer era susurrar por lo bajo cuanto lo sentía mientras su mente imaginaba que tan diferente hubiera sido todo si él hubiera estado ahí.

 

Ser víctima de la misma rutina le quitaba las ganas de seguir jugando, ¿para qué? Si parecía que matarlo ya no era por estrategia sino por el simple hecho de verlo frustrado. Bjergsen le susurraba que todo estaría bien, que aprovecharían el tiempo que el enemigo se había tomado para matarlo con saña pero a estas alturas ya consideraba que era una broma. No quería culpar a nadie porque nadie merecía llevar esa pena encima y sin embargo, no podía evitar escuchar en su cabeza los suaves susurros que decían los nombres de sus compañeros.

 

Cinco mundiales parecía nada pero, ¡ja! Nadie sabía que tan difícil había sido para él adaptarse a todos los cambios que esos cinco años conllevaban. Nadie tenía idea de lo mucho que se había esforzado año tras año sólo para ver la emoción de los fans, las sonrisas de sus compañeros y escuchar de ellos un “buen trabajo”. Ahora lo único que solía escuchar eran las quejas y lamentos de su coach, el reproche en la voz de su tirador y la desilusión en los suspiros de su mid-laner. ¿Alguien era capaz de ver lo mucho que le lastimaban todas aquellas acciones? Poco a poco se le oprimía el corazón y al final del día sólo podía deshacerse de esa fachada seria y abrazar su almohada, dejándose llevar al mundo de los sueños con la mente llena de la única persona a la que parecía importarle más que un simple top-laner.

 

Cuando el juego terminó supo que no había vuelta atrás, había tomado una decisión y se dijo así mismo que ya no habría más de todo esto. No más acoso, no más impotencia, no más derrotas humillantes donde él era la principal causa de ellas. Se levantó de su silla y le dio la mano al último equipo contra el que jugaría en esa etapa de su vida; se dedicó a recoger sus cosas y por última vez su mente le dijo que todo acababa aquí. Pero escuchar los gritos de su nombre de la multitud espectadora le hizo detenerse por un momento, regresar a sus días de gloria y sentir esa satisfacción que hace tanto tiempo no podía. Escucharlo sólo una vez más le liberaba de todo y podía dejar ir las cosas sin remordimientos.

 

Se había prometido ser fuerte pero al parecer no podría cumplirlo. Las lágrimas salieron sin permiso y se restregó los ojos con la manga de la chaqueta. Se acomodó los lentes y levantó el brazo y aunque ya conocido, sentía que aquel gesto no era suficiente para demostrar lo agradecido que estaba con todos los que lo apoyaban y sin más, se retiró del escenario. Para siempre.

 

Y el momento que más temía llegó. Lo llamaron y lo dirigieron hasta el improvisado espacio donde Sjokz lo esperaba para poder entrevistarlo frente a todos aquellos que los acompañaban y los miles más que los veían por internet. Las primeras palabras de ella fueron suficientes para sacarle el aire y hacerlo morderse la lengua para no quebrarse ahí.

 

¿Qué tan cansado estaba? Tan cansado que sólo deseaba hincarse y llorar por el resto de su vida, por todas aquellas peleas en las que no estuvo, por todos aquellos exterminios en su pantalla, por todos los puntos que perdió por simplemente no estar con su equipo.

 

— Quisiera pedirle perdón a mis fans por haberlos decepcionado.

 

La voz se le quebró y quiso llevarse la mano a la boca para no dejar salir un lastimero gemido. Era verdad que había muchos que lo apoyaron a pesar de todo pero parecía que los superaban en números aquellos que estaban descontentos con su actuación, sus derrotas y debilidad en el juego. Leer los comentarios llenos de odio, quejas y reproches no hacían más que desanimarlo más de lo que ya estaba, al parecer no era suficiente ya con ver todo aquello reflejado en los ojos de sus compañeros.

 

Pero a pesar de todo estaba agradecido con todos, con sus fans, con sus compañeros y rivales. No tenía más que agradecerles por toda una historia de altibajos, llena de grandes emociones, lecciones y buenas experiencias. En verdad les agradecía desde lo más profundo de su corazón.

 

— No tengo más que mi gratitud para ustedes y le deseo lo mejor a mis compañeros en el futuro. —Y ahí fue cuando se dio cuenta de lo bondadoso que podía llegar a ser, capaz de perdonar todo lo que le habían hecho y desear con sinceridad lo mejor para ellos. ¿Era justo?

 

Escuchó su nombre ser aclamado por los espectadores y lloró porque sabía que sería la última vez, se acababa ese capítulo de su vida y terminaría con un Dyrus a todo pulmón. Agradeció a Sjokz por sus palabras y bajó de aquella plataforma sólo para caminar en dirección a las salas de espera mientras escuchaba como seguían llamándolo, ¿extrañaría todo aquello?

 

En su camino a la sala de su equipo se encontró con muchos chicos que eran grandes amigos y grandes rivales y sin embargo, nada de eso importó porque estaban despidiendo a lo que ellos llamaban una leyenda. Cada uno de ellos lo abrazó y le dedicó palabras de ánimo como si nunca se volverían a ver de nuevo, pero agradecía la intención. Llegó hasta la sala que le correspondía y antes de tocar el pomo de la puerta para abrirla se detuvo y miró fijamente el logo de su equipo. Ojalá pudiera regresar el tiempo en donde realmente jugaba a League of Legends. Dejó caer su brazo y se dio la vuelta, no era momento todavía.

 

Y caminó, caminó  hasta encontrarse en un pasillo donde apenas y pasaba un alma, se recargó en una de las paredes y se dejó caer hasta estar sentado en el alfombrado suelo, miró el sobrio color de la pared y suspiró, quería llorar, en verdad quería hacerlo, soltar todo y terminar dormido en el suelo no importaba en realidad mientras pudiera desahogarse pero no podía hacerlo porque no tenía el valor de dejar que las personas lo vieran más roto de lo que ya estaba. Escuchó a alguien caminar y detenerse de pronto, volteó el rostro para ver a aquella persona y asegurarle que todo estaba bien cuando lo vio.

 

Zachary Scuderi era tal vez el chico más especial que había conocido en su vida, capaz de ser tan sincero y a la vez levantar un muro de hielo donde su rostro serio era protagonista en el escenario, era lo suficientemente fuerte para no verse afectado por la negatividad de la comunidad y siempre dar lo mejor de sí en cada uno de sus juegos, si había alguien a quien admiraba, este chico se llevaba todo el honor de ser ese alguien.

 

Se miraron durante varios segundos sin decirse nada y una vez más esas azules orbes acapararon toda su atención, pero ésta vez, no tuvo el valor de soportar la mirada, no con ese brillo de traición en sus ojos. Lo sabía, sabía que Zachary se sentía traicionado porque nunca le contó acerca de sus planes de retirarse, no le dio indicio alguno, nada. Sintió al otro acercarse hasta él y el sonido de su espalda contra la pared le dijo que el muchacho se encontraba ahora sentado en la misma pose frente a él y no quiso levantar el rostro porque no iba a poder soportarlo.

 

— Marcus… —Y sintió su corazón oprimirse, se tensó y quiso esconderse bajo la alfombra, ¿cuánto control tenía este chico sobre él?—. Me amas, ¿verdad? —Se llevó las manos a la cabeza y enredó sus dedos en las hebras de su cabello. Claro que lo amaba, tanto que tenía demasiado miedo de perderlo, que se le fuera de las manos como la arena y que su vida se convirtiera en la nada—. ¿Por qué…? —La pregunta se quedó inconclusa en el aire, sabía a qué se refería y lo único que pudo hacer fue ocultar sus ojos con una de sus manos.

 

— Lo siento. —Susurró con pesar y sollozó quedamente—. No sabía que hacer… lo siento tanto… —Las lágrimas por fin le ganaron y comenzaron a resbalar por su rostro.

 

De pronto Sneaky se encontraba entre sus piernas y tomó su rostro para hacerlo mirarlo a los ojos, limpió sus lágrimas con sus pulgares y lo besó castamente. Dyrus lo tomó por la cintura y lo atrajo más a su cuerpo, si tan sólo pudieran estar por siempre de esa forma no se arrepentiría de nada en la vida.

 

—  Sólo dime la razón, Marcus. Todo estaba bien hasta ahora, ¿por qué no me dijiste nada? ¿No confías más en mí? —Negó con la cabeza, por supuesto que no era por eso—. ¿Entonces qué es? ¿Qué pasa por esa cabeza tuya?

 

— No quería que esto afectara en tus juegos… por pensar en nuestro futuro. —El rostro de Sneaky expresó la sorpresa de su declaración y lo miró deseando que aquello fuese una broma y sin embargo, supo que no lo era—. Lo sé, suena estúpido pero… lo hice por ti y sé que te lastimé pero en verdad no sabía qué hacer, esto también es difícil para mí.

 

Y era verdad, suficiente estrés tenía ya con haber perdido estúpidamente el título de la LCS, haber terminado con el peor score en la fase de grupos del mundial, haber recibido tantos comentarios negativos de la comunidad, de sus compañeros, de su coach, incluso de sus propios amigos. Su cabeza estaba llena de tantas cosas que ya no sabía qué hacer. La última cosa que le pasó por la mente antes de salir a jugar su última partida fue el cómo lo tomaría Zachary  y se arrepintió antes de sentarse frente al ordenador de no haberlo compartido con él y la culpa comenzó a carcomerlo por dentro pero ya no había vuelta atrás y lo único en lo que pudo pensar en toda la partida fue en si le seguiría amando después de todo esto.

 

Lo abrazó y se escondió en la curvatura de su níveo cuello, dejando que su esencia lo envolviera y lo tranquilizara como en todas aquellas noches donde estaba tan deprimido que Sneaky no sabía que hacer o decirle y terminaba rodeándolo con sus brazos y susurrándole alguna balada al oído.

 

— ¿Me seguirás amando…? —Se detuvo para tragar saliva y tomar el valor suficiente para escuchar cualquiera que fuera su respuesta—. ¿Me seguirás amando aunque ya no sea el fuerte top-laner del que todos están orgullosos? ¿A pesar de que te excluí de algo que nos concernía a los dos? —Lo abrazó más fuerte y Sneaky le correspondió con la misma fuerza—. ¿Aunque terminemos más lejos el uno del otro?

 

Su tiempo juntos siempre fue limitado, cada uno ocupado con sus propios equipos y prácticas, los únicos momentos que pasaban juntos eran aquellas noches en las que sabían que no tenían entrenamientos a la mañana siguiente, en las salas de espera de la LCS o en los baños del estudio donde se besaban a escondidas esperando a que uno de ellos fuera llamado para regresar a la misma rutina de siempre: jugar, entrenar, comer, dormir. Y ahora que Dyrus se retiraba, todo eso iba a desaparecer, ya no tenía motivos para estar en las salas con los equipos o siquiera pisar el escenario de nuevo, ¿qué iba a ser ahora de ellos?

 

Dyrus pensó en dejarlo ir, Sneaky tenía un futuro prometedor, era sin duda alguna el mejor tirador de la liga, ni siquiera Piglet y sus genes coreanos eran lo suficientemente buenos para derrocarlo de su trono, ni siquiera Doublelift tenía la gran capacidad mecánica que poseía su novio en el juego y no había algo que lo hiciera más fuerte que seguir entrenando, jugando, forjando grandes lazos con sus compañeros y simplemente seguir adelante. Pero a la vez se aferraba a él, quería ofrecerle el mudarse juntos, ser lo suficientemente egoísta para pedirle que dejara Cloud 9 y se quedara por siempre a su lado pero si había algo que Dyrus siempre haría, era poner la felicidad del otro antes que la suya propia.

 

— Terminemos…

 

— ¿Qué? —Sneaky trató de alejarse y verlo a los ojos pero el otro sólo apretó el abrazo para negárselo.

 

— Te amo Zachary, te amo tanto… pero eres brillante, tienes un prometedor futuro y por eso mismo, no seré yo quien impida que sigas adelante.

 

Sneaky simplemente enfureció, usó todas sus fuerzas para soltarse del agarre en el que estaba aprisionado y estrelló su puño en la mejilla del moreno, las lágrimas rodaron por sus sonrojadas mejillas víctimas de la ira, lágrimas que Dyrus se negó a ver al posar fijamente la vista en el espacio vació entre sus piernas.

 

— Deja de decidir todo por ti mismo, imbécil. —Se levantó y se fue de ahí rápidamente mientras que el mayor sólo sonrió amargamente y abrazó sus piernas para ocultar el rostro entre sus rodillas.

 

Acababa de perder la única cosa que lo mantenía en pie.

 

 

. . .

 

 

¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel día donde lo perdió todo? En realidad no lo sabía, pero sentía que habían sido años. Cuando regresaron de Europa trató de simplemente seguir con su vida, seguir jugando LoL o cualquier cosa para distraerse pero al parecer su corazón y mente ya no tenían ganas de vivir y día tras día se deprimía más y más. Nadie tenía que saber la razón del golpe en su mejilla o por lo que estaba pasando, sólo debía seguir ocultando todo bajo su perfecta apariencia seria y no tendría por qué preocuparse en compartir su dolor con alguien. Sin embargo, una noche OddOne se acercó hasta a él y le preguntó que le sucedía. Trató de convencerlo que sólo se sentía triste porque TSM no sería lo mismo, no con cuatro de sus miembros abandonando el equipo. Era verdad, en realidad se preocupaba por lo que fuera del equipo en un futuro pero no era eso por lo que estaba tan decaído.

 

Fue triste ver la cara de Santorin cuando le pidió perdón por la ayuda que le negó en todo el tiempo que fueron compañeros y cuando le dijo que regresaría a Dinamarca supo que él también tenía algo de culpa. Lustboy les dijo que se retiraría de la escena competitiva como jugador pero que seguiría apoyando a TSM como siempre porque ellos eran su familia y WildTurtle, Reginald lo apreciaba tanto que partieron a Corea donde el tirador iba a entrenar para regresar con un rendimiento mil veces mejor. Locodoco simplemente les dijo que dejaría el equipo y que les deseaba suerte en el futuro. No pudo evitar sonreír de lo hipócritas que habían sonado sus palabras.

 

OddOne lo escuchó con calma y siguió mirando al frente mientras compartían el sofá, cuando Dyrus no supo que más decirle para poder persuadirlo de que todo estaba bien, el mayor sólo lo tomó del hombro y le propuso que se mudaran juntos. El más alto sólo lo miró con sorpresa y escuchó sus razones, ambos ya no tenían nada más que hacer en esa casa donde el futuro de TSM se construiría, ellos eran peso muerto para los demás jugadores y que lo mejor era hacerse a un lado y seguir apoyándolos moralmente porque era lo único que podían hacer.

 

Aceptó sin miramientos. Buscaron un departamento cómodo donde pudieran tener todo lo que necesitaban y en menos de tres días, ya se encontraban instalados en su nueva casa. OddOne decidió llamarla “la casa del retiro” y esperaba con ansias que algún día el viejo Solomid se juntara de nuevo ahí sólo para recordar viejos tiempos.

 

Pronto los cambios de la pre-temporada comenzaron a salir y se alegró de haberse retirado, todos los cambios que se venían eran por mucho los más difíciles de todos, nuevas maestrías, nuevos objetos y cambios en muchos campeones, especialmente en los tiradores. Lo recordó y el corazón se le agrietó un poco más, ¿cuánto tiempo tenía que pasar para que dejara de dolerle?

 

No lo sabía.

 

 

. . .

 

 

— ¿Por qué terminaste con Sneaky?

 

Dyrus abrió los ojos de la sorpresa y dejó caer el tenedor que tenía en la mano. Estaban cenando en lo que ahora llamaban hogar, era una de esas noches donde ninguno de los dos tenían esas ganas de jugar algo en directo con sus seguidores. El mayor sólo siguió comiendo sin verlo siquiera y el moreno simplemente se detuvo por completo mientras el pánico comenzaba a invadirlo. No ahora, no así. El silencio invadió el improvisado comedor que habían armado y cuando OddOne terminó su porción en el plato, lo hizo a un lado, se limpió la boca y al fin miró a los ojos al top-laner.

 

— ¿Cómo…?

 

— Dyrus, no es difícil saber lo que pasa, no para mí. —Recargó sus brazos en la mesa y suspiró—. Vi a Sneaky el otro día. —Un escalofrío lo recorrió por completo de tan sólo pensar en volverlo a ver, aunque fuera un momento—. Estaba tan pálido que pensé que se desmayaría, me aseguró que estaba bien pero sabes, en el fondo vi que estaba destrozado. ¿Qué paso entre ustedes cómo para verlos y creer que en cualquier momento van a morir de soledad?

 

Siempre había sido difícil ocultarle las cosas a OddOne, más aún cuando éste era tan observador y cuando ya habían pasado cinco años compartiendo una casa. Se llevó las manos a la cara y se esforzó en suprimir todas esas ganas de querer llorar. Después de unos minutos de un abrumador silencio, Dyrus suspiró fuertemente y comenzó a hablar.

 

— Tomé decisiones que no me correspondían del todo…

 

Le contó todo sobre lo que pasó en aquella trágica noche y en pocos minutos su pantalón se llenó de lágrimas y por primera vez en su vida sintió que podía ser débil y llorar todo lo que no había podido en los últimos tres meses, no sólo pensando en que sería de su vida sin el hombre que la había sostenido hasta hace poco, sino también sin la única cosa que lograba distraerlo lo suficiente para no hundirlo.

 

Fue una larga plática y terminó tan exhausto que durmió doce horas seguidas esperando que al día siguiente toda su pesadilla terminara desvaneciéndose al abrir los ojos. Pero no fue así. OddOne entendió el dolor de ambos hombres pero era obvio que él no podía entrometerse en algo que no le incumbía. Sí, Dyrus era un gran amigo y por eso mismo respetaba sus decisiones aunque él no estuviera de acuerdo.

 

 

. . .

 

 

Los días posteriores, se sintió ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor y todo lo hacía automáticamente, OddOne le hablaba y le contaba acerca de lo bueno que era el nuevo videojuego que había adquirido pero él simplemente estaba absorto en sus propios pensamientos y sus sentidos parecían apagarse por momentos donde en lo único que podía pensar era en lo miserable que era su vida en ese punto.

 

Y un día simplemente salió de la casa sin rumbo alguno, persiguiendo algo que no podía alcanzar, anhelando algo que ya no podía tener, estaba a punto de derramar una vez más aquellas dolorosas lágrimas cuando la vio. ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel día en que los dos acordaron terminar su relación sin rencores? Ninguno de ellos había tenido la culpa de que todo llegara al final, ella amaba su trabajo y estaba comprometida con él mientras que, al hablar de él, estaba prácticamente casado con League of Legends y su equipo, el tiempo y la distancia hicieron su trabajo de separarlos, pero todo terminó con una sonrisa en el rostro y un hasta pronto.

 

Qué mala forma de reencontrarse, él con el corazón roto y ella de la mano con otro chico. Lo lastimó, no porque hubieran tenido algo entre los dos y guardara sentimientos por ella, le lastimaba recordar que así estuvo con Zachary tanto tiempo y ahora podía mirar sus manos y verlas vacías, sentirlas frías e inútiles.

 

Ella se acercó, con las mejores intenciones del mundo, lo saludó con una sonrisa y los ojos llenos de afecto. No pudo soportarlo y simplemente dejó salir las lágrimas que estuvo reteniendo todo éste tiempo mientras trataba de responder su alegre saludo. Su sonrisa se borró en un instante y lo tomó del brazo para preguntar con preocupación que era lo que sucedía y él sólo pudo pronunciar su nombre. Lo entendió en un instante y lo miró con tanta tristeza que terminó por partirle el corazón. ¿Tan miserable se veía? Por supuesto que sí.

 

— Pero… eran perfectos juntos, Marcus. —Y sollozó con más fuerza. Lo eran al grado de ser la envidia del maldito mundo pero tenía que arruinarlo—. Oh, Marcus, no sé qué decirte, en serio quisiera ayudarte pero no puedo. —Un asentimiento y con voz rasposa se despidió de ella, quería estar solo y ahogarse en su propio dolor.

 

¿Cómo regresó a la casa? No lo sabía y no le importaba, tampoco le importó que el reloj marcara las cuatro de la mañana ni el dolor de sus piernas, tampoco lo heladas que tenía las manos y lo roja que tenía la cara del azotador frío del exterior, sólo se quitó los zapatos y se metió en la cama. Soñó con el rubio y sintió que era tan real que cuando abrió los ojos tenía la mano estirada al cielo, tratando de alcanzarlo.

 

Y lloró de nuevo.

 

 

. . .

 

 

— Ayer me encontré con Midi. —OddOne le miró la espalda con una rebanada de pizza en la mano—. Estaba con otro hombre y me dolió verlos… porque hace tiempo así era con Zachary. —OddOne cerró la boca tragándose su sorpresa y esperó con calma las siguientes palabras del top-laner—. Me duele tanto que no quiero seguir aquí… quiero regresar a Miami con mis padres y olvidarlo todo.

 

— Dyr- —La risa de Dyrus seguida de unos cuantos sollozos le cortó.

 

— Soy un cobarde… ya no soy lo suficientemente fuerte para enfrentar las cosas, estoy tan cansado de todo… —Se limpió la cara con la manga de su sudadera y se recargó en la barra aun dándole la espalda a OddOne que sólo lo miraba preocupado—. Me siento tan solo por las noches… pero para serte sincero, es igual en el día.

 

Y se fue a su habitación sin dirigirle una sola mirada al ex-jungler quien mirando la puerta cerrada de su compañero se preguntó si podía hacer algo para evitar que algún día Dyrus decidiera irse de verdad y no regresar jamás. Sacó el celular de su bolso y se mordió el labio esperando no arrepentirse de lo que estaba por hacer.

 

 

. . .

 

 

Estaba sentado en su cama mirando fijamente como las gotas de agua golpeaban con esmero la puerta corrediza que daba al balcón, pensando en cómo le diría a OddOne que al día siguiente regresaría a Miami. Desvió los ojos a las maletas arrinconadas en una de las esquinas de la habitación y suspiró. ¿Estaba bien huir de su dolorosa realidad regresando a la casa de sus padres? Incluso su padre lo miró con sorpresa por Skype con ese rastro en sus ojos que le decía que dudaba de que fuera el mismo hijo del que estaba totalmente orgulloso por ser tan fuerte y soportar tanta presión por tanto tiempo. Pero ese era el punto, ya no podía soportarlo.

 

Miró su escritorio vació y recordó que no faltaba más que una semana para que la LCS comenzara de nuevo en su edición de primavera. Regresó la mirada al largo cristal y le pidió a cualquier ser omnipresente que le diera a su equipo la fuerza de seguir el camino correcto que ellos habían emprendido hace cinco años y que el amor de su vida se encontrara bien en donde fuera que estuviera.

 

Los golpes en la puerta lo sacaron abruptamente de sus pensamientos, ¿Cuánto tiempo habían estado tocando y él no había escuchado nada? Se levantó con desgano y salió de la habitación para atender el llamado, después de todo, OddOne había salido para reencontrarse con WildTurtle después de tanto tiempo. Esperaba cualquier cosa, en verdad, lo que fuera, menos aquello.

 

Zachary se encontraba frente a su puerta, con las manos hechas puños, empapado de pies a cabeza y temblando mientras un ligero sonrojo bañaba sus mejillas del frío. Y no supo que hacer, se quedó estático en su lugar mientras el otro lo miraba con tanta intensidad que creía que lo quería matar. Tampoco esperaba el fuerte golpe que lo mandó al suelo y mucho menos el beso que vino enseguida y el peso de su cuerpo encima de él.

 

Su mente quedó en blanco y no hizo más que corresponder el gesto con la misma intensidad, con el mismo deseo, con el mismo amor de siempre. Ninguno dijo nada, sólo compartieron intensos besos dando la vida en ellos, se acariciaron con fervor y se entregaron el uno al otro como si fuera la última vez en sus vidas, sintiéndose completos una vez más; se amaron hasta que sus cuerpos no pudieron más, hasta sentirse satisfechos a causa por el tiempo alejados, solos, rotos.

 

Y aún con el cansancio sobre ellos, siguieron dándose fugaces besos y suaves caricias, viéndose con el anhelo de compartir una vida juntos y preguntándose mutuamente si seguían amándose con el mismo ímpetu de antes. Dyrus diría que incluso su amor por él ahora era más ardiente que el mismísimo sol; quitó algunos rubios mechones de su rostro y acarició con cariño su mejilla antes de volver a besarlo ligeramente. Zachary tomó su mano y la besó para después llevarla a su pecho donde pudo sentir el rítmico palpitar de su corazón.

 

— No te vayas. —Le susurró con tanto pesar que su corazón dio un vuelco—. Quédate conmigo… siempre. —Y de sus azules ojos corrieron lágrimas aventurándose por sus mejillas—. O puedes irte pero tendrás que llevarme contigo porque no voy a dejarte ir, Marcus, nunca.

 

— Zachary, no, Cloud 9…

 

— ¡A la mierda Cloud 9! —En un instante tenía de nuevo ese cuerpo sobre él, lo tomó del rostro e hizo que lo viera fijamente—. Escúchame bien, ya basta de decidir por ti mismo, ahora es mi turno de decidir qué hacer con MI vida y eso es precisamente dejar todo, absolutamente todo lo que tengo por la única persona con la que quiero estar, que hace que mi corazón quiera estallar de la felicidad, que hace que mi cuerpo arda y se estremezca con el sólo contacto de su piel y si eso implica dejar que Cloud 9 se hunda hasta que aparezca alguien más que los mantenga a flote, si sólo puedo estar contigo y ser feliz, entonces es un precio que estoy dispuesto a pagar. —El rubio se quedó sin aliento y se enderezó dejando sus manos recorrer un camino hasta su pecho y sintió sus lágrimas caer hasta su abdomen mientras temblaba ligeramente—. Te amo…

 

No lo soportó más y se abalanzó sobre él para volver a juntar sus labios en un deseoso beso, lo abrazó por la cintura y pegó sus cuerpos como queriendo fundirlos mientras el rubio rodeaba su cuello con sus brazos y sus dedos se enredaban en su cabellera. Y el gran amor que compartían en ese momento, los llevó a entregarse de nuevo con la misma pasión con la que jugaban League en el escenario.

 

— Yo también te amo… y esta vez puedes hacer lo que quieras, porque soy tuyo por el resto de mi vida.

 

Ya había cometido el error de tomar decisiones que no le correspondían, no era tan estúpido para volver a tropezar con la misma piedra; si Zachary estaba dispuesto a dejarlo todo, entonces él aceptaría su decisión con los brazos abiertos, después de todo sabía que él seguiría amándolo aunque ya no fuera lo suficientemente fuerte porque sabía que estaría ahí para darle la fortaleza que le hiciera falta para enfrentar su futuro, juntos.

 

 

Fin’

Notas finales:

¿¡Dyrus cursi!?

Claro que sí muchachos, hace tiempo cuando aún estaba con su chica asiática y tuiteaban todo el rato, ambos era jodidamente empalagosos y a pesar de que Dyrus se ve tan serio y como molesto de todo, es muuuuy tierno, si tuviera que compararlo lo haría con Tibbers ---> Oso enorme y feróz que escupe fuego/oso tierno de peluche por dentro. Más o menos así. Descubrí también que cuando se tratan de cosas muy personales, Sneaky es muy penoso y se sonroja en instantes así que aprovecahremos eso :^)

Bueno, me largo para seguir trabajando en cosillos, cuídense mucho y ya saben, si tienen comentarios, quejas o explosivos, en la bandeja de entrada son bien recibidos (verso sin esfuerzo O/)

¡Hasta el siguiente fic!


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