—Eres un bebé Kookie... Nadie llora por unas palabras tan tontas...
—De seguro debe estar saliendo parte de su grasa por sus ojos.
Todos ríeron, lo normal. Sus burlas eran siempre las mismas, tan repetitivas, pero eso no significaba que me dolieran menos que en otras ocasiones. Sentía como si con cada una de sus palabras clavaran un puñal en mi cuerpo hasta al lugar más profundo de mis emociones, aunque si así fuera, ya no habría espacio incluso en mi robusto cuerpo.
Un puñal por cada insulto diferente... ¿Cuantos llevaría ya? Perdí la cuenta hace mucho tiempo.
Entre todas esas sonrisas y carcajadas, había una que resaltaba entre todas: Kim Taehyung, mi compañero de puesto conocido mejor como el chico más desordenado de la escuela. Habíamos intercambiado palabras tan solo una vez y desde ese momento, comenzaron las burlas. Me sentí como el mayor idiota en ese momento.
—Dime Kookie.. ¿Que se siente no ver tus pies?—burla numero 62, como olvidarla.
—Ya debe estar acostumbrado—comentó Kim Taehyung con una sonrisa mientras me abrazaba por el hombre, hubiese querido decirle algo, pero era imposible.
—¡Oh, no! ¡Kim ha obtenido la maldición! ¡Ahora mágicamente serás un gordo tímido!
No pude evitar comenzar a llorar en ese momento, al igual que en muchos otros momentos, logrando solo que los insultos aumentaran. Al final de cuentas me salvó la campaña, solo por la clase, momento donde me dedicaba a rezar para que el tiempo se detuviera, así mi sufrimiento se podría posponer por lo menos por unas horas.
...
Despertar no se me hacía tan pesado hace muchos años, mi cuerpo sudaba por completo y una pequeña fiebre se hizo presente en mi. Rápidamente, me levanté de la cama corriendo directamente al espejo de mi baño para después sonreír al contemplarme y ver que el tiempo no había retrocedido.
Tan solo había sido una pesadilla, más que eso era un recuerdo, una imagen tormentosa que había sucedido diez años antes cuando mi vida era un océano creado por mis propias lágrimas, las cuales salían con tanta naturalidad, como si llorar fuese más normal que comer o dormir.
Suspiré aliviado y volví a mi cama. Recién eran las tres de la mañana.
La verdad era que estaba nervioso, iba a volver después de tantos años a la escuela donde mi tortura tanto comenzó como terminó, pero que duró lo suficiente como para no hacerme olvidar nada. Necesitaba vengarme, mostrarles lo delgado que me encontraba y lo seguro de mi mismo que era. Quería que me pidieran perdón por todas esas veces, todos esos insultos... En resumen, por todo.
Volver a Busan fue la decisión más difícil de toda mi vida, más aún hacerlo solo, sin mi madre, mi padre o mi hermano, sin contar que necesitaba a mi despertador humano para no llegar tarde a la escuela, más aún en mi último año.
Nunca, en toda mi vida, me había levantado en tan poco tiempo. 10 minutos exactos, contando la ducha. Era como una chica en ese sentido, pero me encontraba tan nervioso que ni siquiera me había dado cuenta cuando ya me encontraba caminando en dirección a la escuela.
Al entrar a la ceremonia de ingreso pude ver varias caras conocidas, bueno, eran personas que o eran lo suficientemente cobardes para no defenderme, o me detestaban al igual que esos matones pero en secreto. No tenía nada en contra de ellos, ya que mi yo de ese momento era mucho más cobarde que ellos y se odiaba a si mismo con la misma o incluso mayor intensidad que los matones.
Como siempre, un aburrido discurso.
Miraba la pizarra para ver mi curso: 3°A. Busqué entre los nombres a Kim Taehyung pero no pude encontrarlo, una parte de mi pensó que se había cambiado de puesto pero inmediatamente la otra parte le recordó que existían otros dos cursos. Estaba a punto de mirar las otras pizarras cuando veo que un chico me mira con una sonrisa enorme, realmente enorme.
—¡Hola!—saludó con un gran entusiasmo, como si fuera su mejor amigo—¿Eres de la clase A?
—Así es—comenté con seguridad, logrando que su sonrisa aumentara de tamaño.
—¡Genial! Estamos en la misma clase—tosió un poco para aclarar su voz—Park Jimin, el chico más sexy de la escuela.
—Jeon Jungkook, el chico menos sexy de la escuela.
—Jaja, de seguro tienes algo llamativo.
—Bueno, soy alto...
—Oh, golpe bajo—comentó sin dejar de reír fingiendo estar ofendido—"No es necesario ser alto para ser sexy" ese es mi lema.
—¿Enserio?
—No. Algún día te diré como es.
Todavía no entiendo como sucedió del todo, pero Park Jimin se convirtió en mi compañero de puesto en el salón. Charlar con ese chico no era nada difícil, después de todo, siempre tenía un tema de conversación y por muy estúpido que fuera lo hacía sonar realmente interesante. Justo después de que el maestro nos haya llamado la atención por octava vez sonó la campaña que llevaba al almuerzo.
—Vamos, vamos, Jungkookie...—así es, ya tenía un apodo—Te quiero presentar a un amigo.
A pesar de que era más bajo que yo, su fuerza era increíble por lo que supuse que o levantaba pesas o era un chico demasiado activo. Me arrastró por toda la escuela hasta la cafetería, lugar que se encontraba extremadamente lleno y con unas filas que desesperarían a cualquiera. Eran como una manada de lobos hambrientos en busca de una presa que satisfagan su necesidad de comer...
Aun así, a Jimin le tomó cinco segundos encontrar a su amigo, literalmente.
—¡V!—exclamó con una sonrisa mientras levantaba la mano que no me tenía sujeto—¡Aquí, aquí!
Nos encontramos con un chico alto, de cabello... ¿Naranjo? (supuse que era teñido), con una expresión realmente inocente, reflejada en sus ojos y una sonrisa un poco encantadora. Sentía que lo había visto en alguna ocasión, pero dejé de pensar en eso inmediatamente cuando me di cuenta de que me llevaban mirando por muchos segundos.
—¿Pasó algo?—pregunté mirando como ambos intercambiaban miradas.
—Te estaba presentando a V—comentó Jimin mientras señalaba al chico que estaba frente a mi—V, Jungkookie, Jungkookie, V.
—Un gusto V.
—Lo mismo digo Jungkookie—sonrió mientras estrechaba mi mano mostrándome una sonrisa cuadrada que nunca había visto en mi vida.
—Vamos, vamos, que tengo hambre, muchas presentaciones por hoy.
Nos sentamos en una de las mesas más alejadas de toda la cafetería, supuse que era V a quién no le gustaban mucho las multitudes, ya que Jimin parecía más el centro de esa multitud que nada. Ambos eran bastante bromistas entre ellos e intentaban integrarme en la conversación como fuera, cosa que no me costó demasiado.
—¿Y como vas con Yoongi? ¿Han funcionado tus conquistas?—miré con confusión a V, quién formuló la pregunta, ya que no tenía idea de lo que pasaba.
—Soy homosexual Jungkookie—comentó con una sonrisa esperando mi reacción, le respondí con una sonrisa, esperando que le diera a entender que lo apoyaba, cosa que funcionó—Yoongi es mi novio...
—Sólo que él no lo sabe—V se estaba burlando.
—Por supuesto que lo sabe... En mis sueños.
—Pues no quiero detalles de tus sueños, Park.
—¿Por que no? Lo paso súper bien.
—Jajaja, me imagino...—usó un tono nada inocente mientras reía, luego miró en mi dirección—¿Que hay de ti Jungkookie? ¿Soltero, casado, en una relación o relación en sueños?
—En una relación totalmente estable con mi almohada.
—Jaja, somos dos, tres contando con Jimin.
—¿Por que yo?
—El mayor "contacto" que has tenido con Min Yoongi es en tu almohada.
—Está bien, ustedes ganan.
Los tres reímos. Nos pasamos toda la estancia de almuerzo charlando y riendo como si fuésemos mejores amigos que se conocen de toda la vida. Cuando sonó la campana para volver a clase, nos separamos, yéndose V por un lado y nosotros dos por el otro.
El camino a casa fue totalmente inesperado. Mientras caminaba pude ver como V me gritaba en señal de que me detuviera, comenzamos a caminar juntos llegando un momento en que pensé que me iba a dejar a mi cosa, cosa que se magnificó cuando entramos al mismo pasaje.
—¿Vives aquí?—me preguntó señalando mi casa con una expresión que me mostraba lo confundido que se encontraba.
—Así es, muchas gracias por acompañarme hasta acá.
—Bueno... Tampoco es que tuviera otra opción Jungkookie.
—¿A que te refieres?
—Que inesperadamente somos vecinos—sonrió con su típica sonrisa cuadrada mostrando sus bonitos dientes—El destino es una fuerza bastante divertida, ¿no crees?
—Demasiado... ¿En que casa vives?
—En la de junto—me la señaló—La mejor casa del barrio.
—Eso lo veremos.
—¿Acaso me estás retando a un desafío Jungkook?
—¿Como conoces mi nombre? Jimin no te lo mencionó nunca.
—Lo supuse por tu apodo—rió nerviosamente—Bueno, nos vemos vecino.
—Adiós V.
Entré en mi casa con una sonrisa más que satisfactoria. A pesar de no haber encontrado a ninguno de mis antiguos abusadores, pude hacer nuevos amigos, cosa que agradecía más que a nada.
Suspiré un poco molesto, no había encontrado a Kim Taehyung en todo el día, ni siquiera una seña de ese chico de cabello castaño, un poco más bajo que Jimin actualmente y con una carcajada que resonaba en mi cabeza más que su propio rostro... Sentía que podía reconocerlo inmediatamente, apenas me mirara.
Y cuando lo hiciera, cobraría mi venganza.