En este vasto e inmenso mundo porque siempre damos las cosas por inmutables una vez que se manifiestan, eso lleva a la costumbre y la rutina que después provoca que siempre creamos que nuestro entorno nunca cambiará, que nuestras vidas y sus días serán siempre iguales en un ciclo de repeticiones infinitas. Eso hace que las personas se vuelvan más resistentes y reluctantes si algo, por más pequeño e insignificante que fuese, cambia y empieza a afectar de modo sutil su rutina preestablecida; el ignorarlo permitiría su crecimiento y expansión, al afectar otros aspectos de las existencias de esos seres, produciendo más cambios que van rodeando y abrumando a aquellos que decidieron hacer caso omiso al inicio.
Porque tampoco somos capaces de apreciar aquello que nos rodea, de darle el valor que se merecen y darnos cuenta de lo mucho que nos importa o lo necesitamos, si tan difícil nos es admitirlo a nosotros mismos entonces esa dificultad aumenta exponencialmente a la hora de hacérselo saber a los demás, especialmente a quien nos referimos. Tan complicado es que solo nos percatamos una vez que se ha ido lejos o perdido para siempre, después nos lamentamos de todas las oportunidades perdidas y de las veces que callamos o desdeñamos a ese ser por vergüenza o el deseo de negarlo u ocultarlo, para cuando ya es tarde siempre caemos en la desesperanza y damos por sentado que ya nunca volverá.
Es suficiente exposición de estos postulados universales, para una mejor comprensión de los mismos, veamos cómo podemos aplicarlos a una breve narrativa y observar cómo se desenvuelven los seres sapientes ante ellos.
Todo empieza en una noche de novilunio, sin estrellas visibles ya que un denso manto de nubes cubría el cielo, un ambiente que iba acorde con el estado emocional de cierto ser. Aquel que se encontraba encerrado y ensimismado en su habitación, la cual antes había albergado a seis personas pero de ellos él era el único que seguía allí, los otros habían empezado a buscar sus propios caminos y estos los habían llevado lejos de aquella casa y aquel cuarto. Pero el conformismo se había apoderado de él desde hace mucho y lo había refrenado de siquiera intentar cambiar, sentía un inmenso pavor de abandonar su refugio y probar cosas nuevas que se había estancado en el tiempo, su intención siempre había sido retener y arrastrar a los otros con él para que ninguno se apartase de su lado. No hacía falta decir que sus esfuerzos habían sido inútiles y los otros los habían percibido como una muestra de su egoísmo y con ello los había apartado aún más.
En la oscuridad y soledad de la habitación, aquel ser seguía encerrado en sí mismo para ocultar aquellos sentimientos pesados, esa aflicción que lo aquejaba desde que sus hermanos se hubieron marchado y lo habían dejado rezagado en el estancamiento que él mismo se había impuesto. Siempre había estado convencido de que ellos dependían de él por ser el mayor, pero hace poco se había estrellado contra la dura realidad de que siempre había sido al revés y era él quien dependía de ellos, ahora que se habían marchado se sentía como si la única cosa que lo mantenía en pie había desaparecido.
Y todo había comenzado cuando uno de ellos decidió y consiguió independizarse, después otros siguieron sus pasos y así poco a poco fue quedándose solo, hasta que recibió el golpe final cuando se dio cuenta que los demás intentaban avanzar y él era incapaz de hacerlo. Lo que más le dolió fue que aquel primero que se marchó, era quien se suponía era el hermano a quien más valoraba, a quien supuestamente conocía mejor y compartía el vínculo más cercano. Siempre había creído que él sería el último en pensar en abandonarlo, que el hecho de que últimamente no se llevaban bien era sólo un obstáculo que ambos superarían, que equivocado había estado y eso solo acrecentaba su dolor y sufrimiento.
Ya había pasado varias otras noches con sus días sumido en esas reflexiones, los primeros habían transcurrido con pensamientos como estos.
Osomatsu: (Entre la ira y la aflicción) "Acaso no podías quedarte como estabas y no tratar de cambiar como todos hacemos"
Poco después de su partida, había estado de tan mal humor que cualquier cosa lo hacía reaccionar agresivamente, pero en el interior seguía preguntándose la misma cuestión una y otra vez.
Osomatsu: (Reflexivo) "Que cosa hay allá afuera para que prefieras salir y enfrentar al mundo antes que mantenerte en lo seguro"
Sin embargo el hecho de que decidió salir y enfrentar el orden establecido, inspiró a los otros a seguir esos pasos y de uno en uno fueron dejando la seguridad del hogar y tratar de encontrar sus propias sendas. Ante lo cual, el mayor empezó a desarrollar amargura y resentimiento hacia la persona que empezó todo.
Osomatsu: (Colérico) "Siempre fuiste un egoísta y nunca pensaste en lo que podría pasarnos mientras lograras lo que querías, aun así sigo sin saber porque los otros te imitaron, se dejaron engañar y sé que de seguro lo estarán lamentando"
Durante los siguientes días se mantuvo expectante ante la posibilidad de que los otros volviesen arrepentidos, tenía pensado en restregarles su error en sus caras para asegurarse que nunca volviese a pasar, pero no le importaría si el primero regresaba ya que de hecho preferiría no tener que verlo ya nunca más. Para él sería como si estuviese ya muerto, enterrado y olvidado.
Osomatsu: (Con amargura) "Después de todo lo que pasamos ni siquiera te esforzaste en intentar entender o arreglar aquellos problemas.........." (Molesto) "Porque le estoy dando tanta importancia a un cobarde que me dejó atrás, sólo y abandonado.............." (Con ira) "Porque esto me sigue afectando, más cuando me decidí a pretender que nunca existió......................
Era evidente que en su mente estaba instalada una versión egoísta de los hechos, ya que daba por sentado que todas las acciones del otro y sus consecuencias giraban en torno a sí mismo, lo que contradecía sus supuestos intentos de aparentar que no le importaba o que nada había cambiado o iba a hacerlo. Pero lo más frustrante era que todos sus empeños se habían saldado con un fracaso rotundo, no sólo había fallado en desterrar a aquel ser de sus pensamientos, sino que ahora no dejaba de pensar en él y darle a sus acciones la interpretación de que habían sido algo personal. Muy pronto su mente se veía invadida por imágenes suyas y de cómo su partida lo había herido, el percatarse de lo muy recurrentes que esos sucesos se estaban tornando hacía que su ira hacia el causante y contra sí mismo fuese en aumento, dándose el efecto inverso a pesar de lo mucho que se recriminaba y cada vez se gustaba menos.
Osomatsu: (Regañándose) "Que demonios pasa conmigo que no puedo sacar esos pensamientos de mi cabeza, alguien que no se detuvo a considerar como sus decisiones afectarían a otros no merece el tiempo de ninguno de ellos, pero por qué motivo dejo que me afecte si lo que pasó no................" (Deteniéndose) "En verdad si me ha afectado, me duele que.................." (Con rabia) "Ya basta, debo dejar de lamentarme por estupideces como estas ya que nunca me importó, tomó su decisión y a mí que más me da........................."
Sin importar lo mucho que tratase de minimizar los hechos y sus repercusiones, era evidente que estos lo habían lastimado y le dolía mucho que los otros se hubiesen marchado, porque ahora todo lo que conocía se había esfumado y con ello la seguridad que el tenerlos consigo le otorgaba; pero era más notorio lo mucho que lo había herido la partida del primero que lo abandonó, a tal grado que su mente no dejaba de darle vueltas al asunto y esto lo hundía más y más en la depresión y la amargura, una situación de la que a sus padres les parecía que nunca lograría reponerse. Cuando empezaba a creer que podría superarlo y empezaba a mostrar leves mejorías, fue que una carta de aquel ser llegó y destruyó todos sus esfuerzos por olvidar, todo por aquella misiva que seguía abandonada sobre la mesa y que empezaba a tentarlo a que la abra y la lea. Amenazando de paso con destruir su sanidad ya que con el paso de los días, su mirada empezaba a detenerse en aquella epístola, quedándose fija en la misma por horas, negándose a levantar la vista o responder a cualquier estímulo externo. En muchas ocasiones sentía como su mano se acercaba a la mesa para tomarla y acabar con el suspenso de una buena vez, esos momentos de debilidad se daban cuando su mente se ahogaba en la aflicción y la amargura por la partida de sus hermanos, para que en el último momento reaccionase y arrojase violentamente la misiva por querer inspirarle el darle una oportunidad al supuesto culpable de todo esto.
Osomatsu: (Frustrado) "Porque tenías que volver aunque sea con esta carta cuando ya todo estaba bien, me dan unas ganas de destruirla y mandar al demonio todo aquello que quieras decirme..................." (Agarra la carta) "Que más da lo que tengas que decir, no me importa, tú y tus palabras se pueden ir al infierno" (Arrojándola al tacho)
Pero esa resolución no le duró mucho ya que a la mañana siguiente se puso a buscarla frenéticamente, al no encontrarla en el tacho fue a preguntarle a su madre que había hecho con la basura, fue al exterior cuando le dijeron que ya había sacado las bolsas de desperdicios de toda la casa; allá afuera vio como el camión recogía las bolsas y casi pega un grito seco al cielo, pero cuando intento acercarse el vehículo recolector arrancó y comenzó a alejarse raudamente, maldijo su suerte por lo bajo mientras empezaba a correr para alcanzarle y recuperar esa epístola que tanto había llegado a odiar.
Osomatsu: (Agitado) "Porque me importa tanto, que acaso no quería librarme de ella de una vez por todas, que se supone que hago ahora tratando de recuperarla"
Toda la mañana estuvo tras del camión y no cejó en su empeño hasta que lo hubo alcanzado, se subió en la parte trasera y se puso a rebuscar entre la basura tras la pista de la carta, mientras se maldecía por no ser capaz de olvidarse de la misma ni de su remitente; en medio de la inmundicia fue que decidió que la mejor manera de superar esto de una vez por todas, sería armándose de coraje y darle trámite a este asunto de la misiva, ya que se había dado cuenta que cuanto más rápido la leyese más pronto está dejaría de embrujar y torturar su mente con esos impulsos de ansiedad y desesperación. Cuando por fin ubicó la carta, un sentimiento de alivio lo llenó y algo en su interior alcanzó una paz pero luego volvió a recriminarse por reaccionar de un modo tan ridículo ante una estúpida carta de alguien que lo lastimó, ante eso último se dio una bofetada por pensar en idioteces; cuando el vehículo se detuvo dejó de atacarse a sí mismo para salir de una vez de en medio de ese cuchitril, una vez que escapó carta en mano y despidiendo un hediondo humor por su previa incursión, empezó la marcha por el camino de casa sin parar de refunfuñar por todo lo que había hecho para recuperar las últimas palabras de un miserable.
Osomatsu: (Firme) Nunca más, más vale que de una vez termine todo esto.
Durante el retorno se puso a pensar en porque había actuado de ese modo, que le había motivado a reaccionar de esa forma ante el atisbo de que esas palabras se perdieran para siempre, incluso cuando se había propuesto que asumiría que esos nunca existieron y siempre había estado solo consigo mismo. Pero ahora no sabía que le estaba pasando para que otra vez se viese obligado a tirarse para atrás y volver a pensar en aquel ser, el que dio inicio a todo y motivo que su estilo de vida se quebrase al cambiar de un modo repentino, sentía cólera que a pesar de todo ello no pudiese hacer nada para cambiar ni para desterrar a aquellos seres, en especial al primero, de su mente y recuerdos para siempre.
El resto del camino se lo pasó sumido en aquellos pensamientos que lo empezaban a inquietar, ya que empezaba a parecerle extraño porque ese primer ser seguía ejerciendo tanta influencia en su interior, ya que de un momento buscaba pretender que no le importase que se había ido lejos y al siguiente estaba completamente taciturno pensando en que sería de él ahora que ya no estaba ahí, para luego recriminarse por seguir cargando con esas ideas que cada vez lo alteraban o atormentaban cada vez más, incluso barajó la idea de que esa carta fuese lo que estuviese amplificando la frecuencia con que cruzaban su mente, pero hoy había quedado demostrado que eso provenía de su interior. Llegando a casa y con el humor ensombrecido por la falta de respuestas, fue arriba a bañarse para deshacerse de la suciedad y ese hediondo humor que su incursión, para recuperar la misiva, le habían dejado.
Una vez terminado su aseo, volvió a la sala para sentarse cerca a la mesa donde había dejado la carta, esta seguía reposando sobre la misma superficie donde había estado por varios días. Todavía no tenía ganas de abrirla y en su mente seguía la idea de desaparecerla de una vez por todas, pero sabiendo que nunca sería capaz de llevar a cabo tal acto y que la misiva seguiría torturándolo mientras permaneciese sellada, fue que se decidió a poner fin a esta situación de una vez por todas. Extendió la mano y tomó ese condenado sobre que iba a volverlo loco, lo desgarró raudamente y lo descartó después de extraer su contenido, teniendo en sus manos el dichoso papel y reconociendo la caligrafía de aquel ser que había dado inicio a sus penurias.
Al empezar a leer se imaginó que aquel texto sería una condensación del ego del remitente, haciendo alardes de lo que estaba logrando y de seguro alguna que otra crítica a como estaba afrontando la situación en la que se encontraba, se esperaba algún que otro regaño o presunción de su situación y de los consejos que querría ofrecerle. Pero su expresión cambió a medida que leía ya que nada de lo que había supuesto resultó ser cierto, al inicio expresaba como había llegado a aquella resolución y que tan difícil y doloroso le había resultado cambiar todo lo que formaba su mundo por tratar de crecer y avanzar, haciendo una pausa en que le hubiera gustado recibir apoyo de ‘todos’ y remarcando esa sencilla palabra. Pasando después por cómo estos últimos días habían trascurrido y que eventos habían acaecido, que de vez en cuando se preguntaba si había tomado la decisión correcta ya que si bien estaba creciendo como persona, no podía evitar que tal vez había sido demasiado pronto como repentino y que a veces creía que no estaba tan preparado para lidiar con el cambio como había supuesto.
Con eso el mensaje se terminaba, quien había estado leyendo se había quedado de piedra, había caído en supuestos y había asumido las ideas y nociones incorrectas. Nunca se había propuesto a abandonarle, pero rápidamente lo cubrió como abandonarlos, había estado buscando su propio camino e inevitablemente este lo había llevado lejos. Tampoco había jamás cruzado por su mente que en verdad su opinión le importase mucho, que de verdad quisiese que le diese su apoyo y esperase que le animara en su cruzada, asumía que ya quizá no significaría nada para él debido a todos estos años en que lo había molestado y se la pasaron peleando. Pero ahora eso tenía otro significado ya que cegado y absorbido por lo que le estaba pasando, no había reparado en lo que el otro podría haber estado sintiendo, sumado al hecho que seguramente con esas actitudes había no solo apartado al remitente sino también a los demás de su lado para siempre.
Tan sumido estaba en sus pensamientos y en la misiva que por fin había abierto, que el paso del tiempo le era indiferente ya que el sol se había puesto mientras seguía reflexivo y taciturno, con la carta aun en mano su mirada se dirigía hacia la infinidad del cielo que se teñía de un matiz azul profundo. Mientras la luna hacía su ascenso hacia el éter nocturno que poco a poco iba quedando salpicado de estrellas que centelleaban a un ritmo constante, aquel ser fijaba la vista en aquel disco plateado que continuaba su camino, en estos últimos días la argéntea señora de la noche había sido su única compañera. Preguntándose si fuese posible que el remitente, no, su hermano estuviese también solo y mirando a aquel cielo en ese mismo instante.
Osomatsu: (Perdido en la inmensidad de la noche) “Será que todo el tiempo estuve equivocado, ellos no me necesitaban sino era yo quien dependía de su presencia, pero con lo que he hecho ya no creo que quieran volver a saber nada de mí” (Abatido) “Porque siempre quise retenerlos a mi lado y frustrando todas aquellas oportunidades que se les presentaban, en mi mente estaba instalada la idea que eran amenazas, pero no para ellos sino para mí mismo” (Iracundo) ¡Qué clase de ser soy, me odio!
En eso de su mano resbala la carta, pero tan absorto se encontraba en su desprecio hacia sí mismo que no reparó en ello, mientras poco a poco se hundía en esos sentimientos pesados que lo iban consumiendo y corroyendo desde adentro hacia afuera. Y aunque hubiesen pasado ya dos meses de la llegada de la caída carta, aquel abatido ser empezó a darse cuenta que hubiese sido mejor leerla cuando esta arribó o si no nunca, pero ahora todas las emociones que bullían en su interior lo herían por los efectos de las palabras de la susodicha misiva. Ahora que ya sabía lo que realmente sentía el otro, la realización y el proceso de aceptación eran mucho más arduos y dolorosos, ya que tuvo la opción de quedar bien con el otro y en su lugar agrandó la fisura que ya los separaba.
En eso su mirada se dirige al papel caído, sus ojos se quedan clavados en la carta mientras varias emociones cruzan su mente y corazón………………..