Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Para ti, senpai. por yiya

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

*El idiota de Onodera volvió a escapar... ¡Maldición!* Reclamaba en voz baja el editor en jefe de Emerald, saliendo del edificio de Marukawa Editorial, al terminar su jornada de trabajo.
*Le advertí que me esperara para irnos juntos, pero obviamente apenas vio la oportunidad se fue sólo, escapando como siempre.* Takano sólo soltó un suspiro cansado para luego dirigirse a paso veloz a la estación con la esperanza de alcanzar a su terco subordinado.
Eran esas actitudes del castaño las que lograban que su determinación flaqueara. Se había prometido a sí mismo enamorar al más bajo; pero ante cada desplante, cada rechazo y negativa a aceptar sus sentimientos, Masamune perdía un poco de confianza.
Y es que nunca, desde el día que lo conoció, jamás podía tener certeza alguna cuando de Onodera se trataba. Nunca hubiera podido imaginar siquiera que ese pequeño y tierno acosador que se sonrojaba ahogándose en los nervios cada vez que él le hablaba o simplemente lo observaba por más de tres segundos; fuera capaz un día de plantarle una patada en el rostro para luego desaparecer de la faz de la tierra sin la más mínima contemplación. Y luego, buscarlo incansablemente para años más tarde enterarse que se había ido fuera del país, además de tener una prometida.
Y que se cambiara el nombre! Que lo dejara como un idiota buscando desesperadamente a un Oda quien ni siquiera existía. Aunque quizás Oda pudiera existir, allí, en sus fantasías adolescentes, donde anheló algún día compartir su vida con el niño que apareció para disipar su oscuridad.
Pensar que al principio contempló la posibilidad de herirlo. Nunca imaginó que la herida resultante de toda esa situación alcanzara a lastimarlos tan dolorosamente a ambos, durante tanto tiempo.
Porque aún dolía. Dolía saberse el culpable de su desdicha y la suya. De acuerdo, ambos tuvieron la culpa, un maldito malentendido los separó durante diez años, pero lo peor del caso es que luego de aclarar ese malentendido, no era tan sencillo como olvidar el pasado y empezar nuevamente desde cero. Ambos se sintieron burlados, traicionandos, y ambos inútilmente desearon dejar el pasado atrás.
Por su parte, no lo había conseguido, en cuanto al castaño, aún lo dudaba. Ese terco carácter al parecer se había empeñado en hundir su historia en le olvido; y Takano temía que Ritsu lo consiguiera, que a fuerza de su determinación terminara por matar los sentimientos que aún le quedaban hacia su jefe. Porque Takano estaba absolutamente convencido de que Ritsu sentía todavía algo por él, lo que no sabía con certeza era la intensidad de esos sentimientos.
Por los suyos los tenía claros: lo amaba. Idolatraba a ese gruñón de ojos esmeraldas como alguna vez había adorado al tímido niño que un día -sabe dios de donde- sacó el valor para declararsele en esa biblioteca. No iba a permitir que Onodera se alejara de su vida, ni por su prometida, ni por heredar la empresa de su padre, ni por irse a editar literatura, o mudarse de departamento y absolutamente no por irse con algún idiota como Haitani.
Una vez llegó a la estación, se detuvo buscando ansiosamente con la mirada a su castaño. Pronto lo divisó, podría perfectamente encontrarlo en medio de una multitud *El poder del amor* pensó y se sintió cursi, culpó a su trabajo como editor de manga shojo. La nube rosa de sus pensamientos explotó despiadadamente al observar con detenimiento: Ritsu no estaba sólo.
Con él había otro hombre. Alto, de cabellos rubios y vestido con un oscuro traje de oficinista. Quiso suponer que era algún desconocido pidiendo indicaciones, pero el lenguaje corporal de ambos decía lo contrario. Ritsu, SU Ritsu, se encontraba sonrojado y aquel "desconocido" sonreía muy alegremente ante las reacciones del castaño.
Pudo ver como su subordinado se inclinaba ante aquel hombre, tal vez despidiendose respetuosamente o quizás agradeciéndole. ¿Agradeciéndole qué cosa? ¿Qué tenía Ritsu que agradecer de manera tan efusiva, con sus mejillas teñidas de ese tierno carmín?
Takano conocía esas reacciones, las conocía muy bien. Y no le gustaba que nadie además de él las viera; y menos, muchísimo menos, que las provocara.
Apresuró el paso en esa dirección, debía averiguar qué era lo que pasaba, no iba a quedarse con la duda, pues esta se iría transformando de una pequeña espina a un horrible tormento. Se conocía también lo suficiente a sí mismo para saber lo que Ritsu, y todo lo que lo involucrase, le provocaba.
Sus movimientos cesaron por completo cuando divisó la mano, la asquerosa mano de ese intruso en la mejilla de Ritsu. Lo peor del caso no fue esa caricia, sino que le castaño no hizo nada por evadirla. Abrió desmesuradamente los ojos al percatarse de que el más alto acercaba sus rostros peligrosamente.
No podía ser ¿Lo besaría? No, Ritsu no podía, eso era imposible. Onodera no era de los que daban esos espectáculos, por lo menos con él no lo hacía. Onodera no se dejaría besar por otro que no fuera él. Ritsu no... …l no podría...

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).