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Colisión por Regolatra Nomi

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   En un club nocturno abarrotado de gente se encontraba el comienzo de la historia. Como era normal en un sitio como este las diferentes personas que lo frecuentaban bebían hasta acabar con su sueldo, echaban billetes a la preciosidades que bailaban en las tarimas para recibir un mínimo de atención... otros simplemente querían un buen revolcón. Sin embargo, la historia no se centra en estas personas, para ello tendríamos que adentrarnos más en el antro, concrétamente en la sala vip. No era una sala cualquiera, en esta sala se cumplían cada uno de los deseos más oscuros y perturbados de los clientes que pudieran pagarlo. No obstante, el grupo de esa noche quería un simple espectáculo. Era extraño, malgastar tanto dinero en lo que podrías obtener sentándote en la barra del club.

   Se hizo el silencio en la sala y se apagaron las luces, el espectáculo iba a comenzar. Se encendieron dos focos en el techo, que emitían una luz rojiza para darle ambiente a la sala.El telón empezó a correrse poco a poco y una sutil melodía comenzó a sonar. Cuando el telón se hubo abierto lo justo para dejar pasar a una persona, de entre la oscuridad salió un chico a gatas, inmediatamente la melodía cambió y el ambiente se llenó de adrenalina. Detrás del chico salieron muchos más, todos vestidos de la misma forma,con la mirada perdida, todos con una mordaza en la boca y unos calzoncillos de cuero ajustados. La cola de chicos parecía interminable, seguían los mismos movimientos como si fueran clones. El escenario era extenso y en forma de media circunferencia, por lo que los clientes de aquella noche estaban sentados alrededor de forma que los clones se acercaban a ellos con uniformidad. Sin embargo, uno de los clientes carecía de clon, pues este era un cliente especial, estaba sentado justo en medio del semicírculo, de modo que podía ver perfectamente a todos sus compañeros. De vez en cuando bebía de su copa, intentando parecer distraído pero en realidad lo que hacía era analizar a cada uno de los clones para encontrar en ellos alguna diferencia. El espectáculo seguía y la música cambió de nuevo, los clones se terminaron y de la oscuridad del telón salió un muchacho bailando, contoneándose, moviendo las caderas tan seductoramente como la realidad se lo permitía, sin duda el cliente especial estaría satisfecho pues este muchacho era exactamente lo que estaba buscando. El susodicho analizaba al joven de arriba a abajo mientras este se acercaba lentamente. Se deleitaba con sus movimientos suaves y sensuales, sus atributos se escondían bajo un pantalón de cuero que le quedaba excesivamente ajustado, sus botas de cuero sonaban a cada paso que daba. Casi llegando a su meta, el joven se dejó caer quedando en cuatro, miraba fijamente al cliente estrella. El ya mencionado no podía casi ni parpadear, no podía creer lo que veía la cabellera blanca, los ojos claros, sus mejillas levemente sonrosadas… simplemente exquisito. Toda la sala dejó de existir al tenerlo cara a cara, la respiración agitada del joven chocaba contra su cara, empezaba a emocionarse y casi que le costaba respirar. De repente la música cambió a una más acelerada, el último integrante del espectáculo salió a escena. Un pedazo de hombre gigante completamente desnudo, con los músculos más marcados que Hulk y con una careta de toro se acercaba impaciente al joven. No tardó ni dos minutos en alcanzarle y una vez en sus manos rasgó el pantalón de cuero, le hizo apoyar el pecho en el suelo y levantar bien su culo. Dirigió su miembro totalmente erecto a la entrada del joven y con un gruñido ronco metió la puntita. De lo que no había duda era de que el joven estaba mucho más deseoso de lo pudiera parecer, y con una mirada pícara miraba a su cliente. Seguidamente, su acompañante empezó con un vaivén lento y profundo, continuando con estocadas brutales y obscenas; por su parte, el joven disfrutaba como una zorra gimiendo descontroladamente. En la sala vip todos disfrutaban, pues al escuchar los gemidos del joven los clones empezaron a jugar entre ellos penetrándose y masturbándose hasta correrse.
Volviendo a la pareja central, la bestia que follaba al joven agarró a este de la base del pene impidiendo una inminente corrida, esto hizo que el joven gritara desesperadamente, estaba a punto de llegar al orgasmo y no podía soportar el ritmo inhumano de su compañero. La garganta se le contraía impidiéndole respirar con normalidad, obligando al chico a dar bocanadas intentando obtener algo más de oxígeno. Los ojos del chico se llenaron de lágrimas y le fue imposible seguir mirando al cliente. el culo le dolía con mil demonios y su polla iba a explotar . El dolor y el placer eran extremos, debía terminar con la función. Lentamente deslizó una de sus manos por sus piernas hasta llegar a la bota, dentro de esta se escondía una daga. Con un movimiento rápido y contorsionandose todo lo que podía le rajó el cuello a su compañero e inmediatamente su pene fue liberado. El hombretón se agarraba con una mano el cuello y con la otra su miembro, su cuerpo se sacudía bruscamente y no se podría decir si era por la herida o por el orgasmo que estaba experimentando. Al joven le sucedía más de lo mismo, se corría en el escenario casi gritando de placer. En ese momento el joven no lo supo pero el cliente estrella casi podía morir de lo satisfecho que había quedado.
   Al terminar el espectáculo inmediatamente la sala fue vaciada, a cada uno de los clientes se les dio las gracias y se expresaron palabras de ánimo para volver. En el escenario el joven fue ayudado a ponerse en pie y le tendieron un albornoz, lo mismo hicieron con su compañero de la careta, quien se la quitó y dejó ver una amplia sonrisa por un trabajo bien hecho. Salieron del escenario y se encaminaron a las duchas. Al joven le costaba caminar, después de cada espectáculo le costaba una semana poder volver a sentarse.

   —Buen trabajo, Damián. Hasta la próxima.- Canturreó su compañero saliendo de las duchas.

   A duras penas Damián pudo asearse y ponerse la ropa. Caminó lenta y pesadamente hacia la salida trasera del club, de dirigía a su coche. Arrastraba las los pies por el asfalto, pensaba en llegar a su casa y dormir mil horas. Sólo llevaba un vaquero y una camiseta holgada pero le pesaba en el cuerpo como una tonelada. Llegó a su coche y sacó del bolsillo del pantalón las llaves y, en cuanto estas hicieron contacto con el coche, de entre las sombras aparecieron dos figuras que le pusieron una capucha en la cabeza y lo arrastraron hacia una furgoneta no muy alejada de su coche. Damián casi no tenía fuerzas para caminar y mucho menos para resistirse, cada movimiento brusco que hacía le daba una punzada de dolor en su recto. Las dos figuras desconocidas le metieron en la furgoneta y esta se puso en marcha. Seguidamente le cachearon y al no encontrar nada simplemente se quedaron observándole atentos por si intentaba escapar.
   Debajo de la capcha Damián sonreía, era absurdo lo que tenía que pasarle. ¿Debería tener miedo? ¿Estar asustado? Sin embargo, sus pensamientos seguían anhelando una cama y algo de comer.
   La furgoneta se detuvo, le pusieron esposas en las manos y sus acompañantes le guiaron a lo que parecía una casa. Escuchó como se abría una puerta, un olor a nueces y miel se coló por la capucha. Bajó escaleras, pasó por diferentes puertas y, finalmente le sentaron en una silla y le quitaron la capucha. La luz le cegó los ojos y miró desorientado por toda la sala. Paredes totalmente blancas, un espejo gigante y, a parte de él, dos sillas y una mesa, no había nada más. Se mordió los labios, miró las esposas, observó sus pies, soltó un suspiro sonoro, iba a ser una larga noche. Pasaron largos minutos y el muchacho empezaba a dormirse sentado en la silla, por suerte o por desgracia la puerta se abrió obligándole a despejarse. Por la puerta apareció el cliente estrella de esa noche. Eso sí que era interesante, pensó Damián y seguidamente soltó una carcajada. El personaje se sentó en la otra silla, quedaba justo frente a él. Damián le observaba divertido, sin creérselo; le miraba de arriba a abajo, su larga cabellera negra, sus ojos azabache, el traje color vino que dejaba entrever sus marcados músculos. Lo que más divertido le parecía del asunto es que pudiera estar pensando en sexo en una situación así pero, ¿qué iba a hacer sino?

   —¿Sabes por qué estás aquí?— Le preguntó el moreno.

   —Porque al verme esta noche actuar no has podido evitar invitarme a cenar, ¿verdad?— Respondió Damián aproximándose más a la mesa.

   —¿Sabes quien soy?

   —Un frío y solitario empresario súper rico que esconde sus perversiones al mundo. O tal vez un pobre hombre temeroso de dios que ha creído conveniente secuestrar a pobres jóvenes indefensos y llevarlos a salas extrañas para seducirlos con ese tono de voz y esa mirada penetrante. Obviamente no sé quién eres, ni lo que quieres.

   —Mi nombre es Nox, mis intenciones deberías saberlas y estás aquí para hacer un intercambio, tu vida por lo que nos pertenece. A partir de ahora sólo hablarás cuando yo te lo diga y si dices alguna gilipollez recibirás una descarga.— Inmediatamente Nox se levantó y le colocó una especie de collar perfectamente ajustado en su cuello que le proporcionaría las descargas.

   —Nox es un nombre ridículo.- Un segundo después de decirlo recibió una descarga brutal que le hizo tambalearse de la silla. —Sólo lo estaba probando.— La acción se repitió de nuevo.

   Nox volvió a sentarse, rebuscó en el bolsillo de su pantalón y sacó una foto. En ella sólo se veía un libro enorme y bastante desgastado.

   —¿Lo reconoces?.— Preguntó mientras acercaba la foto.

   —Nunca lo he visto.

   Después de la respuesta de Damián, Nox se levantó y salió de la sala. Mientras el joven quedaba confundido en la sala de interrogatorios, el moreno se dirigía a la sala contigua. Dentro se encontraban otras dos figuras de igual descripción que este pero uno más joven que el otro. A los mandos del collar de descarga estaba el más joven de los tres y el mediano miraba fijamente a través del espejo a Damián.

   —Está mintiendo, sabe dónde está.


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