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Desordenando a Acuario por kailu

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Notas del capitulo:

 

:3 al fin pude terminar otra cápitulo. 

Saludos a Cid

— Que desordenado te has vuelto en mi ausencia, Camus. —  El francés se quedo quieto al verle ahí sentado, en su escritorio, leyendo los libros que había separado para él. — menos mal que llegas, se me estaban calentando las cervezas.—  La sonrisa irónica del Espectro le dio la bienvenida a su propio templo.  

Acuario observaba sin parpadear la escena que tenía enfrente: Aiacos había leído o al menos removido todos los libros que  había separado; eso y muy probablemente las cartas que guardaba con ellos mientras esperaba un mensajero de confianza. El espectro alzó la mirada dejando su lectura por primera vez desde que el guardián del recinto hubiera entrado en la habitación. — ¿Cómo has llegado aquí?— La voz del francés era clara y calmada como siempre, no había motivo para pensar que aquello pudiera ser un reproche o que le entusiasmara en lo más mínimo el tener de nuevo al Espectro hurgando en sus pertenencias, como hace meses.

—  Por las escaleras, cómo todos. — Garuda sonrió y volvió a leer — Me parece que Shaka te iba a entretener en lo que yo llegaba, pero creo que se le fue la mano. —  Camus de Acuario permanecía de pie sin saber qué pensar, la costumbre lo guiaba y había vuelto a la postura rígida que usaba regularmente para observar fijamente a aquellos que amenazaban con invadir su privacidad: el Espectro que continuaba leyendo, sentado sobre su escritorio… La escena era vagamente familiar y le trajo el recuerdo del primer día en que Aiacos había entrado a su biblioteca, y él, sin saber que más hacer había permanecido de pie observándole leer…

Aunque aquella vez en realidad solo observaba la manera en que trataba sus libros, no se había percatado de nada especial en el juez… Esta vez, en cambio le observaba a él.  Le parecía más moreno que la ultima vez que le viera, creía que su cabello era más largo y se preguntaba si siempre hacía aquel gesto mientras se concentraba.  —  Camus… mis cervezas se calientan. —   Avanzó hacia él y tomo la botella para enfriarla con su cosmos, mientras miraba su escritorio buscando las cartas que había escrito para el Espectro. Intentando armar en su cabeza las piezas de lo que sucedía en ese momento.

—  Gracias —  Aiacos sonrió y bebió de la cerveza para seguir leyendo el volumen sobre Cerberus que había escogido. —  Te has traído demasiados libros a tu habitación… ¿Te esta dando alergia tanto polvo de tu biblioteca? —  Acuario negó con la cabeza y Aiacos alzó una ceja para luego sonreír de lado — Camus, ya se que tenías mucho tiempo sin que pudieras admirarme, pero podrías disimular más… — La sonrisa del Espectro se amplió — aunque… si quieres tocar me parece mejor aun…

El francés abrió la boca para pronunciar las palabras que acostumbraba usar con el espectro en aquellas situaciones:  “Ya quisieras…”  … pero en su lugar terminó extendiendo la mano hasta alcanzar un mechón de aquel cabello oscuro. Aiacos le miraba con los ojos muy abiertos por la impresión  — Te ha crecido el cabello… — Garuda rió al escucharlo, se recuperó de su asombro inicial y le miró sonriendo .

— ¿Por qué no has mandado todo esto? … Te estás quedando sin espacio acá…  —

— … Pensé que sería más seguro entregarlos en persona…  —

El juez alzó una ceja y le contemplo en silencio “seguro” era algo por lo que no había que preocuparse en el reino de los muertos, pero con el historial de traiciones y malos entendidos de Los Santos de Athena supuso que aquello era perfectamente comprensible. —  Supongo que deberé venir más seguido a intercambiar libros y correspondencia. —

El galo sonrió aprovechando que se había volteado y ahora daba la espalda al espectro,  buscaba las cartas y revisar los libros que había sobre su escritorio, no recordaba dos de ellos y supuso que los había dejado Aiacos.  — Las cartas… —



El aludido alzó la vista y le observo sonriendo —  Las he guardado para leerlas más tarde. —   Camus asintió con la cabeza y señalo los libros que no había reconocido —   pensé que te gustaría leer algo sobre arquitectura, algo más reciente… —  La sonrisa del espectro se hizo más ancha mientras se ponía de pie. —  ¿Me invitarás a cenar? —  Acuario asintió con la cabeza y él espectro no pudo sonreír más amplió —  ¿una cena romántica? —  El Santo Dorado negó con la cabeza; El Espectro rió un poco y le despeino el cabello por costumbre.  —   …Bueno, supongo que no puedo esperar que te lances a mis brazos por unos meses de ausencia.

¡Bien!, salgamos a caminar un rato, hace mucho que no estoy en el Santuario y tus compañeros podrían hacerse una idea equivocada de mi visita… Una que no me molesta nada. — sonrió de lado y le hizo un guiño — pero seguramente también ellos me han extrañado.—  

Acuario estaba un poco desconcertado,  la idea de que sus compañeros pudieran haber extrañado al espectro, nunca se le había pasado por la cabeza, mucho menos que Aiacos quisiera verles; y la verdad  es que hubiera preferido quedarse a entablar una larga discusión sobre literatura que poner un pie fuera de su templo, pero el juez tenía razón: los demás se harían una idea extraña de aquella visita.

Se hizo a un lado indicándole el camino con un gesto con la mano derecha. El intruso sonrió e inclinó la cabeza levemente antes de avanzar, aunque por comodidad y costumbre terminó esperándole para platicar mientras descendían la escalinata del onceavo templo.

— Así que has vuelto al Santuario.—  El Escorpión celeste parecía emocionado de ver a su “rival” aunque resultaba obvio que no era un sentimiento mutuo. — ¿No decías que allá abajo eras una persona importante? … Mas parece que no encuentran como deshacerse de ti, Garuda —

— Supongo que lo dices por experiencia propia, pues pareces estar muy versado en eso de ser un indeseable.—

El griego apretó los labios y bajo las cejas, sus compatriotas rodaron los ojos y el espectro sonrió de lado, tal vez Milo tuviera razón en que nunca había ganado una sola guerra Santa pero en cambio se complacía con las victorias que le daba su ingenio. El Espectro reviso sus bolsillos y saco una carta que extendió al carnero de Aries.  —  Me han pedido el favor de hacerte entrega de esta carta —  Sonrió viendo el desconcierto de Aries y las sonrisas que empezaban a intercambiar algunos de los presentes. Mu dudo un momento pero finalmente tomo el sobre y murmuro un “Gracias” que iba acompañado de una sonrisa que provocó bromas de los dorados sobre la incomodidad del Lemuriano que se recuperó para sonreír e ignorando a sus compañeros volvió a hablar.

—  Oh, Camus… Aiacos, mi maestro nos ha dado permiso de ir al pueblo el día de hoy, necesitamos comparar algunos víveres y hemos decidido pasar el resto de la tarde ahí… — Los presentes se habían quedado en silencio y Milo hacía gala de su habilidad para los gestos de desagrado y molestia —  por si desean unirse a nosotros. —  Para cuando Aries termino de hablar Escorpio no era el único con el ceño fruncido.

Garuda sonrió de lado observando las caras de los presentes, hubiera aceptado pero no era justo arruinarles uno  de los pocos días de libertad que tenían, ademas no tenía permiso para permanecer tanto tiempo lejos de sus labores. —  Gracias, pero me temo que no puedo aceptar. — Ignoró las caras de alivio de Los Santos Dorados. —  He venido solo como mensajero, no puedo quedarme más. —  Volteo a ver a Acuario y le sonrió. —  Estaré viniendo los días primero de cada mes, así podremos seguir con nuestro intercambio literario… —  Su mirada paso de Acuario a Aries —  Así que si deseas mandar una respuesta debes tenerla lista ese día. —

Aries asintió con la cabeza y agradeció nuevamente al mensajero. — Así que ahora eres el chico de los recados… — El griego sonrió  y miró a Aiacos de arriba a bajo, disfrutando de verle degradado a una labor tan sencilla.

— Justo eso. — El Espectro sonrió y volteo a ver a Camus, le paso la mano por el cabello despeinándole como siempre. — Espero que los libros que te he traído sean de tu agrado, nos vemos en unos días Acuario. —  Y así, sin decir más o dar tiempo a que el francés le diera una respuesta el Espectro se hundió en su propia sombra y desapareció, dejando tras de él a un grupo de caballeros bastante desconcertados por las libertades que se tomaba con uno de los suyos.

Shaka de Virgo sonrió y finalmente, luego de varios días: formuló una pregunta diferente. — ¿Camus, podrías recomendarme algún libro? —  Acuario asintió y volvió a su templo acompañado del caballero más cercano a Dios, y al parecer… lo más cercano que tenía a un amigo en esos momentos de confusión.

Notas finales:

gracias por leer. 


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